Discalimer: The Vampire Diares no me pertenece ni ninguno de sus personajes, esta es una historia sin fines de lucro, solo para entretener. Derechos reservados a sus respectivos creadores.

Este fic participa del desafío de julio de "The battle of fire with fire" del foro "The Vampire Diaries: Dangerous Liaisons".

N/A: No tengo ni idea de si lo que escribí ocurre en el universo original o en un A/U. Tómenlo como gusten (?

Título: Algodón de azúcar.

Summary: Entonces los recuerdos de su niñez lo invaden, se dice a si mismo que hace mucho que no come un algodón de azúcar.

Numero de palabras: 402


Jeremy siempre fue el hermano menor que solía pasar mucho tiempo con su amada hermana mayor. Aunque no hiciesen nada le gustaba mirarla, observarla mientras esta dibuja o cualquier cosa cuando aún eran unos inocentes niños que no sabían nada de los peligros del mundo. En ese entonces, Jeremy en verdad deseaba estar con su hermana por siempre.

Cuando Jeremy visito un circo por primera vez, su madre los había llevado a Nueva Orleans, fue tan maravilloso, poder ver tantos colores, tantas personas y tantas cosas inimaginables para un niño de seis años de edad como él. Sin duda el mejor viaje de su vida.

Tomo con fuerza la mano de Elena con la suya, él la tomo mientras, con su mano libre, llevaba el algodón de azúcar rosado que le había comprado su madre hacia unos minutos. Miro a Elena y se quedó embelesado con la linda sonrisa de su hermana mayor.

—Te quiero Elena —dijo sin más.

—Igual yo Jeremy —le contesto su hermana con la misma sonrisa de siempre.

Esa respuesta lo dejo satisfecho, y mientras caminaban en dirección a los brazos de su madre, Jeremy se dijo a si mismo que no podía sentirse más feliz.

Y mientras daba otra mordida a su algodón de azúcar, se dijo a si mismo que le gustaría que todo fuese así por siempre.

Aunque ahora, con el pesado de los años sobre sus hombros y la repentina muerte de sus padres, no sabe qué hacer. No tiene ni idea. Mientras se sienta en la sala de estar, esperando la llegada de Elena o de su tía, se dice a si mismo que en verdad es patético.

Suelta el milésimo suspiro del día mientras esconde su rostro entre sus manos, ignorando el sonido de la puerta principal ser abierta. No quiere nada, no quiere a nadie.

—Deberíamos ir al circo.

Esa es la voz de Elena, lo atrae como una mosca a la luz con esas cuatro simples palabras. La mira incrédulo, diciéndole con la mirada si en verdad lo decía en serio.

Entonces los recuerdos de su niñez lo invaden, se dice a si mismo que hace mucho que no come un algodón de azúcar. Un rosado algodón de azúcar como el que mama le compraba de niño. Como el de aquel viaje a Nueva Orleans.

—Deberíamos…

Es todo lo que responde.

Y Elena le sonríe sin saber que mas hacer.