¿Qué puedo decir...? ¡Adoré cómo fue Dégel con Seraphina!
Aclaraciones: Saint Seiya ni ninguno de sus personajes me pertenecen. Todo es propiedad de Masami Kurumada (historia) y Shiori Teshirogi (arte). Yo sólo los tomo por mero amor y sin ningún fin lucrativo. Gracias.
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Cruz del Norte
Spoiler Lost Canvas 112.
La tierra bajo sus pies comenzó a cimbrarse con violencia. Uno a uno los pilares que sostenían el recinto de Neptuno comenzaron a caer en cuestión de segundos. El agua de los océanos comenzó a caerles encima, inundándolos con rapidez.
Dégel se dio cuenta de inmediato. Ése era el fin de la Atlántida de ésa era.
Frente a él, la bella princesa de Bluegard lucía con la mirada perdida. La pobre muchacha estaba siendo controlada como una marioneta por la voluntad del maligno Dios. El Santo de Acuario apretó los puños en señal de frustración.
Seraphina había sido el ángel de Bluegard, la única que transmitía un poco de calidez en ésas frías tierras. Se había convertido en su amiga durante los arduos días de entrenamiento, lo había ayudado y cuidado cuando lo requirió. ¿Cómo entonces podría alzar su puño contra ella?
No se atrevía a lastimar el cuerpo de la chica que había sido su amiga.
—Seraphina-sama —sonrió alcanzándole una de sus frías mejillas—, cuidemos juntos de Unity y de éstas tierras que tanto amó.
Los ojos muertos de Seraphina se entreabrieron poco más, recobrando por un momento el brillo que en vida los hubieran caracterizado como las joyas más preciosas de Bluegard; después sus labios se curvaron en la sonrisa más bonita que Dégel hubiera visto antes. Temblorosa alzó una de sus manos, posándola sobre la que él mantenía en su mejilla.
—Dé… gel —le sonrió—, juntos, ¿no?
—Juntos.
Finas lágrimas salieron de los orbes azules de la señorita, culpándose por la difícil situación en la que Dégel se hallaba. El Santo le sonrió, murmurándole dulces palabras de aliento. Ella descendió de lo alto que estaba, sin que ninguna mano se despegara de la otra.
El agua los iba a ahogar en cuestión de segundos.
Dégel la observó una vez más, confirmando que aquella no era la influencia de Poseidón. Era sólo Seraphina, la dulce muchacha que recordaba. Ella le sonrió una vez más, aferrándose con más fuerza a su mano.
La temperatura del lugar comenzó a descender, igualando la de las tierras heladas, y luego tal vez superándola. El frío hielo les quemaba la piel, pero eso poco importaba; mientras estuviesen juntos, inclusive eran capaces de sonreírle a las Parcas mismas.
ɞ
Lentamente los ojos de Seraphina se abrieron, a su lado Dégel se mantenía observando fijamente hacia el frente. Lo imitó sin siquiera hablarle. Estaban… en el cielo, o al menos eso le parecía, observando las tierras nevadas, a Unity corriendo con desespero.
Sintió como si su respiración —inexistente— se hubiera cortado por largos segundos.
—Dégel —rápido buscó a su compañero.
—Tranquilícese, le aseguro que su hermano estará bien —la confortó sonriéndole—. Nosotros lo vigilaremos, desde ésta Cruz del Norte.
Sus palabras la calmaron, ambos se convertirían en una de las constelaciones más brillantes del cielo nocturno. Se convertirían en la constelación que cuidaría de los que amaban. Hasta el final de la eternidad.
