Capitulo I. Soledad.
Estos extraños sucesos me comenzaron a ocurrir hace unos años, no se que clase de pecado cometí para recibir semejante castigo. La incertidumbre y el caos ha reinado en mi vida desde aquel entonces. Aun me es difícil aceptar la realidad de lo que esta pasando, me niego a creerlo. A lo mejor siempre a sido un sueño. A lo mejor estoy loco, y espero que así sea. Es tiempo, dejare de fingir. Escribo esto para que alguien conozca mi historia, todavía me queda algo de tiempo de hacer lo único que puede darme algo de paz. Escribir. Aun tengo muchos sueños por cumplir, y si no salgo vivo de esta, si no logro dejar marca en este mundo de muertos, quiero dejar al menos el testimonio de mi existencia.
Me encontraba en la universidad, en el antiguo edificio de ingeniería. "El viejo" como le decíamos por costumbre, habría sido testigo mudo de mi primer encuentro con ese mundo, ese infierno viviente. Luego de haber tenido clase de cálculo me encontraba solo. No deseaba hablar con nadie, de sostener una conversación común, algo difícil de hacer para mi en esa época. Me hartaba ver a las personas ensimismadas en su propio ser, en su propio placer, su propio dolor. ¿Acaso no intentaban ver más allá de sus propias fachadas? ¿No les interesaban las demás personas? En realidad tenían miedo de compartir su verdadera esencia con los demás, o al menos eso esperaba. Me aterraba la idea de que fueran tan vacios como la mayoría de sus conversaciones.
Entre a los baños del edificio, baje el cierre del pantalón y comencé a hacer lo mío. Respiraba por la boca para no percibir el olor a heces e inmundicia que algunas personas dejaban como recuerdo. Había mensajes escritos en las paredes. En el caso de mi universidad las paredes no son mudas. Podías encontrar mensajes interesantes, o hasta grotescos y sin sentido. Me hacia reír el hecho de que podía ir allí y enterarme de cualquier cosa de suceso relevante en el mundo, o en la universidad misma. Termine y baje la cisterna con el pie, ni loco iba a tocar esa cosa con mis manos. Cuando fui al lavamanos y abrí el grifo, un liquido negruzco alcanzo a salpicar mi camiseta.
- Mierda! – dije mientras sacudía la porquería de mi camiseta. Abrí el lavamanos de al lado y salió el mismo liquido negruzco. Asqueado, decidí no darle demasiada importancia, el miedo a descubrir que era aquella sustancia me lo impedía.
Al tratar de abrir la puerta, esta no cedía, me habían encerrado. No maldije ni dije ninguna grosería. Me habían sacado de mi cotidianeidad y me sentía incluso profundamente agradecido con la persona que me puso aquel reto, salir de allí. Algo que era muy diferente a las complicadas demostraciones matemáticas.
Intente abrir la puerta una vez mas, pero era inútil. Busque en mis bolsillos las llaves de la casa e intente hacer girar el cerrojo con cada una de ellas, tampoco dio resultado. Tenía un clip y una tarjeta Telmex en mi bolsillo, recordando las veces en que había abierto puertas con cosas parecidas, o hecho arrancar carros con destornilladores, espere tener éxito esta vez, y aunque logre hacer un pequeño clic, la puerta no se abría, estaba bloqueada desde afuera por algo. Comenzaba a hacer frio.
Cansado y con un ligero dolor de cabeza, decidí llamar a Juan, un compañero de clase a que me ayudara a salir de ahí, el olor a porquería me estaba indisponiendo. Le conté mi situación y después de unas carcajadas dijo que ya iba para allá, que estaba con unos amigos en la entrada del edificio. En el momento no me importaba que se rieran de mí o algo por el estilo, solo deseaba ir a casa y dormir un poco.
- Viejo que extraño, ¿no será que usted se encerró solo desde adentro?
- Si hubiera sido así, ya me habría salido – dije algo aburrido.
- Esta bien calmado – dijo notando mis ganas por salir de allí – Voy a llamar a alguien.
- Ok, hágale rápido hermano, vemos.
Espere mas de una hora, el aburrimiento era insoportable, había intentado llamar a Juan de nuevo varias veces pero no había señal. Y aunque continúe intentando salir con los medios que habían a mi alcance, era inútil. En un momento de rabia, comencé a patear la puerta desesperadamente, me sentí frustrado y solo. Ya no se oían los pasos de otros estudiantes, aquello me aterraba. Cuando termine de descargar mi furia contra la puerta, hubo silencio, a los pocos segundos unos pasos… y una suave voz se hizo oír…
- ¿Ha-hay alguien ahí?
- Si, si hay alguien ! – tenia ganas de golpearme, sutil forma de llamar la atención, ¿no?
- Jaj… - Iba a reír pero se detuvo…
- Veras…me he quedado encerrado desde hace rato y no he podido salir, ¿me podrías dar una mano?
- Si…si…
Ella trato de abrir la puerta, pero esta siquiera se movió.
- Oh Dios mío, por fin encuentro a otro ser humano y no lo puedo ni ver ni tocar, estoy desesperada.
Hice silencio unos segundos, eso que dijo era extraño, en muchos sentidos.
- ¿Qué quieres decir?
- Santo Dios, ¿No los has visto?, están en todas partes, debemos irnos antes de que regresen – percibí su en su voz el trastorno y la angustia que la invadían.
- Espera espera, ¿De que estas hablando?, esto se siente terriblemente vacio, solo estamos tu y yo.
Se quedo en silencio por unos segundos, parecía que hubiese alucinado, que estuviese hablando con un fantasma. ¿Sera el hambre? Aun así decidí tranquilizarla un poco, no era muy bueno en esto, pero tenia que intentarlo.
- Dime… ¿Qué ha pasado allá afuera?
- ¿Y tu de donde eres?
- Ehmm…vivo en Colombia, pero no has respondido mi pregunta – aquella chica se comportaba de manera muy extraña, comencé a sospechar que todo se tratase de un sueño, no era coherente absolutamente nada.
- Bueno, no se la verdad como llegue aquí, no estoy segura – La respuesta no me ayudo en lo mas mínimo.
- ¿Cómo te llamas?
- Erika, ¿Y tu?
- Yo…te lo diré cuando me ayudes a salir.
Erika soltó una risita.
- No es justo, yo os dije mi nombre, deberías decirme el tuyo – dijo en tono coqueto.
- Esta bien…empuja a la cuenta de tres. Uno, dos…
- Aaahh?...¿Que sucede?
- Erika?
De pronto todo se fue oscureciendo paulatinamente. Jure haber escuchado una sirena, y solté una carcajada de incredulidad. A los pocos segundos, ya no se veía absolutamente nada. Una sensación de frio extremo sacudió mi cuerpo, estaba en medio de una total oscuridad.
- ¿Erika? – Pareció que se había marchado, no la culpe, lo que estaba sucediendo era muy extraño.
Por más bizarra que fuera la situación no tenia miedo, analizaba cuales eran las posibles explicaciones y la gravedad de la situación, en aquel momento no tenía miedo, pero lo iba a tener.
