Primer capítulo del fic, espero que os guste y me digáis que os parece, procurare tardar lo menos posible en seguir, son demasiadas ideas!
cuidaros mucho! xx
Recorría los enormes pasillos de piedra pobremente iluminados lo más rápido que podía, el moño que siempre estaba pulcramente recogido ahora era un manojo de cabellos alborotados, se subió al águila dorada que daba paso a la puerta de los aposentos del anciano director. Sí, Albus Dumbledore había recibido el alta en San Mungo y después de aquello y del final de la guerra, su mano derecha Minerva Mcgonagall parecía querer complicárselo todo.
-Albus!
-oh quer…
-ni querida ni nada! Dijiste que buscaría un aprendiz para sustituirme! Sabes perfectamente que estoy agotada! Son muchos años! Albus!
El anciano se tocó la barba nervioso.
-Minerva… ya veré que hago, tu sigue en el castillo, aun faltan unas semanas para que el curso pase… y sabes que este año será difícil, el mundo mágico tardará años en recuperarse y no sabemos si en realidad se ha… ido.
Minerva asintió.
-pero asegúrate de que encuentras ha alguien…
-no ere la única que necesita un aprendiz y ayuda…- Minerva rodó los ojos con obviedad.
-ese no aceptará ayuda ni aunque se esté desangrando…
-Minerva! Deberá hacerlo…
-pero yo lo quiero a jornada completa! No es lo mismo! Él no necesitaría…
-Minerva…- la mujer se calló- …te buscaré a alguien. Vamos, vete a descansar…
Y sin más la mujer salió por la puerta, Albus volvió a acariciar la larga barba, solo se le ocurría una persona con los conocimientos e interés suficientes en las dos materias, le parecía algo abusivo. Pero tendría que probar No creo que tenga nada que perder… Pensó. Tomó un pergamino y una pluma y comenzó a escribir.
Hermione acababa de llegar a la casa de sus padres, Harry y Ron habían puesto algo de su parte en llevar las cosas de la joven ya que ella no había estado muy por la labor de hacer la mudanza, todo allí le recordaba a sus padres todo era excesivamente doloroso y además no podría hacer su vida y comenzar de nuevo con los pensamientos claros si tenía aquellos recuerdos constantemente pululando como fantasmas por su cabeza.
-Harry… esto me sigue sin convencer… además sabes que quiero conseguir un trabajo en el callejón Diagón, la verdad no me importa donde…
-Hermione deberías cursar este año, Ron y yo seremos Aurores! Y a ti te encanta Hogwarts! Deberías hacerlo!
-solo quiero vivir tranquila de acuerdo? Tú y Ron… tenéis una vidas perfectas ahora que todo ha terminado, pareja, una meta, sueños… yo no tengo nada! Ahora si siquiera familia Harry! Solo necesito tiempo para poner mi cabeza en su sitio…
-Hermione… no… no digas eso somos tu familia, y lo sabes…- ella sonrió y abrazó al niño que vivió, dos veces.-…prométeme que harás algo bueno para ti, prométeme que lo sabrás en unos días y que te lo pensarás…- Hermione asintió.
-Gracias por ayudarme con las cajas… a los dos- ambos asintieron y tras despedirse, simplemente se desaparecieron a la madriguera.
Ahora a poner todo esto en orden… miró las cajas no de muy buena gana, darle vueltas a la cabeza en realidad no ayudaba mucho a sentirse con ganas de hacer ese tipo de cosas. Comenzó por ordenar su ropa, metiéndola no muy pulcramente en las baldas del armario de su habitación. Había quitado todas y cada una de las fotos que pudiesen recordarle algo, de pronto un fuerte golpe en la ventana de su cuarto hizo que se tropezase con su baúl de Hogwarts y cayese por suerte en la cama, dejando salir un grito escandalizado.
-maldita… que ha…- miró a la ventana para ver una bonita lechuza de ojos color miel muy parecidos a los suyos plumaje gris y blanco de aspecto suave. Se acercó a la ventana dejando de maldecir, posiblemente no sería culpa del pobre animal.
Le abrió la ventana y dejó que el animal entrase dando pequeños saltitos quitándole el pergamino que llevaba en la pata izquierda y buscando una galleta en sus cajones para dársela mientras leía la carta. Se alegró de ver que era de Dumbledore, al parecer ya había salido de San Mungo. Continuó leyendo, al mismo tiempo que podía sentir como su rostro cambiaba de color.
-Oh no… esto no!- sabía que nadie la escuchaba, la pobre lechuza la miraba como a una loca mientras continuaba masticando la galleta.
-tu maldito amo también quiere complicarme la vida?- solo quiero estar tranquila! Gritó en el interior de su mente, solo eso…
Dobló la carta por la mitad y la introdujo en el elegante sobre que Albus siempre utilizaba para las cartas del colegio, quedándose unos segundos mirando al pájaro.
-En el fondo tengo tantas ganas de volver… verdad pequeñín?- el pájaro pareció mirarla cálidamente a los ojos.
En verdad esperaba que todo estuviese mejor, después de tantas noticias al final de la guerra, tantos heridos, tanta gente muerta… pero no podía permitirse volver atrás! Hogwarts le devolvería todo a la cabeza.
Comenzó a pensar en el contenido de la carta, Transformaciones… podría perfectamente con aquello, pero ella quería ser medimaga desde hacía años, y eso realmente no ayudaba.
Y pociones… aquello le convalidaría la asignatura, dándole el título y facilitándole entrar a medimagia, las imágenes de la primera clase de pociones comenzaron a invadir su mente, hasta que un rostro la hizo salir de sus pensamientos y sentarse en la cama dejando de pensar al instante, ni su ánimo, ni su humor, ni su salud, estaban en un estado como para soportar insultos. Se encontraría bien?
Harry no les había dicho todo lo que había podido descubrir en aquellas memorias, pero ella sabía algo más que Ron, espiar… una vida nada fácil… la imagen de un cuello dejando escapar una gran cantidad de sangre hizo que se metiese al baño y se mojase la cara con agua helada. Se destapó el rostro mirándose al espejo con algo de miedo, disipó aquel pensamiento por unos segundos al mirarse con atención. Era una mujer joven, había madurado, pero había perdido mucho peso, su piel siempre había sido pálida, en Inglaterra el sol no hacía mucho acto de presencia… pero las ojeras que jamás había tenido por innumerables noches sin pegar ojo, intentando desviar su mente mediante sus preciados libros, comenzaban a asustarla.
Decidió que iría a Hogwarts esa misma tarde a hablar del tema con Dumbledore, no había ninguna otra forma de poner sus ideas en orden y como ya había hablado con Harry, hacer las cosas bien.
Ordenó unas cuantas prendas más antes de subir el resto de las cajas que pertenecían a sus cosas personales a su cuarto y tras aquello bajó al salón para aparecerse en Hogwarts, pensó directamente en la puerta del despacho del anciano director y simplemente comenzó a sentir un fuerte mareo.
El suelo de piedra golpeó con fuera sus pies, miró hacia el frente encontrándose de bruces con el águila dorada que la subiría hasta el despacho de Albus.
-caramelos?- la piedra comenzó a girar al igual que los ojos de la joven, aquello no cambiaría.
Se quedó parada frente a la enorme puerta de madera hasta que esta se abrió, dio un par de pasos extrañada por no ver a nadie.
-hola?- lo único que me faltaba la puerta se abre sola y no hay nadie?-profesor Dumbledore?
Vio la larga barba blanca asomarse por el pequeño estudios de aquella especie de segundo piso que tenía su despacho.
-oh… Hermione… querida! No te había escuchado entrar que grata sorpresa!
-es un placer ver que está bien señor… vera… recibí…
-mi carta?
-sí…
-y bien?-la miró intrigado por la rapidez con la que había hecho acto de presencia la joven.
La puerta se abrió de pronto detrás de la joven, dejando paso a la anciana subdirectora quien se quedó completamente de piedra al ver a la joven ahí de pie, sin previo aviso la abrazó sin decir nada.
-oh Hermione querida! Que te trae por aquí?
-el director me… lo de… aprendiz y ayudante de…- se estaba volviendo loca sola. ¿Por qué Mcgonagall no sabía nada?
-oh! Si que has sido rápido Albus!
-no yo… yo solo quería hablarlo… la verdad quería buscar un trabajo simple en Hogsmeade pero… no se qué…
-oh no… no pequeña tú vales para más que para buscarte un simple trabajo en ese pueblo!
-la verdad estaba interesada en…- sintió las dos miradas azules clavadas en ella, se puso aun más nerviosa-…transformaciones y…- la ceja de Albus se levantó con sorpresa y eso rara vez pasaba. Y no sería bueno.
-valla… tenía entendido que quería ser medimaga señorita Granger…- ella lo miró nerviosa y asintió.
-así… es…- Albus sonrió.
-entonces sabrá que transformaciones no es una asignatura que le vaya a ser útil… pociones en cambio es obligatoria…- la mirada enrabiada de Mcgonagall se clavó en Albus con reproche, Hermione se fijó en ello. Ahí estaba pasando algo.
-lo sé… pero yo no quería…- se quedó muda por completo, la volvieron a mirar.
-si?
-no… quería… yo…- Albus suavizó su mirada como si le estuviese leyendo la mente, sonrió con mucha suavidad en un gesto dulce y comprensivo.
-… oh… no te preocupes por eso pequeña… no pasará nada- Hermione lo miró asustada ¿Por qué siempre sabe lo que está pasando? –podrás ayudar Minerva con transformaciones si quieres y ayudar y cursar pociones al mismo tiempo si quieres… sé que no querrás dar adivinación, y eso te dejará tiempo para todo…
La cara de Minerva cambió a una más conformista.
-este siempre será tu hogar Hermione, y Hogwarts te abrirá las puertas siempre que lo necesites.
-gracias señor… creo… que haré las maletas y lo pensaré, no tardaré en enviarle la respuesta…
-piénsalo bien querida…
-si señor… buenas tardes.- y sin más se despidió de ambos y volvió a casa, iba a tener que pensar muchísimo en todo aquello, en lo que realmente quería, y sobre todo, en sus capacidades para lo que se le podría venir encima.
Mientras tanto en el despacho de Dumbledore Mcgonagall miró al anciano director con resentimiento.
-sabes tan bien como yo que no va a poder con ello verdad?
-desde cuando dudas de ella Minerva?
-no dudo de ella, pero no lo va a soportar, está cansada psicológica y físicamente tras la guerra… no creo que un buen puñado de insultos y desprecios pro parte de un id…
-Minerva!
-Albus! Ni siquiera tú eres capaz de soportar a ese hombre últimamente! podría solo hacer transformaciones será demasiado, soy como su madre se lo que le conviene!
-sus padres están muertos querida… no olvides que sus propias decisiones las toma ella ahora que es adulta…
-esto no va a salir bien! Cuando la destroce tú te harás responsable de ello!
Sin más salió de allí dando un fuerte golpe a la puerta, Albus se sentó encogiéndose de hombros. Esperaría la respuesta.
