Nuestra primera historia juntas! Esperamos que les guste (mucho) y dejen (MUCHOS) rr, para criticar, alabar o lo que quieran!
Lirrín: Eso, muchos rr. Aunque sea para decir Hola o Chau.
Aimee: Lirín, dejalos leer! Disculpen a la hada loca, por favor. Gomenasai!
LA PRINCESA Y EL LICÁNTROPO
BY Aimee, Niriel y Eliz
x—x—x—x—x—x
CAPÍTULO 1
Transformaciones no era una de las materias particularmente agradables para Narcissa Black, pero la sobrellevaba bastante bien recostada sobre el hombre de Thomas Bradbury. Su pluma negra estaba impecable sobre su cuaderno, puesto que ella sólo los había tocado para dejarlos allí.
En ese momento de sueño diurno, Narcissa lo ignoraba, pero la profesora McGonagall le tenía bastante ojeriza a la rubia princesa de Slytherin; y nadie podría recriminárselo, no es nada agradable dar clases a un grupo de desagradecidos dominados por la durmiente Narcissa. McGonagall iba a asegurarse de que esa chica no pudiera conciliar el sueño en su clase nunca más, y ése era el momento adecuado para hacerlo.
-Señorita Black, puesto que, por lo visto, se perdió en la mitad de la clase, siéntese con Lupin. Seguramente, podrá ayudarla.- se interrumpió la profesora con un deje de sorna en su voz. Una cabecita castaña se sobresaltó en la última fila de pupitres, y sólo atinó a asentir quedamente. Narcissa miró a la mujer frente a la clase sin comprender lo que había dicho en lo absoluto, y el ronquido que pegó en ese preciso instante Thomas no fue de gran ayuda.-Señorita Black, estoy aguardando…-
-Bueno… "Aguarde" sentada, porque no sé que es lo está esperando profesora…- sonrió Narcissa con inocencia ofensiva para el ego de su profesora.
-Levántese en este preciso instante y ocupe el lugar del señor Black.- dijo la mujer con bronca contenida.
-Quiere que se siente encima mío!- saltó el chico sentado junto a la cabecita castaña. La profesora estaba al borde de un ataque asesino que culminaría con la muerte de sus alumnos, pero afortunadamente se contuvo y esbozó una sonrisa gélida.
-Cambien de lugares. Como tarden, resto 50 puntos a cada Casa.- Los jóvenes, al oír aquello, se apresuraron a intercambiar de lugar, y segundos después, McGonagall sonreía victoriosa dictando los apuntes sobre los animagos.
Narcissa suspiró fastidiada, y cuando iba a depositar su cabeza sobre sus delgados brazos, un golpe en su costado atrajo su mirada hacia el chico junto a ella. Remus Lupin la miraba con reproche, impidiendo que retornara a su sueño.
-Lupercalia, prestá atención vos. A mí no me obligues a hacerlo…- masculló enojada.
-Black, no voy a dejarte dormir sentada al lado mío.- aseguró Remus, conteniendo una sonrisa divertida al ver la expresión de incredulidad que apareció en el rostro de la joven.- Por lo visto no te prohíben muchas cosas…-
-Nadie me prohíbe nada.- corrigió Narcissa, las ganas de ahorcar al chico la podían. Pero algo pasó, de repente estaba perdida en la inmensidad áurea de los ojos que la miraban, imaginando deseo o adoración en ellos. Las voces llegaban a ella distorsionadas, apenas si las reconocía, y algo no muy distinto sucedía con Remus; él deslizó su mirada dorada por el cabello de la chica, por sus ojos de hielo, por sus labios rojos, sorprendido de notar, tras tantos años de convivencia, lo que la hacía tan irresistible ante los hombres.
-Puedo prohibirte lo que quiera…Pero McGonagall acaba de decir que así como estamos sentados nos vamos a quedar.- sonrió Remus. La rubia suspiró resignada ante la expresión de triunfo en los ojos del encantador joven.
-Y no me vas a dejar dormir?- inquirió, guardando cierta esperanza en esa pregunta, que se fue por la borda cuando Remus negó sonriente con la cabeza. Pero debía obligarse a mantener la compostura si debía compartir con ese chico el resto del año escolar, por lo que tomó su pluma y comenzó a tomar apuntes, aunque al finalizar la clase, a cualquiera que tomara su cuaderno le quedarían claras las 100 razones por las que Remus Lupin era un insufrible y las 50 razones por las que ella pensaba que Lúthien Mitterrand y Thomas Bradbury podrían terminar resultando una excelente pareja.
En el almuerzo, Narcissa procuró sentarse cerca de Lúthien para plantearle lo que pensaba de Thomas y ella, pero la chica se le adelantó y la instigó con preguntas capciosas sobre Remus Lupin. Calico Lestrange y Chastity Dolohov no ayudaron para nada, y también se interesaron en el asunto.
-Cissa, estuviste toda la clase con él. Y está bien que es un gryffindor y amigo del hueco de tu primo y de las vírgenes de Gryffindor, pero es muy lindo. Y no te creo que estuviste sólo tomando apuntes.- detalló Lúthien, mirando a su amiga con fijeza, tratando de saber lo que la rubia pensaba sobre ese chico.
-Lúthien, ya te conté lo que pasó: iba a dormirme pero no me dejó. Es un insufrible, y espero que McGonagall cambie de idea con respecto a los grupos, porque no voy a poder soportarlo…- suspiró Narcissa dramáticamente, enrollando un mechón de su cabello entre sus dedos, ignorando las miradas lascivas sobre ella.
-Naru, es re lindo. Si fuera vos…- sonrió Calico soñadora, ganándose una mirada asesina de Narcissa.
-Pero no lo sos. Si te gusta ése, te lo doy con moño y todo.
-Cissa, miralo. Miralo atentamente por cinco segundos, y después decime si es lindo o no.- pidió Lúthien, girando con sus manos la rubia cabeza de su amiga hacia la mesa de Gryffindor. Narcissa observó al joven de cabellos castaños reír ante algo que habían dicho sus amigos, dejar un mechón de cabello tras su oreja y tomar entre sus manos un vaso de jugo de calabaza. Era realmente atractivo, pero no pensaba decirlo frente a ellas. Hasta que Remus volteó a verla directamente a los ojos y sus miradas se encontraron, y Narcissa sintió que un escalofrío helado le recorría la espina dorsal. Remus clavó sus ojos de oro en la joven por largos instantes y luego le dedicó una sonrisa entre triunfante y burlona y le guiñó un ojo con descaro…Pero Narcissa no pudo siquiera ofenderse, porque hasta haciendo eso le parecía atractivo.- Y? Te sigue pareciendo feo?-
-No, me sigue pareciendo un tarado.- sentenció Narcissa con frialdad, notando la expresión de suficiencia que había el rostro de la persona que estaba dispuesta a odiar desde ese instante.- Y vos, Luthinita? Vas a aceptar que vos y Tom hacen una hermosa pareja?-
-Narcissa! Eso nunca va a pasar! No delires!- se alteró la chica.
-Lúthien, no te alteres!- exclamó Chastity, sonriendo divertida.
-Él y yo no somos nada, chicas. No podemos llevarnos bien, lo intentamos una vez y casi nos matamos.- aseguró Lúthien, dedicándose a comer lo que restaba de su plato. Ninguna de las cuatro notó a un muchacho de cabello negro sentado a escasa distancia de ellas que prestaba singular atención a esa conversación, al punto de hacer callar a sus amigos para poder oírlas.
-Listo, ya pueden seguir. Qué decían?- avisó Thomas, volviendo a prestar atención a su comida. Severus Snape y Evan Rosier lo miraron dudosos unos instantes.
-Tratábamos de deducir cual de las cuatro te gusta. Aunque Calico queda descartada, es una hueca. Y con Lúthien siempre discuten…- explicó Evan, riendo quedamente.
-Narcissa es la opción más acertada. Hoy estaban muy acaramelados en Transformaciones.-agregó Severus, mirando alternadamente a Thomas y a la joven.
-Y se molestó bastante cuando la cambiaron de lugar.- añadió Evan, pero tras pensarlo un segundo, agregó:- Bueno, a mí también me molestaría sentarme con Black S., aunque antes hubiera estado con Calico…-
-Creen que me gusta Narcissa? Chicos, consíganse otro pasatiempo que el de buscarme novia. Ella es mi amiga, Merlín! Es como una hermana.- exclamó Thomas sorprendido. Y era cierto, eran como hermanos. Aparentemente, a los señores Black y Bradbury les habían dicho que si a los dos niños no los separaban en toda su niñez y adolescencia aceptarían casarse puesto que se conocerían bien y serían amigos. Resultó que sí se hicieron amigos inseparables, pero sin ninguna intención de casarse; los habían criado como hermanos, y eso era lo que ellos preferían ser. Y los padres debían encontrar nuevos compromisos para sus hijos.
-Bueno…Vaya hermana!- se burló Evan, y Thomas lo golpeó en el brazo con bronca.
-Mejor andá y pegale a Lupin, que está mirando demasiado a tu hermana…- comentó Severus, y los otros dos miraron hacia la mesa de Gryffindor para encontrar que Remus Lupin estaba pendiente de la rubia constantemente.
En la mesa de Gryffindor, James Potter se burlaba de sus dos mejores amigos con crueldad. Sirius trataba de atinarle con bollitos de pan en la cabeza, y Remus se evadió de la situación mirando hacia Slytherin, tratando de no parecer muy obvio. Peter comía como un cerdo, acercándose más al plato para que la comida transitara un espacio más reducido y llegase más rápido a su estómago.
-Moony, vas a soportar a la "princesita" todo el resto del año! Te compadezco.-rió James, recibiendo un proyectil de Sirius en el ojo.-SIRIUS! Duele!-
-Te lo mereces!- se burló ahora Sirius, sonriendo victorioso. Remus los miró unos segundos, y luego volvió a mirar hacia Slytherin. Sirius y James notaron eso y cambiaron una mirada preocupada.-Rem, Narcissa no es un buen partido. Si no me crees, preguntale a Dung.- Remus volteó hacia ellos sin comprender, y luego sonrió.
-No me gusta tu prima, Sirius, y no voy a cometer el mismo error de Dung.- rió Remus. James se permitió suspirar aliviado ante ese hecho, pero ninguno de sus amigos lo notó.
-A mí, particularmente, no me molestaría compartir banco con ella. Será insoportable y lo que quieran, pero está muy buena.- dijo James, desordenándose el cabello y mirando a la joven rubia. Si tenía que preocuparse de que la chica no terminara enamorada de su amigo, debía acelerar sus jugadas estratégicas.
