Nombre: Nuevo Mundo

Autora: Mariasa

Paring: Alfred Jones/Arthur Kirkland (Usuk/Ukus)

Disclamer: Au Humano. 1770/1789 Arthur Kirkland es un joven y escéptico muchacho que deja todo en su hogar al otro lado del mundo, Londres, para embarcarse en la aventura de descubrir el Nuevo Mundo. Lo que no podía llegar a imanar era lo que le esperaba al otro lado del mar…

Advertencia: Cambio ligero de nombres a los personajes. Alfred pasa a tener otro nombre –[Che Tan'Zhi] - . Mucha desesperación para que los personajes puedan llegar a entenderse y comunicarse… Paciencia.

También cabe comunicar que hay varios cambios, en algunos nombres de tribus indígenas y en sus primeros contactos con los colonos ingleses, para que pudiera hacerse todo como en la mente alocada de la autora... A medida que vayan habiendo estos cambios, iré señalizándolos, para aquellos a los que la historia les interese (:

Dedicatoria: For you, my idiot. Te amo (: ;w; Me has ayudado tanto a escribir y buscar cosas para esta historia que... ;A; Thanks!

Nuevo Mundo: Capítulo I

Londres, Octubre 1787

"No podía aguantar los días como aquellos. Secos. Cálidos. Con una fragante brisa veraniega… Tan poco habituales en la monotonía gris y fría que me envolvía en Londres.

Y aquello solamente me hería, profundamente. Necesitaba de aquella soledad monocromática en la que se había convertido mi vida. El color, la luz, el sol… Solamente me recordaban a Él y aquello no era más que traer malos recuerdos y dolor a una existencia ya vacía… que no podía asimilar más"

. . .

Años atrás 1725

Como cada día que pasaba en aquel barco, olvidaba todos los motivos que me habían empujado a cometer tal acto de majadería y embarcarme en aquella aventura, ¡Por todos los demonios, aquella no era vida para mi! Me repetía una y otra vez, mirando por la barandilla de popa la fina línea del horizonte que separaba el cielo con el ancho océano que se abría en todas direcciones ante nosotros. Era hermoso, sobrecogedor… ¡Pero, demonios, quería llegar a tierra de una maldita vez!

Llevábamos semanas en aquel navío, a la espera de tocar tierra pronto, pero a medida que pasaban los días, me desesperaba más y más. Salimos del puerto de Londres ansiosos, algunos incluso ilusionados. Tales eran las historias con las que nos habían estado alimentando durante años, tanto las de los españoles al otro lado del mar con sus grandes colonizaciones y sus reservar abundantes de oro y riquezas, como nuestros propios compatriotas que ya habían estado al otro lado del Océano. Hablaban de un mundo nuevo, cargado de belleza y riquezas por doquier. Un mundo como ni tan siquiera los soñadores podían llegar a imaginar…

Ya veremos que tan maravilloso es ese "Nuevo Mundo" — Fue lo primero que farfulle escéptico cuando me aliste en el barco que me llevaría allí. No me consideraba un aventurero nato. Ni un hombre demasiado avaricioso. No quería fama, ni dinero, ni poder… Quizás simplemente me podía una abierta curiosidad por aquello que tenia fascinado a toda la población inglesa y comprobar si realmente era tan maravilloso como lo pintaban.

Pero aquel barco, su reducido tamaño, la escasez de agua, de comida a medida que pasaban los días, era desquiciante, ¡Yo era un simple comerciante! ¡Los barcos no estaban hechos para mí! A mis 25 años, no había conocido nada más que la ciudad en la que había nacido, y aquello era demasiado grande… Y con el paso de los días, mas me daba cuenta de que ese no era mi sitio — Una semana más en este cascaron, y cometeré una locura… — Farfullé, con el ceño fruncido de medio lado y mal humor. Lo que no esperaba era que escucharan mis declaraciones agresivas.

¡Eh, Arthur! ¿A que viene ese mal humor mañanero? — Volví la vista, impertérrito, para luego suspirar, molesto. Como siempre, William rondaba a mí alrededor. Era un muchacho carismático y amable, casi de mi misma edad, que se había empeñado en que fuéramos amigos. Desesperante… — ¡Hace un día despejado, el mar esta en calma y sopla una suave brisa! ¡No puedes recibir este regalo de la naturaleza con ese gesto, compañero!

En primer lugar, recibiré el día como se me venga en gana, ¿Escuchaste? Y en segundo lugar, ¡No puedo comprender tu buen humor! — Me encogí de hombros. Llevaba dos días casi en ayunas y aquello no ayudaba a que mi animo fuera a subir — ¡Llevamos casi tres semanas en este condenado trasto! ¿No crees que tendríamos que haber visto ya, no sé, un atisbo de tierra a lo lejos? Me enferma esto…

Eres demasiado impaciente – Dictamino, sin parar de sonreír. Desquiciante— ¡Si estuviera tan cerca, no seria una aventura! ¡Piensa en positivo, Kirkland!

- Aventura, aventura… — No pude hacer más que negar con la cabeza. No sabia si estaba preparado para una gran aventura Solamente quiero poder estirar las piernas en tierra firme – Aclaré, mirando al cielo azul y brillante que teníamos sobre las cabezas, delicioso.

Vamos, no estamos tan mal… - Me dedico una carcajada que me erizo el vello de la nuca. Aquel papanatas un día caería por la borda. Aun que fuera el único que se había dignado a hablarme mas de dos veces en aquella travesía, ya que no contaba con una facilidad nata para conectar con la gente. Francamente, ni conectar, ni gustar. Ni tan siquiera soportar. Era más sencillo decir que no me gustaba la mayor parte de las personas ni yo a ellos… Me daba igual, exactamente igual – Oye Arthur, no te pregunte, ¿Por qué te embarcaste en esto? – Alcé las cejas, a modo inquisitivo, ¿Realmente le importaba? – Ya sabes, cada cual tiene una historia…

Y dudo que te importe la mía… — Mi tono de voz, seco y que no daba lugar a mas conversación fue demasiado duro. Me mordí los labios, mirando hacia otro lado – Realmente no tengo nada emocionante que contar. Tampoco lo busco… Así que si esperas una historia increíble…

Pero vamos, ¡Es el Nuevo Mundo! Ya sabes la cantidad de historias fantásticas que cuentan de allí, ¿Recuerdas las leyendas? Dicen que los españoles sacaron oro, montañas de oro de sus conquistas y colonias – Los ojos le brillaban, ¿Quizás era demasiado ambicioso? ¿O solo un soñador nato?Dicen que los nuestros están teniendo más problemas para ello… O que las zonas aún no están del todo explotadas, ¡No entiendo muy bien sobre aquello! ¡Pero creo que solo hay que buscar con más ambición!

No me interesa el oro- Era una verdad a medias. Me interesaba, pero no era mi objetivo. Y aquello pareció extrañarle sobremanera…

Debes de ser el único – La sincera curiosidad de su rostro casi me hizo soltar una sonrisa, pero supe contenerme – Ya sabes, todos quieren hacerse ricos aquí. Ya sea encontrando cargamentos de oro, o consiguiendo un trabajo apropiado – Señalo a un grupo que trabajaban detrás suya, con la cara contraída en una pequeña sonrisa al hacerlo – Y yo puede que esté entre ellos. Quiero conseguir una pequeña fortuna para mi futura mujer… Su rostro soñador se hizo aún mas expresivo, incluso un poco estúpido ¡Quiero cubrirla de joyas, de riquezas! ¡Convertirla en una reina…!

Conmovedor, pero aun sigo diciéndome a mi mismo si acaso pregunte en algún momento y no me di cuenta — Le dedique una mueca sarcástica, pero de alguna manera, amigable. Negué lentamente, sin dejar de otear el horizonte, lanzando al final un débil suspiro Yo no digo que no quiera oro. Lo único que dije es que no lo voy buscando…

¿Entonces, que vienes a buscar? Si dijiste que aventuras no, ni tampoco riqueza… ¿Gloria, acaso? Ahora el tono de burla era para él, lo cual me irrito. Era estúpido intentar conseguir gloria con algo como aquello… Hacia casi unos 100 años que los ingleses habían llegado a aquellas tierras como para descubrir algo nuevo con lo cual se le recordara….

No digas tonterías… Entrecerré los ojos, observando como el sol se movía lentamente por el cielo resplandeciente que se abría para nosotros. Deje que el viento agitara mi pelo sin hacer nada para impedirlo. Se sentía relajante a mi mal humor.

¿Romance, quizás? – Ahora, de la burla, dejo escapar un débil silbido que hizo que mis pómulos enrojecieran con una rapidez asombrosa. Aquellos temas siempre me habían tocado nos nervios de una manera alarmante.

-N-no…No digas tonterías – Aclare mi garganta, mientras daba por zanjada la conversación. Romance. Amor. Que búsqueda mas absurda seria en un sitio como aquel, me repetía a mi mismo, observando como mi compañero se alejaba con una risa mal disimulada…

. . .

¡Tierra a la vista!

Tierra. Tierra. Abrí los ojos, sorprendido, ante la enorme extensión que se abría donde días atrás había estado el horizonte. Era enorme… colosal. Cómo… ¿Como podía existir algo tan gigantesco? Habíamos pasado una desesperante semana más navegando y empecé a pensar de que era una broma la llegada a aquel lugar que ahora teníamos delante… ¡Casi parecía mentira!

Estaba absorto. Embobado mirando aquel "pequeño" trozo de tierra al cual nos acercábamos. Incluso cuando desembarcamos y nos recibieron nuestras compatriotas, mi cara de asombro no había disminuido. Aunque todos los que bajamos del barco estaban igual.

¡Bienvenidos seáis! – Saludaron en general, mientras yo no hacia otra cosa que analizar nuestro alrededor, a la gente que había venido a por nosotros, y las mercancías que traíamos. Sentía como las manos me temblaban al estrecharla con los colonos del pequeño pueblo que, parecía, se habían reunido para recibirlos.

. . .

Nos toco dividirnos en grupos de cuatro personas para que los colonos que formaban en la pequeña aldea casi al lado del puerto pudieran acogernos. Compartía alojamiento con William, al cual parecía que no iba a quitarme de encima ni lejos de aquel navío, Eric y Julien, ambos callados y reservados. Un pequeño alivio…

Mr. Thomas Smith, el hombre encargado de alojarnos, era un viejo amable, que había llegado a aquellas tierras hacia ya demasiado tiempo. Amaba aquella tierra como a la vieja patria y se sentía ya parte de su nuevo hogar, como si fuera su lugar legitimo de nacimiento. Nos recibió amigablemente, justo a su esposa, invitándonos a sentirnos en casa, explicándonos un poco cual seria nuestro oficio allí. Deberíamos ayudarle en lo que nos pidiera, y a cambio nos ofrecerían alimento y alojamiento hasta que saliéramos lo suficientemente beneficiados de nuestro trabajo para poder vivir por nuestra cuenta y asentarnos allí o regresar a Gran bretaña. La tarde pasó, dando paso a la cena, la cual fue bastante tranquila hasta que llego a la parte de explicarnos sobre un pequeño grupo de indígenas…

¿Disculpe? ¿Cómo dijo? ¿I- Indígenas? – Balbuceé, mirando al hombre, que reía animado ante mi reacción. Parecía que aquello para él era de lo mas normal, aun que yo me imaginara a una multitud de salvajes tratando de asesinarnos.

¡Vamos, hombre! ¡No seas infantil! – Carcajeó, sacándome los colores. Quería empezar a despotricar, pero era la familia que me había acogido, y no quería ser descortés. Aun que se estuviera riendo de mi en mis narices Son solo una pequeña tribu que vive en las inmediaciones. No nos crean problemas, nunca han querido saber demasiado de nosotros, la verdad. Al contrario que muchas otras, las cuales trabajan codo con codo con nosotros – Aquello no me sonaba a verdad total, ¿Pero quien era yo para rebatirle? – Si os internáis en el bosque… Nos señalo a los cuatro, que estábamos cada cual mas boquiabierto – Seguramente os sintáis observados. Esos pequeños diablos se mueven demasiado bien. Pero como os dije, no tenéis que tener miedo. No os harán nada – Rió, amable y afable, levantándose de la mesa y tras desearnos buenas noches, se retiro a sus habitaciones, dejándonos con un nudo en la garganta y unas miradas indiscretas de los unos hacia los otros, buscando quien estaba mas asustado en ese momento ante la idea de cruzarse con un indio en su camino como si tal cosa…

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Eh, Arthur… Tenia pensado que William llevaba ya rato dormido, al igual que el resto, y me sorprendió, haciendo que girara la cabeza hacía su dirección, retirando los ojos de la ventana y la sombra gigantesca del bosque que se abría al lado de la casa. Tenia una vista única desde mi cama ¿Qué piensas sobre lo que dijo el viejo Smith? Sobre el bosque y los indígenas…

No sé, ni siquiera pensé en ello… Mentira. No podía pensar en otra cosa. Había escuchado hablar sobre indígenas convertidos a su religión, gente dócil a la cual los colonos habían conseguido "domesticar" – estaban hablando de gente peligrosa a la cual necesitaba ser controlada - … Pero aquellos parecían ser una tribu que no estaban interesados en ellos. Salvaje…

¿No? Yo no puedo pensar en otra cosa. Oye, ¿Te imaginas toparte con alguno de ellos en el bosque, cuando lo atravesemos? – Su voz, aun que apagada para no despertar a nuestros otros tres compañeros, estaba cargada de emoción.

Seguramente correría todo lo que pudiera – Farfulle, cerrando los ojos con fuerza. Eran salvajes, ¿no? Por mucho que Mr. Smith nos dijera lo contrario… William siguió contándome sus planes sobre que podría pasar si alguno de los indios se topara en nuestro camino en las excursiones que teníamos que hacer al interior del bosque, y yo solamente podía responderle con una sonrisa sarcástica. Iluso… Seguramente ni tan siquiera nos cruzáramos ni una sola vez con la tribu. Mejor para ellos…

. . .

¡Arthur! ¡ARTHUR! La voz de mis compañeros se perdía entre los troncos gruesos de los árboles. Parecían preocupados, quizás con una nota de desesperación. Perfecto. Maravilloso. Escuchaba sus voces, pero era incapaz de encontrarlos. Por mucho que chillara, ¿Qué clase de bosque laberíntico era aquel? No habíamos pasado ni un solo día en aquel lugar, y yo ya me había perdido en una cosa tan simple como buscar árboles para talar y conseguir leña. Todo era culpa de la vegetación ¡Maldita sea! Me había quedado absorto con flores y plantas preciosas, sin precedentes a nada que conociera en Londres y cuando quise darme cuenta, no sabia donde estaban ellos.

Mierda. Mierda. Mierda Farfullaba a cada paso, ¡Aquello no podía ser así! En algún momento tendría que encontrar la salida… ¿O no? Buscaba a mí alrededor algún atisbo de claridad entre las frondosas y verdaceas copas de los árboles, pero aquello no acababa nunca - ¡Mierda! ¿Me tocara morirme aquí? – Escupí, cuando deje de escuchar la voz de William, Eric y Julien - ¡Demonios!

¿Por qué tenia que pasarme aquello a mi? ¿Tan estúpido era? Enrojecí solo de pensarlo, comenzando a caminar con aire furioso, ¡Solo estaba perdido! ¡Aquel puñetero bosque no podía ser tan difícil de sortear! Me repetía a mi mismo, dando casi vueltas por el mismo claro de árboles durante un rato antes de empezar a desesperar… Y aquella sensación, como había apuntado Smith la noche anterior de sentirse observado, no mejoraba las cosas. Aquello no podía acabar bien…

Esto es verdaderamente absurdo. Arthur, mantén la cabeza calmada… Me pedí a mi mismo, sin cesar de andar, cerrando los ojos un instante para relajarme. Mala idea. Por que al volver a abrirlos sufrí un paro cardiaco al encontrarme con una figura medio escondida en las sombras de los árboles, justo delante de mí. Chille, cayendo de bruces al suelo, maldiciendo mi mala suerte ante el dolor de la caía, cerrando los ojos involuntariamente.

- No puede ser… Farfulle, sabiendo que tenia que haber salido corriendo. Y en vez de eso estaba sentado en el suelo y medio magullado. Esplendido Kirkland, me dije a mi mismo, abriendo los ojos lentamente, esperando encontrarme con un ejército salvaje y sanguinario. Nunca pensé, en mi corta vida, que lo que iba a aparecerse delante de mi era un joven rostro, quizás demasiado cerca, con expresión curiosa, y los ojos mas azules que había visto. Quise gritar, pero lo único que pude hacer fue enrojecer y quedarme allí, prendado de aquella mirada que parecía atravesarme por completo.

dlkjaskdjfdfd Y yo estoy aquí. En vez de actualizar mis otros fics, creo historias nuevas... ¡Pero no pude resistirme! Llevo una temporada sin poder sacarme a Alfred vestido de indio de la cabeza y... Comenzó casi a escribirse solo x3

Espero que les gusté, que sepan tener paciencia y que disfruten con esto (:

Espero Reviews diciéndome lo lindo que pueden imaginarse a Al indigena *O* ¡Nos leemos!