Primero que nada: Nada. Me gustaría subir un segundo capítulo de esto, que relataría el hablar de distintas naciones en la actualidad, el tabú de esto más que nada... otro punto de vista. Siento que se puede hacer más que una historia de amor con esto; ¿Les parece otro capítulo? Mientras haya sólo un lector por mi está bien.
Síntesis: Dolor, dolor, dolor. Me gustaría hacer conciencia CON EL 11S.
Pareja: Ninguna. Quizás si subo otro capítulo agregue algo.
Aclaración: Nada me pertenece ni los personajes, ni el computador (creo que sí...), ni las cosas que aparecen randomente en la historia. Lo hago sin fines de lucro y solo para la entretención de quien escribe (yo) y quien lee (tú).
Agradecimientos: Más que nada una pequeño recuerdo de todo lo que pasó el 11 de Septiembre del 2001.
Aquel catastrófico día.
Había tanto humo alrededor, tanto. No exageraba al pensar ello, para nada si a penas podía ver. Los ojos cielo del chico ardían y se tornaban grises. Grises como el lugar, como el cielo de su amada ciudad. Tosió repetidas veces mientras se adentraba en el humo, tosía y tosía, tapando su boca como podía mientras que esperaba poder respirar un poco mejor. Nada, paró la tos pero se sentía horrible respirar, hasta era una mejor idea dejar de respirar y dejarse caer ahí mismo. Pero él no podía, jamás se rendía y esta no sería la primera ocasión. No, jamás. Siguió caminando entre los muchos escombros ¿Desde hace cuanto que estaba ahí? Ahora no era momento de pensar eso, aunque quisiera respuestas no las obtendría en esta nube de malestar. Recordaba con borrosidad quedar estupefacto en plena calle, sentir como su cuerpo se contraía por dentro y su corazón subía hasta la garganta. Se sentía terrible. En ese momento recordó no moverse, escuchar gritos, muchos gritos y sentir una desesperación inmensa al recordar que justamente al lado de aquella horrible imagen de destrozos se encontraba alguien a quien tanto quería.
Ahora volvió al infierno, al escuchar un quejido. Procuró llamar por alguien con vida mientras se acercaba al lugar del gemido. Era una niña... ¡Una niña! ¿Qué había hecho esa pobre chiquita para merecer encontrarse en este infierno? Pero eso... eso no fue lo más impactante que sus ojos apreciaron ese segundo. Había un brazo. Un brazo debajo de los escombros. Un maldito brazo sin vida. Él abrazó a la pequeña, no recordaba bien como lucía entre tanto humo y su visión borrosa con los lentes sucios. Pero él jamás olvidará aquel chaleco rojo. No, aún lo recuerda con claridad. Los cinco botones que adornaban la parte delantera y el primero sin abotonar. Tampoco olvidará la fuerza con que la pequeña se aferró a él y luego, se aferró al brazo. Suplicó que lo deje, que deje a su madre. Lo más doloroso fue ver cuando la niña lo soltaba, sin dejar de llorar amargamente en silencio.
Eso fue desastroso. Más que desastroso. Nunca intercambió palabras más que un "What's your name?" y una contestación de "Alison? Pretty name. I'm Alfred." Ninguna otra palabra más mientras bajaba del edificio que ahora era más que un montón de escombros. Era eso, una pirámide de cosas destrozadas, montón de cosas arrancadas del alma americana.
Ahora caminaba respirando mejor, mientras dejaba a la niña con unos médicos que atendían un millar de gente más a parte de la pequeña, pero que cumplían encargándose de mantenerlos vivos a todos. Cuanta presión se veía en sus caras, cuan desesperados estaban por querer recibir más gente. No importaba si podían haber millones, claro que no. Eso significaba vida, vida que por un simple estrés o correr de aquí para allá valían. Valían mucho.
Él aún no podía creer lo que veía, lo que estaba siendo testigo. No lo creía y quizás por eso escuchó un ruido sordo pasar por el cielo y luego, otro más. Un sonido atroz de destrucción. Su cuerpo tembló, tembló tanto que estuvo a punto de caer, pero si caía temía el no poder ponerse en pie otra vez. Levantó la vista. Estaba sordo, quizás un tímpano se le había reventado o quizás no. No, eso no pasó porque luego de unos segundos escuchó gritos y más gritos. Gemidos de animales siendo torturados, pero eran emitidos por personas. Personas que eran torturadas y que nada hicieron. Personas que dejaban a su familia, seres queridos y todo en este mundo terrenal. Se escuchaba dolor por todos lados, sólo dolor... nada más.
Lloró, podría ser. No lo sabía pero corrió hacia la torre que estaba siendo destruida sin importa si caería esta encima suyo, él sería el héroe que en sus manos podría sostenerlas. Eso creyó. Siempre creyó que era el héroe.
Ahora podía ver cuan frágil era la vida de los humanos, cuan frágil e impactante eran las catástrofes para un país y sentía como se conmovía su nación, no solo él, todo el mundo. Quería creer que le ayudarían, le tenderían una mano ahora, ahora cuando más lo necesitaba. Ahora cuando un héroe pedía ser salvado.
Comenzó a respirar agitado cuando se dio cuenta que había subido por las escaleras al tercer piso, viendo gente caminar y caminar. Buscaba algo, busca a alguien. Siguió subiendo hasta el séptimo piso, no sentía por la adrenalina el dolor de sus piernas ni el ardor de los pulmones, no sentía nada más que desesperación. ¿Dónde estaba? ¿Abría salido? No, esa fue su respuesta cuando vio a una muchacha de cara bonita y cuerpo dotado ayudar a dos personas por si sola. Una en cada hombro. Una mujer embarazada y el otro un joven con un pie indescriptiblemente destrozado por los escombros. Sintió vértigo y alegría, corrió a donde la chica, tomó a la mujer y ambos bajaron junto, sin cruzar ni palabras ni miradas, sin querer decir "we've fallen".
Un paso fuera del edificio y los sonidos de la ambulancia, bomberos y policía era la orquesta en ese momento. Cubrían los gritos, la mayoría de ellos. Era cuando él recordó esa llamada, de la misma mujer que se encontraba a su lado.
- Al.. Alfred...
- What's up girl?
- ... Turn around...
Eso fue toda la conversación. Todo lo que necesitó para voltearse y ver el humo salir de la torre. Todo lo que necesito para ver su mundo caer como una pirámide de cartas. Si era un sueño, era muy vivido. Y no quería pensar que esto fuera un recuerdo, lo haría sufrir más. No habló, tuvo la posibilidad de hablar con la mujer que cooperaba con los paramédicos pero no lo hizo. Le dedicó una mirada de lamento, de angustia. Se marchó. Otra vez corriendo por más sobrevivientes.
Pasaron segundos cuando le ofrecieron una absurda ayuda, era fuerte pero aún así aceptó. Aceptó llevar la chaqueta de rescatista y un casco. Caminaba a paso apresurado mientras se adentraba a subir las escaleras. Subía, subía y seguía subiendo con angustia hasta llegar al punto que no pudo subir más, no por agotamiento... ya no existían más un piso destrozado como de videojuego, no era real. Había.. no había suelo, eso no existía. Todo era escombros, cuerpos, escombros y desastre. Papeles aquí, allá y cuerpos. Nada parecía verse claro, todo era un conjunto de algo que no tenía nombre ante sus ojos, todo era la conflagración de Estados Unidos. Habló, gritó, llamó pero nadie acudió. Con la linterna iluminaba todo los cuerpos tirados pero ninguno reaccionó. Estaban muertos... ¡Estaban jodidamente muertos! Sintió una impotencia tal que volteó a todos los cuerpos con brutalidad, nada. Intentó subir más pero no podía y escuchó algo que le rompió el corazón. No era nada menos que voces, voces atrapadas del piso de arriba. De tres o cuatro pisos arriba, entre estos no existía nada, todo era un techo inalcanzable. ¿Cómo alguien podía hacer tanto daño? ¿Cómo? Él no tenía respuesta, ahora era cólera. Impotencia misma al no poder subir con las personas a ayudar. Lo intentó, lo intentó de un millón de formas en su mente y físicamente un millón más. Nada. Nada conseguía acercarlos hasta escuchar un quejido. Era un hombre, se movía debajo de unos escombros que los quitó como pluma. No se veía bien, para nada. Era horrendo. Sumamente horrendo ver el charco de sangre debajo de él y esas piernas no existentes... Jamás caminaría ese hombre. Jamás.
No pensó dos veces más cuando volvió a dar paso para levantar el cuerpo y sacarlo de ahí. Prometió que volvería, lo gritó y la gente seguía en sus intentos por buscar una forma de bajar de aquel piso pero no podrían saltar tanto, resistir cruzar ese vació que había dejado los escombros. Corría, jadeaba pero no se rendía, no aún cuando dejó al caballero con los asistentes.
Escuchó una voz, esa misma voz, diciendo lo mismo.
- Turn around...
Lo hizo, lo hizo lo más rápido que podía y sus ojos no lo podían volver a creer. Todo se desplomaba, literalmente. La torre caía como si se tratara de nada, caía hacia abajo, en un efecto dominó piso por pido. ¿Y la gente? Él prometió volver, lo prometió. Nunca lo cumpliría. Sintió el peso en su espalda, el peso de todas esas vidas, el peso de muchas más y el peso de la torre que caía y la que amenazaba por caer. Todo, todo eso en su espalda. Sus piernas temblaron, temblaron fuertemente y calló de rodillas, dejando que de sus ojos color cielo comenzara a llover, incesantemente lloró por unos segundos. Golpeó con fuerza el suelo, no importaba que daño se hiciera. Ya no sabía que importaba. No importaba nada. Parecía que a su alrededor todo caía, todo era jodidamente irreal y doloroso, doloroso como nada. Siguió golpeando mientras sollozaba con palabras lastimadas y mal pronunciadas por el ahogo en su pecho.
No quedaba nada, nada en lo absoluto. Donde ayer hubo una enorme torre que se alzaba a rozar las nubes y rascar el cielo hoy era escombros, hoy era nada.
Sintió pasos cercas y una voz un tanto amable acercarse, arrodillarse y pronunciar.- Tú eres Alfred, tú eres américa y debes jurar que tus rodillas no volverán a tocar el suelo.. por lo más sagrado.. ¡Levántate! - Aquellas palabras fueron la fuerza suficiente para ver a la rubia de cortos cabellos mirarle apenada, dolida y inundada en lágrimas, lágrimas de la nación, ella era su nación llorando. Sus ojos eran mares que se desbordaban pero su mano seguía firme en alzarse para ayudar al americano.
Ayudarle...
Sacó fuerzas para levantarse una vez más, abrazar a la muchacha y correr al siguiente asalto que le daba la vida. Correr hacia los escombros, no a la otra torre...
Gracias por leer hasta el final. Thanks you so much.
