"¿Qué es lo que te preocupa tanto?" preguntó Hera quien se acercaba a él con brazos cruzados y el ceño fruncido.
"No es nada" mintió. Hera dejó salir un gran suspiro de frustración.
"Si me entero que bajas a la Tierra y..."
"¡No se puede romper el tratado!" gritó exasperado lo que hizo sobresaltar a Hera. Esta, indignada, se dio la media vuelta y regresó por donde vino.
Y eso le preocupaba.
No pueden romper el tratado pero...las conoció antes de que lo firmaran...
Negó con la cabeza alejando esos pensamientos molestos suyos.
Una imagen de una bella bebé con rizos dorados, una hermosa sonrisa, ojos plomizos y una risa contagiosa apareció en su cabeza e internamente, sonrío.
Desde hace mucho tiempo que no baja a la Tierra. Desde esa última bebé que no lo hace y no piensa volver a hacerlo. O al menos, hasta que los cinco rayos se hayan extinguido.
Internamente, desea que así sea. Que se extingan y él estará a salvo.
Pero por otro lado no quiere. Se ha encariñado con cada uno de ellos aunque nunca los haya visto en persona. Solo es esa conexión que todos tienen y simplemente llegan en los momentos importantes.
Dejó salir un gran suspiro. "Su primera risa" pensó antes de mirar a otro lado.
La oscuridad reinaba en los cielos. Eran tiempos difíciles para el señor de los rayos.
"Destronado..." la voz de ultratumba sonó en sus oídos haciendolo poner de pie listo para pelear.
Golpeó con el puño su trono. ¡Tienen que desaparecer! pensó con rabia.
Cinco pares de ojos plomizos aparecieron en su cabeza.
