Hola a todos, vengo aquí para dejar un pequeño One-Shot de esta pareja tan poco común, pero tan linda. Espero les guste, sé que está un poco bobo, pero mi musa no ideaba nada mejor XD.

Disclaimer: Saint Seiya, al igual que sus personajes no son de mi propiedad, yo solo los utilizo como medio de entretención sin fines de lucro.


EL PLAN MAESTRO

Esa mañana Mu fue el primero en despertar, cuando la claridad de la habitación era más que evidente. Se removió un poco en la cama que había dormido sintiéndose un poco oprimido, trató de estirarse para poder despertar, pero se sentía aun algo adormecido y limitado. Se propuso primero bajar sus manos hasta dar con las sábanas para taparse y en el camino encontró algo extraño, había algo sobre su estómago, tocó lentamente con la yema de sus dedos por toda la extensión de lo que había en él tratando de formar una imagen en su mente de lo que podría ser, consiguiendo que esa cosa sobre él se removiera levemente. Los ojos del pelilila se abrieron de golpe y se fueron en dirección a su abdomen, ahí, una porción de piel visiblemente más bronceada que la de él descasaba casi inerte sobre su estómago. Siguió lo que se unía a ese antebrazo, temiendo un poco a la imagen de quien podía estar a su lado. Su vista llegó finalmente hasta la persona que dormía boca abajo y quien aprisionaba con casi la mitad del cuerpo el suyo. El enmarañado pelo azul le hizo cerrar los ojos con pesar, junto con unas imágenes que le recordaban lo ocurrido la noche anterior. Se restregó su mano libre por su cara reprendiéndose por haber cedido, después de todas las veces que se dijo que jamás tendría sexo con el geminiano.

Recordó la primera vez que se le había insinuado, había sido al término de un entrenamiento, él iba de camino a su templo cuando al pasar por el lado de Saga este lo había agarrado del brazo para detenerlo y decirle lo bien que se veía y que podían quedar para esa noche. Mu recordaba haberlo mirado de forma extraña, tanto por la petición como por detenerlo para hablarle, ellos jamás solían cruzar palabras. Lo había ignorado ese día, esperando que entendiera la negativa, pero no había resultado de esa forma, ya que Saga empezó a coincidir con él más a menudo, haciéndolo siempre de forma sutil que tuvieran sexo, respondiendo con solo un "Olvídalo, Saga" y ganándose una sonrisa ladina por parte del mayor.

Luego esas coincidencias se convirtieron en visitas, siempre a una hora prudente, primeramente, eran unos cuantos minutos para finalizar con su repetida propuesta. Después las visitas se hacían más largas, había charla de por medio, nada importante, una que otras anécdotas por parte del mayor, las que siempre terminaba con uno que otro comentario mordazmente sexual de su parte, sin embargo, la respuesta por parte de él siempre fue la misma. Y no era que tuviera algo en su contra, solo que no era de las personas que se acuestan con alguien solo por que sí, no es que fuera mojigato y esperara hasta el matrimonio, pero esperaba como mínimo tener algún tipo de relación antes de concretar el acto sexual, sea quien sea.

Y había salido todo bien, puesto que por algunos días Saga no había insistido con su inusual invitación, cosa que lo había aliviado en parte, pero por otro lo hacía sentir extraño. Saga no se había aparecido por el templo, tampoco lo buscaba por cualquier parte del Santuario y eso no le importó al principio, pero al pasar los días le dejaba un vacío inquietante en el pecho.

No fue sino hasta ayer que lo vio y no precisamente por que lo haya buscado como otras veces, sino que se encontraban en una de las celebraciones de la Diosa, y todos estaban invitados a dicha celebración. Y lo encontró ahí, tan normalmente ajeno a él, como si no hubiese estado todo ese tiempo insistiéndole que se acostara con él. Y ahora ese vacío en el pecho se reemplazaba por un escozor que molestaba, el cual intentó apaciguar con una copa de vino. El malestar disminuyó solo por un momento y luego volvió a surgir, dos copas, Saga hablaba amenamente con Afrodita, tres copas, Saga desaparecía con un Santo de Plata que no conocía, cuatro copas, se había levantado ignorando la voz de Aldebaran y Shaka.

Después de eso tenía flashes de lo que había sucedido, él se acercándose al mayor, él tomándolo por el brazo, ambos saliendo, desapareciendo y apareciendo en la habitación.

Intentó mover al geminiano de encima de él, pero este parecía un tronco. Comenzó por sacar la pierna que tenía presionada con las del mayor, luego empezó a mover las caderas lentamente hasta liberarse de allí y ya con la mitad inferior de su cuerpo separado del otro, empezó por mover su brazo, este le costaría más trabajo, puesto que tenía casi todo el cuerpo del mayor sobre su extremidad. Inhaló profundo como juntando fuerza y con un fuerte tirón logró zafarla quedando de lado en la cama dándole la espalda al peli azul quien por el movimiento se había movido atrapando al ariano con un brazo sobre su vientre. Mu bufó con fastidio, había estado alrededor de media hora tratando de salir de bajo del griego para terminar agarrado de la cintura por el mismo.

—No intentes salir de aquí, Aries —la voz en su oído había hecho que una electricidad pasara rápidamente por su columna, haciéndolo temblar— Ya me has despertado —unos besos sobre el hombro y unas caricias en su abdomen como buenos días.

—Saga, no… —a Mu esas caricias le estaban provocando algo más de lo que quería admitir, se mordió los labios para evitar que saliera un gemido de su boca. La mano traviesa del peli azul subía y bajaba, apretaba y soltaba la suave piel del carnero quien a duras penas podía contener la respiración que se volvía cada vez más agitada. Saga quien ignoró por completo al menor se apretó más contra la espalda de su acompañante— ¡Saga! —reclamó el ariano por lo bajo al sentir la presión del despertado miembro del griego en su trasero.

—No te quejes, Mu. Esto es tu culpa por moverte de esa forma —dice excusándose, haciéndole referencia a esa forma tan particular que tenía para soltarse.

Ya cansado de ver solo la espalda y el desordenado cabello lila, se separó un poco para girar al carnero y dejarlo boca arriba, encaramándose sobre él para besar sus labios de forma libre. Enredo sus piernas con las del menor apoyando los antebrazos en la cama para no aplastarlo con su propio peso, mientras besaba con ahínco la boca del ariano quien trataba ansiosamente de seguirle el ritmo gimiendo entre besos.

—Sa-ga, no debemos… —La poca cordura que había en Mu trataba de controlar su cuerpo, pero las caricias y besos del mayor hacían que aquellos esfuerzos fueran en vano. Ambos estaban desnudos en la cama sin nada que pudiera taparlos, más que los cabellos que caían desperdigados por los hombros del mayor. La lengua ávida de Saga se introdujo en su boca, registrando cada parte de él, mientras movía sus caderas frotando ambos miembros con tal acción, buscando excitar aún más al carnero que parecía se rendiría en cualquier momento.

—Dime que no te gusta lo que hago y te dejo en paz —dijo separándose del pelilila quien lo miró con duda, abrió la boca para decir algo, algo que nunca salió de allí. Mu no sabía muy bien qué hacer, no podía decirle que no le gustaba pues no era cierto, pero por otro lado sabía que si seguía así terminaría en un serio problema— ¿Y bien? —pregunta Saga con su voz aterciopelada, moviendo nuevamente sus caderas, erizando hasta el último vello en la blanca piel del carnero. No se iba a engañar, había algo en los besos de Saga que le gustaba y le hacían pedir más. Y sin darle tantas vueltas al asunto volvió a besar al griego de una manera más apasionada, dejándose llevar por la sensación cálida de las caricias del mayor.

Terminaron ambos exhaustos, perlados en sudor y mas que satisfechos. Saga no hizo ni dijo nada sino hasta recuperar su ritmo cardiaco. Se giró para mirar a su acompañante de perfil, maravillado y sin poder creer que había sido suyo dos veces. Debía decir que Mu había sido muy difícil de llegar, había estado sintiendo una inquietante atracción hacia el menor hace algunos meses, pero el ariano era demasiado serio, inteligente, elocuente, misterioso y no quería sonar mal, pero también algo introvertido. Mu siempre solía estar solo la mayoría del tiempo y en casos excepcionales con el Santo de Tauro y Virgo.

Sin embargo, él tenía un par de cualidades a su favor, era perspicaz y paciente. Y había aprendido hace muchos años a sacarle provecho a esas dos cualidades para conseguir lo que quería. Por lo que a pesar de ser un caso perdido él había ideado un pequeño plan para obtener la atención del caballero. Llegar e introducir en su mente una pequeña idea que rompiera los esquemas del recto caballero era solo el principio, eso, más la constancia e insistencia en sus encuentros y visitas desarrollarían una costumbre, y posteriormente su ausencia haría en resto.

Saga siguió observando a su compañero quien parecía más calmado, aun exhalando pequeños cúmulos de aire presionados en sus pulmones. Aprovechó el momento para girar su rostro con una de sus manos para unirse con sus labios en un beso tan tierno, tan suave.

Mu siguió los pasos de ese beso sin oponerse en ningún momento, descubriendo que, a medida que el beso se extendía aquel vacío en el pecho desaparecía. Se separaron con muy pocas ganas, solo lo suficiente para mirarse a los ojos, con la intensidad en la mirada y con la garganta llena de cosas que decir.

—¿Qué es esto Saga? —dice sin separarse mucho, lo justo para dejarle ver su rostro. Lo miró como quien espera algún comentario dañino o un ataque, tan a la defensiva como si se estuviese preparando para alguna mala broma, mientras que a su vez el moreno le dedicaba una de sus ladinas sonrisas.

—Lo que tu quieras que sea —dice Saga besando su frente para quitar esa expresión de cordero a medio morir, arropándolo en un abrazo, sintiendo como cada músculo se relajaba y sus brazos respondían al efusivo contacto. Pensó en ese momento lanzar algún comentario sobre su maravilloso plan, pero desistió cuando vio el brillo en los profundos ojos verdes de Mu. Obviamente arruinaría el momento, sin embargo, siempre podría dejarlo para un aniversario.

FIN