EPÍLOGO
La noche era lo que mejor definía como se sentía desde aquel trágico día.
Y como si el día no quisiera acompañarle, empezaba a oscurecer en Privet Drive, en toda esa parte del mundo, de ese mundo, que en su mayoría ignoraba los acontecimientos que se estaban dando lugar en la comunidad mágica, a la que el pertenecía.
Los dos orbes esmeraldas ocultos en parte por 2 cristales transparentes que le permitian poder ver el mundo con mayor claridad, algo que en muchas ocasiones no quería que ocurriera, fijaban como objetivo una pared; si, una pared, simple, con una textura aparentemente rugosa, pintada de un denso color blanco. Buscaba algo, pero aún no sabía el que exactamente. Si un recuerdo, una idea, una respuesta o un consuelo que hacía semanas que necesitaba por encima de todo, que alguien llegará y le dijerá 'Ey estoy aquí, y todo va a estar bien' y le diera un abrazo reconfortante, que todo hubiera sido un mal sueño, o mejor dicho, una pesadilla de la que le estaban despertando.
Pero algo le decía en su interior que eso no iba a ocurrir jamás, y que todo lo que ocurre y también lo que ocurrió era real, tan real como aquella pared de la que acababa de apartar la vista; debido a que los dos orbes se habían cerrado, dejando paso a unos riachuelos que caían formando una cascada saliendo de uno en uno, mientras que una hendidura amplia en su rostro emitía una serie constante de sonidos, de sollozos; y una mente castigada le hacía ver repetidamente unas imagentes con las que el no merecía que le atormentasen. Eso pensaba él: que el joven de la extraña cicatriz en la frente no quería que fueran reales, sino que fueran parte de su imaginación, una imaginación en constante movimiento.
Así, roto por el dolor, la impotencia y la frustración, fué quedandose dormido debido al cansancio acumulado. Día trás día se repetián las mismas acciones y las mismas imagenes, solo que a diferencia de hoy, los días que precedián a este el sueño no le quería abrazar. Y así, tal y como había deseado días atrás, que alguien lo abrazara, por fin lo logro, después de pensar que hasta el mismisimo Morfeo lo había abandonado, este pareció escuchar sus lamentos, y lo llevo con él, a un mundo en el que ser feliz estaba permitido, era obligado...¿pero como alguien que guarda tanto dolor y sufrimiento en su corazón puede querer despertar de ese mundo en el que sus ansias, anhelos y su dicha se hacen palpables y tan reales, para volver al mundo en el que todo es llorar? El no quería despertar nunca...
