—Ya sexto año, aún no puedo creerlo — murmuró la mujer de cabellos castaños a la vez que dejaba una taza de café en el lugar donde solía sentarse su marido.

La pelirroja, con los ojos un tanto pesados debido a que recién acaba de levantarse, observó a su madre, a la vez que componía una pequeña sonrisa de lado.

—Pues créelo, Mione — el hombre de la familia llegó a la cocina, para acto seguido soltar un profundo bostezo. Al parecer había escuchado las palabras de su mujer — Solo espera unos años más, que luego nos estarán cuidando a nosotros cuando seamos viejos — afirmó.

—¿Tienes todo listo, cielo? — preguntó Hermione, acercándose a su hija a la vez que dejaba una taza de té delante de ella. Rose dejó que un suspiro escapara de sus labios, asintiendo en el momento.

—Claro que sí ma, siempre lista — la convicción de las palabras de la chica hizo que su madre compusiera una ancha sonrisa, de esas sonrisas que dejaban ver toda su hilera de dientes perfectamente blancos.

Un gruñido proveniente de la sala hizo que los tres integrantes que se encontraban desayunando tranquilamente se distrajera por unos segundos, dejando sus miradas se dirigieran hacia la puerta. Un Hugo con unas grandes ojeras emergió de la misma. Estaba tallando sus ojos demostrando su cansancio, mientras que su cabello castaño goteaba, dejando que el agua cayera por sus hombros.

—¿Cuántas veces te dije que secaras tu cabello luego de ducharte, Hugo? Cogerás un resfriado en el camino — se quejó la maga mayor de la familia, poniendo sus brazos en jarra, negando con la cabeza ligeramente.

El chico arrastró sus pies con pereza hasta el lugar disponible en la mesa, junto a su hermana mayor y su padre. Estiró su mano, y con un deje de pudor cogió la taza de café de este último, dándole un buen tragó.

—¡Hugo! — el pelirrojo le arrebató la bebida de sus manos antes de que pudiera hacer algo más — ¿Otra vez te quedaste despierto hasta tarde jugando esos videojuegos muggles? ¿Sabiendo que hoy comienzas quinto año? No tienes remedio, niño.

Desde su lugar, Rose soltó una pequeña risa, la cual pareció ser reprendida por la mirada asesina de su hermano menor. Aunque la pelirroja no reparó en ello.

—¿Se puede saber qué te causa tanta gracia? — preguntó el menor, relamiendo sus labios, aguardando a la respuesta de Rose.

Esta se encogió de hombros, dándole un sorbo a su té de frutilla. Dejó que su lengua se envolviera por la temperatura del mismo, causándole un leve escozor y disfrutando del dulce sabor.

— Estas del asco, hermano — ante la respuesta de la chica, Hugo profirió otro gruñido, hundiendo su cansado rostro en sus manos.

—Quiero dormir— su voz sonó ahogada, con un ligero ápice de arrepentimiento por haberse quedado despierto a altas horas de la noche.

Hermione se incorporó de lugar, dando un pequeño aplauso de entusiasmo.

—Ya podrás dormir en el tren. Va, ya hay que irnos, que seguro sus primos están de camino — aseguró la mujer.

—¿Alguna vez has intentado dormir en ese tren, mamá? Es el puto infierno de los trenes, y lo digo por toda la camada Weasley gritando — Rose rodó los ojos ante la exageración de su hermano. Mas antes de que su madre, o Ron pudieran saltar a decir algo, ella se adelantó.

—No dices lo mismo cuando está Alice con nosotros….— dejó las palabras en el aire, al tiempo que se incorporaba en una ladina sonrisa, notando como el castaño descubría su rostro.

—Rose, te juro que….

—¡Basta de idioteces y vayamos de una vez! Que cuanto más tiempo tenga la casa libre de ustedes, más voy a poder disfrutar de su querida madre.

2.

Una ligera sonrisa adornaba el rostro de Rose a la vez que arrastraba con una pequeña dificultad su baúl por la Estación King Cross. Estaba junto a su madre, la cual caminaba a su lado con tranquilidad y serenidad. Su andar era elegante, relajado y femenino.; como un cisne. Su cabello castaño estaba perfectamente peinado, algo que le costaba mucho conseguir en las mañanas. Y Rose lo sabía muy bien porque tenía el mismo problema. La mujer había perdido todos rasgos infantiloides, los cuales fueron reemplazados por los de una mujer madura. Aunque no dejaba de ser inmensamente bella.

Detrás de ambas, se encontraban Hugo y su padre, Ron. El cual parecía darle un con fin de advertencias a su hijo menor, las cuales, la chica podía adivinar, Hugo asentía hastiado. El pelirrojo aún mantenía esa vivez juvenil de la cual su madre solía contarle a menudo, cuando estaban en la adolescencia. Y no solo se podía ver en su rostro, si no en su soltura y calidez al hablar. Definitivamente, nunca podrías aburrirte con él.

Cuando llegaron a la Plataforma 9 ¾,Rose y Hermione voltearon hacia los otros dos miembros restantes de su familia, los cuales continuaban hablando sin percatarse de nada.

—¡Ron! Deja de crucen de una vez que se les hará tarde — le dijo Hermione, señalando el muro del andén. Ron alzó su mirada y sus mejillas se ruborizaron mostrándose ligeramente avergonzado ante la reprimenda de su mujer. Podían pasar los años, pero esa mujer seguía teniendo el mismo efecto en él.

—Perdona, cariño…

—Ya, bien. Nos los aguanto más, yo voy a cruzar ¡los amo! — dijo Hugo con un deje de broma, para acto seguido, luego de asegurarse de que nadie estuviera viendo, cruzar el muro.

La pelirroja soltó una risa y volteó a sus padres, los cuales la observaban con nostalgia, especialmente Hermione. La cual sus ojos ya se habían cristalizado.

—¡Oh, vamos Mione! Hace seis años que hacemos esto, no deberías ponerte así — las palabras de Ron hicieron que su mujer le propine un pequeño codazo en la boca del estómago, provocando que el pelirrojo se doblara ligeramente — Joder, cariño…

—Es que esto me recuerda a cada año que pisamos esta estación cuando teníamos su edad — la mujer llevó su mano a sus labios, ahogando un sollozo.

Rose compuso una pequeña sonrisa, para acto seguido acercase a su mamá, envolviéndola en un abrazo.

—Estaré bien, ma. Te lo prometo — aseguró, para después darle el mismo abrazo a su progenitor — La segunda Hermione ¿recuerdan?

—Te amamos, Rosie. Cuida a tu hermano, y a tus primos — dijo Ron observando a su hija con amor y dulzura.

La pelirroja asintió. Luego se volteó, cruzando el muro den anden, dejando detrás a su padres.

3.

Los baúles de todos ya habían sido guardados. La Estación estaba repleta de estudiantes. Algunos alegres como si fuera su primer año en Hogwarts, y otros con una pizca de monotonía en sus rostros. Rose trató de divisar a su hermano entre aquel tumulto de gente, pero le fue imposible divisarlo.

De repente, sintió como unos brazos, rodeaban a la muchacha por detrás. El olor a jazmines la embargo por completo, causando que compusiera una sonrisa.

—¿Cómo está la prima más inteligente de todas? — la alegría en el tono de voz de Roxanne era evidente, la cual fue contagiada hacia Rose — ¿Cómo estuvieron tus vacaciones?

La pelirroja volvió a sonreír al tener a la morena delante de ella — Lo normal, ya sabes. Un poco aburridas — se encogió de hombros — Aunque con Hugo fueron un poco…

—Insoportables, lo sé. Vamos que lo vi entrar con Dominique y Lily — cogió a Rose por el brazo y la guío entre el gentío, logran entra. La colorada observó por unos breves segundos a su prima de perfil, admirándola. Rose siempre dijo que Roxanne era una de las más bella de todos los Weasley, especialmente porque lograba salir del matiz del cabello rojo fuego y las pecas. Su piel era de un color marron chocolate, su cabello oscuro siempre estaba peinado en diferentes formas; lacio u ondulado, mientras que sus grandes ojos negros lograban atraer la atención de cualquiera por su intensidad. Una réplica de su madre Angelina. Estaba en sexto y era parte de Ravenclaw, como Dominique. Con la diferencia de que Roxanne era parte del equipo de Quidditch como cazadora.

—¿Y tú? ¿Cómo has estado, Roxanne? — la morena pasó una mano por su cabello, arrugando su nariz ante su pregunta.

—La Madriguera fue lo más emocionante que tuve…¡oh! Y un amor de verano precioso que estaba para chuparse los dedos, solo que mi padre logró espantarlo

A los pocos segundos, lograron encontrar un compartimiento, en el cual, al abrir la puerta, pudieron divisar a Albus y Louis. Los ojos del primero parecieron iluminarse al observar a su prima Granger. Sin perder tiempo, se incorporó del lugar y se abalanzó hacia ella, envolviéndola en una cálido abrazo, el cual Rose no dudó en corresponder. Muchos solían envidiar la relación de ellos dos. Eran casi hermanos. Desde pequeños que forjaron aquel lazo tan fraternal.

—¡Diablos, Rosie! Me tuviste olvidado todo este tiempo — rezongó Albus dándole un suave empujón a su prima.

—Mierda Rose, estás más pecosa que de costumbre— dijo Louis soltando un suspiro, a la vez que cogía un puñado de grajeas, llevando una buena parte a su boca.

—El sol del verano no juega a mi favor — dijo la pelirroja encogiéndose de hombros, devolviéndole el empujón a Albus — Espero que hayas practicado Quidditch este verano, planeó patearte el culo.

Una ancha sonrisa se formó en la boca del moreno, llevando una mano a la coronilla de Rose, desordenando su colorido cabello.

—¿Ven que sería la hermana perfecta? Lily se rehúsa a entrar al equipo este año — comentó el ojiazul, negando por lo bajo con la cabeza.

—¿Qué? ¿Por qué? Lily es una de las mejores de la familia — inquirió Roxanne, la cual se acercó a Louis, estirando su mano para quitarle una buena parte de sus grajeas.

—¡Roxanne!

—Dice que no se siente a gusto, que no lo ve para ella — respondió Albus, encogiéndose de hombros — Está más diva que nunca. Insoportable.

Desde pequeña, que Lily siempre disfrutó de jugar Quidditch con toda su familia. Tenía a su lado a su madre y a su papá quienes en su juventud habían sido jugadores perfectos. Sin embargo, al pasar los años, aquella faceta de niña revoltosa y traviesa fue reemplazada por la de la clásica chica "perfecta" unos aires a una diva.

Antes de que alguno de los cuatro Weasley pudieran decir algo, unos gritos provenientes del pasillo del tren lograron distraer su atención. Extrañada, Rose enarcó sus cejas y se apresuró a abrir las puertas de su compartimiento para identificar el origen de las voces. Detrás de ella la siguieron sus primos, igual de curiosos.

En el medio del corredor un muchacho de ojos castaños, los cuales hacían juego con su cabello estaba discutiendo con una muchacha muy parecida a él; eran los hermanos Rosier, Ivy y Dean.

Al igual que Rose, varios estudiantes asomaron sus cabezas de sus compartimientos, intrigados ante tal panorama. Aunque no era nada de otro mundo. Ivy y Dean solían discutir todo el tiempo, mas sus riñas siempre solían ser muy divertidas.

—¡Ya bastante te tuve que aguantar en las vacaciones! ¡Y ahora aquí, Ivanna! Eres un auténtico grano en el culo — varias risas llenaron el vagón, incluida Rose, quien no pudo mantenerse seria ante la situación.

—Yo solo estaba hablando con Scorpius, Dean. Deja de molestar — le reprochó la morena, mirando sus largas y coloridas uñas, como si no le importara lo que su hermano decía.

Rose desvió su mirada de aquel dúo, a quienes estaban a su lado. Una morena de claros ojos verdes apoyaba su espalda contra el vidrio de uno de los cubículos, cruzada de brazos y admirando la situación con cierta sorna; Ash Zabini. Tal vez la más bella de Slytherin…o de todo Hogwarts, y la golpeadora de su equipo de Quiddicht. Era simplemente hermosa, quién solía llevarse la atención de todos.

—¿Estabas practicando lenguaje corporal, Rosier? — dijo ella en una sonrisa cargada de sarcasmo. La chica Rosier la fulminó con la mirada, como si deseara lanzársele encima como una leona a una gacela.

—Cierra el hocico, Zabini — masculló Ivy. Grave error. La sonrisa perfecta de Ash se desvaneció, mostrando un semblante serio y frio, cargado de ira. Se acercó a la menor de los Rosier con unos pasos determinados.

—Esto se va a poner bueno… —murmuró Louis.

—Repítelo, niña — unas grandes manos se cernieron sobre los hombros de Ash antes de que la cosa pudiera ponerse fea. Rose siguió su vista hasta que logró distinguir de quién provenía esas manos. Un rubio alto, de unos ojos semejantes al color de la menta impedía que la morena pudiera dar otro paso más. Su porte era elegante, como si no se esforzara en hacerlo, simplemente le nacía. Mas su semblante estaba tranquilo, para nada perturbado.

—Déjalo Ivy, ya está — dijo cortante, incluso parecía aburrido ante la situación.

—Pero Scorpius… — se quejó la Rosier, con un deje de tristeza.

—Vete — agregó él en un suave movimiento con su cabeza. Ivy compuso un puchero, como si fuera una niña de cinco años que no le compraron el dulce que quería.

Sin poder decir más nada, Ivy se dio media vuelta, con la intención de alejarse de ellos.

—Ya no puede tener amigos en paz Dean, que Ivy ya se les lanza — el comentario de Albus provocó que Rose soltara una risa, la cual no logró contener. Y es que, no era nada nuevo que Ivy y Scorpius solían tener encuentros casuales….porque Scorpius hacía eso con todas las chicas de las casas. Solo que Ivy era de esas que pensaban que si ya el Malfoy le dirigía dos palabras seguidas, ya era amor eterno.

La chica Rosier se paró en seco, justo donde se encontraban los Weasley, volteando hacia Rose.

—¿De qué diablos te ríes, Weasley? — escupió la chica hacia Rose. La pelirroja alzó ambas cejas. Ahora podía sentir como todas las miradas que antes estaban clavas en Ivy y Dean, ahora estaban sobre ella. Sintió sus mejillas arder.

Rose se encogió de hombros, despreocupada — El aire es libre, Ivy — al parecer aquella contestación hizo que la furia de la castaña aumentara — Es que tu necesidad de atención me sorprende….

—Ya vas a tener de qué reírte, sangre sucia…

—Ya, pírate, Rosier — la dura voz de Roxanne emergió detrás de la pelirroja — Vete a otro vagón. Chao.

La castaña apretó sus labios en un claro signo de molestia, mas se mantuvo callada ante las palabras de Roxanne, siguiendo su camino y dejando detrás a los Weasley.

—Mierda Rosie, te tuve que salvar de una buena pelea — comentó Roxanne entre risas, a las cuales le siguieron Albus y Louis. La pelirroja negó por lo bajo en una imperceptible sonrisa, sin embargo, a pesar de que Ivy ya se había marchado, aun sentía unas miradas sobre ella.

—Hubieras dejado que siguieran. Quería ver como terminaba eso — agregó Louis ingresando nuevamente al compartimiento junto a Roxanne. Rose, no obstante, desvió sus ojos, y notó como una mirada metalizada estaba sobre ella. El rostro de Scorpius se encontraba impasible, tranquilo, mas sus ojos irradiaban curiosidad y un ápice de sorpresa. Observaba a la Weasley pelirroja desde el mismo lugar donde estaba antes, cruzado de brazos. Ash y Dean seguramente ya habían entrado a su cubículo, porque no estaban allí, solo Scorpius.

Rose le sostuvo la mirada. Sin ninguna razón. Solo se la sostuvo.

—No hubiera terminado en nada — dijo Rose soltando un suspiro, desviando su vista del Malfoy para observar a Albus, que se encontraba a su lado, mirándola — La segunda Hermione ¿no? Siempre siguiendo las reglas.

Albus derivó su mirada de Rose a Scorpius, con el ceño fruncido, para finalmente asentir ante las palabras de la pelirroja.

—Claro que sí Rosie, no cabe duda de eso — aseguró en una pequeña sonrisa, envolviendo a su prima en un abrazo, para luego entrar junto a ella al compartimiento.

3.

Las horas pasaron, y en poco tiempo ya se podían visualizar a todos los estudiantes saliendo del tren, ansiosos por arribar los carruajes que los llevaban a Hogwarts. El aire era entusiasta, y es que ¿quién no estaría alegre de regresar a aquella escuela de hechicería y magia? Los banquetes, pasar el rato con amigos….Rose no dudaba que lo iba a pasar mejor que en las vacaciones.

—"¿El aire es libre, Ivy?" te luciste Rosie — la pelirroja sintió como dos grandes brazos se ceñían sobre sus hombros, mientras caminaba en dirección a los carruajes.

—No te emociones tanto Fred — respondió la Weasley soltando un suspiro al escuchar a su primo. En unos pocos pasos lograron llegar a un carruaje. Fred fue el primero en su subir, el cual extendió su mano hacia su hermana Roxanne, ayudándola a entrar — No pude evitar responderle.

Fred, el perfecto contraste de su hermana. Mientras Roxanne era la viva imagen de su madre, Fred se podía considerar una réplica de su padre. Su piel era blanca, su cabello ya llevaba la marca Weasley por su característico color, mientras su cuerpo estaba bastante bien formado debido al Quiddicht. Fred ya se encontraba en séptimo año, en Griffyndor, cursando con James.

—Rose siempre supo defenderse, y más contra arpías como Ivanna Rosier — soltó Dominique dándole un codazo de cariño a Rose al pasar a su lado. La rubia perteneciente a Ravenclaw que irradiaba belleza. Era fácil darse cuenta que Dom tenía parte sangre veela en sus venas.

—¿Dónde está Albus? — preguntó Rose a la vez que se apresuraba a subir al carruaje. Lo había perdido al salir del tren, y suponía que iba a ir junto con ella y sus primos hacia Hogwarts.

—Allí, con Malfoy — las palabras de Dominique lograron llamar la atención de la pelirroja, la cual siguió el camino de la mirada de su prima. Y efectivamente, Albus estaba compartiendo carruaje junto a Scorpius, además de Ash, Dean y unos slytherins más.

Rose no se sorprendió ante ello; Albus pertenecía a la misma casa que ellos, y no llevaban una mala relación. Incluso en un tiempo llegó a ser mejor amigo de Scorpius, solo que por razones que la pelirroja desconocía, se habían distanciado.

—¡Que traidor resultaste ser Albus! ¡Después no vengas a pedirnos nada, eh! — vociferó Fred incorporándose de su asiento, señalándole con un dedo en una gran sonrisa. Era obvio que estaba bromeando.

La voz de Fred logró llamar la atención de Albus, el cual rodó los ojos entre risas, e hizo un gesto con la mano, como callándolo. Los ojos de sus acompañantes se dirigieron hacia el grupo de Weasleys, menos los de Scorpius, quien mantenía su vista en otro lugar.

—Me hierve en la sangre que Albus sea amigo de ellos — la voz de Hugo distrajo a todo el grupo. Se encaminaba al carruaje donde estaban todos sus primos, incluida su hermana, detrás de él se encontraba una Lily Potter acariciando su largo cabello pelirrojo.

—Ya supéralo, Hugo. Ya te preces al tío Ron con tanto odio a los Malfoy — agregó la pequeña Potter, arrugando su nariz en un gesto como quien no quiere la cosa.

El semblante de Hugo se oscureció al subir al carruaje, junto a Rose, quién lo miraba con cierta diversión.

—"Yi ti piricis il ti Rin" Tú no entiendes nada, Lily — soltó Hugo mordaz, pasando una mano por su cabello con cierta molestia.

Lily rodó sus ojos y soltó un denso suspiro. Acto seguido, luego de estar arriba del carruaje se sentó junto a Roxanne y Fred.

—Entiendo, y mucho, tú eres un rencoroso. Eso es todo — respondió la pelirroja, esta vez volteando hacia su prima Rose que estaba frente a ella. Su mirada se iluminó por unos instantes — ¡Rosie! Que gusto verte, no te vi en todo el viaje hasta aquí — sus pequeñas y delicadas manos se movieron frenéticas en el aire, agitándolas como un saludo.

—Me enteré que no entrarás al grupo de Quidditch este año Lily ¿es verdad? — inquirió Rose ladeando su mirada, observando atentamente a su prima.

Lily siempre fue muy distinta Rose. Mientras ella pasaba horas batallando para que su cabello luciera bien, Lily conservaba una melena lacia, que parecía nunca querer cortarla. Su tez era blanca, sin una mancha, al contrario de Rose, la cual su rostro estaba invadido por unas pecas que decoraban sus pómulos y nariz. Los ojos de Lily eran un celes, muy bellos. Lily siempre fue linda, a su manera.

—Agh, seguro Albus te lo dijo ¿no? — inquirió la pelirroja con cierta molestia, rodando sus ojos por segunda vez en menos de cinco minutos — Ya, no. No entraré. No me interesa sinceramente — respondió mirando sus uñas, como si no estuviera prestando atención a la conservación.

—Eso no te lo crees ni tú, Lily Luna — comentó Fred, dándole un pequeño pellizco en el brazo, a lo que ella respondió con un casi inaudible chillido — ¿Acaso se lo has dicho a tu madre? Se moriría de un infarto, no solo sin antes obligarte a entrar.

—Tengo otros propósitos este año, dejen de molestar.

—Ajá, ¿y esos propósitos son….? — preguntó Dominique, frunciendo sus cejas.

—Chicos, el propósito de Lily siempre son chicos. Además de tener el cabello arreglado — la contestación de Louis recibió un codazo de parte de Lily — Solo estaba siendo sincero….— agregó doblándose ligeramente en dos ante el golpe de su prima.

4.

El resto del viaje, Rose se mantuvo callada, mientras escuchaba con verdadero interés, aunque sin sorprenderse demasiado. Era su familia, por lo que los conocía de pies a cabeza, por los que sus relatos no eran nada de otro mundo. Y es que, con ella ocurría lo mismo. La vida de la familia Weasley nunca fue tan interesante.

Luego de unos pocos minutos, todos los carruajes se detuvieron frente a las grandes puertas de Hogwarts. Un sentimiento de alegría invadió a Rose. Y es que ese lugar siempre fue como su segundo hogar para ella.

Junto a sus primos entró al comedor, luego de recorrer los largos pasillos de la escuela para llegar al mismo. Al llegar, se podía vislumbrar como una gran cantidad de estudiantes se iban dividendo de sus grupos para ir a las grandes mesas de sus casas. Rose inmediatamente se dirigió hacia su mesa, Gryffindor, seguida por Fred, Dominique, Lily.

—Que lata tener que presenciar el sorteo anual de los de primero — comentó Fred soltando un profundo suspiro, al tiempo que se sentaba junto a Rose.

—Le quitas emoción al momento, Weasley — una vez que tomó asiento, Rose se volteó al escuchar aquella voz; Alice Longbottom, una amiga cercana a toda la familia. Estaba sentada junto a su hermano, Frank, quién parecía estar teniendo una charla con alguien más.

—Es que todos los años es lo mismo, la charla de bienvenida, el sombrero, ya cansan — respondió el pelirrojo dirigiéndose hacia la morena, rodeando los ojos con cansancio.

A unos pasos de aquel grupo, exactamente en la mesa de Slytherin, los alumnos continuaban tomando sus asientos, charlando calurosamente entre ellos.

—Juro que la próxima tu hermana no se salva, Dean — aseguró Ash posicionándose frente al castaño y Scorpius. El primero soltó una ligera risa, pasándose una mano por su cabello.

—Deberías haber terminado con ella en ese mismo momento — respondió encogiéndose de hombros, para después volteándose hacia su mejor amigo — ¿Y tú? Estuviste callado casi todo el viaje. Tan solo te vi dirigirle más de dos palabras a Potter en el carruaje.

Scorpius pasó una mano por su nunca, negando con la cabeza.

—Es que todo esto me cansa, no veo la hora de comer e irme a la cama.

—Tremendo anciano terminaste siendo, hermano — dijo Dean, dándole un pequeño golpe en el hombro al chico.

Una vez que todo al alumnado logró tomar asiento, la directora Minerva Mcgonagall logró acallar a todos con su firme voz, delante de todo el cuerpo estudiantil.

—Que placer volver a verlos otro año más en la escuela. Espero que su viaje haya sido grato y placentero. No quiero dilatar mucho las cosas, asique vamos a proceder con la selección de los alumnos de primero.

Una vez que la directora terminó de pronunciar esas palabras, todas las cabezas de ese lugar voltearon hacia la entrada, observando con curiosidad a todo el grupo de los alumnos recién llegados entrar y cruzar hacia el sombrero seleccionador.

—Este es mi momento — susurró Fred frotando sus manos en una maliciosa sonrisa — Voy a ganar mucho hoy.

Rose se desvió la vista de los alumnos hacia su primo, enarcando sus cejas.

—¿De qué hablas Fred? — inquirió la pelirroja.

—¿No te has enterado? Todas las casas apostaron entre ellas por quien se llevará la mayor cantidad de estudiantes — respondió Alice hacia la chica, señalando el grupo de alumnos de primero.

—Vamos a ganar, estoy seguro. Fred Weasley me va a pagar lo que me debe — comentó Dean, mirando de manera fija a quienes iban pasando debajo del sobrero seleccionador.

—No te ilusiones, ya van tres de Gryffindor y tan solo uno de Slytherin — dijo Ash, para acto seguido soltar un profundo suspiro.

—Eres un idiota Dean — el comentario de Scorpius, quien se encontraba con la mirada fría, hizo que Ash estallara en una risa.

Una vez que terminó la ceremonia los resultados fueron más que claros; Gryffindor a la delantera, seguido de Ravenclaw empatado junto a Slytherin, y por último Hufflepuff.

Las voces de todo el alumnado volvió a aumentar, algunas festejando y otras refunfuñando.

—Joder — un ápice de rabia escapó de los labios de Dean, apretando sus puños por arriba de la mesa.

—Te lo dije Dean, eres un idiota — repitió Scorpius.

—¡Ganamos! Era obvio — festejó Fred. Su siguiente acción sorprendió a Rose. Se incorporó de su asiento, alzando su mentón con orgullo, mientras dirigía su mirada hacia la mesa de Slytherin — ¡En tu cara, Rosier! ¡Espero que me pagues lo que me prometiste! — gritó lo suficientemente alto para que el castaño lo oyera…y así como casi todas las casas.

Dean le dio un golpe a la mesa con furia y se incorporó así como lo hizo Fred

—¡Cierra el pico, Weasley! ¡No te metas conmigo! — contestó señalándolo con un dedo.

—¿Puedo proseguir, joven Rosier, joven Weasley? — la voz de Minerva volvió a hacer acto de presencia.

Fred y Dean se quedaron callados y volvieron a sentarse. Mas manteniendo una guerra de miradas silenciosa.

—Joder, los Weasley no saben cuándo quedarse callados — farfulló Ash rodando los ojos.

—¿A que te refieres? —preguntó Scorpius con desinterés en su voz, cruzando sus brazos detrás de su cabeza.

—¿Acaso eres idiota? Primero Rose Weasley en el tren con Ivanna, y ahora Fred. Ellos solitos se buscan los problemas.

El rubio se encogió de hombros, restándole importancia al tema. Sin embargo, su mirada se dirigió su mirada hacia la mesa de los leones, específicamente hacia una pelirroja que se encontraba susurrando algo hacia Alice Longbottom.

—Eres un agrandado, Fred — masculló Lily, pasando una mano por su frente, una vez que él se volvió a sentar — Nos haces quedar mal.

—No soy agrandado, Lily Luna. La mejor casa ganó, y lo importante….— hable mientras su mirada no se desprendía de Dean Rosier —…Rosier me debe una buena.

Alice soltó una pequeña risa, inclinándose hacia el oído de Rose.

—Una lástima que Albus no esté en esta casa. Sería la cereza del postre — dijo la morena, lo que hizo que Rose sonriera sutilmente, asintiendo con solemnidad.

—Eso me digo todos los días — respondió. Y es que Albus era una persona con la que nunca dejarías de reír, y más si lo juntas con Fred o Louis.

Instintivamente, Rose volteó su rostro hacia la mesa de las serpientes, buscando su primo con la mirada. Sin embargo, casi al instante, sus ojos se toparon con unos verdes claros. Scorpius Malfoy no se molestó en apartar los ojos en cuanto Rose lo descubrió. Tenía los brazos cruzados detrás de su nunca, mantenía un aire despreocupado, pero sus ojos detonaban otra cosa que ella no lograba deducir. Era la misma mirada que él le había dirigido en el tren luego del enfrentamiento con Ivanna Rosier.

—Supongo que todos estarán hambrientos y con mucho cansancio. Por lo que no deseo cansarlos más ¡Bienvenidos a todos al colegio de Magia y Hechicería Hogwarts!