Brillas, después de la carrera matutina al gimnasio, incluso con tu permanente ceño fruncido y el aura que dice que no te tienes en demasiada estima. Brillas al levantar el balón y realizar una jugada perfecta y como quiero ser parte de ese brillo te pido que lo levantes para mí. Brillas y me quedo atontado por un segundo, pero al siguiente estas allí frente a mí, encegueciéndome mientras me gritas y me siento ruborizar por mis pensamientos de hace unos segundos. Brillas y quiero creer que es para mí porque cuando más lo haces es después de nuestra jugada rápida que salió perfecta. Brillas, quiero decírtelo, para que veas que tienes luz propia, para comentarte que me encegueces y que es tu culpa que a veces falle, porque necesito saber si tú tienes la respuesta para la agitación que nace en mi pecho cuando chocamos los cinco, porque siento que sería mucho más intenso si brillásemos juntos.
