A rainy day

1.-Lagrimas.

Cierto británico caminaba rápidamente por los pasillos de aquel edificio. Estaba tan molesto que arrojaba todos los objetos que se interponían en su camino. No podía soportar la humillación de la que había sido objeto. ¿Es que acaso nadie podía respetarlo? Pero claro, que se les podía pedir a todos esos países incivilizados y que no estaban a su altura.

Bloody Hell!

Y lo peor de todo es que había lastimado a Alfred, lo había insultado, le reclamó por haberse independizado de él. Arthur abrió la primera puerta que encontró y entró en ella. Afortunadamente daba a una pequeña sala, donde las demás naciones solían descansar o pasar el rato cuando las reuniones terminaban. El rubio cerró la puerta tras de sí, apoyándose sobre ella. En ese instante, todas sus fuerzas se desvanecieron, cayendo lentamente hasta quedar sentado en el suelo. Se sentía tan mal, tan frustrado...

No podía calmar todo el dolor que sentía… Abrazó sus piernas con sus brazos, hundiendo su rostro entre ellas. Sin poderlo evitar las lágrimas comenzaron a escapar de sus ojos, mientras que sus labios emitían pequeños sollozos. Todavía recordaba aquel día lluvioso en que Alfred le había gritado que ya no sería más su hermano. Que se independizaba de él… No podía creer que lo abandonara de esa forma. Otra vez se había quedado solo. Pero lo que más le dolía es que había soñado con estar junto a él por siempre, formar la familia que siempre había querido.

Sin embargo, él también le había abandonado igual que los demás. Entendía que quisiera más libertad. En su momento sintió los mismos deseos de ser independiente y ser un gran país; pero no podía evitar sentir todo ese dolor por su pérdida... Si bien los dos todavía se veían, ya no era la misma relación de antes. Ahora no dejaba de llamarlo viejo, de decirle que era un amargado, que cocinaba mal y que sus hadas no existían. Extrañaba esos días en que le decía que era el mejor y le dedicaba esa sonrisa tan tierna que solía tener.

¿Por qué? ―exclamó tratando de contener los sollozos― ¿Por qué las cosas terminaron así? Yo te di todo lo mejor… Aun así, ¿por qué me abandonaste?...

En su corazón aún tenía grabado el recuerdo de aquel hermano que había perdido…

¿Por qué me dejaste solo?... Lo odio… odio estar solo…

Siempre lo había estado, ni sus hermanos, ni Alfred, ni el idiota de Francia, ni sus demás colonias, ni nadie más había logrado llenar ese vacío…

Arthur… ―dijo una voz.

El ojiverde levanto la cabeza y vio al dueño de la voz arrodillado frente a él. Mientras unos ojos rojos se clavaban en los suyos.

¿Qué demonios quieres, Gilbert? ―respondió Arthur tratando de ponerse de pie, pero el prusiano se lo impidió colocando sus abrazos a ambos lados de él, aprisionándolo y acercando su rostro al suyo― ¿Acaso quieres burlarte de mí? Déjame en paz. No tengo ganas de escuchar tus tonterías —le gritó el inglés enojado para que se largara de una maldita vez y no tener que soportarlo.

No me importa que me quieras escuchar o no ―contestó Gilbert con voz seria.

El ojiesmeralda no pudo responder nada, era la primera vez que lo veía de esa forma. El prusiano nunca solía ser tan serio, lo único que pudo hacer fue observarlo atentamente en silencio

Estoy harto de ver como sufres por ese estúpido de Alfred. No soporto observar cómo te compadeces de ti mismo, y dices que todos te han abandonado… ¿Es que acaso no lo entiendes? No puedes pretender que ellos estén junto a ti por siempre. Algún día tendrán que irse de tu lado pero eso no significa que dejen de quererte. Estoy seguro de que ese idiota no ha olvidado el cariño que te tenía y que muy a su estilo te demuestra que le importas. Tienes personas que se preocupan por ti aunque no te des cuenta…

Tu no lo entiendes… ―dijo Inglaterra poniendo las manos sobre su pecho, en un inútil intento de alejarlo― No entiendes lo que es estar completamente solo, nunca entenderías lo que siento, lo que es perder a tantas personas…

¿Acaso crees que no lo entiendo? Yo fui... deje de ser una nación… Perdí mi nombre, a mis ciudadanos y todo lo que tenía, me convertí en solo una parte de otro país. Me quede completamente solo… Sin embargo, hubo personas que se preocuparon por mí. Tú fuiste una de ellas. Siempre te opusiste a que me disolvieran como país, trataste de impedirlo, aunque tus superiores no te dejaron…

El rubio se sonrojo completamente. Siempre se había opuesto, incluso se había pelado con sus superiores, tratando de evitarlo. Porque no quería perderlo. Porque a pesar de que Gilbert era un idiota y a veces lo sacaba de quicio. Tal vez era la persona que mejor lo podía entender. Porque desde la primera vez que habían hecho una alianza juntos, había sentido que era la única persona con la que podía ser como realmente era. Porque aunque no lo quisiera aceptar, lo amaba más de lo que podía admitir…

Ich liebe dich*, Arthur ―confesó Prussia aproximándose lentamente hasta que sus labios quedaron a pocos milímetros.

Inglaterra quería alejarlo, pero sus brazos no se movían. Ladeó su cabeza tratando de ocultar su rostro. El albino sujetó su barbilla con una mano y unió sus bocas, haciendo que sus labios se rozaran suavemente. El inglés solo pudo abrir sus labios, permitiendo que el prusiano profundizara más el ósculo. El beso era tierno, con una delicadeza que hacia estremecer el corazón del británico. Su mente se desconectó de la realidad y solo podía disfrutar de ese momento. Sintiendo como el otro lo envolvía entre sus brazos, rodeándolo de una forma posesiva, para que nunca pudiera escapar. Se separaron luego de unos instantes, que parecieron siglos. El de ojos color esmeralda solo se quedó en silencio, tratando de comprender lo que había pasado.

Nunca te dejare solo ―habló Gilbert mientras secaba las lágrimas que quedaban en sus ojos.

Arthur no podía articular palabra. Deseaba escapar, huir de ahí. No quería hacerse ilusiones, tal vez solo era una broma. Tal vez solo se estaba burlando de él. No quería terminar siendo herido otra vez…

No… ¡No pienso dejar que te burles de mí! ―gritó apartándolo de si, levantándose rápidamente del suelo e intentando abrir la puerta― Si eso es lo que quieres busca a alguien más…

¡¿Qué demonios…?! ¿Qué te sucede Arthur? Yo no… ―exclamó sorprendido, tomándolo del abrazo y acercándolo hacia sí― No es lo que piensas.

¡Déjame en paz! ―dijo abofeteándolo en la cara.

El albino soltó su brazo y llevó su mano a la mejilla, donde había recibido el golpe. Miró sorprendido al británico, sin decir nada.

Lo sabía ―murmuró el inglés mientras se daba la vuelta y salía de la habitación.

Espera…―gritó Gilbert mientras corría tras de él.

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Arthur corría por las calles de Londres, sin importarle la lluvia que caía en ese instante y que lo mojaba completamente. Solo quería ir a algún lugar tranquilo, donde pudiera estar solo y pensar un poco. No podía creer todo lo que había pasado…

Luego de mucho caminar llegó a un hermoso parque, lleno de árboles. Los cuales se mecían con tranquilidad, rodeados de la fina lluvia que caía. El ojiverde se recostó debajo de uno de ellos, sin importarle la lluvia que lo cubría completamente y que parecía confundirse con las lágrimas que salían de sus ojos. Cerró sus ojos lentamente. No entendía nada… Prussia lo había besado, le había dicho que lo amaba y el solo había podido huir. Tenía tanto miedo de ser lastimado, no quería perderlo también…

Sí que es difícil encontrarte… ―dijo una voz muy familiar― Pero alguien tan awesome como yo no se rinde tan fácilmente.

El inglés abrió sus ojos sorprendido y observó al prusiano que se encontraba parado frente a él, mojado completamente por la lluvia. Quiso huir, pero Gilbert se lo impidió arrinconándolo frente al árbol. Tomándolo de la cintura y acercándolo hacia sí.

Esta vez no escaparas… ―agregó con una sonrisa, mientras Arthur forcejeaba entre sus brazos. Con un rápido movimiento, unió sus labios, besándolo de una manera posesiva. Como si no lo quisiera dejar ir jamás― Du bist mein, meine Liebe * ―susurró en su oído cuando separaron por falta de aire― Nunca más te dejare ir, siempre estaré contigo. No es ninguna mentira, ni una broma.

Idiot… ―murmuró el inglés hundiendo su rostro en su pecho― Odio que me hagas sentir de esta forma…

Gilbert rio fuertemente, mientras acariciaba sus cabellos.

I love you, Gilbert ―dijo Arthur en voz muy baja hundiéndose aún más entre sus brazos para que el otro no lo escuchara, mientras una sonrisa se formaba en sus labios.

Nunca más estaría solo.

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Hola! =D

Es el primer PrussiaXInglaterra que escribo; adoro a esa pareja.

Espero que no me haya quedado muy occ y no sea demasiado cursi.

Si les gusto déjenme un review, así podre continuar la historia, tal vez solo sean tres capítulos más.

Cualquier duda, comentario, sugerencia, queja o petición es bienvenida.

Bye

Traducciones:

*Ich liebe dich=Te amo

*Du bist mein, meine Liebe= Eres mío, mi amor