Declaimer: Ninguno de los personajes o la historia de the world is still beautifull me pertenecen. Sólo me divierto con ellos :P

N/A.: Los pensamientos aparecerán entre comillas, los diálogos con línea de diálogo y los sueños o recuerdos en itálica.

Había pasado más de un año desde que Nike Remercier llegó al Reino del Sol. En todo ese tiempo, no sólo aprendió a amar a la nación, sino también a su soberano, el Rey Sol, Livius I. Pero pese al tiempo transcurrido, la relación entre ellos no pasaba más de simples e inocentes besos robados.

Nike se encontraba en el jardín privado, entre unos arbustos escondiéndose de Neil y la institutriz de turno.

"Odio esas clases… Haz esto, haz lo otro, las reinas no deben comportarse así…"

—¡Agh! —protestó.

Luego recordaba porqué hacía todo aquello.

"Debo ser una esposa digna de Livi" pensó mientras miraba hacia la ventana de la oficina de su esposo.

Livius había cambiado desde que la conoció, ya no era tan frío ni cruel. Incluso tenía momentos en los que se comportaba acorde a un chico de su edad. Dieciséis años tenía ya pero apenas había crecido de altura en todo ese tiempo. Nike rió al recordarlo.

"Antes debía agacharme para estar a su altura". Pero ahora casi no era necesario, aunque igual le seguía llevando unos buenos quince centímetros. "De a poco se está convirtiendo en un hombre". Sonrió. Pero esa sonrisa duró poco ya que otra vos en su mente habló. "Siempre fue un hombre, ¿o no notas cómo te mira?"

—La mirada de Livi… — Esa mirada traviesa y seria a la vez que siempre le dedica cuando la va a besar inadvertidamente. Esa mirada que hace brotar sentimientos extraños en su interior… Nike se sonrojó ante este pensamiento.

"Livi me mira como una mujer…"

—¿Otra vez te escapaste? —Dijo Livi detrás de ella.

Un grito de sorpresa escapó de sus labios.

—Nike ¿te sientes bien? ¿Tienes fiebre? —Dijo mientras apoyaba su frente contra la de ella.

Esto sólo hizo que se sonrojara más. Prácticamente, Livi estaba sobre ella, ambos escondidos entre los arbustos. Su corazón latía muy fuerte. "¿Acaso Livi puede escucharlo?" Se quedó inmóvil. Normalmente, ya lo habría apartado pero sus nervios no la dejaban moverse.

Livius la miraba a los ojos. Parecía ida. Se acercó más a ella y repitió su , y lo más sorprendente era lo cerca que estaban y ella no lo apartaba. Una sonrisa maliciosa se dibujó en su rostro, tendría que hacerla reaccionar. La tomó por el cuello y la besó. Era un beso inocente, como los que siempre le robaba. Él ya se estaba anticipando al empujón cuando Nike lo trajo hacia ella y lo besó apasionadamente.

Su cuerpo no le respondía y actuaba por su cuenta, había agarrado a Livi y lo estaba besando de esa forma tan escandalosa. Sus cuerpos se habían enlazado en un abrazo pasional. Nike entre abrió los labios y Livius aprovechó a insertar su lengua. Cuando sus lenguas se encontraron, un gemido escapó de Nike. Fue el turno de Livius de quedar sorprendido e inmovil. Nunca la había escuchado hacer un sonido tan… sensual. Verla allí con su rostro sonrojado y esa mirada ensombrecida por el deseo, jamás lo hubiera imaginado. Esa imagen sumada al gemido hizo que su sangre comenzara a ir a otras partes de su cuerpo, mientras que un leve rubor coloreaba sus mejillas.

—Nike-sama —llamaban las sirvientas.

Eso hizo que Nike volviera en sí. Con el rostro bordó, apartó a Livi y escapó en dirección al origen de esa voz mientras miles de pensamientos y sensaciones la invadían.

"¿Qué he hecho? ¿Cómo pude besarlo de esa forma? Encima ese ruido… Pensará que soy una pervertida…"

"¿Pero viste su mirada?"Preguntó otra vez esa voz.

"La mirada de Livi en ese momento…" Esos ojos azul marino mostraban un brillo que jamás había visto, recordar el rostro del Rey Sol le provocaba un cosquilleo en el bajo vientre, incluso, más al sur. "…eran de deseo."

—Nike-sama, ¿dónde se había metido? —La regañó Ranra mientras regresaban con la institutriz.


Nike no pudo concentrarse por el resto del día. Su corazón no paraba de latirle con fuerza mientras sentía mariposas en el estómago cada vez que recordaba su encuentro de esa tarde. ¿Qué le diría la próxima vez que lo viera? ¿Debía disculparse por su comportamiento?

"El no parecía molesto" El rubor invadió sus mejillas por enésima vez ese día.

—Nike-sama, creo que deberíamos dejar las lecciones por hoy —dijo con preocupación Neil —. No la encuentro bien.

—¿A qué te refieres, Neil?

Suspiró con exasperación.

—Por lo pronto, llevo hablándole hace quince minutos y no logro que me responda.

—Lo siento, no soy yo misma el día de hoy.

El mayordomo la miró con preocupación.

—Livius-sama comentó que tenía un poco de fiebre, lo mejor será que vaya a descansar.

Se levantó de su mesa de estudio y le agradeció a Neil. Luego de retirarse, le pidió a sus criadas que le alcanzaran la cena al cuarto y que le prepararan el baño. Sinceramente, lo que menos quería Nike era encontrarse con Livi hasta volver a la normalidad.

"¿Qué harás esta noche? Él irá a dormir contigo"

"Con más razón, me iré a dormir temprano".

Cuando salió del baño, se asomó por la ventana de su habitación. La luz de la ventana del estudio de Livius seguía encendida mientras vislumbraba dos figuras moverse.

Suspiró aliviada. Podría dormirse sin problemas.

Livius entró a la habitación oscura. Ella intentó hacerse la dormida, pero no pudo engañarlo.

—Sé que estás despierta, Nike — se acercó a ella.

Ella no podía mirarlo a los ojos, estaba muy avergonzada. Sabía que estaba enojado, su tono lo decía todo. Hizo lo único que podía hacer en ese momento.

—Lo siento mucho, Livi. No debí comportarme así.

—Exactamente, no debiste evitarme después de "eso" — se comenzó a quitar la camisa.

Ante el ruido de la tela al caer, Nike lo miró por primera vez desde que entró a la habitación. Livius tenía la misma expresión que esa mañana. Sentía como esa mirada quemaba su piel y la hacía encender en lo más profundo de su ser. Livius se acercó predadoramente a ella. Tenía el torso al descubierto. La blancura de su piel y el brillo de su sedoso cabello negro era resaltado por la luz de la luna que se colaba por la ventana.

Extendió su mano para levantar su barbilla.

—¿No estás enojado por "eso"?

Negó con la cabeza— Estoy enojado porque estuviste evitándome —se acercó a su rostro y se humedeció los labios —. Quiero que me compenses. Quiero… más…

—¿Eh? — fue todo lo que alcanzó a decir ya que los labios de Livius estaban sobre los de ella, devorándola apasionadamente.


El Rey Sol abrió la puerta de la habitación donde dormía su reina y se dirigió a la cama. Estaba por amanecer y Nike dormía profundamente. Estaba actuando extraño. Lo había estado evitando, lo sabía. No debió reaccionar así a su beso. La había asustado, estaba seguro. Pero cada beso, cada abrazo, hacía que fuese más difícil controlarse. Aunque Nike no lo viera aún como tal, él era un hombre y tenía las necesidades de uno…

Se fue despojando de su ropa en su camino hacia el lecho. Se acomodó entre las sábanas y besó a Nike en la frente. Nike balbuceó.

Reprimió una risita. Era común que Nike hablase dormida. Pero él ya se había acostumbrado y no se despertaba con sus conversaciones. La observó un rato más. Su rostro al dormir lo llenaba siempre de paz.

—Li..us…—suspiró entre sueños.

"¿Acaso la desperté?" pensó él.

—Mmm… más…por favor— rogó.

"Seguramente está soñando con comida"

—Ah…más…Livi…

Si Livius no hubiera pasado ya por este tipo de sueños, habría pensado mal. Seguramente, soñaba con comida y que él se la estaba dando. De hecho, ese sueño ya lo había tenido y esa noche, Livius no había podido pegar un ojo al escucharla gemir su nombre. Recordaba el calor que había sentido hasta que ella dijo que quería otra porción de pastel.

Se reprochaba a sí mismo por ese malentendido. Jamás Nike, siendo lo inocente que era, podría tener un sueño así. O por lo menos eso pensaba hasta que le escuchó esa noche…

—Livi..us..Ah…tócame…—dijo entre gemidos.

Se tapó la boca para evitar que saliera un grito de sorpresa. ¿Había oído bien? Se acercó a ella. Notó que se retorcía.

—Por…favor….ahí…abajo…tócame, Livius…

Livius… nunca su nombre sonó tan sexy como en ese momento… No era Livi, el niño…Era Livius, el hombre. En su inconscente, él había dejado de ser un niño.

No podía controlarse. Respiraba pesadamente y le costaba tragar. No podía soportarlo. Si no hacía algo, iba a tomarla en ese instante. Le dio la espalda para no verla, era inútil, aún la oía y la sentía temblar. Y él estaba muy excitado y el roce de las sábanas no lo ayudaban. Se levantó de la cama y se dirigió al baño. Era lo único que podía hacer. Necesitaba desesperadamente liberar esa tensión. Se encerró en el baño y, sentado sobre una silla, cerró los ojos mientras imaginaba que realmente era él quien hacía que Nike produciera esos sonidos tan sexies. Incluso, si prestaba atención, podía escucharla…

Nike despertó de su sueño, se encontraba sola en la cama. Livi no estaba. Había sido un sueño. Pero la sensación que le dejó era muy real. Sentía una gran humedad entre sus piernas y mucho, mucho calor. Se removió en la cama. Fue una mala idea, el roce con las sábanas era exquisito para calmar ese ardor que sentía. Miró el reloj, eran las seis y media. Aún le quedaba media hora para despertarse. Intentó volverse a dormir. Era imposible en esas condiciones. Lo que estaba a punto de hacer, jamás lo había hecho. Sabía que la mayoría de las mujeres lo hacía cuando sentían la necesidad… Ella no lo había necesitado, hasta ahora…

Deslizó una mano hasta su ropa interior. Estaba empapada. Soñar con Livius de esa forma le había producido aquello.

—Livi…—susurró mientras acariciaba la fina tela que la separaba de su femineidad—.No, Livius…

Livius era el nombre del hombre que la había tocado en sus sueños, no su dulce Livi… Rememoró el sueño mientras se daba placer por primera vez. Exploraba su cuerpo y encontraba partes que nunca pensó que serían tan sensibles. Inmersa en sus sensaciones, no pudo oír la puerta del baño abrirse lentamente.

Cuando pensó que había logrado calmar su deseo por Nike, Livius decidió volver a acostarse. Seguramente, Nike ya estaría soñando con otra cosa. Pero nada lo habría preparado para la escena que ocurría en la cama. Nike estaba despierta… Gimiendo su nombre mientras se tocaba…

El Rey Sol, caracterizado por su voluntad de hierro, estaba totalmente desarmado ante esa imagen. Ya no lo resistía. Él no era el único que tenía esas necesidades, eso lo reconfortó y le dio el coraje para hacer lo que hizo a continuación.

Nike sintío cómo alguien la abrazaba por detrás.

—Estos son los deberes de un esposo —le susurró al oído al tiempo que una de sus manos se internaba bajo su ropa interior.

Nike vio sus ojos, era el Livius de sus sueños otra vez. Él comenzó a besar su cuello mientras que con sus manos recorría ese cuerpo exquisito. La volvió hacia él y la besó transmitiéndole todo su deseo. Y ella se dejó llevar por esa ilusión que le regalaba su mente. Sus manos comenzaron a recorrer el cuerpo del rey, sus músculos bien formados, su espalda, incluso se atrevió a tocar sus bien formados glúteos. Livius tomó su mano y la colocó en su parte que más atención necesitaba.

Nike tomó su miembro y lo acarició. Livius no pudo evitar dejar escapar un gemido. En respuesta a ese placer, Livius insertó un dedo en la intimidad de Nike, ganándose así más gemidos por parte de ella.

De repente, llamaron a la puerta.

—Nike-sama, es hora de levantarse —llamó una de las criadas desde el otro lado de la puerta.

La muchacha se paró de un saltó. El sueño había terminado.

—¡Ya voy!- dijo mientras se levantaba.

—No vamos a parar ahora ¿o sí? —dijo la voz ronca de Livius mientras seguía acariciando su parte más intima.

Nike palideció. ¿No estaba soñando?

Miró a su esposo, su respiración estaba agitada, su rostro sonrojado y tenía esa mirada diabólica llena de deseo… Pero la prueba más contundente era esa mano intrusa en su ropa interior, la mano de Livius.

—No fue un sueño…—Dijo con voz temblorosa.

Livius recuperó su mano y lamió sus dedos de manera muy seductora sin romper el contacto visual con Nike. Ante esto, toda la sangre de su cuerpo se fue a su rostro. Todas esas caricias, todos esos besos, esos gemidos, los había hecho él. Y ella también lo había tocado de esa forma tan pervertida y descarada. El terror se dibujó en su rostro, no sólo por la vergüenza que sentía por sus actos, sino también porque una parte de ella ansiaba continuar.

—Livius-sama, usted también debe levantarse —dijo Neil al abrir la puerta—. Tiene una reunión con el embajador de…

El mayordomo paró en seco ante la escena. Nike con la camisola desarreglada, los labios enrojecidos y un sonrojo creciente al notar su presencia y el rey, a punto de abalanzarse cual león sobre su presa, que ahora le dirigía su mirada asesina. Siempre tuvo la costumbre de tocar, ese día por su atropello y apuro no tocó…

"Quiero que la tierra me trague". Pensó Neil.

—Siento mucho la interrupción —se disculpó un abochornado Leim—. Volveré desp…

Pero Nike no lo dejó terminar la frase que salió a toda velocidad y se encerró en el baño ante la atónita mirada de los dos hombres.