Mi primera historia en FF. No es la primera vez que escribo, pero sí la primera vez que publico, gracias a dos personillas que me han animado a hacerlo sin miedo. No soy buena escribiendo, y tampoco me gustan las historias especialmente largas, pero trataré de actualizar en cuanto se me ocurra algo bueno. Me inspiré en Crossfire de The Killers para escribir, y es que me parece completamente apropiada para la relación que tienen Ciel y Sebastian.
Desde que había vuelto de Weston, no hacía más que darle vueltas a una única cosa. En realidad, siempre se trataba de lo mismo, no eran las muñecas bizarras que había creado Undertaker, ni mucho menos echaba de menos a McMillan, lo único que le preocupaba, aquello que le quitaba el sueño, era que su mayordomo le había desobedecido.
Pero no era eso lo que más le dolía, porque le dolía, y él lo sabía. No estaba molesto, ni enfadado, simplemente sentía tanto dolor que creía que no podría aguantar más. Habían sido aquellas palabras, todavía resonaban por toda su cabeza:
"No dejaré que me roben lo que es mío".
¿En que momento de su vida había pasado a ser propiedad de Sebastian? Él era su estúpido mayordomo ¿cómo podía reclamarle como suyo? Todavía estaba esperando impaciente unas disculpas.
Pero quizás, lo que Ciel buscaba no eran unas disculpas, o no exactamente. Porque para él los últimos meses habían sido realmente felices, incluso con todo lo que tenía que lidiar, era feliz. Porque en algún punto se había enamorado de su mayordomo, incluso si no sabía que era exactamente el amor, también sabía que no tenía tiempo para descubrirlo, y por eso creía que lo que sentía por Sebastian era algún tipo de "amor".
Después de que Sebastian lo considerase "suyo", algo cambió. No le quería a él, pero Ciel lo sabía, porque había aceptado un contrato con un demonio. Quería su alma, y eso era lo que más le dolía, que cuando Sebastian se refería a que era "suyo" estaba hablando de su alma, y no de él.
Era la sexta noche que permanecía despierto, apenas conciliaba el sueño. Cuando dormía lo hacía únicamente algunos minutos y solía soñar con su estúpidomayordomo, por eso, prefería mantenerse despierto. Probablemente enfermaría, tarde o temprano, pero eso había dejado de importarle. En los últimos días lo único en lo que pensaba era en hacerle todo el daño posible a Sebastian, quería destrozarlo por completo.
Una idea fugaz pasó por su mente.
Si lo único que Sebastian necesitaba era su alma, iba a arrebatársela, y el único modo posible era su muerte. Ciel sabía que no podía romper el vínculo que tenía con Sebastian, ¿pero y si se suicidaba? No era tan difícil, Sebastian no estaba ahí siempre, incluso las últimas noches las había pasado fuera de la mansión.
No era justo, donde antes había un corazón, ahora había un enorme vacío, una enorme tristeza, y Ciel no sabía como rellenarlo, por eso quería hacer de la existencia de Sebastian un horror. Incluso si solo era por una hora, quería que sintiese algo, incluso que sintiese rabia estaría bien para él.
Se acercó a la puerta del dormitorio, y se cercioró de que estaba cerrada. Caminó hacia el enorme ventanal de su habitación, algo tembloroso, por algún extraño motivo sentía miedo de morir, y abrió la ventana. Notó como el aire frío acariciaba sus mejillas, y luego, lágrimas. Tenía miedo, porque confiaba en que Sebastian iba a aparecer en algún momento, que no le iba a dejar morir tan fácilmente.
Se asomó a la ventana, no podía dejar de llorar, cada vez se sentía peor. Sólo quería que alguien le salvase, era lo único que necesitaba. Necesitaba a Sebastian allí, necesitaba sentirse protegido por alguien, porque eso era lo que el entendía como "amor" y quería que Sebastian lo supiera, incluso si sólo ansiaba su alma.
