¡Hola a todos! Regreso con un AoKuro AU, como tal vez se habrán dado cuenta es mi pareja favorita. Sin embargo me gusta escribir de otras parejas, así que si quieren un fic de alguna pareja en específico díganme y yo lo hago ;)
DISCLAIMER: los personajes de Kuroko no Basket no me pertenecen, sino a Tadatoshi Fujimaki.
Advertencia: Lo de siempre en mi caso; este fanfic contiene lemon.
/
Era una tarde lluviosa. Aomine se encontraba en el salón de clases aburrido viendo por la ventana la lluvia caer.
Su profesor de Literatura hablaba sobre Oscar Wilde, y sinceramente, al moreno no le interesaba si el petirrojo se sacrificaba o no por teñir una rosa. Se sentía más antipático que de costumbre y la lluvia no ayudaba. Sólo quería irse a su casa, recostarse en su cama y olvidarse de todo; tareas, chicas, problemas... Todo.
Y es que cabe decir que aunque el moreno era muy popular entre las chicas, sus relaciones amorosas no duraban más de unas semanas. Siempre pasaba lo mismo; primero todo era cariños, luego le reclamaban por el "exceso" de tiempo que el chico le dedicaba al basketball y luego lloraban y hacían un drama por qué el moreno no las entendía. Era demasiado cansado tener que lidiar con personas así, y justo hacía una hora su última relación amorosa había acabado de la misma manera que las anteriores. He ahí la razón de la molestia del moreno.
-De tarea para la próxima semana, tienen que entregar un ensayo sobre qué emociones les provocó "El petirrojo y la rosa", pueden irse- dijo el maestro dando por terminada la clase. Aomine anotó la tarea y recogió sus cosas. Ya tendría tiempo luego de leer la historia y hacer el ensayo.
El moreno caminó lento hacia la salida, no llevaba paragüas y era un fastidio mojarse, pero no había nada que hacer, por lo que salió del edificio y comenzó a caminar rumbo a su casa. La lluvia no era muy fuerte, aún así, empapaba todo lo que tocaba.
A unas cuadras de su casa al pasar por un callejón se detuvo en seco, ¿había sido su imaginación o había alguien tirado en el oscuro lugar?, regresó sobre sus pasos y se asomó al callejón. Era oscuro, pero lograba distinguirse la blanca figura que estaba desmayada en el lugar al lado de unas cajas de cartón y bolsas llenas de basura. Se acercó más al cuerpo y se percató que estaba desnudo. Por la apariencia del chico tendría la misma edad que el moreno, si acaso un año menos, pero lo que llamó más la atención del moreno fueron las pequeñas orejas puntiagudas color azul celeste que sobresalían de la cabeza del chico. Así como una cola delgada y peluda del mismo color que las orejas, ésta estaba enroscada protectora sobre sus piernas.
-¿Qué hace aquí un híbrido?- se preguntó el moreno en voz alta, después de todo no era común que los híbridos anduvieran libres por la calle y menos desmayados. Los híbridos por lo general eran mascotas de personas adineradas, (ya que valían una fortuna y solo gente con mucho dinero podía darse el lujo de comprar un híbrido), e incluso eran tratados como juguetes sexuales o sirvientes, ya que en la jerarquía siempre estaban por debajo de los humanos.
Aomine no quería meterse en problemas, ya que de seguro ese híbrido sería propiedad de alguien, pero no podía dejarlo en ese estado tirado en la calle, por lo que se agachó al lado del híbrido y lo cargó con cuidado. Era ligero y muy delgado ya que se le notaban sus costillas. -¿Qué clase de vida llevabas?- preguntó el moreno al aire ya que no recibió respuesta. Con el chico entre sus brazos y su mochila en una mano el moreno siguió su camino a casa.
Al llegar a su casa se dirigió directo a su cuarto, donde recostó al chico y lo cubrió con las cobijas, dejó la puerta entre abierta y se fue a la sala, se sentó en uno de los cómodos sillones, sacó su celular y llamó a alguien.
-Daiki- contestó un hombre al otro lado de la línea.
-Hola papá- dijo Aomine suspirando.
-¿Pasa algo?- preguntó el hombre al otro lado de la línea.
-Sí, bueno- casi nunca veía a su padre ya que por cuestiones laborales se la pasaba de viaje por lo que se podría decir que Aomine vivía solo. Su padre le mandaba mes con mes dinero para todos los gastos y las veces que hablaban eran muy raras, casi todas para informar que el moreno estaba bien y no había novedades, excepto en esta ocasión.
–Encontré a un amigo mal herido y lo traje a la casa, es posible que se quede unos días, al menos mientras se recupera, y quería ver si pudieras mandarme más dinero por esos gastos extras- dijo esperando un no por respuesta.
-¿Acaso tú amigo no tiene casa?- la voz de su padre era tranquila a pesar de la noticia de su hijo.
-Creo que...¿No?- Aomine daba por perdido el asunto. Su padre guardó silencio unos segundos, los cuales pusieron más nervioso al moreno.
-De acuerdo, mañana te depositaré más dinero- Aomine no podía creer que su padre accediera tan fácil.
- ¿De verdad? ¡Gracias!-
-Pero antes contéstame algo- dijo su padre.
-¿Qué?-
–¿Tu amigo es una chica?-
-No-
-Bien, mañana te hago el depósito, ¿algo más?- preguntó su padre.
-Nada, todo bien- dijo tranquilo el moreno.
-De acuerdo, hablamos luego-
-Adiós- tras decir eso el moreno colgó. Saber que recibiría ayuda económica con respecto al híbrido lo tranquilizaba, después de todo nunca había tenido contacto con un híbrido, y no sabía si sería más caro que cuidar a un humano común. Suspiró y echó la cabeza hacia atrás. Un momento después se levantó y se dirigió al baño, seguía mojado y si no se bañaba podría enfermarse.
El baño fue rápido, ya que quería estar listo cuando el chico despertara, cosa que no tardó mucho en suceder.
Unos grandes e inexpresivos ojos azul celeste observaban con atención el cuarto en el que se encontraba. Era un lugar extraño para él. No sabía cómo había llegado hasta allí, lo último que recordaba era que corría sin rumbo fijo bajo la lluvia,y al llegar a un callejón se dejó caer, ya no tenía fuerzas y le faltaba el aliento, de pronto todo se volvió negro, hasta ahora.
-Hola- dijo el moreno desde la puerta del cuarto en la que estaba apoyado. El chico lo miró atento, era difícil leer la mirada de aquel chico híbrido, lo que reflejaba sería ¿temor?, ¿enojo?, el moreno no sabía cómo interpretar aquella mirada celeste. –Soy Aomine Daiki, te encontré tirado en un callejón y te traje a mi casa- dijo el moreno sin retirar la mirada de la celeste.
El joven híbrido retiró la mirada y siguió observando el cuarto. -¿Tienes nombre?- preguntó Aomine, pero siguió sin recibir respuesta. -¿Tienes hambre? Voy a preparar algo para que comas- y sin más salió del cuarto rumbo a la cocina. El joven de ojos celestes se quedó viendo la puerta abierta, escuchaba el ruido que provenía de la cocina y con lentitud se levantó y caminó hacia la cocina. Le dolía todo el cuerpo, se sentía débil y un poco mareado, aún así logró llegar a la cocina donde observó desde cierta distancia al moreno que estaba entretenido preparando unos sándwiches.
Aomine se sintió observado, y al girar se encontró con esos ojos celestes que lo observaban atentamente desde la barra de la cocina. El moreno dejó de hacer la comida y caminó de nuevo a su cuarto, del cuál regresó con una bata de baño en la mano. –Ten- le ofreció la prenda al híbrido, quien con recelo estiró su mano, tomó rápido la bata y se la puso. Aomine lo observó un segundo y luego se dio la vuelta para seguir preparando los sándwiches.
El moreno se sentía molesto, y no con el otro chico, sino con él anterior dueño del joven, ya que cuando el oji celeste tomó la bata, Aomine notó una marcas de amarre en las muñecas. Definitivamente el chico era mal tratado en su antiguo "hogar".
-Ven a sentarte- dijo Aomine colocando los platos sobre la mesa del comedor. El híbrido hizo caso y se sentó enfrente del moreno aunque su cara siguiera reflejando desconfianza. El moreno suspiró y empezó a comer. –No tiene nada malo, puedes comerlo- dijo el moreno señalando con la cabeza el sándwich que tenía el otro joven enfrente. Éste lo olfateó y finalmente empezó a comer.
El silencio reinaba la habitación. De vez en cuando las miradas de los jóvenes se cruzaban, pero de inmediato las retiraban. Era un silencio incómodo y Aomine ya se estaba cansando de eso. –Mira, no sé quién eres ni de dónde vienes ¿de acuerdo?, no tengo malas intenciones contigo, simplemente te encontré desmayado y quise ayudarte, si eso te molesta puedes decirlo o simplemente regresar al lugar del que escapaste- el otro joven se sorprendió de lo que dijo el moreno. –Lo digo por las marcas en tus muñecas- el híbrido observó sus muñecas. –Si quieres puedes quedarte aquí por un tiempo, mi padre se la pasa de viaje y sabe que vino un amigo a quedarse por un tiempo, así que no hay problema-
-¿Amigo?- dijo el híbrido en un susurro y el moreno se sorprendió al escucharlo hablar.
-¿Eh?- lo tomó con la guardia baja –Eh... Si, bueno no podía decirle que había recogido a un extraño de la calle ¿cierto?- dijo Aomine tratando de justificarse. –En fin, solo quiero que sepas que puedes estar aquí el tiempo que quieras, siempre y cuando no rompas nada- dijo mirando atento al menor, quien no dejaba de observar a Aomine. -¿está bien? Soy inofensivo lo prometo- tras decir eso continuó comiendo.
El híbrido siguió observando a Aomine, pero su mirada ya no era de temor, sino más bien de curiosidad.
-¿Qué?- preguntó molesto Aomine ya que no le gustaba que lo observaran tanto.
-Gracias- dijo el híbrido, en esta ocasión el tono de su voz fue más alto y claro.
-¿Eh? De nada- dijo el moreno desviando la mirada.
-Kuroko- al escuchar eso el moreno regresó rápido la mirada al joven frente a él. –Me llamo Kuroko Tetsuya- dijo con una casi imperceptible sonrisa. Aún así el moreno no pudo evitar sonrojarse ante la tierna imagen del chico.
-De acuerdo Tetsu vamos a ver que te queda de mi ropa- dijo levantándose de la mesa, aunque a decir verdad era imposible que le quedara bien algo de la ropa del moreno debido a la gran diferencia de estaturas.
A Kuroko le extrañó lo de "Tetsu", pero le gustaba, nunca antes le habían llamado así.
Habían pasado la tarde buscando que ponerle de ropa a Kuroko, pero todo le quedaba enorme y el moreno no guardaba nada de su época en secundaria, por lo que le puso una camiseta que le llegaba arriba de las rodillas y unos shorts con cordón para poder apretarlos. Su ropa le daba un aspecto más tierno a Kuroko, quien estaba algo sonrojado y no dejaba de ver la ropa.
-Lo siento, no tengo nada de tu talla- dijo el moreno rascándose la cabeza.
-No importa, me gusta- dijo Kuroko aún viendo la ropa.
-Mañana en la tarde podemos ir a comprar algo de tu talla ¿te parece?- al escuchar eso Kuroko miró asombrado al moreno -¿qué? ¿Dije algo malo?- preguntó confundido Aomine.
Kuroko negó con la cabeza -es solo que nunca me habían puesto ropa, y menos comprarme algo- dijo agachando la cabeza. Aomine no podía creer lo que escuchaba. ¿Toda su vida lo tuvieron desnudo y amarrado?. No quería ni imaginar las atrocidades que de seguro le hacían al pobre.
-¡¿Qué?! ¿Pero qué diablos? ¿Cómo... Cómo?- Aomine no encontraba las palabras para demostrar su enojo. Kuroko sonrió ante la reacción del mayor.
-Está bien Aomine-sama, después de todo los híbridos no estamos para exigir lujos-
-¿Sama?- preguntó el moreno.
-Si, ya que ahora es mi amo- dijo tranquilo Kuroko.
-¡No! ¡Dios no! Nada de eso. No soy tu amo, ni dueño ni nada por el estilo, soy tu amigo ¿de acuerdo? Así que háblame de tú- Kuroko observaba atento al moreno, pocas veces interactuaba con otras personas, pero a todos siempre debía tratarlos con gran respeto. El hecho de que un humano normal le pidiera le hablara como a un igual y más aún, que lo tratara como a un amigo hizo que algunas lágrimas salieran de sus orbes celestes. Ésto tomó descuidado al moreno quien no sabía qué hacer.
-No espera...yo... Agh soy malo para estas cosas- dijo el moreno rascándose la cabeza. Se acercó a Kuroko y lo abrazó. No sabía si estaba bien hacer eso, pero era lo único que se le ocurría hacer para calmar al chico, con una mano acariciaba la cabeza del menor al tiempo que susurraba –ya, ya, tranquilo-
Kuroko no sabía qué hacer, el moreno lo abrazaba y acariciaba tratando de consolarlo, pero sólo hizo que las lágrimas aumentaran. –¡Lo siento, lo siento! ¡No te vuelvo a tocar, pero por favor ya no llores!- dijo el moreno alejándose de Kuroko, éste por su parte tomó aliento, limpió sus lágrimas y con una dulce sonrisa dijo. –No Aomine-kun, está bien, puedes tocarme de nuevo, es sólo que cuando me tocaban era para sexo, no para consolarme. A decir verdad...creo que es la primera vez que me abrazan así- dijo tratando de recordar. Aomine simplemente no daba crédito a lo que escuchaba, pero respiró hondo para no explotar de nuevo. –Entiendo, este... ¿Ya estás mejor?- preguntó mirando a otro lado que no fuera el menor. –Sí gracias-. –Bien, por cierto ¿cuántos años tienes?- preguntó curioso el moreno viendo nuevamente al menor, no sabía si los híbridos manejaban la misma edad que los humanos.
-Diecisiete- dijo Kuroko.
-Entonces si eres menor que yo- ante la mirada curiosa que puso el menor dijo. –Yo tengo dieciocho, tenía dudas si ustedes manejaban lo de las edades de manera diferente- dijo desviando de nuevo la mirada. No le gustaba parecer ignorante ante otras personas. Kuroko rió ante las palabras del moreno. -¿Qué es tan gracioso?- preguntó molesto el moreno.
-Aomine-kun, los híbridos tenemos casi las mismas características que los humanos, lo único diferente es la parte animal. En mi caso soy mitad gato, por ello mis orejas y cola, en ocasiones puedo mostrar mis colmillos y garras, pero de ahí en fuera todo es igual a los humanos. Bueno... Tal vez la temporada de calor sea diferente- dijo pensativo.
-¿Temporada de calor? ¿Te refieres al verano?- dijo el moreno de manera natural, a lo que el otro soltó otra risita.
-No, no me refiero al verano, sino a la temporada de apareamiento- Aomine quitó su cara de baboso. –Ustedes los humanos no tienen una temporada en específico, pero nosotros si. Podemos tener relaciones en cualquier momento, pero hay ciertas fechas en las que estamos un poco fuera de control. Ustedes lo llaman "celo" creo.-
-Ah...ya. Si así lo llamamos- dijo un poco incómodo, nunca había hablado con un híbrido hasta ahora y el tema que salía a flote era el de sexo. No se apenaba por la experiencia, ya que el chico tenía mucha experiencia con las chicas, pero era diferente hablar de eso con un chico al que acababa de conocer, y peor aún, que era más lindo que muchas de las chicas con las que había dormido.
-Perdona si este tema te incomoda Aomine-kun- dijo Kuroko muy tranquilo. –Por cierto, ¿vas a la escuela verdad?-
-Si, voy en segundo de preparatoria- dijo ya más tranquilo.
-Mmm, debe ser agradable ir a la escuela- dijo viendo hacia la ventana.
-No realmente; las clases son aburridas y muchas personas son molestas, aunque sí tengo amigos. Creo que lo único divertido es el basketball-. Tras decir eso una sonrisa se posó en su rostro.
-¿Basketball? Te gusta mucho ¿verdad?- dijo mirando atento al moreno.
-¿Bromeas? ¡Es lo mejor del mundo!, mi sueño es ser jugador profesional, aunque hasta el momento no he encontrado a nadie que pueda vencerme, estoy seguro que en las ligas mayores alguien me hará batalla y será divertido- dijo sonriendo más.
-¿Crees que algún día pueda ir a verte jugar?- dijo algo apenado, después de todo nunca había pedido nada en su vida.
-¡Claro!- dijo animado el moreno, no sabía por qué, pero le hacía feliz la petición del chico.
En eso Kuroko bostezó, se sentía muy cansado a pesar de haber dormido tanto cuando se desmayó.
-¿Estás cansado?- preguntó el moreno, a lo que el otro joven asintió. –Sólo tengo una cama y los sillones de la sala, pero...-
-El sillón está bien- lo interrumpió Kuroko, no quería incomodar más al moreno después de todo lo que le había ayudado.
-Bien, ahora te paso unas cobijas y una almohada- Kuroko se fue a la sala a esperar al moreno, quien no tardó en llegar con todas las cosas. El menor se hizo a un lado mientras Aomine preparaba todo. –Listo, tal vez no sea muy cómodo- dijo rascándose la cabeza incómodo.
-Está bien, en serio- dijo el menor con su sonrisa poco perceptible.
-¿Al menos tenías un buen lugar para dormir en tu antigua casa?- Kuroko negó con la cabeza. Aomine suspiró y revolvió el cabello del menor. –Bueno ya, descansa- tras decir eso se fue a su cuarto. Kuroko se quedó quieto parado a un lado del sillón, tocando donde Aomine acababa de acariciarlo y un ligero rubor apreció en sus mejillas. –Buenas noches- susurró el menor al aire.
Fin del capítulo 1. Espero les haya gustado, continúen la historia de este par en los siguientes capítulos J por favor dejen reviews, que seguro me ayudan a mejorar. ¡Gracias!
