Viajando a otro mundo


―Mi nombre es Keith. ―susurró con un tono notable de nerviosismo y timidez. ―…. Keith Kogane. ―terminó de decir retrocediendo un paso y mirando hacia otra parte.

Todos se quedaron tan anonadados que ya no supieron que decir al respecto. Simplemente se quedaron con la boca abierta formando una perfecta "O" que hizo confundir a "Keith" aún más. Ninguno quiso decir algo, después de un increíble silencio que adornó todo el lugar. Mientras que los demás solo admiraban al chico que debían suponer era el paladín rojo, después de todo, tenían los mismos rasgos faciales y sin decir corporales. Pero ¿Por qué este Keith usaba otra ropa, anteojos grandes y gruesos, y llevaba el cabello recogido? peor aún que tiene el mismo nombre.

― ¿¡Qué acaso el mundo no puede ser más extraño!? ―exclamó Lance, soltando un tremendo grito que asustó a todos que hace un segundo estaban callados. Pero eso solo provocó que Keith retrocediera otro paso, más asustado que antes. ― ¿¡Porque retrocedes, tienes miedo!? ―Lance con una mirada intimidante, se acercó a pasos grandes al pelinegro que solo retrocedió más. Pero Lance solo quería conseguir que se pusiera a la defensiva para revelar que no era "Otro" Keith, pero no se esperaba esta reacción.

―E-Espera, yo no te hecho nada malo. ―Keith se puso nervioso, y con el libro que había llegado a ese extraño lugar en el espacio, lo uso como escudo y sentía que sudaba frío en la nuca. Pero Lance no le tomó importancia y acorraló al pelinegro en la pared, con un brazo al lado de su cabeza. Keith chilló. ―Yo-Yo solo llegué a este lugar, y-y… ―tartamudeó con una sonrisa nerviosa.

―Mírame a los ojos. ―ordenó el paladín azul con una sonrisa aterradora y un aura que haría temblar a cualquier. Aunque, solo Keith lo hacía temblar.

―Lo-Lo estoy haciendo. ―respondió el pelinegro, encogiéndose y usando el libro para cubrir su rostro y voltear la cabeza hacia otra parte, que demostraba terror hacía él.

―No, no lo estás haciendo.

―Claro que lo estoy haciendo. ―su voz se escuchaba que estaba a punto de quebrarse.

―Ya es suficiente, Lance. ―Shiro separó con su brazo robótico de la gorra de su chaqueta, con el cuerpo del moreno colgando de ella. Alejándolo del pobre chico que temblaba descontroladamente. Lance solo esbozó una sonrisa nerviosa hacia Shiro. Este solo suspiró cansado. ―Deja de asustar al pobre de Keith. ―hizo como padre que regaña a su hijo. Frunciendo el ceño y chocar su frente con la de Lance. ―De nada sirve que lo hagas.

―Oye, solo estaba tratando de despertar su ira interior. ―se quejó Lance, haciendo un puchero infantil y cruzándose de brazos como todo niño pequeño.

―Eso no es una solución. Lance, debemos encontrar la respuesta de como él llegó hasta acá. ―aclaró Shiro. Mirando momentáneamente a Keith, quién aún seguía quieto en su lugar, temblando del miedo que el moreno le provocó. Suspiró y soltó la gorra del moreno lentamente. Lance lo miró confundido por unos momentos. El de mechón blanco se acercó a pasos lentos hacia Keith. ―Mejor voy a hablar con él y lo calmaré.

Después de eso Shiro se dirigió a paso lento a un asustado "Keith" que con cada paso que daba no tuvo la misma reacción como con Lance. En cambio, pareció que el pelinegro comenzó relajarse mientras se acercaba, el paladín negro levanto una ceja confundido por tal reacción e inclusive el supuesto Keith quito el libro que se interponía en su rostro y él, apareciendo una mirada violeta tímida detrás de sus anteojos negros. Estando ya a un paso de distancia entre el pelinegro y él para sorpresa de Shiro, estando anteriormente en una posición encorvada, estando frente de otro el paladín rojo se irguió completamente dejando caer el libro que había estado sujetando con fuerza, cayó estrepitosamente al suelo.

Todos los demás que eran testigos de la siguiente escena que se aproximaba en estos momentos, exclamaron un gemido de sorpresa con los ojos bien abiertos en sorpresa ante tal escena.

De un momento a otro se comenzaron a escuchar gemidos entrecortados en toda la sala de control y gotas caían de una a una hacia el suelo. El paladín negro se le deformó el rostro en preocupación misma ante la vista ante sus ojos grisáceos, queriendo sacarse todas sus dudas, Shiro puso suavemente su mano sobre el hombro del paladín rojo que por una razón no dejaba de temblar.

Preguntó cuidosamente ― ¿Por qué lloras? ― Shiro levantó un poco de cabello negro que se había colado entre el rostro de Keith. Lágrimas derramadas sobre las mejillas pálidas de Keith que hacia el mayor esfuerzo de no abalanzarse hacia el hombre de mechón blanco delante de él que lo miraba culpable creyendo que él fue la causa que gotas saladas salían de sus ojos nublando su vista y empapando los lentes de sus anteojos. ― ¿Acaso Lance te hizo algo malo mientras yo no estaba? ―Shiro miró a Lance interrogante.

Todo mandaron una mirada acusadora a Lance. El paladín azul solo volteó los ojos a cada uno. ― ¿Qué? yo no le hice nada malo. En realidad, ni siquiera lo había visto hasta ahora. ―se quejó lanzando sus brazos hacia el frente, dramáticamente. ―Y estoy muy seguro que yo no lo hice llorar. ―al final se cruzó de brazos. ―Tal vez fue Pidge. ―y miró al paladín verde como ellos lo hicieron con él. Acusándola con la mirada.

―Oigan, chicos.

Pero nadie dejo hablar a Shiro, quién solo mantenía una mueca confusa. Porque estaba tratando con un tema delicado. Bueno, eso creía él. Porque nunca había visto a Keith llorar de esa manera, o nunca haberlo visto llorar desde que lo conoció en la academia. Solo suspiró resignado ¿Qué más podía hacer? era mejor ver que le pasaba al pelinegro en vez de otra cosa. Así que mejor dejo a los chicos pelear un momento. No les hará mal ¿Verdad? pensaba Shiro con despreocupación. Y miro a Keith, entre curioso y preocupado.

― ¡Oye! yo estoy igual que tú. Fui contigo y con Shiro. ¿Qué iba saber yo? ―exclamó ella, frunciendo el ceño peligrosamente. ―Solo Allura y Coran sabia de su existencia. Yo estaba ocupada en darles instrucciones para llegar completos a esas celdas Galra, no te quejes. ―Pidge hizo el mismo gesto que Lance: cruzarse de brazos. ―Si no ahora estarían muertos.

―Pero eso no explica la desaparición del Keith molesto original. Y creo que Hunk sabe la respuesta. ―ahora Lance apuntaba al paladín amarillo, acusadoramente. Haciendo una mueca graciosa. ― ¿O no es cierto, Hunk?

―Estás loco Lance. ―suspiró el moreno, aburrido.

―Ya paladines, es suficiente. ―Allura trató de interferir en la pequeña pelea de los restante paladines. Poniendo un brazo a cada lado para alejarlos. ―Con este tipo de acusaciones no se resuelve nada. ―imploró, con una voz que hizo callar a los demás. ―Mejor concéntrense en cómo arreglar esto que, aunque no lo noten, es preocupante.

― ¿Preocupante? ―preguntaron todos asomándose en frente de ella, curiosos y olvidando momentáneamente lo que habían hecho segundos antes.

― ¿Por qué dices que es preocupante? ―está vez fue el turno de Hunk preguntar. ― ¿Hay algo mal en Keith o- ― el paladín amarillo se vio interrumpido por Allura.

― No es por esa razón ― imploró ella con voz seria, dejando a todos los demás paladines de nuevo en silencio dándole señal de seguir con su explicación ―la razón por la que esta situación es preocupante: porque como se ya habrán dado cuenta este no es el Keith que conocemos y por eso tampoco el paladín rojo de Voltron que existe y el actual. ― todos fijaron su vista hacia el chico de cabellera negra que aún no dejaba de temblar ni llorar, pero por alguna razón no había dicho ni el mínimo ruido después de lo dicho. Shiro que había escuchado atentamente el discurso de la princesa, también fijo su mirada hacia el no-Keith. ― También tenemos que descubrir como habrá llegado hasta aquí.

[…]

Se encontraba en un lugar oscuro y muy estrecho. No sabía exactamente dónde y en que rayos estaba, pero lo único que tenía entendido era que olía terrible el lugar, casi como la comida fea de Coran. En una posición incómoda; como la de una mariposa en un capullo o algo así, pero incómodo, no podía ver casi nada solo una tenue luz que se filtraba por una ¿Puerta?

Keith entrecerró sus ojos tratando de poder ver más allá, inclino un poco su cabeza para ver más cerca, pero lo único que consiguió fue tropezarse con algo que se enredó en sus pies y caer hacia adelante. Exclamo un pequeño grito cerrando los ojos esperando chocar con la puerta, pero por astros del destino la puerta se abrió de repente que, en vez de darse un buen putazo en ella, fue en el piso, trayendo con él un montón de cosas que se le cayeron encima, escapándosele un gemido de dolor. Keith gruño de enojo, pero a la vez aliviado de haber salido de ese apestoso lugar.

―Así que eres tú otra vez, ¿Acaso no tienes algún otro lugar para estar solo, muchacho?

Escuchó que alguien le replicaba. Sus parpados temblaron, pero al fin se abrieron. Quiso levantarse, pero las cosas que tenía encima no le dejaban mucha libertad que digamos. Volvió a intentarlo y nada, estaba tan concentrado pensando en cómo llego a este extraño lugar y también quitar estos estúpidos palos de su espalda que Keith no se tomó el tiempo de ver a la persona que estaba de pie frente de su cara. Unas manos con guantes blancos agarraron y recogieron todas las escobas y palas del muchacho de cabellera negra de encima.

―Enserio Keith mi muchacho, tienes que dejar de esconderte dentro del almacén de limpieza. Recuerda que yo también trabajo aquí. ―el hombre de la voz, empezó a acomodar las escobas, palas y rastrillos en donde debían, detrás de la puerta. Keith solo frunció el ceño confundido. ―Levántate antes de que te limpie a ti también. ―ordenó él, ofreciéndole la mano al pelinegro, y este volteó la cabeza lentamente y lo miró asombrado, desencajando toda su mandíbula. Él conserje hizo una mueca. ― ¿Qué sucede? nunca antes me habías mirado así. ―encaró una ceja. ― ¿O es porque tengo algo en el cabello? ―el tipo chilló y empezó a revisarse la cabeza con desesperó, haciendo gestos graciosos.

―No puede ser. ―musitó Keith, anonado. Y empezó a levantarse del suelo, quedando a la altura del hombre con un bigote y cabello naranja que se le hacía muy familiar. ―Coran, ¿Qué haces aquí? ―le preguntó apuntándolo con el dedo índice. Sin poder creer lo que sus ojos veían. Aunque no era muy nuevo ver a un tipo pelinaranjado peinarse el cabello en medio de un pasillo vacío y lleno de casilleros ¿O sí?, pensaba Keith. ― ¿Cómo viniste hasta acá? ―le preguntó otra vez, con otro termino, apuntando al suelo para especificar mejor su pregunta.

Al parecer, Coran reaccionó al momento de escuchar su nombre y dejo de peinar su voluminoso cabello naranja peinado hacia atrás, como en los años 80.

―Yo siempre he estado aquí, niño. ―fue simplemente lo que contestó. ―Aunque en realidad estaba con Allura revisando unos papeles que ella no podía hacer sola. Así que la ayude. ―dijo con orgullo. Sonriendo y haciendo relucir sus dientes rectos y blancos. ―Y tú, ¿No deberías estar en clases? pequeño diablillo. No es bueno saltarse ninguna clase. ―Coran alejó a Keith de la puerta para sacar un carrito que estaba bien escondido, haciendo rechinar las ruedas. Luego metió de nuevo unas cuantas escobas, trapos sucios húmedos y cera para piso. ―Eso no es correcto para alguien de tu nivel académico. No, señor. ―y balanceó el dedo índice, cubierto por el guante blanco en señal de desaprobación.

― ¿Clases? ―musitó de nuevo mucho más confundido. Y sus cejas gruesas estaban casi al borde de unirse de tanto que los fruncía por todo este misterio. ― ¿De qué hablas? no entiendo lo que dices. ¿Y desde cuando eres un consejero? ―preguntaba Keith, caminando a su lado cuando el nombrado empezó a arrastrar el carrito color amarrillo hacia adelante.

―Creo que desde que tengo memoria. O cuando entraste a preparatoria, quién sabe. ―respondió Coran encogiéndose en hombros. Avanzando más rápido y dejando atrás a un pelinegro que estaba a punto de replicar, pero Coran fue más perceptivo. ―No puedo hablar contigo ahora Keith, tengo cosas que hacer y tú clases que recibir. No comprendo porque ahora te las saltas, no es común en ti. ―Coran detuvo su caminata y se paró en frente de Keith, quién solo se quedó estático ante su mirada tan intensa. El pelinegro aprovechó para analizar el rostro del pelinaranjado y descubrió que no tenía esas características marcas en las mejillas como todos los Alteanos. O talvez ―Pero si muy común en Lance. Sospecho que ese chico te está transmitiendo malas influencias.

― ¿Lance está aquí? ―no pudo evitar hacer la pregunta tan sorprendido que confundido. ― ¿Pe-Pero, cómo?

― ¿Con las piernas? ―Coran respondió como si eso fuera lo más obvio del mundo. Keith solo parpadeó repetidamente, alzando una ceja y haciendo una mueca.

― ¿Dónde está? ―preguntó, dejando de lado lo que recién escuchó.

―No lo sé, pero estoy seguro que debe estar en el patio trasero. Tú sabes que le encanta mucho estar solo, creo que eso lo copio de ti. ―le susurró Coran cerca de su oído, haciendo una cara graciosa. ―De tanto que se esconde allá atrás, frecuentemente lo encuentro dormido en el techo al lado del tanque de agua. ―dijo él, pensando en voz y jalando el extremo de su bigote con el dedo índice y pulgar. Y una sonrisa junto con una carcajada, soltó. ―Ese muchacho solo busca problemas.

― ¿De mí? ―Keith hizo una cara confusa, pero después sacudió la cabeza con frenesí para acordarse de que debía buscar a Lance. Suspiró tratando de calmar todas sus emociones. Esto se estaba poniendo algo loco. ―No importa. ¿Cuál es la manera más rápida de llegar al patio de atrás, Coran? ―lo agarró de los hombros, zarandeándolo un poco, de lo desesperado que estaba, tenía que descargarse con algo.

―Pasando por este pasillo, doblando a la derecha y al final encontrarás un túnel que te llevara directamente al patio. ―respondió Coran con un tono un tanto raro para Keith, pero no le tomó importancia.

―Bien. ―Keith asintió y con dos pasos que dio, empezó a correr a una velocidad regular. El sonido de sus botas retumbaba en el largo pasillo, cuál Coran inició su trabajo de trapear el suelo.

Pero antes de que Keith doblara a la derecha como le indicó Coran, el nombrado de tuvo lo que estaba haciendo, y con ganas le gritó: ― ¡Keith! ―primero lo llamó y el susodicho escuchó que alguien le gritaba, con fuerza en sus piernas frenó y se volteó para ver que Coran le estaba gritando desde el otro extremo. ― ¡Dile a Lance que Allura- digo la directora, que lo quiere ver en su oficina después de que toquen la campana! ―gritó y pudo ver la mueca que hizo el pelinegro, se volteaba después y retomaba de nuevo su carrera. Y lo vio desaparecer en la esquina que le mencionó. Pero Coran, en vez de reanudar lo que estaba haciendo, solo se quedó mirando fijamente por donde se había ido Keith. Y sonrió. ―Nunca me imaginé que vería al Keith de esa dimensión. ―suspiró y volvió a trapear en una sola dirección.

Mientras iba camino hacia el túnel del patio, en el transcurso veía cada pasillo igual a la anterior, pero algunas con puertas que de seguro eran las aulas de este lugar, también dedujo que era una universidad o algo parecido. Antes de ir a Garrison las escuelas anteriores en su niñez en la tierra eran de esta forma idéntica, la única diferencia de que no había muñecos de colores o carteles con dibujos pegados en todo alrededor de los pasillos, ni niños molestos corriendo por todas partes y que tampoco había casilleros por todos lados; talvez donde metían sus pertenencias los estudiantes de este lugar.

Keith aceleró su paso cuando vio al frente el túnel que dijo Coran, de un salto lo traspaso y unos minutos después estaba finalmente en el patio trasero del dichoso edificio, no pudo evitar quedar asombrado por la gran longitud que poseía el patio; en unas de las esquinas de este estaban plantas unas flores que no sabe ni mierda como se llamaban y uno que otro árbol. En vez de prestarle atención en el paisaje el paladín rojo se concentró en buscar Lance que supuestamente debería estar aquí, al lado de un tanque de agua.

― ¿Dónde diablos estará Lance? ― dijo exasperado Keith rascándose la cabeza con una mano. El paladín comenzó a caminar sin ningún rumbo en específico sobre la hierba verde.

Diciendo una que otra maldición y hablando solo. En el gran patio por fin pudo dar con el tanque de agua que estaba ubicado en el fondo de la parte de atrás de unas aulas. Como el tanque era más grande que esa parte del edificio y con el sol que había, daba la perfecta sombra detrás de sí; Un lugar pacífico y adecuado para estar solo.

― ¿Dónde está, dónde está? ― habló solo de nuevo Keith, mirando para todas las direcciones el techo del edificio, intentando ubicar o al menos ver un cuerpo ahí tirado o a Lance. Tal vez el también termino aquí varado junto con él y termino inconsciente o se desmayó de miedo como siempre. La única cosa que lo confundió y que le estaba dar de vueltas en su cabeza eran las palabras de Coran ¿Qué siempre estaba aquí? ¿Qué le gustaba estar solo? obviamente Lance era todo lo contrario a eso; el moreno amaba estar rodeado de personas y ser el centro de atención, y jamás se mantenía en un solo lugar y lo más irritante, que adoraba fastidiarlo, que terminaban con una pelea al final. En un intento de localizarlo Keith empezó a gritar su nombre ― ¡Lance! ¡Lance! ― unos intentos más y nada. ―Juro que lo mataré cuando lo encuentre. ― susurró en un gruñido con un tic en la ceja frustrado.

Andaba caminando sin ningún rumbo, se rascó la cabeza negando. Le costaría encontrarlo en ese enorme lugar, además, no conocía nada sobre este edificio ¿Cómo iba a saber él si no iban a ponerle una infracción o algo? tendría que estar loco para eso.

― ¡Keith! ―oyó que alguien le estaba gritando y reconoció la voz de inmediato. La que tanto le irritaba en ocasiones y ocurrió lo peor cuando sintió que se le echaban encima. ― ¡Idiota!

Estaba a punto de articular palabra cuando alguien saltaba en picada a su dirección, tirándolo al césped y haciéndolo rodar por un buen rato. Sentía que su cabeza daba vueltas cuando al fin los giros cesaron, dejándolo recostado de espaldas, con una sombra encima. Trató de enderezarse, pero algo que estaba enredado en sus piernas no se lo permitió, gruño y frunció el ceño con molestia. Apenas abriera los ojos, estaba seguro que golpearía a ese que estaba encima de él y por haberlo golpeado desde las sombras ─es lo que cree él─ dio otro gruñido de advertencia y preparó sus puños, pero tan solo dio un sutil movimiento de dedos, ahora sus muñecas estaban presas y muy bien adheridas al suelo con fuerza y luego las subían a su cabeza, cruzándolas.

―Dime, ¿Hay alguna razón por el cuál, no estás en clases de matemáticas que no quieras que yo sepa? ―escuchó de nuevo esa voz que, a su oído, fue la más suave que escuchó y por un momento lo comparó con la de Lance. Pero alejó esa idea rápidamente, no podía ser él. Obviamente no podía ser él. Lance no tenía una voz suave, en tono casi bajo y grave. Al contrario, el moreno tenía una voz chillona, aguda y demasiado ruidosa. Con los malos chistes que hacía, sus oídos no pudieron escuchar algo peor. No, ese no era el Lance que conocía. ―Keith, te estoy hablando.

O tal vez si podía ser él.

Cuando abrió los ojos, para su sorpresa era el mismísimo Lance. La única diferencia era que este estaba vestido con otra ropa que no era la que acostumbraba a llevar: llevaba una camisa blanca con botones, arremangada de las mangas, y la llevaba fuera el pantalón negro que portaba junto con unos zapatos deportivos color azul marino y un curioso reloj en la muñeca derecha. El mismo color que lo representaba como el paladín del León Azul, pero ahora dudaba que, en ese lugar tan extraño, fuera un paladín de Voltron.

[…]

― ¡Ahhh, déjenme en paz! ―el grito de Keith se escuchó por casi toda la nave, resonando en cada habitación, incluso en el hangar de los leones. Después, pasos y una silueta corría por todos los pasillos existentes a una velocidad casi inhumana. Keith, siendo el paladín rojo, al mando del león más ágil y veloz de los cinco, era considerable que tuviera esas habilidades. Pero este supuesto no Keith, aunque tengan la misma apariencia, no era él. Este estaba corriendo con una cara horrorizada cómica, y lágrimas dramáticas en los ojos. ― ¡Shiro debería estar muerto, no vivo! ―gritó.

― ¡Keith, espera! ―y el grito de Shiro le siguió al del aludido, que se alejaba más y más. ― ¡Detente! ―y el paladín negro no tardó en seguirlo. ― ¡No corras!

Los demás no tardaron tampoco en darse cuenta cuando esos dos empezaron a parlotear por toda la nave, corriendo de una habitación a otra, gritándose a puro pulmón. No parecía un juego de niños que digamos. Ambos Alteanos y los tres paladines de Voltron se miraron con una mueca de confusión y abrumo. Pero más de confusión.

― ¿Tenemos que ayudarlo? ―decía Pidge haciendo una mueca y poniendo los brazos como lo había hecho Lance hace unos momentos.

―No lo sé. ―dijo Hunk. ―Pero creo que Shiro tiene todo bajo control. ―cerró los ojos, posicionando las manos a cada lado de su corpulento cuerpo con una sonrisa de satisfacción. ―Después de todo, él sabe lo que le dijo a Keith. ―Tiró los brazos hacia adelante. ―Sin mencionar que Keith dijo algo sobre de que Shiro está muerto y no vivo. ―hizo una mueca entre preocupada y confusa. ― ¿Qué significará? eso es lo que me pregunto. ―se dijo a si mismo mirando a los demás susceptiblemente.

―Creo que de donde viene este Keith, Shiro no esté en su mundo. ―las palabras de Pidge, hicieron eco en las mentes de todos. Recalcando cada palabra. ―O tal vez está en esa transición, cuando desapareció por un año. En la misión Kerberos, junto con mi padre y Matt. ―esto puso un poco entristecida a la paladín verde, que dejo caer sus ojos grandes y castaños a señal que no le gustaba recordar ese momento, cuando en las noticias se enteró que ellos tres desaparecieron y después, solo Shiro haya podido escapar luego de un año. ―Pero estoy segura que podré reencontrarme con ellos. ―murmuró.

―No pienses en eso Pidge, los encontraremos. ―Pidge no se dio cuenta cuando Allura se acercó después de tanto tiempo estar callada igual que Coran. Lance y Hunk escucharon las palabras de Pidge, pero no quisieron decir algo para perjudicar esos recuerdos dolorosos que ella tenía de su padre y hermano que aún seguían desaparecidos en alguna parte del inmenso universo. Así que dejaron que Allura se encargará de la situación, de mujer a mujer Alteana. ―Y porque no es el momento preciso. Ahora tenemos que pensar cómo es que comenzó este embrollo y resolverlo tan pronto como se pueda. ¿Nos ayudas? ―Allura le sonrió amablemente a Pidge.

Ella solo pudo voltear sus ojos castaños, dejando ver el brillo característico de las ganas de llorar. Era impresionante como es que retenía todas esas lágrimas cuando retomaba esos recuerdos. Pero al final, Pidge asintió, limpiando con el dorso de su mano una lagrimilla que cayó en su mejilla. ―De acuerdo. ―y sonrió también. ―Los ayudare con esto.

Y los demás la imitaron.

Un grito rompió todo el ambiente, aturdiendo y arruinando el buen momento hace unos segundos. Todos se miraron entre sí.

― Ese grito parece que fue de Shiro ―dijo Lance mirando en la dirección dónde provino el grito enojado de Shiro, con una ceja levanta y a la vez apuntando con el dedo pulgar en el mismo lugar. Después agrego ― ¿Qué fue lo que dijo?

― Eh, creo que dijo "Keith ven acá, es una orden" ― Hunk imito la voz de Shiro junto con sus movimientos típicos del paladín negro. Haciendo reír a todos.

― ¿Ahora si le ayudamos? ― dijo burlona la paladín verde también apuntando con el pulgar hacia la puerta como lo hizo Lance, donde salieron disparados Shiro y el Keith asustadizo.

―Creo que si ―concluyó Lance. ― ¡Ya vamos Shiro, te salvaremos! ―ante ese grito, todos asintieron entre sí, prepararon sus piernas para la gran carrera que emprenderían por varias horas en la nave, solo por perseguir al Keith asustadizo.

Pero también descubrirán que él, no es tan débil como se le ve, en realidad es todo lo contrario. Casi como el Keith que ellos conocen.

[…]