Disclaimer: El potterverso pertenece a Rowling.

Este fic participa en el reto temático de agosto del foro "La Noble y Ancestral Casa de los Black


Respiras hondo de nuevo, no vas a perder los nervios. No puedes perder los nervios.

Ni siquiera vas a exteriorizar tu rabia ¿Acaso golpear a la pared va a conseguir que vuelva? ¿Desgarrarte la garganta a base de gritos va a conseguir que los sollozos de tu mujer se silencien? No, todo continuará igual, ya nada puedes hacer para que Sirius regrese.

Pese a todo eres un cobarde, porque no has tenido valor para quedarte ahí fuera y consolar a tu mujer, aunque solo fuese con un simple abrazo; porque has intentado ignorar el portazo que ha dado el menor de tus hijos al entrar en su habitación. Porque sabes que eres tú quien debería cargar con todo el peso, y aun así has preferido encerrarte en tu despacho en vez de afrontar la situación.

Pero es que en estos momentos no te sientes lo suficientemente fuerte como para controlar la situación de una casa que ya no es el hogar de tu primogénito; una casa cuyas paredes observan y guardarán en secreto para siempre las lágrimas de una mujer que intenta parecer fuerte cara al mundo aunque cada día le resulte más difícil. Una casa que es la única espectadora de como Regulus se culpa de que Sirius se haya marchado, de haber hecho lo que él no hizo y de no haber aceptado ir con él.

Te levantas del escritorio y te encaminas hacia el espejo que está apoyado en una de las paredes del despacho. Y para tu espanto no reconoces al hombre que te devuelve la mirada desde el otro lado.

Ves a un hombre cuyos ojos grises se ven enrojecidos por las lágrimas aprisionadas luchando por liberarse y las ojeras que los enmarcan verifican la de pesadillas que te han atormentado cada noche durante el último mes, pesadillas que al fin y al cabo no eran reales, pero ahora sí, ahora sientes que tu vida es una pesadilla; ves a un hombre mucho más demacrado que la última vez que te miraste a ese espejo.

Pero sobre todo ves a un hombre al que los acontecimientos sucedidos en las últimas horas superan poco a poco; un hombre que lleva la culpabilidad escrita a fuego sobre la piel y que sabe que haga lo que haga siempre le quedará esa marca, que ya nada puede borrarla; ves a un hombre que a tus ojos, que pese a todo le conocen bien, destila cobardía por cada poro de su piel y que no tiene valor para remediarlo. Ves a un hombre que te mira con el odio que se profesa a alguien a quien conoces demasiado bien, a alguien que ya no puede engañarte.

Ves a un hombre con una máscara de seguridad en la mano; una máscara fabricada por sí mismo y que solo él sabe lo que oculta tras ella. Para tu horror sabes quien es ese hombre aunque te lo intentes negar, te ves a ti.

Y como el cobarde que eres no consigues sostenerle la mirada durante más tiempo.

Y como el cobarde en el que te has convertido te pones la máscara y sales del despacho.


Nota de la autora: La verdad es que debería estar escribiendo otras cosas y no esto, pero mi muso ha venido con esto bajo el brazo y claro, no le iba a hacer ascos. La historia roza el mínimo de palabras, pero al fin y al cabo entra, así que...

En fin, espero que os haya gustado.

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