Es demasiado cursi, pero no he podido resistirme. Aviso: no pretendo sugerir ningún tipo de incesto, todo es amor fraternal.


Temari llegó corriendo a la tienda, entrando sin avisar. Allí estaba Kankurô, como Gaara le había dicho. A diferencia de la gran mayoría de shinobis, Kankurô no se había puesto sus ropas de jounin y seguía vestido con su disfraz de gato. El único que había hecho se podía ver en la capucha, que todavía estaba sobre el futón: había quitado la banda metálica de la Arena para cambiarla por la de la Alianza Shinobi.

Miró sin demasiado interés a su hermana sin dejar de moverse por la tienda.

-Hola –la saludó -, me iba a ir ya. Llego tarde, nos iremos en menos de media hora.

-Eso me han dicho –susurró Temari, intentando respirar más lentamente. Observó a su hermano, que terminaba de recoger sus útiles -. Así que comandante de la división de ataque sorpresa… Vaya nombre más largo.

-Ya, pero me gusta –dijo Kankurô con satisfacción, mirándola con picardía – ¿Sabes? Me encanta que estemos los tres tan bien colocados dentro de este ejército improvisado. Eso demuestra que no sólo somos los mejores de la Arena, sino también de las cinco naciones.

Temari sonrió; ella había pensado lo mismo. Mientras su hermano se terminaba de colocar su mochila a la espalda. En silencio, se percató de cómo era de alto: tranquilamente le sacaría diez centímetros, y eso unido a que era ancho de espaldas y musculoso le hacía parecer mucho más grande. Ay, Kami. Qué mayores les veo a mis hermanos últimamente… Y encima yo que soy más mayor debo parecer medio abuela…

-¿En qué piensas? –preguntó su hermano, intrigado por la extraña expresión con la que su hermana mayor le admiraba. Tenía en sus manos la capucha, lo cual indicaba que estaba listo para irse.

Temari le miró a los ojos y soltó:

-Te quiero.

Kankurô la miró perplejo. Parpadeó estúpidamente y al final balbuceó:

-¿…Qué?

-Que te quiero –según lo repetía, Temari fue consciente de que era la primera vez que le decía aquello a alguno de sus hermanos. De hecho, era la primera vez en más de diez años que decía esa palabra.

Con una velocidad llamativa, Kankurô enrojeció hasta que la piel casi estuvo del mismo tono que la pintura de su rostro. A Temari le resultó tan cómico que no pudo contener una carcajada, a pesar de que su rostro también se había coloreado de rojo.

-Si reaccionas así conmigo que soy tu hermana, no me quiero ni imaginar cómo te pondrás cuando te lo diga una mujer –se burló.

Kankurô le echó una mirada asesina, consiguiendo que ella se volviese a reír de él.

-Idiota. Subnormal –gruñó. Se acercó a su hermana y con su rudeza habitual le arrancó la banda de la frente -. Estúpida.

Fue el turno de Temari para sorprenderse: la rodeó con sus brazos en lo que parecía un abrazo de oso y posó un beso en la frente de su incrédula hermana, dejándole una marca morada.

-Eh –se quejó Temari -, los besos en la frente están reservados para los hermanos mayores.

-Te equivocas –corrigió él burlonamente -, son para los que son más altos.

-Agh, qué cabrón –dijo ella, pero estaba sonriendo. Rodeó con los brazos el cuello de su hermano, acercando su nariz a las ropas. Huele a hermano pequeño, y a taller de marionetas…

-Jódete -murmuró Kankurô devolviéndole la sonrisa. Se miraron un segundo a los ojos y se rieron, ligeramente turbados. El shinobi se inclinó a darle otro beso y, sin mirarla de nuevo, se giró y salió de la tienda.


Este texto va a ser parte de un fanfic (shikatema) más largo que estoy publicando ahora mismo. Me gustan tanto los hermanos de la Arena que no he podido resistirme a ponerlo aparte =)

Gracias por leer!

Y.L.