Disclaimer:Fic sin fines de lucro. Harry Potter y demás personajes no me pertenecen.
N/A:Serán diez viñetas independientes. Todas con Severus como protagonista, aunque en cada una se relacionará con distintos personajes. Espero que lo disfrutéis!
Caminos
By Dark Rachel
Severus a veces se pregunta qué demonios ha hecho él para merecer esto. Mientras se limpia esa cosa, que no está segura si son babas, sopa mohosa o moco de gusarajo, se mira al espejo, aparentemente buscando una respuesta.
Pelo negro, largo hasta los hombros. Sí, quizás un poco grasiento, pero qué demonios, él no tiene la culpa. Es culpa del maldito de su padre. Ojos negros, que destilan casi veneno. Sí¿y qué? Tampoco de eso tiene la culpa, si no llevaran años torturándole, no tendría tanta ira acumulada. Y que Eileen no diga que los quince años son una mala edad, porque lo que es malo no es la edad, son esos estúpidos merodeadores.
Por fin. Esa repugnante sustancia se ha ido. Con un bufido, se aparta el pelo de la cara.
-No les hagas caso. Son imbéciles.
Lily. Con esos ojos verdes y esa melena pelirroja. En ocasiones como esta, comprende que el inútil de Potter esté tan loco por ella. Aunque, evidentemente, eso no le ayuda a aceptarle. La pelirroja se acerca a él, con su habitual sonrisa y le aprieta el brazo, para mirarle directamente a los ojos.
-Severus… No deberías dejar que te afectara.
Y a Severus le gusta el contacto. Joder, claro que le gusta. Sobre todo, porque le hace sentir un cosquilleo que sólo puede sentir con ella. Un estremecimiento que le recorre por todo el cuerpo. Y de alguna manera, le hace sentirse bien, es como un bálsamo. Pero no. No puede permitirlo. Porque él es un Slytherin y ella una Gryffindor. Porque además, ella es una sangresucia, y él lucha contra ellos, aunque eso signifique luchar contra sí mismo.
-Aléjate de mí, sangresucia.
Y se va. Dejando atrás a Lily, con los ojos llenos de lágrimas. Cuando cierra la puerta del baño, siente el impulso casi irrefrenable de volver atrás, pero no lo hace. Aunque el corazón se le haya hecho astillas y duela, aunque apretar los puños hasta hacerse daño en las manos ya no es consuelo, él no puede retractarse. Ha elegido un camino, y para eso, tiene que descartar el otro.
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