Esta nueva historia es especial, la dedico a una persona única, una persona que siempre me es incondicional, a quien quiero mucho, pero que ha dejado el mundo de la creación de fics debido a problemas ajenos a ella, espero que lea mi historia y vuelva a intentarlo, va para ti, Anahí Maxwell Yuy.
Otra cosa, los personajes de Gundam Wing no son míos, que más quisiera. Sólo los tomo prestados para darle color a la historia, pero sí las situaciones, y si ven que los personajes se me salen de conducta, perdonen, no lo hago adrede, ellos se escapan con los tarros solitos.
Y si a alguien no le gusta la historia, ya que es yaoi, que no la lea, no me gustan los homofóbicos y las personas faltas de criterio.
Ahora sí, la historia.
Las causas que me llevan a tiPara todos mis lectores también (ni crean que me voy a olvidar de ustedes también, son muy importantes para mí).
El corazón a Dúo se le oprimía de una terrible angustia al escuchar las terribles noticias que llegaban por satélite desde la sede diplomática ubicada en La Haya, un edificio lleno de altos dignatarios civiles y pacifistas había sido atacado, en medio de una reunión especial convocada por los dirigentes de la Esfera de la Tierra Unida y de las colonias, por un pequeño pero experimentado grupo de terroristas que los tenían de rehenes en el mismo edificio y los Preventers habían designado a un grupo especializado de sus fuerzas especiales para rescatarlos. Desgraciadamente para el trenzado, él andaba en otra misión y llegó justo esa tarde así que sólo Wufei y Heero habían partido comandado el rescate, pero no era eso lo que más lo tenía nervioso, era que habían descubierto demasiado tarde que los terroristas tenían los explosivos suficientes para volar cuatro edificios del mismo tamaño con todo y la gente dentro.
- Mantén la calma, Dúo – le decía Trowa a su lado tratando de tranquilizarlo al verlo paseándose como gato enjaulado por toda la sala – Heero saldrá bien librado y sólo consigues marearnos con tus paseos.
- Estamos apenas casados hace un par de meses, no quiero perderlo – le dijo este sin dejar de pasearse apretándose las manos con nerviosismo – ni quiero verlo en un hospital medio muerto.
- Debiste sacarlo de aquí, así no estarías sufriendo ahora – le dijo Quatre sin mirarlo, no estaba muy interesado en lo que le pasara al japonés, mientras se mantuviera lejos del trenzado.
- ¿Sacar al soldado perfecto de la guerra? – le dijo este negando con la cabeza – jamás lo habría logrado, él fue criado y educado para ser soldado, no se lo puedes sacar de adentro así como así.
"Una fuerte detonación se ha escuchado en el costado oeste del edificio y el Teniente Chang nos ha informado que gran parte de los rehenes han sido evacuados ya del edificio, pero que los Preventers de asalto a cargo del Teniente Yuy aún están dentro intentando atrapar a los terroristas sin que maten a nadie" – dijo un periodista por la televisión.
- ¡Heero sigue dentro! – gimió más preocupado aún empezando a jugar con su trenza de manera nerviosa botando y recogiendo los cojines del suelo en su paseo ahora más frenético aún.
Quatre estaba muy tranquilo, desde hacía un tiempo a esta parte su "don" se había dormido porque ya no amaba a Trowa como siempre creyó, aunque permanecía con él para estar cerca de quien en realidad amaba ¿quién iba a pensar que al fin sus sentimientos por Dúo se hicieran tan fuertes hasta volverse amor? Pero se había dado cuenta demasiado tarde, el trenzado se había unido en matrimonio con Heero hace dos meses y era más que notorio que ambos se amaban mutuamente y con locura.
"¡Se escucha una nueva explosión!" – dijo el periodista espantado – "Nos ordenan evacuar pues el edificio se derrumba"
- ¡No, Heero! – fue el gritó de Dúo antes de salir disparado de su departamento cogiendo sólo su chaqueta y las llaves del mismo, él debía llegar al lugar de la emergencia, su esposo lo necesitaba allí.
Wufei empezó a revisar las listas de las personas a su cargo, todos los civiles estaban todos afuera antes de la segunda explosión, así que envió al grupo de rescate a ver si entre los escombros había sobrevivientes ya fueran terroristas o su propia gente. Encontraron seis soldados vivos del grupo especial al mando de Heero, dos muertos del mismo grupo de asalto un poco más allá bajo los escombros, pero de él ni luces.
- Que esté bien – rogaba el chino preocupado por su compañero y por la reacción que tendría el trenzado si algo malo le pasaba ¿con qué cara se iba a presentar con Dúo a decirle que había quedado viudo? – vamos, aparece.
Un bullicioso helicóptero de Preventers aterrizó no muy lejos del desastre y a los pocos minutos un angustiado trenzado y otro grupo de rescatistas de Preventers se unía a la búsqueda de sobrevivientes junto con el grupo de rescate a las ordenes de Wufei moviendo con sus propias manos cuando era necesario los escombros que le tapaban el paso, hasta que se topó con el brazo de alguien que portaba una chaqueta de Preventers.
- ¡Aquí hay alguien! – gritó y dos jóvenes corrieron a ayudarlo mientras contenía el aliento al darse cuenta que el soldado de Preventers estaba muerto – no es Heero – trató de no alegrarse, aquello no significaba que... movió la cabeza, debía pensar positivo, su esposo debía estar en algún lugar con vida.
Siguió avanzando hasta que se encontró con un escritorio de fierro que estaba todo retorcido y cubierto de ecombors de donde asomaba un par de zapatos negros del tipo que completaban el uniforme de su gente. Tomando aliento para tranquilizarse un poco, removió con mucho cuidado los escombros hasta ver a quien estaba debajo.
- Dios mío, Heero – dijo asustado acercando su mano temblorosa al cuello del japonés descubriendo que su pulso latía débilmente – Wufei ¡lo encontré, está grave, pero vivo! – hizo una seña y los de emergencia levantaron el cuerpo de Heero con suma delicadeza y comenzaron el traslado de los heridos.
Siguieron buscando y encontraron a otros tres Preventers más heridos, dos terroristas mal heridos pero vivos y al resto de ellos muertos así que comenzaron la investigación sumaria.
- Maxwell, vete con tu esposo – le dijo Wufei al ver su pálida cara – en el hospital sabrás si se puede salvar – dijo desviando la mirada – perdona, él estará bien.
- Tiene que salvarse – le dijo haciendo un gesto con la mano subiendo a la última ambulancia en donde también lo atendieron, los paramédicos le dijeron que era por si entraba en estado de shock.
Ya en el hospital institucional, sin permitir que lo revisaran, corrió derechito al mesón de informaciones a preguntar por su esposo y le dijeron que habían debido ingresarlo a pabellón debido a sus graves heridas y que tenía las costillas contra los pulmones, pero que el médico necesitaba su autorización para someterlo a semejante operación.
- Con tal que le salve la vida – dijo leyendo un poco el documento y lo firmó – no quiero quedarme sin él.
- No se preocupe, joven, haremos hasta lo imposible por salvarlo.
Dúo asintió y se sentó a esperar, esa tarde y esa noche serían interminables hasta que supiera a su amado Heero fuera de peligro.
Un joven médico de origen japonés leía detenidamente los expedientes de los heridos recién ingresados al hospital por causa del derrumbe del edificio de juntas de la esfera unida cuando vio el nombre en la ficha, un nombre que le era familiar y lejano a la vez, y se sorprendió al ver la fotografía del teniente de Preventer que seguía siendo operado en el pabellón, si era igualito a él ¿Sería acaso el pequeño hermano que se habían secuestrado de L1 cuando apenas y tenía dos años? No lo sabía, pero podía cerciorarse ¿no? Además, el expediente señalaba que su esposo había autorizado su intervención, así que también debía estar en el hospital, nada perdía con preguntarle. Aquel muchacho parecía estar muy mal, quizás hasta fuera mejor que muriera al tipo de vida que tal vez tuviera que soportar, aunque. Claro, había una pequeña posibilidad que no fuera así.
Caminó lentamente por el pasillo hacia la sala de espera y miró al joven que esperaba al joven que operaban sentado en uno de los incómodos sillones mientras apretaba los puños o se jalaba levemente la punta de la trenza que a ratos mordía con angustia, era un chico lindo de larga cabellera sujetada en una trenza y de unos preocupados ojos color violeta. Se paró a su lado y comenzó a examinarlo mientras este mantenía la mirada fija en la puerta de la sala del pabellón cuya luz superior permanecía encendida en rojo, señal que continuaban trabajando. De repente, este levantó la mirada y sus ojos se abrieron como platos, asustados.
- ¿Heero? – dijo entre asombrado y asustado y luego reaccionó, se veía más maduro que su esposo – te le pareces mucho – dijo luego de un momento de duda mirándolo fijamente.
- Soy el doctor Midachi Yayuki, tercer hijo del director del hospital institucional de Preventers – se presentó sentándose a su lado – y cirujano plástico, especialista en borrar cicatrices o arreglar deformaciones.
- Hasta la voz es parecida – dijo Dúo aún asombrado y en eso recordó su motivo de estar allí – ¿Heero ha tenido alguna complicación?
- No sé nada todavía – admitió el joven médico sentándose a su lado – yo sólo estaba revisando los expedientes y noté su parecido conmigo.
- Bueno, sí, en realidad se parecen muchísimo, excepto que tiene los ojos de otro tono de azul – suspiró – no quiero ni pensar que haría sin él – puso las manos en su rostro, no quería llorar, le habían recalcado muy dentro que un soldado como él no debía llorar, pero sentía que se desangraba lentamente sin su amor, su fortaleza.
- Yo quisiera preguntarte algo ¿Sabes algo de la infancia de tu esposo? – intentó averiguar algo de su pasado, pero Dúo bajó la mirada al suelo.
- Heero jamás habla de su pasado, no sé por qué, quizás es muy doloroso para él, pero por no hacerlo enfadar prefiero no preguntar – movió la cabeza – Heero es la persona más peligrosa del universo cuando se sale de sus casillas, aunque es muy difícil lograrlo, no es bonito verlo así, los ojos se le encienden y se oscurecen, las venas parece que se le van a salir, su boca se convierte en una dura línea roja, el mentón se le endurece y su lengua se vuelve una afilada navaja, sus manos dos auténticas armas y...
- ¿De casualidad te hace callar a cada rato? – lo interrumpió divertido, él también era un hablador empedernido.
- Si – se sonrojó avergonzado – es que cuando me pongo nervioso hablo de más, Heero siempre me lo dice, pero no puedo evitarlo, odio el silencio.
- Pero alguna cosa te habrá dicho de su infancia.
- Es huérfano de la guerra, como yo, pero él se crió entre los científicos que crearon los gundams como un soldado perfecto, casi como una máquina de guerra desde que recuerda.
- ¿Sabes? – suspiró pensativo – yo tengo cuatro hermanos, dos mayores que yo y dos menores, pero el más pequeño fue secuestrado de nuestro hogar en L1 cuando apenas había cumplido dos años, yo tenía algo así como 6 años y el que me sigue 4, así que papá dobló los cuidados con nosotros, pero jamás encontró a nuestro hermano menor, sólo a aquel al que le pagaron para que lo robara.
- ¿Crees que Heero podría ser tu hermano?
- Quisiera saber si el parecido es lo único que tenemos en común, pero necesito tu autorización para hacer las pruebas de ADN.
- Espero saber de su salud antes de eso – miró la puerta del pabellón – no quisiera hacerlo enojar.
- ¿Sabes que ganaría mucho si realmente es Heero Yayuki?
- ¿Tu hermano también se llama Heero?
- Si, espero que sea él, ya que, pese a los resultados de la operación que le están haciendo, su futuro no es nada de alentador.
- ¿Qué quieres decir? ¿Qué es lo que no me han dicho acerca de su salud?
- No es mi deber decirte lo que le pasa, ni siquiera debería haber visto su diagnóstico, si resulta que es mi hermano sería poco ético y contraproducente que supieras todo por mi boca.
- ¡Ve si es tu hermano, pero ya no me angusties más! – dijo perdiendo los restos de su control y comenzó a sollozar descontroladamente – que mi Heero no se muera, no quiero perderlo, mi vida se queda sin sentido si el llegara a faltarme ¿cómo seguir viviendo sin él? – gimió aferrándose al delantal del médico llorando a lágrima viva.
Midachi lo miró preocupado y lo abrazó con fuerza, no había sido su intención, así que hizo sonar una alarma silenciosa y a los pocos minutos una enfermera inyectaba al muchacho y este se relajaba sin dejar de llorar.
- ¿Qué le hizo, doctor Yayuki? – lo regañó la enfermera muy molesta – se veía tan calmado hace un rato.
- Es mejor que llore ahora, así podrá enfrentar lo demás por venir.
- Pobrecito, por lo que nos dijo no llevan mucho de casados.
- Enfermera, creo que mejor lo llevamos a una habitación – le dijo y lo cargó con cuidado – ¿podría decirle a mi padre que necesito hablar con él?
- Muy bien, doctor, al joven Yuy se le asigno la habitación 15 del segundo piso.
- Allí lo dejaré, dígale a mi padre si puede ir a verme a allí.
Quatre, más preocupado por el trenzado que por el japonés, y Trowa preguntaron en recepción por Heero y les dijeron que aún estaba en pabellón siendo operado dado a la gravedad de sus heridas, por lo que el latino preguntó si su joven esposo andaba por allí también o si el teniente Chang había llegado.
- El joven Maxwell entró en un terrible shock hará cosa de una hora y debió ser medicado, internado y ahora se encuentra dormido en la habitación que se le asignó a su esposo, deben dejarlo descansar, más tarde podrán verlo sí los médicos lo autorizan.
- Pobre, era lógico que se le cayera la máscara de calma – dijo una voz femenina a su lado – al parecer lo de Heero es más serio de lo que le habían dicho al principio.
- Hola, doctora Sally – le dijo Quatre saludándola al reconocerla – ¿qué es lo que tiene Heero? – le preguntó pensando en Dúo.
- Su pronóstico no es nada de favorable, se enterró parte de las costillas del lado derecho en el pulmón, aunque, gracias a Dios, no se lo perforaron, se fracturó ambas piernas y ambos brazos, pero eso sería lo de menos, nos tememos que el golpe en la espalda le haya roto la columna o al menos golpeado la espina, aquello lo dejaría cuadraplégico para siempre.
- Pobrecito – dijo Quatre más preocupado por Dúo que por el japonés, ojalá todo fuera más grave que eso, le daría la oportunidad de consolarlo.
- Pero los médicos no quisieron decírselo a Dúo hasta que tengan los resultados de la operación, sin embargo uno de los médicos se lo hizo ver y por eso se puso así – movió la cabeza – el doctor Midachi Yayuki siempre ha sido falto de tacto, aunque sea el mejor cirujano que haya tenido este hospital.
- ¿Podemos ir a hacerle compañía a Dúo? – dijo Quatre – así le daremos fuerzas para sobreponerse cuando reciba el diagnóstico.
- De momento no puede ser, el doctor Yayuki se encuentra examinándolo – dijo la enfermera – al parecer el muchacho también está enfermo.
- ¿De qué? – dijo Quatre ahora realmente preocupado.
- No lo sabemos, deberán esperar.
El cirujano acariciaba con cuidado los cabellos de su pequeño cuñado, era cierto que Heero Yuy era su hermano menor, tenían exactamente la misma información genética, así que el trenzado era ciertamente su cuñado, aunque su padre no se hubiese dignado aparecerse aún por allí para conocerlo. Claro, había solicitado algunos exámenes para el trenzado y le había descubierto anemia y principio de hepatitis, así que lo ingresó, pero debía traspasar su caso con otro médico.
- Muy bien, Midachi, qué es lo que quieres – le dijo su padre con sequedad molesto por la interrupción.
- Encontré al menor de mis hermanos – le dijo – en estos momentos está en pabellón y este es su esposo – sonrió – creo que Heero tiene buen gusto.
- Siempre fuiste el más hablador de mis hijos.
- No has escuchado a Dúo – sonrió divertido – en fin, debo traspasar su caso a un especialista, tiene anemia y hepatitis, nada serio, pero el pertenece a Preventers y debe ser atendido como se debe.
- Midachi.
- Ok, me callo.
- No es eso, ¿estás completamente seguro que se trata de Heero?
- Claro que sí, las pruebas ya se hicieron, incluso se llama Heero.
- Entonces no será mucho problema traerlo de vuelta a la familia.
- Debes ver su diagnóstico primero – le entregó un expediente – no es nada de alentador y el médico a cargo no le ha querido decir nada todavía a Dúo, como si con ello desapareciera el problema de su posible parálisis.
- Es una terrible desgracia – dijo el hombre mayor – veré si ya se sabe algo de mi hijo – se acercó a la puerta.
- Padre ¿debo informarle a mis hermanos?
- Aún no, pero creo que debes preparar a tu cuñado para afrontar lo que viene, por lo visto Heero ha sido siempre un muchacho muy activo y no podría asumir nada de bien su nuevo estado si por desgracia llega a existir la lesión.
- Con cinco médicos en la familia debería existir una solución.
- Mejor reza para que no exista la lesión – le dijo y salió.
Trowa vio al hombre mayor que entraba en el pabellón y le llamó la atención el parecido que tenía con el ex piloto del Wing Zero, el porte serio, la mirada inexpresiva, la seguridad en sus movimientos, lo seco de sus palabras, lo parco para soltarlas, pero algo en su mandíbula delató su preocupación como si lo que ocurriera adentro fuera de vital importancia. Salió de nuevo y se fijó en la mirada del ex – cirquero y fue hacia él.
- ¿Eres amigo de Heero Yuy?
- Sí – dijo preocupándose.
- No es tan grave lo que tiene como creyeron los médicos al principio, no tiene lesión alguna en la columna, pero de todas maneras estará inmóvil por mucho tiempo debido a las múltiples fracturas.
- Al menos eso es ya un alivio – dijo el latino soltando el aire contenido – pero quien sabe como lo tome, Heero no es una persona paciente.
- Me preocupa más su esposo, tiene hepatitis y debemos aislarlo por una semana, no vaya a contagiarlo.
- Dúo es un caso aparte, ese no va resistir el encierro y menos estar lejos de Heero por mucho tiempo, ni aunque lo amarren lo conseguirán.
- Por el momento, no será difícil mantenerlos cerca y alejados, mi hijo ha concebido la manera que ellos se vean siempre y cuando no se acerquen uno al otro – se encogió de hombros – pero ambos serán sacados del hospital.
- ¿Por qué? – dijo Sally poniéndose a su lado – ambos tienen todo el derecho de permanecer en el hospital institucional de Preventers mientras se recuperan.
- Por supuesto – le dijo el hombre con seriedad.
- Además, no existe mejor hospital que este...
- Doctora Poe, no le pido su opinión.
- Pero, director, Heero y Dúo son esposos y...
- Y el primero es mi hijo – la cortó en seco dejándola sorprendida – y cuatro de los facultativos que trabajan aquí son sus hermanos, así que los trasladaremos a ambos a la Isla, es todo – le dijo y se fue.
- ¿La Isla? – dijo Quatre sentándose junto a Trowa, acababa de llegar del comedor y había escuchado las últimas palabras del médico, no podía creer que Heero fuera hijo de uno de los médicos más prominentes de la Tierra.
- Es un centro médico especializado en casos de daños neurológicos y físicos, su especialidad es la rehabilitación de atletas excepcionales que han resultado maltratados por algún accidente de envergadura – explicó Sally pensativa – ¿saben? Nunca me fijé en el parecido que tienen ellos con Heero, debí sospechar, al menos dos de ellos no hablan mucho, pero si se supo que uno de sus hijos, el menor de todos, fue secuestrado del hogar cuando apenas tenía dos años, pero que sea Heero aquel pequeño – movió la cabeza – debí sospecharlo, se parecen demasiado en muchas cosas.
- ¿Quiénes? – dijo Wufei uniéndose al grupo – ¿cómo sigue Yuy?
- Mejor de lo que creían – le dijo Trowa mirando hacia la entrada del pabellón – pero le han detectado hepatitis a Dúo y los van a trasladar de hospital.
- ¿Por qué?
- Heero es hijo del director de este hospital y hermano de cuatro de los facultativos – dijo Quatre fastidiado, así difícilmente iba a conseguir separarlos sin molestar al trenzado, ahora estaría protegido por sus cuñados – así que los levarán a la Isla.
- Vaya, así que resulta que no sólo Yuy no es huérfano, sino que es hijo de una de las familias de médicos más importantes de la Tierra – dijo el chino sorprendido.
Quatre miró la sala de operaciones muy molesto, tal vez hubo un tiempo en que apreció a Heero, en que pensó que lo quería como si fuera su hermano, pero esos sentimientos cambiaron mucho, él también amaba a Dúo Maxwell y no lo quería compartir, sin embargo, el japonés se lo había ganado en buena y él era lo bastante egoísta como para haber querido que muriera en el accidente o se fuera en la operación de manera de poder consolar a Dúo.
Trowa se volvió a mirar a Quatre, de un tiempo a esta parte había notado que el pequeño árabe era muy frío con él y que le preocupaba mucho más lo que ocurría entre el trenzado y Heero, siempre tratando de hacer que el primero dejara al japonés, pero procurando no hacerlo notoriamente, aunque sus intentos parecieron calmarse cuando ambos se casaron dos meses atrás. No quería creerlo, pero su corazón herido le hacía ver con claridad que Quatre ya no la amaba y que su amor ahora estaba dirigido a un trenzado loco.
- Parece que ya terminaron – dijo Sally mirando la luz del pabellón que ahora era verde – lo van a llevar a su habitación.
Dúo despertó en una habitación de paredes blancas se sentó en la cama y notó que vestía uno de los camisones del hospital, se sentó en la cama y vio del otro lado de la habitación una cama y a Heero sobre ella, intentó bajarse, pero se sintió mareado y volvió a recostarse, al menos Heero estaba cerca.
En eso entró un médico algo mayor al que no conocía que le sonrió al verlo bien despierto.
- Vaya, que lindos ojos amarillos tienes – le dijo divertido.
- Los tengo violeta – replicó cansado sin saber por qué.
- Los tienes amarillos – lo corrigió el facultativo mostrándole un espejo – es un síntoma claro de la hepatitis.
- No debería estar con Heero, entonces.
- Está aislado de ti por un grueso vidrio – le dijo el médico más divertido aún acercándose a este golpeándolo – ocurrencia de alguno de los doctores Yayuki, me imagino.
- ¿Cómo está mi esposo? – lo miró y vio que dormía.
- Bueno, consiguieron colocar sus costillas en su lugar correcto, pero tiene fracturas múltiples en todas sus extremidades, pero nada que sea irrecuperable.
- Midachi me insinuó...
- Será el mejor médico cirujano que tenemos, pero tiene poquísimo tacto con los familiares de los pacientes – negó con la cabeza – pero era sólo un diagnostico previo, se temía que tuviera algún daño en la columna o algo parecido y que quedara cuadraplégico, pero no es así.
- ¿En serio? – sonrió feliz – eso es muy bueno, las fracturas tienen recuperación, he visto miles de veces a mi esposo salir de ellas, pero si Heero perdiera su independencia al quedar postrado se volvería insoportable, si las pocas veces que ha estado en cama no deja de joder porque las cosas no están "como le gustan" o porque tengo que "tratarlo como bebé".
- Bueno, pues debo decirte que evolucionas mejor de tu enfermedad de lo que parece, mas cuando la hepatitis se te declaró hace dos días e ignoraste los síntomas hasta que Midachi te vio bien.
- ¿Por qué le traspasó mi caso?
- Él es médico general, pero principalmente se encarga de las cirugías. Además, no es ético atender a alguien que forma parte de tu familia.
- Entonces, le hizo las pruebas de ADN a Heero y resultó ser verdad que era su hermano menor.
- Pues nosotros esperemos que eso le cambie un poco el genio al director – le comentó – es un excelente facultativo, el mejor director, pero es un poco dictatorial cuando quiere que algo se haga, todo es para ayer.
- Heero es igual – sonrió – solíamos pelear mucho por eso, pero ese afán perfeccionista que tiene es lo que más me gusta de él, cuando se le ocurre una noche romántica, no hay detalle que se le escape, me hace tocar las estrellas.
- Entonces es mal de familia, aunque Midachi es un poco distinto a su hermanos, también es un perfeccionista obsesivo.
- Me gustaría conocerlos a todos.
- Por lo visto, los cinco hijos del doctor Yayuki son calcados a él, aunque el color de los ojos varía.
- Mi Heero los tiene de un azul cobalto.
En eso entraron los cuatro hermanos a la habitación y Midachi le sonrió a Dúo que los miraba fijamente, el otro médico tenía razón, eran calcados unos a otros, un poco más maduros, quizás, pero iguales entre ellos ¿tendrían todos el mismo carácter que su amado esposo?
- Bien, Dúo, ellos son Akito, mi querido hermano mayor – se agachó – el más viejo – le cuchicheó y recibió un golpe en la cabeza.
- Pero no sordo y sólo soy 4 años mayor que tú – le dijo muy serio.
- Ok – se sobó la cabeza – él es Kaichi, el segundo hermano y él es Tomochi, el hermano anterior a Heero.
- Y Midachi es la oveja negra.
- ¿Todos son médicos? Heero está estudiando para ser ingeniero en informática y robótica – dijo Dúo – yo no sé como se da paciencia para estudiar tantos números, a mi me ponen de cabeza, si a duras penas terminé la escuela y él lo hizo con honores ¿de donde saca neuronas para hacerlo?
- Tal vez te las roba a ti – sonrió Midachi y recibió tres pares de miradas asesinas.
- Bueno, nosotros no vinimos a esto – dijo Akito molesto por la cháchara de su hermano y su cuñado – mi padre quiere saber cuando será posible el traslado de ellos a la Isla – le dijo al doctor a cargo del trenzado mirándolo muy serio.
- Cuando a Dúo se le pase la hepatitis.
- ¿Cuándo? – insistió.
- Una semana, tal vez, no puedo decírselo a ciencia cierta, depende del organismo de este muchacho.
- Bien, le daremos una semana para que Heero se reponga un poco antes de llevárnoslo.
- ¡No me van a quitar a Heero! – dijo Dúo molesto.
- ¿Quién dijo algo semejante? – le dijo Akito mirándolo con frialdad – se van juntos, él te necesita para recobrarse por completo.
- No seas así, Akito – lo regañó Midachi.
- Soy como quiero – le replicó.
- Aún no entiendo cómo es que eres médico si no tienes nada de paciencia. Además, el pequeño Dúo es NUESTRO CUÑADO – le recalcó – aparte de ser un paciente este hospital y como tal debes respetarlo y cuidarlo.
- ¿Pretendes hacerme algo?
- Decirle a papá – le dijo Kaichi agachándose junto a Dúo – no le hagas caso, está molesto porque él estaba a cargo de Heero cuando se lo robaron y creo que te siente como un intruso en la familia, pero según yo, eres otro hermanito al que cuidar cuando sea necesario.
- Ustedes están locos – replicó este saliendo molesto.
- No te preocupes – le dijo Tomoshi sonriendo – él es el único que es así, le decimos que se ve más viejo con esa actitud, pero nunca nos hace mayor caso, creo que es demasiada la carga de ser el hermano mayor y sentirse culpable por la pérdida de un hermano, pero creo que la culpa no es de él ¿Quién deja a cargo de cuatro niños a un niño de 10 años? Creo que el guardia nos dejó solos adrede para que se llevaran a Heero, papá pensaba que pedirían una recompensa por él, pero han pasado 16 años y recién sabemos donde está.
- Verás que apenas Heero despierte Akito cambia mucho – le sonrió Kaichi – perdona, pero debemos irnos, no deberíamos estar aquí sino cumpliendo nuestras rondas, pero teníamos curiosidad, no todos los días encuentras a un hermano desaparecido y a su esposo justo en tu trabajo.
- Heero se parece más a Akito que al resto de ustedes – les dijo Dúo al fin – serio, de pocas palabras, lanzando miradas asesinas, hablando con frialdad o diciendo cosas hirientes para defender sus sentimientos e igual de gruñón.
- ¿OTRO AKITO? – Repitieron a coro – ¡DIOS NOS LIBRE!
- Peor, se parece a papá también – dijo escandalizado Midachi divirtiendo al otro galeno con sus exageraciones – en menos de una semana nos ponen la Isla patas arriba, es que somos un atado de desordenes – se excusó divertido – ya verás como conseguimos sacarlos de sus casillas en menos de lo que canta un gallo.
- ¿Qué es la Isla? – dijo Dúo mirándolo divertido también, nunca esperó que lo trataran tan bien los hermanos de su esposo, tal vez porque nunca pensó que tuviera una familia tan especial.
- Es una clínica especial donde se dan los mejores tratamientos para las personas impedidas, es algo así como un centro de rehabilitación en medio del Mar Caribe, allí están los mejores médicos del ramo, a los que normalmente ayudamos económicamente, así que si mandamos al menor de nuestro hermanitos lo tratarán muy bien, aunque esperamos que no con deferencia a los demás.
- ¡Midachi! – lo agaró Kaichi para sacarlo del cuarto – muévete.
- Ok, después te sigo explicando – dijo sonriendo – siempre me dicen que hablo de más, supongo que a ti te pasa lo mismo – se acercó a la puerta y le mandó un beso – te veré a la hora de las visitas, hermano.
Pero la hora de las visitas no había sido la única hora en que había visto a los hermanos, estos, con excepción de Akito, se pasearon por su cuarto un montón de veces antes de ella interrogándolo de su vida con Heero, de cómo se habían conocido y que planes tenían para el futuro.
- Anda, cuéntanos – dijeron los tres, cada cual con una silla esperando una historia fantástica.
- Es que... – no quería hablar de aquello mirando por el vidrio a Heero que estaba con Trowa y Wufei y les hizo una seña – ¿por qué ellos no vienen?
- Recuerda que tienes hepatitis – le dijo Midachi – y no te salgas del tema.
- Ok – dijo dándose cuenta que en eso se parecían a su Heero – lo conocí en una base militar hace 5 años – dijo al fin.
- ¿En el tiempo de la guerra? ¿Qué hacían dos niños allí?
- Heero y yo éramos terroristas, pilotos Gundams para ser más exactos – les dijo – Heero pretendía matar a una chica y yo quise evitarlo y le metí dos tiros sin saber que pertenecíamos al mismo bando y que por él perdería el corazón y la cabeza.
-¿Terroristas? – dijo Tomoshi – ¿fueron soldados antes de entrar a Preventers?
- Yo soy huérfano, crecí en un orfanato en L2, pero este fue atacado por un grupo de revolucionarios y fui el único sobreviviente, ni siquiera tengo un nombre propio, unos chicos que me encontraron en la calle me dieron ese nombre.
- Pobrecito – dijo Kaichi – pero no te preocupes, ahora tienes cuatro hermanos, aunque Akito se niegue al principio.
- Y no le cuentes lo del terrorismo, de seguro se enfada y quien sabe de qué sería capaz – sonrió Midachi – será un secreto, le diremos Heero cuando despierte.
- ¿Cómo está mi Heero?
- Hee-chan está bien, de seguro se despierta por la tarde con una sed feroz a causa de la anestesia.
- O se despierta agresivo.
- Heero es muy controlado para eso – dijo Dúo – y le molesta que le digan Hee-chan, siempre me lo dice, "No soy un niño"
- Bueno, pues va a tener que acostumbrarse – dijo Tomoshi – nosotros nos decimos así, aunque más para fastidiar a Aki-chan.
La semana fue interminable para Dúo, que si bien tenía siempre la visita de alguno de sus hermanos, como estos habían insistido que los llamara, sólo podía ver y hablar con Heero a través de vidrio, sabía que podría haber fácilmente a su lado pero como no sabía si podía contagiarlo de su enfermedad, se quedó allí.
Pero Heero también estaba nervioso de ver a Dúo del otro lado del cristal sin sentir su calor y sus besos, pero él no se podía mover, le médico se lo había dicho, de por si era un milagro que sólo tuviera fracturas y que no se hubiese dañado la columna, pero el estar tanto tiempo de espaldas no era su estilo. También se había enterado (por el cotilla de su esposo), que era hijo del director del hospital y que sus cuatro hermanos trabajaban también allí, lo que calmó sus celos al ver como trataban a su Dúo.
- Bien, supongo que alguno de mis hermanos te lo contó todo – le dijo una replica suya algo mayor que lo miraba con mucha seriedad.
- Eres Akito ¿no?
- Por supuesto – se cruzó de brazos y Heero trató de mantenerse serio, Dúo se la había descrito muy bien – no dices nada.
- Tu tampoco – le dijo controlando sus facciones a duras penas mientras Dúo le hacía morisquetas del otro lado del cristal.
- Veo que eres más aterrizado que el resto de mis hermanos.
- Mn – le contestó muy serio y vio que Dúo le decia, "no te hagas el soldado perfecto ¿quieres?" – supongo que hoy nos trasladan.
- Así es – asintió – en media hora más los suben a un barco.
- Mida-chan le dijo a Dúo que iríamos en avión.
- ¿Mida-chan? Ni se les ocurra llamarme así ¿entendido?
- Si, general – le dijo Heero muy serio mientras este salía y se comenzó a reír – tienes razón, amor mío, es peor que yo – le dijo sólo con los labios.
- Shinigami no se equivoca – le sonrió del otro lado del cristal – al menos al fin me sacan de cuarentena y podré estar contigo.
- Pues parezco momia con todos estos molestos vendajes, ya me siento como una sin poder moverme – se quejó – vaya a saber si siento tus arrumacos.
- Ya me encargaré yo que los sientas perfectamente.
En eso entró Tomochi sonriendo y se fijó que ellos sólo movían los labios y parecían entenderse.
- A ver, niños míos, quiero que me cuenten el chiste.
- Akito – le dijo Heero recuperando la seriedad al verlo.
- ¿VINO AKI-CHAN POR AQUÍ? – dijo alarmado – pobre Mida–chan, de seguro le va a dar un soberano sermón por haber cambiado el modo de embarque, aunque papá lo haya aprobado porque es el método más seguro y más rápido de llegar a la Isla, no queremos que se mareen en el viaje.
- Dúo tiene razón, ustedes se parecen más a él que a mí, pero espero no ser como Aki-chan dentro de 10 años – dijo sonriendo – aunque cuando es necesario soy muy serio.
- Que no te escuche llamarlo así, a nadie le aguanta eso, aquello lo enfurece sobremanera, a no ser que papá esté cerca, si es así lo único que te hará será jurar venganza, cosa que nunca hace.
- ¿Y si él no está?
- A mí la última vez casi me mata, pero luego se sintió culpable y me cuidó mucho.
- Pues deberemos cuidar a Dúo, entonces, él es el bromista, yo no podría perdonarle que le hiciera daño. Además, a mí tampoco me gusta que me digan Hee-chan como suele hacer Dúo, pero yo no sería capaz de atacar a alguien por llamarme así, y menos a alguien que quiero.
- Descuida, en Fantasía no lo hará, nos encargaremos de eso.
- ¿Fantasía? – dijeron Heero y Dúo a la vez.
- Será una sorpresa – sonrió – ahora, arreglarse para partir – ayudó a Heero a sentarse en la orilla de la cama para vestirlo mientras este observaba como su trenzado hacía lo mismo del otro lado del cristal – verán que el viaje será muy divertido, además, Mida-chan y yo los acompañaremos en el viaje, el resto se unirán a nosotros más adelante.
El avión Boing 964 volaba con destino a Fantasía, Heero se había dormido de lo aburrido que estaba que Dúo no le hablara a él, sino s su dos habladores hermanos mayores, que se divertían en grande con los chascarros que les contaba el trenzado, pero este permanecía atento a lo que le pasaba a su esposo, era por él que lo habían embarcado en esta aventura.
- ¿Qué hiciste para que Heero se quedara contigo?
- En realidad, no sé que fue lo que lo convenció al final – admitió – hice de todo para llamar su atención, tanto cuando estábamos en misiones durante la guerra como cuando ingresé a Preventers, Yo me supe enamorado de él cuando lo rescaté del hospital de la Alianza, pero él fue muy frío y duro conmigo, es más, me robo algunas piezas de mi gundam para arreglar el suyo, pero así y todo yo lo extrañaba, miraba el cielo y me preguntaba si él estaría bien, si se acordaría de mí y cuál era su nombre.
- ¿No sabías cómo se llamaba?
- ¿Con lo hablador que es? – se rió – yo me presenté a él porque me decía. "muchacho, esto" o "muchacho, aquello", me molesté y le dije que me llamaba Dúo Maxwell y el me dijo: "Muy bien, Dúo Maxwell, cállate".
- Suena a Akito – se rió Midachi – "Mida-kun, cállate".
- ¿Se molestará si le digo, en vez de Aki-chan, Aki-Kun?
- Bueno, el Kun es más formal en japonés – le dijo Tomoshi – generalmente nuestra gente en casa le dice Akito-Sama, pero tú eres de la familia, así que no hay problema, lo harás sentir viejo, nada más, pero no podrá enojarse.
- Y a su padre ¿cómo debo llamarlo? Porque imagino que él es más serio.
- Bueno, papá es un caso aparte – le dijo Midachi – nosotros casi nunca, al menos frente a él, le decimos papá, sino Padre o señor, es demasiado serio para nosotros, igual que Akito, supongo que desde que mamá lo dejó poco después del secuestro de Heero, él se endureció para que no supiéramos lo mucho que lo había afectado todo aquello.
- ¿Y ella? – dijo Heero abriendo los ojos.
- No la hemos visto en años – dijo Tomoshi molesto – creo que desde el divorcio hace 13 años que no la vemos, ni nos interesa verla. Yo también era pequeño cuando pasó todo aquello, pero a ella no le importó ninguno de nosotros, simplemente se fue de la casa y le pidió a mi padre una gran pensión, pero papá le dijo que no, él se quedaría a cargo de los cuatro.
- Hubo un tremendo pleito en los tribunales, ella exigió nuestra custodia, claro que era para quedarse con una enorme fortuna, alegando que bajo las narices de papá habían secuestrado a su querido hijito, pero el abogado de papá hizo subir al estrado a Akito y este le dijo a todo el mundo que ella se iba a quedar a cuidarlos esa tarde, pero que se fue con uno de los guardaespaldas a no sabía donde y que lo había dejado a cargo a él de sus hermanos y mientras jugábamos a las escondidas, tú desapareciste.
- Fue el acabose – dijo Tomoshi – papá se puso pálido de ira, pero se controló. Los jueces dictaminaron la sentencia de divorcio y la custodia nuestra para papá, así también que ella no recibiera un céntimo de mi padre hasta que tú aparecieras a salvo.
- ¿Y no se ha vuelto a casar?
- Al principio temimos que lo hiciera, pero tiene un temperamento terrible, las novias le duraban muy poco, no necesitamos espantarlas jamás, tanto así que crecimos siendo hijos modelos, excepto cuando nos mandaron de internos al continente – suspiró Midachi – estábamos muy apegados los unos a los otros como para poder llevar la vida por separado, Akito estaba en otro pabellón ya que él estaba en la adolescencia, y Tomochi, por estar en la primaria, en otro, sólo Kaichi y yo permanecimos juntos, nos costó adaptarnos, se nos castigaba constantemente por trasponer las barreras y reunirnos los cuatro a comer en los jardines de la zona de los primarios.
- Odiaba estar solo, supongo que fue debido a que después del secuestro temieron que yo fuera el siguiente.
- ¿Recuerdas algo de tu infancia, Hee-chan?
- No me llames así – le dijo – no mucho, en realidad lo que más recuerdo es cuando Odin Low me llevó a L1 a destruir una base de Oz que recién comenzaba a construirse, allí conocí a Noim y a Traize, me faltó muy poco para matarlos a ambos – suspiró – supongo que si lo hubiese conseguido entonces, el curso de la guerra no habría sido el mismo.
- ¿Qué edad tenías entonces?
- Unos seis años, yo viajaba como su hijo y él se hacía pasar por un excelso violinista, es divertido pensarlo, cuando jamás supo tocar un instrumento.
- ¿A LOS SEIS AÑOS FUISTE A DESTRUIR UNA BASE? – dijeron los tres escandalizados.
- Claro, si ya era soldado, incluso después de aquello me uní a la construcción de Wing.
- Con razón me costó tanto llegar a tu corazón.
- Lo tenía bien protegido.
Una voz por los alto parlantes les señaló que ya estaban por aterrizar, así que cada uno se acomodó en su lugar y esperaron que la nave estuviera en tierra antes de volver a moverse.
- Estamos seguros que les encantará el lugar – sonrió Tomoshi ayudando a Dúo a colocar a Heero en una silla de ruedas.
- Espero que no me traten como si fuera de cristal – gruñó Heero molesto mientras lo bajaban del avión.
- ¿Qué diablos hace ella aquí? – despotricó Midachi mirando a una chica que les hacía señas desde la puerta del aeropuerto.
- ¿Dorothy Catalonia? – dijeron Heero y Dúo asombrados.
- ¿La conocen? – dijo Tomoshi.
- Claro que conocemos a esa bruja traicionera – dijo el trenzado molesto – del tiempo de la guerra, es nieta del duque de Dermail ¿verdad? A ratos apoyaba a la "Señorita" Relena – dijo entre dientes poniendo énfasis en la palabra Señorita – y luego al "Joven Miliardo", pero estaba más loca que una cabra.
- Y van a tener que soportarla, es prima nuestra.
- ¿QUÉ?
Continuará...
Espero que les guste este nuevo fic, me gusta más este tipo de historias que el de "la leyenda del fantasma", pero verán que es más profundo y más complicado que ese, pero también tendrá su dosis de misterio, fantasmas, acontecimientos paranormales, etc. Y si me preguntan por qué Quatre es así, bueno, generalmente lo prefiero con Trowa (que debe ser su pareja oficial), ahora lo haré un tanto diferente, pero volverá al camino, para que, a quienes les gusta esta hermosa pareja, no se enojen conmigo.
Gracias por leer mis historias.
Wing Zero.
PD. Lo olvidaba, la Isla es un centro de Rehabilitación especializado en deportistas muy caro y exclusivo (esto último no cuenta en mi fic) que está en el Caribe, no recuerdo a cuanta distancia de las Antillas Francesas y que pertenece a un grupo de médicos alemanes y holandeses y la isla Fantasía ¿recuerdan "la Isla de la Fantasía" con Ricardo Montalbán? Pues es algo parecido y se encontraría muy cerca de la otra y le pertenecería a la familia Yayuki.
