Había pasado una semana desde aquel encuentro entre Alexis y Kate, ninguna había hablado del tema. Alexis se disponía a dormir cuando Kate entró en la habitación.
-Eh...Buenas noches, venía a hablar contigo sobre lo ocurrido.
Alexis se hacía la dormida, después de todo no quería meter a Beckett en una discusión con Castle, pero necesitaba saber lo que Beckett pensaba. Se levantó y señalo a Beckett, que se puso a su lado en la cama.
-Sé que debe ser complicado todo esto. Una chica de tu edad, ya madura... Has visto como tu padre traía muchas mujeres a casa y... ninguna se quedaba. Pienso que confundes sentimientos, voy a ser tu madrastra,¿cómo te puedo gustar?
-La verdad... No lo sé. Estoy segura de lo que quiero. Pero mi padre habla tan bien de ti, que hace que yo me enamore. Ya se como sonries, como caminas, ¡hasta las indecisiones que tienes para la ropa! Es incómodo, pero me vuelves loca Kate.
Alexis se encontraba a centímetros de Beckett. Se podía notar la respiración acelerada. De pronto, Beckett tumbó a Alexis en la cama, sujetandole con sus esposas. Notaban su calor, su olor, incluso como empezaban a salir las primeras gotas de su voz debido al nerviosismo. Kate empezó a deshacerse de su pijama y después siguió con el de Alexis. Las dos desnudas, en la cama, y Kate mandando sobre aquella chica. Cada vez había más calor en el ambiente, se escuchaban gemidos que pretendían silenciar. Pero eran casi imposibles de callar, Beckett sabía como hacerlo y Alexis no tenía otra opción y no quería nada más que disfrutar. Una vez terminado aquel momento mágico y deseado, Kate cogio toda su ropa, se vistio y con un tono alegre dijo en voz baja:
-Espero que hayas disfrutado, pronto habrá más
