-¡James!¡¿Dónde está esa cerveza de mantequilla que compraste en Hogsmeade?!- gritó Remus agitando vigorosamente una bolsa de meigas fritas.

Sirius, Peter y Remus empezaron a cantar de manera estridente, James dejó de buscar en el baúl y empezó a recorrer la habitación con la mirada, la Luna despedía un intenso blanco a través de la ventana, bastando su luz para poder hacer la fiesta. No encontraba por ninguna parte sus compras de la excursión que habían hecho al pueblo, y tampoco su diario, que era lo más preocupante, donde tenía anotaciones sobre la conversión a animago.

-Voy un momento a... abajo a buscarlas, quizás me las haya dejado en la sala común. - dijo James dudosamente, pero sabía que no le hacían mucho caso, estaban todos borrachos, "Demasiado ponche" pensó fugazmente.

James salió de la habitación y vigiló que no hubiera nadie en la sala común, después bajó y se sentó sobre el sillón de un golpe. Miró a ambos lados y sacó un pergamino del bolsillo, lo desplegó sobre la mesa y dijo golpeando con la varita: -Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas.

Del pergamino fueron saliendo letras hasta que ocupó toda su extensión:

Los señores Lunático, Colagusano, Canuto y Cornamenta
proveedores de artículos para magos traviesos
están orgullosos en presentar
EL MAPA DEL MERODEADOR

Instantes después apareció un mapa de Hogwarts y puntos que señalaban las personas que se hallaban deambulando por sus terrenos con sus respectivos nombres. James debía de fijarse en las personas sospechosas, que caminaran por el castillo, y que pudieran estar involucradas en la desaparición de su diario. Había tres personas que le llamaron la atención: Severus Snape, un chico de la casa Slytherin que le tenía mucha manía, y dos personas que parecía que iban juntas que eran Arthur y Molly. Sin duda alguna, Snape tenía algo que ver con todo aquello.

James recorrió astutamente los pasillos y cogió un atajo para no encontrarse con Apollyon Pringle, el conserje, y salvarse de una tortura asegurada. De repente no se dio cuenta de que también debía de esquivar a Arthur y Molly y se los encontró en el pasillo. Ambos pararon de hablar y le miraron de manera pensativa, James se quedó de piedra y dijo intentando aparentar inocencia:

-Bonita noche, ¿eh? Nada como las estrellas... el cielo, y todo eso. Bueno, me tengo que ir porque... es tarde.

James salió corriendo escaleras abajo y se chocó con Severus, que hizo un aspaviento con las manos y se tropezó. Un pequeño librito de color rojo oscuro se cayó del bolsillo de Snape y James gritó a la varita:

-¡Accio!

Definitivamente, y después de mirar el contenido del libro, llegó a la conclusión de que era su diario. Apuntó con su varita a la cabeza de Severus firmemente y éste se levantó con las manos en alto.

-¿Sabes que entrar en una casa ajena sería motivo de expulsión?

-No he sido yo el que he entrado a vuestra casa podrida, ni se me ocurriría, me lo ha dado Lily, una chica Gryff... - respondió Snape viéndose interrumpido.

-¡MIENTES! - gritó James acercando más la varita a la sien de Severus.

Tragó saliva y oyó pasos retumbantes en el suelo, Snape aprovechó para levantarse y coger su varita del bolsillo. Ahora ambos se hallaban uno frente al otro con su varita en la mano, pero una voz fuerte e imperiosa les interrumpió.

-¡POTTER!¡SNAPE! - gritó Dumbledore desde la escalera.

James bajó su varita pero Severus seguía apuntándole firmemente. -Baja esa varita, por favor.

Severus no obedeció, si no todo lo contrario, gritó furiosamente a la varita: -¡Cruci...!

-¡Expelliarmus! - le interrumpió James.

Severus salió disparado hacia la pared, golpeándose contra ella con la espalda. Dumbledore miró a ambos seriamente, agarró a Severus de un brazo y se los llevó a su despacho.

Tonino. toninoelrisitas@terra.es / toninoelrisitas@msn.com (Messenger)

¿Qué ha pasado con Sirius, Remus y Peter? ¿Y con Lily? ¿Expulsará Dumbledore a Snape por practicar una maldición imperdonable? O peor... ¿Le enviará a Azkaban? Todo esto y mucho más en el próximo capítulo.