Para cualquier habitante de Privet Drive esa era una noche como cualquier otra, ninguno estaba enterado de los sucesos que ocurrían fuera de sus casas. Dos adultos que vestían estrafalariamente conversaban en voz baja, las luces permanecían apagadas sin razón Aparente, pronto se oyeron fuertes ruidos y del cielo bajo una moto, al volante iba un gigante, que cargaba dos bultos celestes.

−¡Hagrid! - dijo uno de los adultos, este era, de lejos el mayor, tenía una barba y cabellos blancos tan largos que se podían meter en su cinturón. - ¿Cómo te fue en el viaje?.

−Muy bien, profesor - Respondió el gigante Hagrid. - Sirius Black me prestó su moto, enserio que le importan los pequeños, para prestarme su moto, ya saben cuánto la adora.

−¿Cómo están? - pregunto el otro adulto, una mujer mayor, relativamente alta, con el pelo recogido en un moño y rostro severo.

−Bien, Harry se quedo dormido, pero Jaly no duerme nada, es muy difícil esa niña –dijo con una leve sonrisa, mostrando uno de los mantos.

La mujer se inclino y cogió a la niña, la pequeña al verla le tendió los brazos y sonrió, la mujer casi llora, quería a esa niña mucho, ella, siempre que la veía, se iba a sus brazos, aunque sea un momento, el gigante cogió al pequeño que aun dormía pronto notaron algo extraño, una cicatriz en forma de un rayo perfecto, ambos la tenían, aunque en lugares distintos, el niño la tenía en medio de la frente, pero la pequeña la tenía al lado de el ojo derecho, pero un poco más arriba.

Después de mucho despedirse dejaron a los pequeños en la puerta del numero 12, sin saber que pronto serian llamados y aclamados:

"Los niños que vivieron"