Este es uno de los primeros drabbles que escribí en mi vida. Le tengo muchísimo cariño por ello. No es lo mejor del mundo, pero es algo así como una "infancia" de ficker XD. Por eso, aún con fallos, no pienso cambiarlo.
Dedicado a ese primer fic que tanto nos costó escribir y publicar.
Contiene shônen-ai, puede ser.
Hetalia no me pertenece, es de Himaruya-sama.
Canadá sonrió al bajar de su avión. La cálida brisa de La Habana meció su rubio cabello, en un gesto de bienvenida que le hizo sentirse, por extraño que pareciera, como en su casa. Tras salir del aeropuerto, sus ojos azules recorrieron las calles de la capital cubana palmo a palmo, al parecer en busca de alguien. De pronto, su mirada se iluminó tras las gafas, y abrazó con emoción contenida su querido osito de peluche.
— ¡Cuba! ¡Hey, Cuba! – el aludido se dio la vuelta. Era un hombre moreno, de cabello largo y oscuro recogido en unas rastas, y a su vez, en una coleta que impedían que aquella mata de pelo negro le provocase el más mínimo calor. Sus ojos castaños se abrieron al máximo al enfocar a Matthew, al igual que su boca. Gracias a aquel gesto de sorpresa dejó caer el cigarro encendido cuya llama se extinguió poco después de entrar en contacto con el suelo. Cuba se lanzó sobre Canadá, pero al contrario de lo que el rubio pensó, no fue para darle la bienvenida, precisamente. El moreno le agarró por el cuello de la camisa y lo alzó varios centímetros sobre el suelo, con una expresión de odio que a Canadá le sentó como una puñalada en el estómago.
- ¿Cómo te atreves a aparecer por aquí? Yankee de mierda… ¡Vuélvete para Estados Unidos, Alfred, tu amada tierra que apesta tanto como tú! – Matt suspiró, aliviado en parte. Ya se había acostumbrado a situaciones parecidas, y conocía de sobra la mala relación entre Cuba y Estados Unidos. Entendía que su amigo reaccionase de esa forma al ver a alguien que se parecía "sospechosamente" a su archienemigo. A veces pensaba incluso que Alfred era más importante para Cuba que él mismo.
— Cuba… te equivocas… me confundes con mi hermano… Soy yo, Matt. Soy Canadá.
— Ca… na… dá… ¡Joder! – soltó a Matt rápidamente, demasiado rápido tal vez.
Canadá cayó bruscamente al suelo, mientras que un arrepentido Cuba había palidecido repentinamente a la vez que su mirada castaña se perdía en algún punto del infinito. Al ver que el canadiense se había hecho daño, Cuba no tardó en ayudarle a levantarse, entre palabras de disculpa. Matt negó, sonriendo.
— No importa, de verdad, ya estoy acostumbrado a situaciones similares.
Pero el cubano no parecía del todo tranquilo. Se rascaba la nuca, incómodo.
- Esto… oye Canadá… me siento un poco mal por lo que ha pasado. Vamos, te invito a un helado. Además, esta noche hay una fiesta en la playa. Podríamos ir juntos.
Canadá se sonrojó, escondiendo su rostro tras su peluche, en un adorable gesto que a Cuba no le pasó desapercibido.
— V… vale… Si eso te hace sentir mejor… Además... me encanta el helado...
El cubano sonrió, revolviéndole el cabello con cariño. Pero lo que hizo verdaderamente a Matt olvidar el desafortunado incidente fue sentir la mano de Cuba aferrarse a la suya, con sumo cuidado, de camino a la playa.
¿Reviews? ¿Pedradas? ¿Un osito de peluche?
