Ninguno de los dos supo exactamente como habían llegado a esos extremos. Tal vez había sido el alcohol que llevaban en la sangre el que los había vuelto locos...
ROJO
Todo había empezado en el pequeño apartamento de Nozaki, donde todos se habían reunido después de la primera visita del año al templo. Entre una cosa y la otra, Seo sacó una botella de licor que poco a poco, y a pesar de las diversas negativas por parte de Hori y Wakamatsu, acabó en el organismo de todos.
Después de un buen rato, entre risas y lágrimas de borrachos, Hori decidió llevarse a Kashima a casa. La chica a penas se podía mantener de pie y cada tres palabras semi-coherentes que decía iban acompañadas de una risita tonta.
Ninguno de los dos tenía demasiado claro cómo habían llegado a casa de Kashima tan rápido, a pesar de que, una vez allí el fresco viento ya les había aclarado un poco las ideas. Al pararse en la puerta, Kashima invitó a Hori a pasar. No quería que su senpai volviera solo a casa a tales horas. Hori no puso demasiada resistencia y entró al piso que Kashima ocupaba sola.
Los dos se sentaron en el sofá, exhaustos. Empezaron a hablar, ya medio sobrios, y una cosa llevó a la otra…
En menos de media hora, Kashima Yuu se encontraba encima de Hori Masayuki. Los dos, estirados en el pequeño sofa, y sin saber demasiado bien lo que hacían, empezaron a pintar el ambiente de rojo.
Rojo, como los dos pares de labios que luchaban entre ellos para llevar el control de los salvajes y sedientos besos que sus dueños se proporcionaban entre ellos.
Rojo, como las pequeñas marcas que él iba repartiendo por el cuello de ella, marcándola como suya. Única y exclusivamente suya.
Rojo, como la cara de ella cuando sus pantalones y su camisa cayeron al suelo, tan innecesarios como el oxigeno en sus pulmones en el momento en el que sus labios se volvían a tocar.
Rojo, como esa lengua juguetona que repasaba las tersas piernas de Kashima de arriba a abajo y las cubría de besos y caricias, mientras los suspiros salían incansables de la boca de ella.
Rojo, como las mejillas de él en el momento que empezó a despojarse de su propia ropa bajo la atenta mirada de Yuu, a causa del sofocante calor que ellos mismos habían provocado.
Rojo… Rojo como los calzoncillos que él llevaba en ese preciso momento.
Una risa resonó en la habitación. Hori quedó paralizado observando a Kashima, a la que parecía que le estaban haciendo cosquillas.
—¿Se puede saber qué es tan gracioso? —Preguntó Masayuki, sentándose. La chica hizo lo mismo.
—No me esperaba, senpai… —Balbuceaba Kashima, entre risas, mientras señalaba la prenda de ropa que él acababa de dejar expuesta—. No me esperaba que fuera usted tan supersticioso.
¿Se estaba riendo de su ropa interior? Kashima volvió a estirarse en el sofá, aún en ropa interior, esta vez con los brazos sujetando su estómago, mientras seguía llenando de carcajadas el sitio. El rostro de Hori se puso más rojo de lo que ya estaba, y miraba a la chica con un cabreo nada disimulado.
—¡Kashima! ¡Eres..! —fue lo único que pudo gritar el chico antes de que los labios de Kashima volvieran a reclamar los suyos, con una sonrisa burlona. Definitivamente, la noche roja no había acabado ahí.
Fin
Notas de la autora: ¡Feliz año nuevo a todos! ¡Santo cielo! Hacía tantísimo que no escribía nada que no estoy demasiado segura de que esto haya quedado bien. He venido a probar suerte a Gekkan Shōjo Nozaki-kun, porque tanto el manga como el anime siempre me dejan con ganas de más. ¡Agradezco mucho que le hayais echado un ojo a este corto fic! ¡Todas las opiniones son bien recibidas!
Como ya sabréis, ni Gekkan Shōjo Nozaki-kun ni sus personajes me pertenecen, siendo estos de Izumi Tsubaki.
