Advertencia: tanto los personajes como las situaciones son propiedad intelectual de George R.R. Martin.

Grow Up

No lo había pedido, pero, entre gritos y vítores, se lo habían entregado; le habían puesto, sobre su joven sien, la pesada carga de reinar, cuando todo lo que él deseaba era vengar a su padre y regresar a su hogar.

Pero guerra era todo lo que tenía, lo que había logrado, todo cuanto se alzaba a su alrededor. Había marchado hacia el sud, hacia las tierras ribereñas, avanzando por los lugares donde había crecido su madre, parajes de su infancia; había liberado el castillo de su abuelo anciano y, entre las paredes lamidas por el cauce del río, lo habían proclamado rey. Su pueblo quería independencia, recuperar su pasado glorioso que los dragones habían truncado.

Pero no era más que un niño jugando a reinar, supo mientras las saetas acompañaban tambores descompasados. Nunca debió aceptar, ceñir sobre sus rizos rojizos aquella corona de espadas y hierro, forjada para gobernar.

La sangre goteaba, derramándose sobre su pecho, mientras la hoja se retorcía y clavaba; las palabras morían, expirando en sus labios. Un grito desesperado, desgarrador, laceraba el cielo y dolía en sus oídos. Y, después, nada.