Disclaimer:Detective Conan es propiedad de Gōshō Aoyama y Tokyo Movie Shinsha, no hago esto con fines lucrativos.


«Voy a buscar un gran quizás.» –Gabriel García Márquez.


Inconvenientes en un día de celebración - Parte I

—Haibara, por favor —dijo Conan mirando suplicante a la chica de cabello castaño rojizo.

Su orgullo comúnmente le prohibía hacer esta clase de escenas pero necesitaba con urgencia la ayuda de la ahora encogida, Shiho Miyano.

—No —respondió Ai sin titubear.

Y es que cuando se trataba de los antídotos del APTX 4869 la joven era muy reservada. Sabía al igual que Conan que la resistencia del chico a las píldoras estaba aumentado, lo que hacía que el retorno a su cuerpo normal durara menos tiempo.

—Haibara —reiteró el pequeño de lentes que no tenía intenciones de desistir tan fácilmente—, lo necesito de verdad.

—¿Para qué? —preguntó mirándolo de soslayo. Ya sabía cuáles eran los propósitos del joven detrás de "Kogoro el durmiente" pero quería ver si tenía el valor de admitirlo.

—Este… —carraspeó un par de veces—, necesitoiraveraRanasucelebración —ametralló con sus palabras a la chica mientras su rostro se ruborizaba tenuemente.

Ai Haibara sonrió triunfante. Si bien es cierto que sentía cierta atracción por el chico que tenía a su lado en el living de la casa del profesor Agasa, debía admitir que aquella parte sensible que poseía se enternecía cuando Kudo dejaba entrever sus sentimientos hacía la hija de Kogoro Mouri, sobretodo tomando en cuenta que rara vez los demostraba tan abiertamente.

—No, definitivamente no —respondió tajantemente mientras se ponía de pie—. Debería llamar a Ayumi para preguntarle dónde viene.

La joven fue a su habitación dejando a Conan con sus preocupaciones solo. La Liga Juvenil de Detectives junto con el profesor Agasa habían ido al mercado a comprar los ingredientes que pidió Haibara para preparar el almuerzo pero estaban demorando más de la cuenta.

Conan suspiró pesado. Las cosas no estaban saliendo como quería. Llegó a cuestionarse el por qué ilusamente había considerado que Ai lo ayudaría siendo que siempre solía mostrarse tan reacia al uso del antídoto de la droga que le dieron Los Hombres de Negro pero esperaba que su justificación bastara, ¿es que acaso la joven no entendía que Ran quería a Shinichi en un día tan especial?

La joven de cabello castaño hasta la cintura había ganado el primer lugar en la competencia provincial de karate, lo que para ella no significaba menos, por lo que deseaba reunir a todos sus seres queridos para celebrar. Por esta razón es que tres días atrás le había enviado un mensaje de texto a Shinichi contándole el suceso y que esperaba que pudiera hacerse de tiempo y asistir, aunque claro, que entendería si debía ausentarse.

¡Demonios! Que lo que quería la joven era a Shinichi, aquel que le había declarado su amor en Londres, no a un pequeñajo de cuatro ojos que parece que siempre anda metiendo la nariz donde no lo llaman.

—¡Maldición! —chilló revolviéndose el cabello con las manos. La situación lo desesperaba, sabía que aquel "si no puedes asistir, está bien, no importa" era falso porque claro que le importaría si no asistía.

—Eh, Kudo, tenemos un problema —dijo Haibara apareciendo en el campo visual del chico con el teléfono móvil en la mano.

—¿Eh?, ¿qué pasó? —preguntó levantándose del sofá.

—El coche del profesor Agasa ha dado problemas otra vez así que quieren que vayamos para allá para ayudar a traer las cosas porque la grúa se llevará al coche al mecánico.

Conan se limitó a rodar los ojos. A esta altura sinceramente no debería sorprenderle que el escarabajo del profesor diera problemas. Al menos el mercado no se encontraba tan lejos.

No anduvieron más de veinte minutos cuando encontraron a los chicos y el profesor Agasa junto al coche que estaba a punto de ser remolcado.

—Conan-kun, Ai-chan —dijo Ayumi en cuanto los vio, alzando la mano en señal de saludo.

—¡Tardaron demasiado! —gruñó Genta, quien sentía su estómago rugir— Apurémonos, que tengo hambre.

—Genta… —dijo Conan esbozando una sonrisa incomoda. No era novedad que el grandulón de Genta tuviera hambre después de todo.

—Bueno, chicos, pueden irse. Yo acompañaré al señor de la grúa hasta el mecánico y luego iré a casa, ¿sí? —dijo el profesor Agasa, rascándose la nuca.

—¡Sí! —dijeron todos al unísono.

Tomaron los paquetes que se encontraban en el suelo a un lado del vehículo. Eran siete bolsas, por lo que Ayumi, Ai y Mitsuhiko tomaron una cada uno mientras que Genta con Conan cargaron dos cada uno y emprendieron el viaje de regreso a casa.

—¿Por qué Mitsuhiko lleva una bolsa y nosotros dos? —preguntó Genta mirando sus manos y las de su joven amigo.

—He tomado la más pesada —dijo el joven, como siempre con un toque algo diplomático para su edad.

Genta arrugó la nariz pero no comentó nada más.

—Oh… —dijo de pronto Ayumi—, ¿ese no es el gato de la vecina que vive frente al profesor Agasa?

Todos quedaron viendo al gato que iba caminando por el borde superior de las panderetas de cemento. Dio un salto justo delante de los pies de Mitsuhiko como si fuera a escoltarlos hasta la casa, pero eso no fue lo que llamó la atención de la Liga Juvenil de Detectives, sino que más bien sus patas que iban dejando huellas rojas cada vez que pisaba.

—¿Qué será? —preguntó Mitsuhiko agachándose a tocar una de las huellas que había dejado el minino justo frente a sus pies. Hundió el índice en la sustancia roja, alzó el dedo examinando la muestra a la luz—, ¡ES SANGRE! —gritó limpiándose el dedo en el asfalto del suelo que se encontraba libre del líquido rojo.

Todos se alarmaron y miraron hacía la pandereta por la que hacía poco había pasado el gato. Antes de que los chicos pudieran pensar en qué hacer, Conan salió corriendo en dirección contraria a la casa del profesor Agasa, intentando recrear el camino que había recorrido el minino.

—¡Eh, Conan! —escuchó que grito tras de él Genta, pero no se detuvo.

A pesar de que no alcanzaba a ver el borde de las panderetas, podía hacerse una idea de por dónde había pasado el felino, ya que conocía a Riku, el gato, desde que su actual dueña lo adoptó.

Debe haber corrido unas tres cuadras cuando se detuvo cansado, por lo que puso sus manos sobre las rodillas ligeramente flexionadas e intentó recuperar el aliento. No mucho después llegaron sus amigos imitando su acción.

—¡Eh, Conan, ¿por qué siempre quieres llevarte el crédito?! —dijo Genta molesto para luego tomar grandes bocanadas de aire. Aquella corta maratón lo había cansado.

—Ven y ayúdame —dijo Conan autoritariamente señalándole que se pusiera junto a la pandereta.

—¿Eh? —preguntó Genta pestañeando varias veces.

En un principio Genta se mostró reacio pero finalmente terminó cediendo, después de todo Conan daba la impresión de siempre saber lo que hacía, dejando la menor cantidad de cabos sueltos. Apenas estuvo delante de la pared Conan subió a sus hombros de pie para poder mirar la parte superior de la pandereta, pero no fue lo suficientemente alto como para poder apreciar algo.

—¿Qué querías hacer? —preguntó Genta sobándose los hombros cuando el niño de lentes se bajó. Conan no era nada liviano.

—Ver si aquí empiezan las huellas —dijo poniendo la mano sobre su mentón buscando una solución—. Mitsuhiko, ¿crees que puedas mirar tú?

—Sí —respondió el chico, indicándole a Genta que se pusiera nuevamente en el mismo lugar.

Genta resopló algo molesto. Todos lo utilizaban y rara vez tomaban en cuenta su opinión respecto a las cosas, lo cual lo molestaba profundamente.

—Vale, pero que sea rápido —dijo el niño de corta cabellera poniéndose otra vez frente a la pandereta.

Rápidamente Mitsuhiko se subió y hecho un vistazo. Antes de que Genta pudiera siquiera pensar en protestar el chico se encontraba abajo.

—Comienza aquí —dijo Mitsuhiko moviendo la cabeza afirmativamente.

Conan se apartó algunos centímetros del grupo para poder analizar la situación. Primero debían ver si se encontraba alguien el lugar; perfectamente Riku puedo haber matado a un pájaro o peleado con otro gato y por eso tenía las patas manchadas. No podían precipitarse y asumir que se trataba de alguna situación que involucrara a terceros.

Los pensamientos de Conan se dispersaron al escuchar sonar el timbre de una casa. Miró a sus amigos, percatándose de que presionaban el timbre de la casa sospechosa una y otra vez mientras esperaban que apareciera alguien en la puerta.

—¿Qué están haciendo? —inquieré molesto acercándose al grupo.

—Les dije que no pero ya sabes como son —dice Ai cruzada de brazos mostrando indiferencia.

—¿Hay alguien adentro? —gritó Genta a todo pulmón.

—¡Abran, por favor! —gritó Ayumi ocupando sus manos para proyectar el sonido de su voz.

Pasaron los minutos y nada sucedió. A pesar de toda la bulla que metía afuera la Liga de la Justicia nadie apareció en la puerta, lo que comenzó a inquietar a Edogawa.

—Debemos entrar —dijo Conan con determinación al cabo de unos segundos de meditación.

El resto de sus compañeros asintió.

Intentaron todas las maneras posibles de entrar: saltar la reja que era menos alta que la pandereta, buscar la existencia de alguna llave de emergencia, Genta y Mitsuhiko intentaron tumbar el portón pero nada resultó hasta que Haibara se acercó a mirarlo.

—Tadán —dijo abriendo el portón, se encontraba sin llave y el resto no se había percatado.

Conan sólo pudo reír con su característico "jejeje" que emanaba de su garganta en los momentos embarazosos.

Se introdujeron al interior de la vivienda. Una casa de estilo oriental se mostró ante sus ojos. Rodearon la entrada, llegando a la parte trasera de la casa, donde había una puerta de corredera abierta de par en par.

La curiosidad de los chicos se avivó aún más, por lo que rápidamente se acercaron a husmear en la propiedad. Por más que gritaron llamando al dueño del lugar, nadie apareció, así que aprovecharon la oportunidad para revisar las habitaciones una a una.


La habitación que revisó Ayumi Yoshida era el cuarto de un niño, tenía la muralla plagada de posters de Kamen Yaiba y una numerosa colección de autos. Salvo el que la cama estuviera deshecha no había nada extraño en el lugar.

No hay nada aquí pensó abandonando el cuarto.


Mitsuhiko Tsubaraya por su parte revisó lo que parecía ser el cuarto matrimonial. Miró detenidamente las fotos que se encontraban sobre los muebles de noche que se encontraban a cada lado de la cama. La familia parecía estar compuesta por cuatro integrantes: una pareja sobre sus cuarenta, una niña que debía ser poco menor que Ran y un niño menor que él. Luego de mirar debajo de la cama y no notar nada inusual abandonó el cuarto.

—Está todo en orden —murmuró para sí tras cerrar la puerta.


Ai Haibara se encargó de revisar el cuarto de la adolescente del hogar. La habitación tenía posters pegados de Yoko Okino y Risa Purple, una idol que recientemente había alcanzado popularidad. Recorrió cada rincón de la habitación pero no encontró nada fuera de lo normal. Incluso, el cuarto estaba demasiado ordenado y había olor a encierro, como si durante mucho tiempo nadie utilizara el cuarto.

Si la chica no ha utilizado este cuarto, no debe estar viviendo en casa fue la conclusión que obtuvo.

Cerró la puerta con cuidado como si quisiera evitar que alguien supiera de su intromisión.

—Kudo… —musitó al chocar la espalda con el chico.

Ambos estaban cerrando las puertas de las habitaciones que habían revisado.

—¿Encontraste algo? —le preguntó el chico de cabello castaño oscuro.

—No. ¿Tú?

—Nada.

—Qué…

El grito ensordecedor de Genta la interrumpe. Ambos niños cruzan una cómplice mirada y salen corriendo sin más. Recorren rápidamente el pasillo, pasando por el living para adentrarse en la cocina, donde Kojima se encuentra temblando frente al refrigerador.

—¿Qué pasó, Genta? —dice Conan acercándose lentamente al chico.

Gente boquea intentando formar una frase pero no consigue hilar palabra, sólo señala al interior del refrigerador donde un líquido rojo se encuentra derramado en uno de los compartimientos.

Todos se detienen para observar la escalofriante imagen. Ninguno es capaz de moverse. Dicen que el que busca, encuentra y ellos habían encontrado algo que en cierto modo no esperaban... al menos no ahí.


Notas de autor

Si has llegado hasta aquí, no me queda más que agradecerte.

La historia contará con dos partes, ésta y la próxima que resolverá el misterio y de paso nos mostrará qué hará Shinichi para poder presentarse delante de Ran, porque después de todo no quiere decepcionar a la chica.

~Abby