Saint Seiya y todos sus personajes son producto del Ingenio de Masami Kurumada. Todos los derechos a él le pertenecen.
PROLOGO: El Fin de la Guerra Santa
El momento culminante había llegado. Los caballeros miraron a Athena en busca de respuestas, y ella, dudándolo un poco, asintió. La orden de destruir la espada de Hades había sido emitida y debía ejecutarse lo antes posible. Athena bajó la mirada, inquieta sin saber por qué. Sintió sus dedos temblar.
La mano gentil del caballero de Andrómeda se posó con suavidad sobre el hombro de la diosa, tratando de no sobresaltarla. Cuando ella volteó, se encontró frente a frente con sus ojos verdes y profundos.
- ¿Sucede algo, Saori-san?
La joven mujer se quedó enfrascada por un momento en sus pensamientos. No sabía cómo explicar este tenebroso sentimiento que la embargaba. Tenía un mal presentimiento, algo que no le permitía disfrutar de este aparente momento de gloria.
- Shun… ¿con esto será suficiente?
El joven sonrío. Sabía perfectamente a qué se refería Saori.
- Ya no habrá ninguna espada que se clave en su pecho. Ni siquiera hay un Hades a quién combatir. Él estará bien, te lo aseguro.
Saori intentó sonreír, pero en su corazón sabía que algo malo estaba por venir, aunque no podía predecirlo con exactitud.
- Debemos irnos. – Espetó una voz ronca y poco amigable.
Ninguno se atrevió a cuestionar al Caballero de Fénix. Los caballeros dorados se acercaron lentamente a Athena y con reverencia se postraron ante su presencia.
- Gracias por su ayuda, señorita Saori. – Dijo con firmeza el Caballero de Aries – Le estaremos eternamente agradecidos. Prometemos encontrar a la Athena de nuestra época y protegerla tal como usted lo ha hecho con nosotros.
- Seguramente aparecerá en cuanto me marche, Shion. Athena no puede reencarnar en dos cuerpos al mismo tiempo, así que para ello debo regresar a mi época. Pero, gracias por luchar, aún en su ausencia.
- Hasta siempre, Athena. – Dijo el Caballero de Libra, esbozando una gran sonrisa.
Caballeros de distintos siglos se despidieron, con la esperanza de reencontrarse en un futuro lejano. Por ahora, debían invocar de nuevo al dios Cronos y pedirle su ayuda para regresar al futuro distante. Al llegar a una amplia llanura, Saori y sus acompañantes llamaron a la deidad para saber cuál sería el resultado de su gran hazaña. La joven diosa aún aguardaba temerosa lo que habría de venir.
- Saludos, mi hermosa Athena, y a ustedes, valientes mortales. Tal parece que han repetido su gloriosa victoria sobre Hades.
- Así es, y queremos regresar a casa. – Respondió el Caballero Dragón.
- Por favor, llévanos de vuelta, Cronos. – Pidió Saori con la voz temblorosa.
- Oh, por supuesto… es lógico que no puedan seguir existiendo en este tiempo. Sin embargo, hay algo que debo decirles.
Todos se miraron de reojo, y finalmente volvieron sus ojos al dios y señor del tiempo.
- ¿Qué es lo que tienes que decirnos, Cronos? – Preguntó el Caballero del Cisne.
El dios se carcajeó por unos segundos, antes de clavar sus fríos ojos en Athena.
- Antes de que vinieran, te advertí que esto tendría un costo. Y no creas que sería algo tan barato como tu cabellera, joven Athena. Por supuesto que volverán a su época, pero…
- ¿Pero qué? - Interrumpió el Fénix con impaciencia – Ya dinos.
- Deben saber, que a raíz de lo sucedido en ese siglo, el futuro ha cambiado en varios… No, en muchos aspectos. Cada uno regresará a ser quien es, porque hay cosas que están estipuladas por el destino, pero otras… no volverán a ser iguales nunca más. En el nuevo futuro la historia de ustedes habrá comenzado de nuevo, y ninguno podrá recordar al otro, ni las cosas que han vivido hasta ahora. Como supondrán, muchas de las circunstancias que les permitieron llegar hasta aquí no se repetirán nunca más. Hasta puede…
Cronos se detuvo a mirar a los extasiados personajes presentes. No podía dejar de disfrutar el horror en sus caras, especialmente en la de la diosa.
- Hasta puede que no le profesen la misma lealtad a su diosa… – Sentenció.
- Eso es imposible. – Replicó el chico de Andrómeda. – Somos Caballeros de Athena, y eso no cambiará. Estamos destinados a protegerla, aunque olvidemos lo que ha sucedido aquí. Volveremos al Santuario, de alguna u otra forma.
Cronos se carcajeó y los miró con una sonrisa maléfica.
- Es hora de separarse.
En ese momento, una atmósfera de luz los envolvió y los caballeros rodearon a Athena, entrelazando sus manos con las de ella. Sus cuerpos comenzaron a hacerse cada vez más transparentes. Estaban a punto de desaparecer. Los ojos de Saori se llenaron de lágrimas. Esto no era justo. Sus amigos, sus preciosos amigos… ¿acaso volvería a encontrarse con ellos?
- No tengas miedo, Saori… nos encontraremos de nuevo –Afirmó con convicción el caballero Dragón.
- Así es. –Confirmó el caballero del Cisne.
- Es nuestro destino. –Añadió el Fenix a secas.
- No importa dónde estés… volveremos a encontrarte, Saori-san. –Repuso el caballero de Andrómeda con su infaltable sonrisa.
- Gracias chicos, gracias por todo. –Correspondió la diosa con una sonrisa embargada entre las lágrimas.
Lentamente vio desaparecer a cada uno de sus caballeros, sintió un cansancio abrumador y finalmente fue como si se hubiese quedado profundamente dormida.
