Hola a todos
Hola a todos. Hace mucho que no me paso por aquí y pido disculpas, últimamente siempre ando muy liada. Quería volver a postear este fic, versión mejorada. Me dí cuenta de que había unos fallos en la historia que no me permitían continuar así que decidí volver atrás y cambiar algunos detalles (y corregir algunas faltas de ortografía que daban verguenza...) . Éste sigue siendo mi primer fic y espero me ayuden a mejorarlo ya que le pillé mucho cariño. El fic tiene lugar después de la segunda temporada.
Capítulo 1
Un recuerdo para soñar.
Toda la mansión estaba en penumbra excepto el cuarto del chico más joven de la residencia. Eran las 2 de la madrugada y el pequeño no podía dormir, algo bastante normal en los niños que esperan con impaciencia a que llegue el tan esperado día de su octavo cumpleaños. En su cara se dibujo una ancha sonrisa. Todos sus amigos estarían allí para celebrarlo y sabía que incluso Ana, su mejor amiga, iba a poder venir. Aunque desafortunadamente ella trajese al pesado de su hermano. En ese momento la cara del chico se entristeció. Se levantó y miró al calendario que había cerca de su cama. Hoy era 15 de enero. No podía creer habían pasado exactamente seis meses desde el accidente de coche.
Recordaba perfectamente lo que había ocurrido ese día: él y su hermana habían estado jugando en el jardín cuando la pelota que estaban usando se escapó y fue a la carretera. "Yo la cogeré" había dicho Sonia, su hermana, antes de dirigirse hacia la carretera. Cogió la pelota y justo cuando se disponía a volver un coche dobló la esquina a toda velocidad y entonces… el chico sacudió la cabeza. No deseaba recordarlo y sabía que aunque lo deseara con todas sus fuerzas ella no podría estar allí en este día tan especial.
Volvió a la cama y se arropó con las mantas intentando empujar esa experiencia a lo más profundo de su mente. Al fin y al cabo iba a ser su cumpleaños dentro de un par de horas. Se lo pasarían todos tan bien, ¡no podía esperar! Y así se obligó a sí mismo a descansar.
El ruido de un coche lo despertó a la mañana siguiente y unos ojos grises se abrieron en la oscuridad. Eso solo podía significar que su padre ya se había ido a trabajar. De un salto el niño se levantó de la cama y corrió hasta el cuarto de sus padres. Le sorprendió no encontrar a nadie allí. Sabía que su padre se había ido a trabajar pero, ¿y su madre? Se suponía que estaría allí para ayudarle a preparar la fiesta. Sus ojos se iluminaron, claro, ¿dónde iba a estar su madre sino? Con sigilo se dirigió hasta otra puerta al fondo de la habitación. La abrió despacio hasta encontrarse la cara de un chico de ocho años que lo observaba fijamente. El chico llevaba puesto un pijama celeste y su pelo era extraño, algunos incluso lo clasificarían de antinatural: gris por delante y azul oscuro por detrás. Aunque fueron sus ojos de color gris claro y su mirada alegre lo que delataban que el joven estaba delante del gran espejo del cuarto de baño de sus padres.
Volvió a sonreír, le encantaba el reflejo de ese espejo. Su madre siempre le decía que algunos espejos eran mágicos, y que tenían la cualidad de mostrar el alma de las personas. Se acercó más para mirarse bien y se dio cuenta de que con las prisas ni siquiera se había lavado la cara. Se rió entre dientes, pensando en la regañina que su madre le daría si le descubría y en un segundo se encontraba lavándose la cara con el agua fría del grifo. Se secó con una toalla y por primera vez miró a su alrededor. Era un cuarto de baño corriente: una bañera de metal pintado de oro a la derecha y un inodoro del mismo color justo al lado. La luz que entraba venía solo de una ventana alta que estaba abierta en esos momentos y el suelo estaba compuesto por azulejos amarillos y blancos.
Entonces el chico recordó el por qué había entrado allí y al ver que su madre tampoco estaba empezó a preocuparse. Regresó al cuarto de sus padres e intentó concentrarse. ¿Dónde podría estar? Miró el despertador de la mesita de noche y por primera vez en toda la mañana se dio cuenta de lo tarde que era. ¡Claro! '¿Cómo he podido ser tan tonto?´ Pensó para sí mientras salía de la habitación y bajaba con calma la escalera de mármol. Una vez en el recibidor se dirigió hacia la primera puerta a mano derecha, la cocina. 'Bingo' pensó el niño. Ahí estaba una mujer de pelo azul sentada en una silla de madera y apoyada sobre la mesa de la cocina.
"Mamá" dijo el chico contento de haberla encontrado al fin aunque ella no le respondió. "Mamá, venga vamos a preparar la fiesta" repitió mientras se acercaba a observarla mejor. Ella seguía en la misma posición, con la cabeza entre los brazos que estaban cruzados y apoyados encima de la mesa. Tenía puesto un camisón blanco que le llegaba hasta las rodillas con pocos adornos, unos cuantos en el cuello y alguno que otro en las mangas.
"Oye, mamá, ¿me estas escuchado?" dijo mientras la sacudía del hombro. '¿Se habrá dormido?' Mientras la sacudía descubrió un sobre debajo del codo derecho de su madre. Normalmente él no se entrometía en los negocios de la familia pero ese sobre era diferente, tenía su nombre escrito en letras grandes y doradas. La curiosidad pudo con él y dejó el pacífico sueño de su madre para atender a la carta. Con cuidado abrió el sobre y saco el papel azul que había dentro. Tras esto comenzó a leer:
Mi pequeño fénix de oro:
Por favor, sé que lo que te estoy haciendo es cruel y que es lo último que te mereces. También sé que nunca podrás perdonarme, y que no me merezco tu perdón. Siento decirte que no soy la persona fuerte y dura que tú imaginabas que era, que todos imaginaban que era. No soy más que una cobarde. Yo no te pido que me perdones, hijo mío, sólo que me comprendas. Tú eres joven y tu juventud te hará olvidar. Sé que lo que hago es egoísta de mi parte, pero debo hacerlo. No puedo soportar más el dolor. Ahora me voy para reunirme con Sonia y las dos te cuidaremos mi pequeño fénix de oro. Te lo prometo.
Adiós y feliz cumpleaños, Kai.
Firmado con pesar
Elena Hiwatari
Kai volvió a leer la carta. Una vez, y otra, y otra. Pensó que si la seguía leyendo a lo mejor todo desparecía, no quería enfrentarse a la realidad. No sabía cómo hacerlo. Trago saliva y, utilizando todas las fuerzas que sus manos temblantes le podían proporcionar, rompió la carta junto con el sobre que llevaba su nombre en mil pedazos. No quería volver a leer esa carta en su vida.
"¿Ma…Mamá?" Preguntó. "Mamá, despierta." Dijo mientras se acercaba y la sacudía del hombro con fuerza "Mamá, despierta por favor. DESPIERTA." Gritó. Pero su madre no reaccionó y Kai comenzó a preocuparse. "MAMÁ" En un desesperado intento por despertarla le dio un fuerte empujón que la mandó al suelo.
Kai se quedó de piedra. Puede que en algún lugar de su mente ya se hubiese preparado para lo que estaba viendo, pero el resto de su cuerpo no sabía cómo reaccionar. Esa era su madre, lo sabía, pero el rostro que él conocía, el que siempre tenía una sonrisa en la cara, ahora estaba pálido y frío. Sin embargo solo se podía fijarse en las grandes manchas rojas que había en las mangas del camisón. Ya ni siquiera se notaban los adornos, casi como si se hubiesen tintado de rojo. Él no era tonto y aunque tuviese ocho años sabía perfectamente lo que era la sangre y cómo se hacía salir del cuerpo.
Cerró los ojos y gritó. Gritó con todas sus fuerzas para que lo que veía desapareciese. No quería seguir viendo, quería que cuando abriese los ojos estuviera en su habitación acostado en su cama y esperando la hora para ir a levantar a su madre. Entonces ella se levantaría y le dedicaría una de sus sonrisas y eso solo habría sido un mal sueño. Sí, eso es lo que había sido, un mal sueño. Volvió a abrir los ojos para encontrarse con la misma escena excepto que ahora alrededor de su madre había un charco de sangre que hacía que su pelo azul se tintara de un tono violeta-rojizo.
"NOOOOOOOOOOOO" Gritó el chico mientras cerraba los ojos de nuevo. Lentamente contó hasta tres y volvió a abrirlos, esta vez preparado para ver a lo que se enfrentaba. Sin embargo esta vez no había una mancha de sangre. Ni estaba su madre tirada boca arriba en el suelo. Ni siquiera estaba en la cocina.
Se encontró con un techo de color turquesa en un cuarto del mismo color. Estaba tumbado en una cama individual situado al lado de una gran ventana cubierta por cortinas de una tela estampada a flores naranjas. Al otro lado había dos puertas, la salida y el cuarto de baño, y enfrente de él un pequeño escritorio de madera.
Con gran esfuerzo se levantó de la cama y se dirigió al cuarto de baño. Al mirarse en el espejo descubrió a un chico de dieciséis años que le devolvía la mirada. Su pelo estaba alborotado, gris delante y azul oscuro detrás. Sin embardo sus ojos grises ya no tenían la misma mirada alegre que en el sueño ya que ahora solo reflejaban dolor y tristeza. Kai se dio cuenta de esto y tras lavarse la cara volvió a poner su fría mascara de indiferencia como hacía todas las mañanas.
Volvió a mirar alrededor del cuarto del hotel. Estaban en una zona de entrenamiento especial de la BBA y ahora mismo el equipo entero de los Bladebreakers se encontraba en ese hotel. Rápidamente se cambió de ropa y se dispuso a salir cuando el bote de pintura azul sobre la mesa le llamó la atención. Estuvo unos momentos contemplando el bote pero decidió no gastar más tiempo en la habitación. Con un suspiro se encaminó hacia la puerta con la cara libre de pintura. Tranquilamente salió del hotel y se dirigió hacia uno de los parques que había cerca del hotel para correr un rato. Necesitaba reflexionar algunas cosas como el significado del sueño que tanto lo había alterado.
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Bueno, aquí está el primer capítulo. ¿Qué les ha parecido? Intentaré revisar el siguiente capítulo cuanto antes. (Tengo hasta el 11 creado, pero varios de ellos necesitan que cambie algunas escenas, elimine otras y cree algunas más, así que os pido un poco de paciencia.) Por favor dejen reviews! :D
