Este fic participa en el ritual de iniciación: Magi the labirynth of magic del foro "Mar de Joyas Escondidas"

Los personajes no me pertenecen.

Advertencias: Si no te gustan las relaciones chicoxchico, será mejor que te detengas, yo soy una persona que fantasea demasiado. (?)


— Si la fuerza no funciona, puedes utilizar otro método, Hakuryuu.

Apenas tiene cuatro años, el inmaculado espíritu no conoce de límites dibujados entre lo bueno y malo, tampoco puede distinguir entre la mentira blanca y la malicia de Hakuren al hablar. Él va a creer todo lo que sus hermanos digan.

— No todo es violencia. — Que el mayor de los Ren, hijos de Hakutoku, apoye tal aseveración le hace pensar al menor de los cuatro hermanos que ello es verdad. Y deberá poner en práctica los consejos que son dados en su tiempo, es uno de los tesoros que conservará. Hacer experimentos de vez en cuando, no afecta en lo absoluto. Tiene un mundo por descubrir, una vida para experimentar.

Hoy día, siendo fugitivo por conservar el contenedor metálico, aprieta los labios cuando los ojos se posan sobre los otros maquillados y advierten con vergüenza percibida por el rukh que los secretos no debían salir de boca ajena.

— ¿Judal? — Aladdin se quedó perplejo, mudo ante la reacción que lo tomaba desprevenido. Tuvo que buscar apoyo, siempre confiando en Alibaba y luego dirigiendo la mirada del aludido para darse cuenta que él estaba viendo a otra persona. — ¿Cómo conociste a Hakuryuu niisan? — Era la segunda vez que lo preguntaba y el mismo silencio se hacía de inmediato antes de que el candidato y el magi oscuro se sumergían en una discusión con miradas. Solo ellos, Hakuryuu y Judal, entenderían lo que sucedía. Porque de los presentes nadie podía decir con exactitud qué pasaba.

— Solo Hakuyuu y Hakuren lo sabían. — Agregó Kougyoku, la actual emperatriz del Imperio Kou. Había enarcado la ceja derecha, observó los rostros de los presentes y comentó después de un momento: — Los hermanos de Hakuryuu. — Alibaba, Morgiana y Aladdin solo conocían a Hakuren. Para ellos, los hijos de Koutoku, conocer al Oráculo no era cosa del otro mundo, a temprana edad aprendían todo sobre el imperio y les era presentado para que algún día obtuvieran el poder y apoyo necesario para gobernar de la mejor manera posible.

Kouen para entonces deja el sake a un lado, frunciendo el ceño ligeramente en respuesta a las preguntas que están en el aire y ve con mirada severa los dos rostros que no quieren soltar ni una palabra. Solo quiere verlos nerviosos, porque ellos todavía son unos niños. Por eso, y con el timbre que le corresponde, habla lo suficientemente alto para llamar la atención de los presentes y colocar la diestra en el mentón mientras adopta un gesto pensativo.

— ¿No eran ustedes los chiquillos que estaban peleando? — Ha dado en el clavo. Las dos miradas que antes discutían se quedan absortas chocando contra los ojos granate del ex primer príncipe. Es una maldita broma, y a Hakuryuu le juegan una mala pasada los nervios. Ya no sabe si es la traición debida al recuerdo o el bochorno que se acumula en las mejillas quien lo delata. Pero la expresión de Ren Hakuryuu es todo un libro abierto que solo dos presentes pueden leer, uno de ellos, el que suelta la oración, se toma el atrevimiento de sonreír a medio lado y levantar la copa. — ¿Y no era sobre eso de…? — Los ojos color cielo tienen que reaccionar a tiempo, caminar un paso en su dirección y tratar de recobrar la compostura que ahora es un manojo de nervios. Alibaba es el único que se da cuenta, él ha conocido el deseo y pensamiento que cruza por la mente cuando se quiere a alguien.

— Hakuryuu.— Es el inicio de la tormenta. — ¿Es algo tan malo?— Las cuerdas vocales son más finas, una canción que arrulla al cuarto príncipe cuando la escucha hablar. Morgiana toma ventaja del arma de doble filo que es concedida. No debe darle esperanzas, pero se encuentra tan ansiosa por la información como los demás, no mide consecuencias.

Su musa le habla, el cuerpo pierde tensión y la boca le tiembla sutilmente. Es que nunca debió de dar el privilegio de ser manejado tan fácilmente.— No es eso, Morgiana-dono.— Habla sin miedo, inspirado en la fuerza que le otorga una cercanía femenina y el rukh rosa que a Judal le molesta. El corazón sigue devoto a la promesa que ya no puede cumplir y las molestas mariposas rosas vuelan alrededor de los que nunca serán más que amigos.

— ¿Entonces? — Ella invita a continuar, Alibaba se pondrá celoso pero si es por enterarse por el secreto que guardan ahí, cree que podrá soportar ver el coqueteo que se realiza frente a sus ojos. Porque Morgiana es linda, preciosa con el pestañear y la mirada atenta a quien quiera que ve. La inocencia se refleja y Hakuryuu tan ingenuo se lleva la diestra hasta la nuca, olvidando que está frente a tanta gente y que el corazón le late de más. Solo faltó un paso al frente de ella para que los labios sellados por fin se decidieran a salir del estado inseguro en que se encontraban.

— Yo…

— Oe, niña, deja de contaminar a mi candidato.— De sus dedos resbala el durazno que estaba paseando con confianza entre los dedos y va a parar a la cabeza del fanalis en mera coincidencia. Judal está molesto, porque no le gusta ver esa expresión abochornada. No necesita de esas cosas cuando ya cayó en la depravación con él.— Y tú deja de caer fácilmente.— Ya no reposa plácidamente en el mullido sillón ni sus pies están recargados en el cojín continuo, ahora se encuentra de pie, con la varita amenazando.

La mala cara de Hakuryuu se hace evidente en un segundo. A todos les parece tan raro el cambio por completo de la expresión y la forma de hablar.— No había dicho nada.— Reta con la mirada, posicionándose justo frente a la chica. La debe de defender, pero también confrontar al Magi. Como candidato se siente en plena facultad de ponerle un alto.

Le mosquea todo el asunto, porque la pregunta inocente podía alterar tanto al ex príncipe. — No tienes de qué avergonzarte, el beso que me diste cuando éramos niños no cuenta para nada.— Es un experto en actuar, hacerse el desentendido de la situación y tomar un durazno más de la mesa para darle un mordisco. — ¿De quién fue la ridícula idea, Hakuryuu? — El aludido aprieta las palmas, baja la mirada y la boca se queda callada. El dominio del odio es lo que tiñe al rukh de rosa a negro.

Los espectadores siguen sin entender qué está pasando. De un momento a otro ven el cambio de la atmósfera y se sienten incapaces de interferir, detener la discusión antes de que sea demasiado tarde.

Los recuerdos tan hermosos de esas épocas se vuelven agrios, llevados a la mente como remolinos de la hecatombe próxima. Hay cosas tabú aún entre ellos y que la oración sea soltada tan adrede, le molesta. Sabe difícil de explicar cuando el mismo sentimiento que quemaba su pecho tiempo atrás se hace presente. — Ellos dijeron que probar cosas era bueno. — El tono es solemne, el rostro inmutable después de presionar los dedos contra la palma y dejar los nudillos blancos. — Que solo podía hacer eso con la persona que protegería. — Las oraciones vienen a la mente de Hakuryuu, de las pocas ocasiones que puede soltar a diestra y siniestra lo primero que se le ocurre.— Mis hermanos pudieron haberse equivocado, también.

No es necesario agregar más, las dagas en palabras han sido asestadas cada una a su manera. Saben que las palabras hacen mal al otro, pero no piensan retractarse de los hechos.

Muchas cosas más hay por delante, la velada aún es joven y ellos solo apartan la vista del otro para entretenerse con la primera conversación que pescan. Ellos no se dirigen la palabra el resto de la noche, ni al día siguiente a ese.


No sé cómo conluyó tan largo. Se suponía solo eran 500 palabras máximo y no sé si sea aceptado en el ritual de iniciación, pero finalmente encontré la inspiración necesaria.

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Tema: Le gusta experimentar

Personaje: Ren Hakuryuu

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Espero que la segunda parte no esté tan larga, ¿Les ha gustado? A mi me gustó mucho x'D. aksldjasd. ¡Nos leemos!

La idea vino sola, pero se complementó con otras que mi partner me dio. ¡Saludos a ella!