Disclaimer: Fairy Tail no me pertenece, es de Hiro Mashima.
"Este Conjunto de Drabbles participa en el reto:Mes de apreciación: Junio 2015 - Doranbolt/Mest del foro:Grandes Juegos Mágicos"
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Embriaguez
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A pesar de todos sus intentos no pudo contenerse por más tiempo, cayó de rodillas y sosteniendo fuertemente su estómago, terminó por liberar lo poco que había ingerido de alimento esta tarde. Al intentarse levantar, un intensó mareo lo azotó logrando hacerlo tambalearse para luego resbalar con su propio vómito y besar de nueva cuenta el duro piso de concreto con el que había sido construida la calle.
Todo daba vueltas en su cabeza, su temperatura corporal era elevada a pesar del frío que empañaba la ciudad. Con dificultad logró apoyarse en el cristal de alguna tienda mientras sus piernas temblaban al no ser capaces de sostener su propio peso. Poco a poco pudo visualizar su imagen reflejada en ese espejo. Y lo que vio lo aterró.
— ¿Cómo llegué a este estado? — Preguntó a si mismo mientras pasaba sus ásperas manos por todo su rostro.
Sus ropas sucias y apestosas, ojos rojos, cabello despeinado, la barba sin afeitar y restos de comida en su cara. Ya nada quedaba del orgulloso hombre del consejo.
— Todo ese esfuerzo por conseguir una buena posición en ERA no sirvió de nada ¡Fue tirado a la basura! — Golpeó el vidrio con indignación— ¡Maldita sea la hora en que acepte la misión!—
A su mente llegaron los recuerdos del día en acepto trabajar en cubierto como miembro de Fairy Tail, juró llevar a cabo su labor con determinación sin saber que ese sería su más grande error conduciéndolo a la perdición inmediata.
Aun no lo entendía, su trabajo fue cumplido y en cierta forma fue exitoso. Entonces ¿Por qué? ¿Por qué enrollarse la soga al cuello lastimando y desperdiciando la vida en esas condiciones? ¿Por qué no simplemente olvidar el pasado y seguir con el presente?
Pero entonces, la imagen de una niña junto con otras siluetas más, calaba en lo más profundo de su mente logrando comprenderlo todo. En resumen, era una escoria.
— Soy un asco de persona—Escupía las palabras de la boca. —Lo merezco, merezco esto y más—Gruesas lágrimas surcaban los ojos sin resplandor de aquel joven.
Y viviendo como un cadáver putrefacto por el arrepentimiento de haber dejado morir a aquellas personas, se aferraba con desesperación a su único amigo que por solo unos instantes lograba alejarlo de la realidad y abandonarse en ese estado de embriaguez para perderse en los divinos consuelos ofrecidos por el alcohol y su dolor.
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