Antes que nada mis más sinceras disculpas a todos los lectores, ya que en realidad debi publicar esta historia que es la precuela de The Last Love Song. Por razones de fuerza mayor no pude hacerlo pero para compesar mi falta aqui les dejo no uno si los dos primeros capitulos de la precuela. Espero que sea de su agrado y me ayuden a mejorar con sus valiosos comentarios XDD


Capítulo 1

Rápido y furioso


Los Ángeles, California.

La luz del amanecer comenzó a asomarse por la ventana del apartamento. Había varias revistas de autos deportivos tiradas en el piso así como, envolturas de hamburguesas, ropa sucia desde una semana y decenas de latas de Budwiser. Nada anormal para la típica vista de un apartamento de un par de post-adolescentes solteros de veinticinco años.

-No cielo. Ya te dije que no hay nada entre Mara Wilson y yo– murmuro entre sueños un chico con un extraño corte de cabello. Estaba tirado en el suelo, abrazando una muñeca inflable de Madona.

Acostado boca arriba sobre la única cama en la habitación. Se encontraba otro joven de cabello oscuro bastante despeinado. Estaba descalzo y tenía puesta una playera de color gris claro. Y usaba como cobija una chaqueta que decía "The Hell Rules" en la parte de atrás. Fue abriendo los ojos poco a poco a la vez que estiro su brazo para tomar un pequeño despertador de la mesa de alado –la seis en punto– volvió a cerrar sus ojos y un instante después los abrió de golpe -¡Seis en punto! ¡Alex despierta, nos quedamos dormidos!–

-No, Cindy. Ya que es excitante hacerlo en el salón de química, pero la última vez casi nos descubren– murmuro su aun dormido compañero de cuarto.

-Lo siento Alex, pero no tengo más remedio que hacer esto– Utonio se disculpó un minuto antes de gritar ¡es navidad y Santa Claus viene en camino!–

Como si le hubiese puesto un desfibrilador en su pecho desnudo, Alex se levantó a toda prisa -¡¿En dónde está? ¡Voy a arrancarle toda su barba asquerosa!–

Adric le arrojo una maleta –Olvídate de papa Noel, tenemos que empacar–

Y como si estuviera evacuando un lugar que estaba a punto de ser azotado por un huracán Adric subía y bajaba del edificio -Maldición, vamos a llegar tarde si no nos apresuramos- dijo mientras metía un par de maletas en la cajuela de un auto deportivo –Sabia que no era una buena idea asistir a la fiesta de Tony–

Alex se encontraba acostado sobre el cofre del auto, -Adric no hagas tanto ruido, siento que mi cabeza va a explotar. Dios, lo que daría por un par de aspirinas– se quejó, sujetando una bolsa con hielo sobre su enorme cabeza. Traía puesta una camisa azul oscuro de cuello de tortuga y usaba gafas protectoras por lo que sus ojos no eran visibles

-Eso es lo que sacas por pasarte con el vodka– Adric reviso su chaqueta de cuero buscando los boletos de avión –Deja de quejarte y enciende el motor de una buena vez, Alex–

Alex levanto un poco su cabeza -¿Qué dices? Tú fuiste el que dijo que si no asistíamos a la fiesta de Stark, nos arrepentiríamos el resto de nuestras vidas– dijo apuntando un dedo acusador hacia Adric.

-Sí, sí, lo que tú digas. ¡Demonios ¿Dónde están los boletos?–

-Tranquilízate, Adric– Alex levanto con su otra mano, los dos boletos de clase económica de American Airlines –los tengo justo aquí ¿ves? Los dejaste caer cuando hiciste esa fabulosa acrobacia con el monopatín–

Adric no recordaba nada de eso. Quizás él también se había pasado un poco con el Whisky escoses de Tony –Como sea, debemos irnos ahora–

Entre quejidos y lamentos Alex bajo del cofre y subió al auto –¿Por qué tanta prisa? aún tenemos dos horas completas antes de marcharnos–

-Si nos apresuramos, quedaremos atrapados en el tráfico– respondió Adric al girar las llaves en el encendido, haciendo que el motor comenzara a ronronear como un tigre –no tenemos tiempo que perder así que tomaremos la interestatal–

-Al menos pasa por una farmacia ¿quieres?– le pidió Alex.

Su plan para evitar el tráfico se vio frustrado por un accidente. Al parecer alguien tenía tanta prisa que no vio la caseta de peaje y acabó estrellándose contra esta, matándose él y el desafortunado cobrador. El tiempo avanzaba a diferencia de la larga cola de automóviles de más de un kilómetro, haciendo que Adric comenzara a impacientarse –A este paso no llegaremos a tiempo al aeropuerto–

Alex parecía traerse algo entre manos -Bueno. ¿Qué tal si tomamos un atajo?– le sugirió señalando una desviación a la derecha.

-¡Oh no, ese es un camino cerrado, además, estaría rompiendo el límite de velocidad si hago eso, Alex– dijo negándose a la solicitud de su acompañante. Si las leyes existían había que obedecerlas al pie de la letra.

-Pero… ¿Qué no haces lo mismo todos los viernes por la noche? No veo cual sea la diferencia–

-Um. No lo sé. Tal vez ese helicóptero del noticiero o esos hombres vestidos de azul y por si no lo has notado, estamos en la hora pico del tráfico– Adric no parecía estar muy convencido, por dos razones, la primera es que su amigo y compañero de estudios, Alex Membrana tenía un pésimo sentido de orientación, y la otra era el oficial de tránsito que les daba instrucciones a los conductores. Vio en su reloj que faltaban veinte minutos para las 8, hora en la cual despegaría su vuelo hacia Tokio. Luego de pensarlo un poco Adric puso la reversa, -Sujétate fuerte,- le dijo Adric, quien luego acelero el Mustang de color amarrillo a todo lo que este daba.

Alex vio a través del retrovisor, a la patrulla que ahora los estaba persiguiendo –parece que tenemos compañía. ¿Qué hacemos Adric? ¿Nos detenemos?– pregunto en broma.

-Ni loco–

Tomando la palanca de velocidades con su mano derecha, Adric piso el embrague y cambio a la cuarta. Volvió a repetir la operación llegando a la última velocidad. Alex se sujetó de su asiento con ambas manos. La policía de caminos los seguía como un sabueso de caza, no solo por tierra, también por aire. –Si nos atrapan y perdemos ese vuelo podemos irnos despidiendo de nuestra aun no comenzada carrera como científicos– murmuro Alex

Adric gruño -¡No necesitas decírmelo!– piso el freno e hizo un temerario giro de casi 180 grados, que dejo claro algo. No era la primera vez que hacia esa clase de cosas –espero que hayas llenado el tanque auxiliar de Speedy–

Alex tosió un poco –Eso era lo que pretendía pero… me gaste hasta el último centavo en comprarle un regalo a Madison– confeso con un ligero rubor en sus mejillas

Adric suspiro –Déjame adivinar, fueron esos pendientes que vimos en el centro comercial ¿no?–

-Sí, pero, fue por el bien de nuestra relación– Alex respondió orgulloso de sí mismo.

Luego de ver el indicador del combustible, Adric vio de reojo a su mejor amigo –Al menos espero que nos visite cuando estemos en la cárcel–

La sonrisa de Alex se ensancho debajo del cuello de su camisa –Dije que use todo mi dinero en esos pendientes, pero nunca dije que no llene el tanque auxiliar–

-Si no lo llenaste con gasolina primium. Entonces ¿con que?–

Alex reclino un poco su asiento de cuero legítimo, poniendo ambas manos detrás de su cabeza –Con la misma cosa que nos hizo ganar nuestra beca en la feria de ciencias de este año–

Adric Utonio sintió que todo su cuerpo había comenzado a sudar, como si estuviera en un sauna –¿Enserio pusiste eso en Speedy? ¡Por lo todos los elementos de la tabla periódica, dime que no lo hiciste!–

Alex asintió –Desde luego, ¿no es genial?–

-¡Idiota! ¡El R-42 es un súper combustible de cazas!– Adric rugió -¡convertiste nuestro auto en una bomba sobre ruedas!–

-Oh, vamos Adric– Alex intento calmar la ira de su amigo –tú fuiste el que dijo que eso haría a Speedy dejar en vergüenza a un Lamborgini, y por si no lo has notado la velocidad es algo de lo que no podemos prescindir en estos momentos. Además diluí un poco el octanaje por precaución–

La mano de Adric se movió hasta la palanca de velocidades. Abrió la pequeña esfera con una bailarina hawaiana en el centro, poniendo al descubierto un botón con forma de cráneo que activaba el turbo –Más te vale esto funcione, o vamos a volar hasta Saturno y no creo que sea en una sola pieza–

-Oye, sabes que eso es técnicamente imposible ¿verdad?–

-¡Cierra la boca y cuenta hasta tres!– ordeno Adric, sentía como sus niveles de adrenalina se incrementaban al máximo. Hombre, él amaba eso.

-Está bien… ¡Tres!–

Implorándole al cielo que rematara a su amigo con un rayo si su idea no funcionaba. Adric presiono el botón con forma de cráneo. Inmediatamente el R-42 comenzó su viaje a través de la manguera de plástico, e impulsado por la bomba de inyección del motor, en una fracción de segundo llego hasta los pistones. Dando como resultado una increíble aceleración a más de mil kilómetros por hora. De no ser porque Adric había reforzado los soportes de los asientos la semana pasada, el y Alex hubiesen terminado como dos manchas en la ventana trasera de Speedy.

Ambos veinteañeros, sintieron la enorme presión sobre sus esqueletos, cuando Speedy alcanzo la velocidad de Match 1. El chasis comenzó a agitarse como gelatina, parecía que iba a desbaratarse en cualquier momento, y tal vez así seria. Pronto perdieron de vista a la patrulla y al helicóptero que los perseguía.

Básicamente, el R-42 fue algo que Alex creo accidentalmente después de haber sobrepasado su límite de alcohol, en un intento de obtener el valor suficiente para declararle su amor a Cindy Madison. Esa noche Alex membrana literalmente se embriago hasta la medula. Por suerte Adric decidió guardar la muestra para analizarla en otro momento, aunque la verdad sus planes eran otros. Otros que se traducían en una pequeña venganza contra el brabucón que había estado abusando de él, y todos los nerds ese año. Biff Tanen. Pero, en lugar de eso decidieron usarlo para algo más provechoso que vengarse de un patán que seguramente terminaría reprobando y convirtiéndose en el nuevo conserje de su escuela. El R-42 no era más que simples hidro-clorhídricos, combinados con algo de metano y unos cuantos gramos de uranio. Sin duda era una mescla muy inestable al principio, pero, Adric resolvió el problema agregándole cristales de nitrógeno para estabilizarlo. Su revolucionario coctel había fascinado a todos sus profesores en la feria de ciencias de su colegio y captado la atención de un invitado del extranjero. Tal fue su interés que le ofreció a ambos una beca completa en la más prestigiosa universidad de Japón. Sin embargo aún tenían que tomar ese vuelo y para ello necesitaban llegar con vida al aeropuerto.

-P-Pisa los f-frenos– tartamudeo Alex.

-¡No necesito que me lo digas!– grito Adric al borde de la histeria.


Siguiente cap: Primer amor