Declaimer: Los personajes de Ben 10 le pertenece a Man of action.
– ¡BEN! –cientos de voces se habían unido en un solo grito. Juntas en una petición desesperada que querían que lograra alcanzar a la persona dueña de ese nombre.
Sus voces entrecortadas, sobrepasaban los alaridos de las bestias que atacaban el lugar, junto con los llantos de las personas que estaban heridas a causa de la batalla, pero aún querían seguir luchando.
–T… Todos–dije en un leve susurro.
Podía sentir el leve cosquilleo de la sangre al descender por mis labios y el ardor de las heridas de las que era víctima mi cuerpo. Abrí mis ojos, más aún no podía ver nada. Todo estaba en tinieblas.
–C..Chicos— sin poder evitarlo, las lágrimas comenzaron a fluir. Apreté los dientes con rabia, como si con eso, lo que estaba pasando fuera a resolverse.
Me sentía terrible.
Todos habían confiado plenamente en mi sin siquiera pensarlo.
Dispuestos a depositarme todas sus esperanzas y la oportunidad de salvarse en mis acciones. El poder que poseía y creían que podría salvarlos del infierno en el que estaban inmersos y todas las calamidades que les rondaban
—Les...he fallado— hablé con impotencia al escuchar como poco a poco las voces, que antes podían ser escuchadas en unísono, empezaron a apagarse rápidamente.
Pronto, ya no se escuchó nada. Ninguna voz...Ninguna
Ese profundo silencio que abrumaba cada uno de mis sentidos ...
Ese gran vacío que absorbía cada mínimo rastro de luz, que con dificultad podía divisar entre toda esa oscuridad.
Todo eso...
No hacía más que indicarme que mi fin se acercaba.
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Apenas podía sentir el viento que me pegaba constantemente en la cara, el zumbido de mis oídos al descender con rapidez hacia lo que parecía ser un gigantesco abismo. Un abismo que parecía absorberme conforme me iba acercando a ese inminente desenlace.
–T...Todos. –dije mientras trataba desesperadamente de ver algo entre la oscuridad en la que estaba inmerso.
– ¿D-Dónde están? –musité nerviosamente. Sin recibir respuesta alguna.
– ¿Por qué tenía que pasar esto? –cerré los ojos, mientras apretaba los dientes con fuerza.
– ¿Acaso hice algo mal? –empecé a preguntarme, aunque sabía perfectamente que yo era el causante de que algo como eso sucediera.
– ¿Qué fue lo que hice mal? –entreabrí los ojos con dificultad; mientras con la poca energía que me quedaba, trataba de moverme o por lo menos hacer algo para escapar de ese lugar. No quería ser un inútil en esta guerra.
No quería que todos los que lucharon, que todos aquellos que perecieron por mi culpa, se vieran decepcionados por lo bajo que había caído.
Eso era lo que menos quería y lo que me hubiera gustado evitar a toda costa hasta el fin de la guerra.
Pero...
Desde que todo empezó no he hecho más que lastimar a las personas que quiero.
MI EGOÍSMO.
MI ESTUPIDEZ AL TRATAR DE ALEJAR DEL PELIGRO A QUIENES APRECIABA.
Había provocado que todo aquel que estuviera a mi lado se encontrara constantemente en peligro. En situaciones que cada vez eran más incontrolables y en varias ocasiones habían llegado a salirse de mis manos, sin siquiera poder hacer algo para evitarlo.
Por esa razón...
Odio ser lo que soy.
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Si yo no hubiera existido, todo hubiera sido diferente. No hubiera empezado esta guerra, ni tampoco el Universo estaría en peligro. Eso lo tenía presente desde hace ya varios años, sabiendo, que algún día algo irremediable podría pasar por mi causa; algo, que justo ahora sucedía sin poder evitarse.
Por simplemente ser lo que soy: un eslabón importante en esta guerra, que podría llegar a llamarse, un trofeo para el ganador de la batalla, o quizá, la pieza faltante para el final del Universo. Eso era lo que era: algo que definiría el destino de todo ser existente.
Lo que decidiría el futuro de todos.
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– ¿Por qué? –dije, mientras que lentamente la oscuridad que veía mis ojos se transformaba y tomaba la forma de mi enemigo, un gigantesco ser, que era el responsable de causar esta guerra, se acercaba a gran rapidez hacia mí. Sin vacilar, sin prestar atención a todo lo demás que lo rodeaba. Avanzaba firmemente sin despegar los ojos de su objetivo, que había sido desde siempre su gran enemigo.
– ¡DARK...! –me estremecí al encontrarme frente a frente con esa gélida mirada, con esos ojos rojos, que reflejaban con facilidad la oscuridad oculta de cada ser viviente, de la cual sin ninguna dificultad podía apoderarse para volverse cada vez más fuerte.
Traté de alejar mi vista de aquel decadente ser, pero me era imposible dejar de observar esos gigantescos ojos rojos; que me miraban con un gran despecho y odio.
Y esa gran sonrisa...
Que a cada uno de mis intentos por escapar, reía a carcajadas, burlándose de mi desdicha. Y que a cada movimiento parecía querer tragarme, como si de esa forma lograra encontrar lo que durante siglos había estado buscando sin descanso.
Algo que sin saberlo, yo lo había mantenido oculto durante casi diez años. Algo que había causado todo este alboroto.
Durante mucho tiempo, luché para evitar este día, en el que todo lo que conocía se volvería parte de esa oscuridad, del que ningún ser lograría escapar.
– ¡Ugh! –traté de moverme, pero mi cuerpo no podía moverse con libertad...
¿Por qué tenía que pasar esto?
La oscuridad empezó a crecer a mi alrededor, cubriendo gran parte de mi cuerpo.
Forcejeé para poder salir de ese fuerte agarre, que se aferraba más y más a mi piel, como si fueran agujas, que se clavaban rápidamente a cada movimiento que hacía para escapar. Provocándome varias heridas, que no harían más que estorbarme en esos momentos. En el que cada segundo, era de gran importancia, sin importar los más insignificante que pareciera. Ya que con lo único con lo que podía contar era con el tiempo, tiempo valioso que no podía desperdiciar.
–Suelta… –traté de mover mis brazos y mis piernas, tratando de avanzar por lo menos unos cuantos pasos para poder salir de ese gigantesco foso, que hacía más evidente la superioridad que ahora tenía la oscuridad.
¿Qué?
Mis pasos se vieron frenados, al sentir que la superficie en la que hace unos cuantos segundos había caminado, estaba perdiendo fuerza, haciendo que mis siguientes movimientos fueran inútiles para escapar, ya que ahora, con un ligero movimiento, podía sentir claramente que el suelo bajo de mí empezaba a hundirse.
–Debo… –traté de sacar mis pies de aquel fangoso material que los mantenía apresados, pero este seguía impidiéndomelo.
Esa cosa se aferraba fuertemente a mis piernas, evitando que avanzara.
Mis piernas estaban paralizadas.
Y pronto empezó a subir, cubriéndome parte del toso y brazos. Esa cosa avanzaba rápido.
– ¿Pero, qué? –dije al ver que su ritmo aumentó, ya que, ahora me cubría parte del cuello.
–Ngg –traté de estirar mi cuello. Si eso seguía así pronto me ahogaría con esa materia oscura.
–Esto... ngg –abrí la boca tratando de respirar.
– ¿C…Cómo fue que terminé así? –me pregunté angustiado por la respuesta.
– ¿Qué había hecho yo para que algo como esto pasara? –respiré hondo antes de quedar completamente cubierto por esa neblina negra, que cortaba el aire con tan solo pasar.
¿Por qué tenía que pasar esto? –pensé mientras trataba con todas mis fuerzas resistir un poco más.
¿Acaso todo hubiera sido diferente si no hubiera aceptado mi destino? ¿Acaso si no hubiera aceptado la verdad, nada de esto hubiera pasado? –me pregunté, aunque, al pensarlo a profundidad, todo lo que había estado diciendo y haciendo, me sonaban egoístas.
Tal vez... si no lo hubiera hecho, todos no habrían sufrido por mi culpa –cerré los ojos al sentirme sin aire.
Quizá... el destino sería diferente si lo sucedido cuatro años atrás, jamás hubiera sucedido.
-4 años antes-
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– ¡Vamos, Vilgax! ¿Eso es todo lo que tienes? –mostré una gran sonrisa mientras esquivaba con gran facilidad uno de los ataques de Vilgax.
Sabía que si me seguía burlando, la situación se volvería más sería. Más aún, sabiendo eso, no podía evitar sentirme contento al luchar.
En esa última semana no había tenido ninguna batalla, todo debido a que no había sucedido algún ataque o invasión alienígena en las ciudades por las que pasábamos mientras viajábamos. Esa quietud... toda esa tranquilidad, empezaba a molestarme.
No luchar con alienigenas era algo aburrido, ahora que ya estaba acostumbrado a hacerlo no podía sentirme de otra manera
Las batallas se habían vuelto algo rutinario para mí desde hace varias semanas atrás.
–Pareces muy confiado... ¿Acaso piensas que soy débil? –Vilgax interrumpió abruptamente, mientras atacaba nuevamente, pero con más salvajismo.
–Yo no estaba pensando eso. Pienso que esta batalla será más entretenida de ahora en adelante–mostré una pequeña sonrisa. Provocando que Vilgax comenzará a enfadarse.
Vilgax atacó varias veces con sus enormes brazos metálicos. Apenas logré esquivar sus ataques
Sabía de sobra que Vilgax no iba a ser fácil de vencer. Pero estaba decidido que de alguna forma lograría hacer que perdiera.
Ya que tenía bastante confianza en mis transformaciones. Y como ahora había desbloqueado más alienígenas del Omnitrix. De esa forma Vilgax no lograría vencerme tan fácilmente. Con esa gran ventaja, lograría ganar en cualquier momento.
–No estés tan seguro. –Vilgax dio un zarpazo con sus garras metálicas, siendo parado por el duro cristal de Diamante. Uno de mis alienígenas favoritos. Y sobre todo, unos de los más resistentes con los que podía contar en cualquier momento.
– ¿Crees que un Petrosapien es suficiente para vencerme? –Vilgax enterró sus dedos en el cristal de mi brazo izquierdo.
–Tal vez sí. –dije mientras trataba de zafarme.
–No te confíes demasiado. –Vilgax se negaba a quitar sus garras de mi brazo. Incluso los enterró aún más, provocando que lentamente se pudiera divisar una grieta en una parte de mi brazo.
Algo a lo que al principio no le puse mucha atención.
Eso no era en lo que debía enfocarme. Debía pensar en alguna forma de derrotarlo, aprovechando que ahora estaba enfocado en atacarme cuerpo a cuerpo. Con algunos de mis ataques podría causarle un gran número de daño ya que estaba a esa cercanía. Quizá esa sería la perfecta oportunidad para derribarlo de un solo golpe.
Tenía que aprovecharla de alguna manera.
–Ngg. –traté de atacarlo con mi mano libre, formando un gran cúmulo de púas en esta. Logrando acertar un gran golpe en el rostro de Vilgax, quien de inmediato retiró sus garras y se alejó un poco de mí, mientras se paraba firmemente para poder defenderse de un próximo ataque.
– ¡Ahh! –mis pies resbalaron ligeramente, ya que cuando Vilgax se desprendió de mi brazo, toda esa fuerza con la que me tenía aferrado, se me regresó al verse desprendido ese soporte que me mantenía de pie.
Me alejé de inmediato. Virando rápidamente a mi brazo, en donde se podía apreciar claramente esa gran grieta que abarcaba la mayor parte de mi antebrazo.
–Qué bueno que estoy transformado en diamante, o quizá ese ataque me hubiera dejado una gran herida. –dije mientras lentamente regeneraba mi brazo. Realmente agradecía que diamante tuviera esa habilidad.
–No deberías bajar la guardia. –advirtió, Vilgax, que arremetió de nuevo, con un gran golpe en el suelo, el cual tenía la bastante fuerza como para hacer que el suelo debajo de mí colapsara.
Ese ataque no me lo esperaba...
– ¡Rayos! –si no me quitaba quedaría enterrado entre esa gran cantidad de tierra y rocas, así que no tenía más opción que aventarme hacia uno de los costados para que su ataque no me alcanzara. O no podría asegurar salir sin rasguño alguno de ese ataque.
– ¡Uhh! –caí de espaldas sobre la gran cantidad de piedras que habían volado por culpa del ataque.
Me recargué rápidamente en una de ellas para ponerme de pie, o de lo contrario Vilgax podría aprovechar ese instante para atacar.
–Has mejorado bastante desde la última batalla. Me parece que Max Tennyson no ha desaprovechado ninguna ocasión para poder enseñarte sus trucos. –Vilgax se encaminó hacía mi, mientras lentamente tronaba los dedos, provocando un sonido metálico. –Pero... –Vilgax hizo una pequeña pausa–. Aunque te esfuerces, no vas a lograr hacer gran cosa para vencerme. ¿Has olvidado que yo no soy como las escorias con que has combatido? Soy mucho más fuerte que cualquiera de ellos. ¿Acaso eso no te lo ha dicho Max Tennyson? –Vilgax abrió y cerró el puño. Preparado ya para su próximo ataque.
–Eso lo sé. –me paré, preparado para atacar. No le daría otra oportunidad para atacarme.
–Pero aunque seas fuerte... En esta batalla no voy a perder. –definitivamente no iba a perder, estaba más que decidido a ganar esto.
–Muy bien... –Vilgax dio unos cuantos pasos lentos, que poco a poco fueron aumentando de velocidad.
–Entonces sigamos con esto. –Vilgax ahora se dirigía corriendo hacia mí.
–De acuerdo. –corrí hacia donde estaba, mientras me preparaba para atacarlo con los cristales que había preparado debajo de sus pies. Solo tenía que esperar a que se acercara un poco más para efectuar el golpe de gracia. Ese era el ataque más efectivo que en esos momentos tenía.
Vilgax se abalanzó rápidamente hacía mí, preparado para asestar el primer golpe.
–No tan rápido. –dije mientras me preparaba para lanzar esos gigantescos diamantes. Con ese solo ataque ganaría mucho tiempo para poder contraatacar, tenía que hacerlo.
–Bien. –apenas había logrado hacer emerger uno de los cristales haciendo que Vilgax tratara de esquivarlo. Pero con los demás no pudo hacer lo mismo.
– ¿Qué? –un sonido bastante familiar empezó a escucharse.
– ¡Vaya! –Vilgax dijo con bastante satisfacción, como si su triunfo ya estuviera asegurado.
–Ehh. –miré de inmediato el símbolo del Omnitrix, que parpadeaba con esa intensa luz roja, indicándome al instante que el reloj había entrado en modo de recarga.
– ¡No! –me aparté rápidamente, tratando de alejarme lo más lejos de Vilgax, ya que como humano no tendría ninguna forma de igualarme a él.
– ¿Por qué siempre el Omnitrix tenía que ser tan inoportuno? –dije, mientras de inmediato la luz roja del Omnitrix cubrió todo a su alcance.
Lentamente fue disminuyendo esa luz, dejando ver a mi enemigo que ahora no era más que un humano.
–Hgg. –refunfuñé.
Desde que tengo el Omnitrix, esto era lo que más odiaba, ¿de qué servía que me transformara en grandes y poderosos alienígenas si en cualquier momento de la batalla vuelvo a ser humano? Eso es algo que me enoja bastante, al igual que cuando no quiere funcionar. Es como si el Omnitrix se burlara de mí. Cuando más lo necesito se niega a funcionar y cuando estoy a punto de ganar, a este se le acaba el tiempo y me vuelve a hacer humano.
De esa forma, ¿de qué me servía tener el arma más poderosa del Universo, si cuando más se requiere se niega a funcionar?
Debido a eso, el reloj en ocasiones se volvía en algo inservible.
Fijé mi vista en el reloj.
Ahora no tenía manera de luchar. Ni siquiera tenía a mi alcance algún arma con la cual defenderme.
– ¡Vaya, vaya! –la voz de Vilgax me hizo voltear rápidamente. Estar en esa situación era realmente malo, ya que sin ninguna arma no podría hacer nada cuando Vilgax decidiera atacar. –El tiempo del Omnitrix se ha agotado, ahora ya no puedes hacer nada contra mí. –Vilgax se fue acercando poco a poco, mientras lentamente extendía cada uno de sus afilados dedos, preparados para dar un golpe efectivo.
Empecé a retroceder.
– ¿Qué hago? –me pregunté mientras retrocedía con torpeza–. Esto me pasa por ser tan confiado. –me regañé a mí mismo.
Necesitaba ayuda.
Pero lo peor en esa situación, era que no contaba con el abuelo y Gwen, ya que ellos se encontraban en una explanada alejada del lugar donde me encontraba. Como la batalla había ido avanzando cada vez más lejos, sin darme cuenta habíamos terminado en la región de una gran extensión de pastizales, un lugar al que no tenía planeado llegar.
–Ya no tienes con qué defenderte. –Vilgax se acercó aún más, ahora acompañado con dos de sus robots, que estaban más que preparados en disparar si trataba de escapar.
–Esto no es bueno. –pensé rápidamente.
Si hacía algún movimiento en falso, tenía en claro que esos robots o Vilgax atacarían en cualquier momento. Y si eso pasaba no iba a tener oportunidad de hacer algo para evitarlo.
Necesito ayuda. Apreté los puños.
Necesitaba ayuda y rápido.
Ya que lo único que podía hacer en eso momentos era esperar a que el reloj se recargara.
No me importaba de quien fuese, solo importaba que alguien llegara y me ayudara a derrotar a Vilgax. Lo necesitaba ...
Aunque... No sabía qué iba a suceder después de eso.
No sabía si iba a cambiar todo a partir de ese momento.
Monte Rushmore - Base de defensa y armería de los plomeros.
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La alarma de defensa se había activado inesperadamente. Tomando por sorpresa a todo aquel que estuviera laborando en la base.
Los altos mandos e incluso algunos de los aprendices inexpertos que se encontraban ahí, se vieron atraídos de inmediato a la sala de control, tratando de encontrar alguna respuesta sobre lo que estaba sucediendo. Ya que todo los entrenamientos y misiones se vieron suspendidos sin previo aviso.
Varios de los plomeros experimentados fueron directamente hacia el exterior de la base. Preparados si era necesario para un próximo ataque.
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– ¿Qué es lo que sucede? –preguntó inmediatamente el comandante, alarmado por la reciente activación de la alarma de defensa.
–Las alarmas de defensa se han activado por un inesperado cambio en la prisión ubicada en los confines de Xenón. –el plomero a cargo de la manipulación de las máquinas de esa base, de inmediato abrió un mapa intergaláctico de esa perpetua región.
–Pero, ¿que no ahí se encuentra Azmuth? –un Revoniano entró al centro de control, acaparando la atención de los presentes.
–En eso no te equivocas Rook. Ahí es donde se oculta el creador del Omnitrix –el comandante de inmediato viró hacía Rook, quedando de frente hacía él.
–Pero... si él está allí, ¿por qué se activó la alarma de la prisión de Xenón? –uno de los aprendices preguntó confundido. Cualquier plomero sabía que Azmuth además de ser el creador del Omnitrix, era el que había desarrollado el mejor armamento con el que contaban los plomeros. Y que incluso, sus armas habían hecho a esa prisión, un lugar de donde ningún criminal había logrado escapar, hasta ahora.
–Eso es algo bastante difícil de explicar –otro de los plomeros respondió sin poder encontrar algo realmente coherente para explicar lo que sucedía.
–De hecho no lo es. –un joven que había permanecido alejado del demás grupos de programadores, dijo con un tono bastante serio, como para llamar la atención del comandante, que lo miró confundido por lo que acababa de decir.
– ¿A qué te refieres? –cuestionó el comandante, interesado por lo que iba a responder el joven.
–Me refiero a que ninguna de las armas fue desactivada y que ninguna entrada fue forzada para escapar. –el joven rápidamente mostró la grabación de las cámaras de seguridad, en las que se podía apreciar que las instalaciones no habían recibido daño alguno.
– ¿Pero entonces cómo fue que la alarma llegó a activarse? –cuestionó Rook, mientras miraba atentamente cada detalle de la grabación.
–Eso es algo fácil de deducir –el joven respondió con un tono de voz bastante apagado.
El comandante al escuchar esas palabras volteó a verlo, el cual tenía un semblante serio. Estaba pálido y con su vista fija en la pantalla de esa computadora, mirando claramente cual era la respuesta de lo sucedido.
–Esperen... ¿Qué prisionero fue el que logró escapar? –el comandante preguntó por el comunicador a los guardias de la prisión, mientras apretaba con fuerza su puño. Esperando que la respuesta a esa pregunta no fuera la que él pensaba.
Un gran ajetreo empezó en toda la sala.
La mayoría de los aprendices empezaban a interrogar al joven para que les dijera que era lo que sucedía, el cual permanecía callado. Sabía que debía guardar silencio, ya que como eran inexpertos, no estaban al tanto de todos los enemigos peligrosos con los habían combatido los plomeros y mucho menos de los prisioneros que estaban en esa parte de Xenón.
Ellos no conocían la gran amenaza que había estado encerrada por años en ese lúgubre lugar. En el cual, el más mínimo rastro de oscuridad e incluso una simple sombra podrían ser algo catastrófico para todos.
–Por favor, todos los estudiantes, salgan de la sala. –se escuchó la voz del comandante, que sonaba bastante agitada.
–Pero comandante... –el aprendiz se vio acallado al ver la mirada seria del comandante. No estaba bromeando.
–E-Está bien comandante. –el aprendiz torpemente hizo una pequeña reverencia. Antes de salir de la sala de control, seguido por los demás aprendices, que se miraban confundidos.
–Cierren bien la puerta –ordenó el comandante a varios plomeros que estaban cerca de ella, los cuales la aseguraron de inmediato.
– ¿Qué sucede comandante? –preguntó Rook, con la vaga sensación de que a lo que se refería su compañero era la gran amenaza que durante años habían estado evitando que despertara.
–Lo que más temíamos. –el comandante empezó a caminar por la sala, mientras que ponía firmemente su mano en su barbilla.
Los demás plomeros que estaban presentes habían comprendido perfectamente a qué se refería. Por esa razón, no hicieron más que mostrar una mirada seria, sabiendo la grave situación a la que se había llegado.
– ¿Qué haremos, comandante? –el joven que hace unos minutos había informado sobre el prisionero, dirigió su mirada al comandante. Esperando una orden para poder actuar de inmediato. Aunque...sabía que en esos momentos no podrían hacer mucho para parar a ese ser, el cual había estado encerrado con máxima seguridad durante siglos.
–No podemos hacer más que prepararnos para un ataque. En estos momentos no contamos con las herramientas para vencer a esa cosa. –el comandante dio un fuerte golpe en la pared, mostrando claramente que estaba molesto.
Molesto por no tener lo suficiente para derrotar a tal amenaza.
–Es verdad... –finalizó uno de los plomeros.
–Pero...todavía tenemos una oportunidad. –un joven rubio dijo claramente para que todos pudiera escuchar.
– ¿Qué quieres decir? –preguntó Rook, confundido por lo dicho.
–Todavía tenemos al joven Benjamín Tennyson. Si mal no recuerdo, en la base de datos del Omnitrix se encuentra el ADN del Celestialsapien, la especie más poderosa del Universo. Con la ayuda del chico podríamos derrotarlo de una vez por todas. –el chico mostró una ligera sonrisa. Parecía bastante confiado en sus argumentos.
–Entiendo tu punto Brian, pero aunque este de nuestro lado el arma más poderosa del Universo, es imposible ponerlo en práctica. Sabes perfectamente que el Omnitrix todavía no está en condiciones para desactivar a esa alienígena y mucho menos está listo el nieto de Max Tennyson. Benjamín sigue siendo un niño. –el comandante sabía perfectamente lo que quería decir Brian, uno de los plomeros más jóvenes de la base. Sabía que al igual que todos, estaba preocupado por lo que podría pasar a partir de entonces. Pero... Aunque estuvieran en una situación así, no era razón para actuar sin pensar. Tenían que pensar a fondo sobre cuál sería su siguiente movimiento.
–Bueno... –Brian fijó su vista en el suelo. El comandante tenía razón, no podían mandar niños a luchar con un enemigo como ese.
–Yo estoy de acuerdo con lo que dice Brian. –el chico permanecía sentado en una de las sillas que estaban cerca de los controles. Permanecía con los pies sobre uno de los paneles de comunicación, mientras se mantenía con los brazos atrás de la cabeza y mostrando una gran sonrisa. La cual no le agradó mucho a Rook, ya que ese chico era el más desvergonzado de los nuevos plomeros que habían ingresado a la base y por ende, también era el más arrogante de todos.
–No creo que debas entrometerte en estos asuntos, Roy. Aunque te hayas graduado de la escuela de plomeros, tú comportamiento es demasiado deprorable, lo cual no es apto para tratar con un asunto como este –Rook dijo mientras le mostraba una mirada severa, dando a entender que no estaba de ánimos para escuchar alguna de las tonterias que acostumbraba decir.
–Ugh, ¿no crees que eres demasiado frío conmigo, Rook? –Roy bajó los pies del panel y de inmediato se puso de pie, mientras le mostraba a Rook una cara burlesca, haciendo que Rook empezara a enfadarse.
–No es tiempo para bromas Roy. –aclaró el comandante.
–Y no estoy bromeando comandante. –Roy hizo una reverencia poco creíble.
– ¿Y entonces para qué estás aquí? –Rook preguntó, mostrando que la presencia del chico realmente le molestaba. Y, ¿por qué no se sentiría así? Después de todos los destrozos y revueltas que fueron causadas por su culpa, era lo menos que podía provocar.
Ese chico tenía suerte. Si no hubiera sido por la gran influencia que tenía su padre con los plomeros, desde hace mucho tiempo estaría fuera de todo asunto con la organización.
– ¿Para qué más? ¿Que acaso no estaban buscando una solución? –Roy mostró una mirada interesada, la cual no engañaba a nadie.
– ¿Qué tratas de lograr, Roy? –cuestionó Rook, confundido por el repentino interés del chico.
–Que se den cuenta de que la solución está justo delante de sus narices. –Roy caminó hacia la puerta, que todavía seguía asegurada.
Rook frunció el ceño. Lo cual fue visto por Roy, quien le mostró una sonrisa como respuesta por esa acción.
–No bromees Roy… –Brian comprendía perfectamente el enfado de Rook. Roy era conocido por gastar bromas en cualquier momento. Y ese no era momento para bromas.
–Ya les dije que no lo hago. Yo solo les estoy dando una pista importante para terminar con todo esto. –Roy se acercó a Brian y rápidamente recargó su brazo en el hombro de Brian. El cual mostró una cara de fastidio.
–Entonces... ¿Se podría saber cuál es tu plan maestro? –Rook dijo con sarcasmo.
–Pues nada más y nada menos que el experimento 32. –respondió Roy de manera triunfante. Dejando a Rook e incluso al comandante sin palabras.
–Vaya...al parecer les agradó mi plan. –rió ligeramente.
–Debes estar loco. –dijo Brian mientras le mostraba una mirada fulminante.
–Piensa lo que quieras. Solo les estoy diciendo la solución a este problema. Además el experimento 32 involucraba a la familia Tennyson, o mejor dicho, involucraba al joven Benjamín. ¿Me equivoco? –Roy volteó a ver a Rook y al comandante, que bajaron la mirada.
–Lo que propones no funcionará. Si sabes tanto del experimento 32, entonces debes saber que las pruebas que se le hicieron al chico, arrojaron resultados negativos. –respondió Rook inmediatamente.
–Piénsenlo, Benjamín Tennyson tiene en su poder el Omnitrix, y además, con lo que se puede lograr con el reingreso del experimento 32, ese chico podría vencer a nuestro enemigo sin problema. No tendríamos que mancharnos las manos sin razón alguna. –dijo directamente.
–Ese asunto quedó cerrado desde hace años. No volveremos a reabrir el proyecto por escasas razones –el comandante reiteró la opinión del consejo, que había sido aprobado desde hace mucho tiempo.
Roy al escuchar la respuesta del comandante, mostró una sonrisa fingida. Al parecer en esos momentos no tenía las cartas a su favor.
–Ok, ustedes ganan. –Roy se encogió de hombros– Quizá yo sea el que se ha equivocado, pero... –hizo una pequeña pausa– Dudo que Verdona lo haya hecho. –Roy se acercó a la puerta, amenazando con salir sin dar explicaciones.
–Ehh… –el comandante parecía confundido por lo dicho.
–Sí, escucharon bien. –Roy sonrió.
–Dudo que Verdona se dirigiera a la Tierra sin ninguna razón. Mucho menos cuando ella estaba firme en el acuerdo que hizo la familia Tennyson hace 10 años. –El chico volteó a ver a los presentes, que lo miraban fijamente, indicando que estaban sorprendidos por su respuesta–. Además, si no hubiera sucedido la fuga de esa amenaza, lo más probable hubiera sido que ella jamás se dirigiera hacia él. Si no fuera compatible el chico, Verdona jamás hubiera ido en su búsqueda. –Roy embozó una sonrisa.
–Pero... ¿cómo? –Brian no logró terminar la pregunta, ya que Roy le lanzó un pequeño disquete de color azul.
–Sino me creen lean los informes que están contenidos en ese disco. Ahí informan con todo detalle lo que ha hecho Verdona durante estos años, incluyendo el último informe que se logró hacer, antes de que ella se pusiera en marcha. –Roy metió sus manos en los bolsillos de su uniforme, mientras les ordenaba a los plomeros que aseguraban la puerta, que la abrieran para permitirle su salida.
– ¿Cómo fue que obtuviste esto? –el comandante se acercó a Brian, el cual le entregó de inmediato el disquete.
–Eso no importa ahora. Por lo que deben preocuparse, es por lo siguiente que le puede pasar al chico. A fin de cuentas, ese prisionero hace unos años estuvo tras su familia. Así que será mejor que lo vigilen de cerca, o de lo contrario, su única opción para derrotar a tal amenaza podría ser destruida –Roy no dijo nada más. Y salió inmediatamente de la sala. Sin dar miramientos a los presentes que observaban atentamente ese disquete. Que supuestamente tenía la prueba de lo que Roy hablaba.
–Comandante... –empezó a hablar Brian, que ahora se veía confundido– ¿Cree que Roy tenga razón? –volteó a ver al comandante, que mentalmente se debatía en lo dicho por el chico y lo que debería hacer en ese momentos.
–En realidad...no estoy seguro. –respondió el comandante.
–Entonces, eso significa... –Rook hizo una pausa–. Eso significa que quizá Roy tenga razón. –dijo nerviosamente.
–No sé en qué creer. –respondió el comandante.
–Pero...con la situación en la que nos encontramos ahora, cualquier información con la que contemos puede ser importante. No aseguro que lo que dijo Roy sea verídico, pero, si en realidad lo que dice es verdad, y algo le pasa al chico. Nosotros seriamos los únicos culpables de lo que le pudiera suceder –finalizó con una mirada fulminante.
–Entonces... ¿Cuáles son sus siguientes órdenes, comandante? –preguntó Brian, preparado para transmitir inmediatamente la orden del comandante a todo plomero.
–Por ahora, mi única orden es que vigilen bien de cerca al nieto de Max. No podemos dejar que le pase algo si la información que tenemos es verdad. –El comandante volteó a ver a Rook–. Necesitaré que me informes sobre los avances del chico. Si en efecto lo que dice Roy es verdad, tendremos que reclutar al chico. No podemos dejar que el enemigo encuentre lo que busca –le ordenó el comandante.
–Bien. –Rook de inmediato asintió.
–De acuerdo. Creo que lo menos que podemos hacer ahora es esperar y ver qué es lo que sucede –dijo el comandante mientras salía de la sala.
–Aunque me preocupa lo que pueda suceder a partir de ahora. –pensaba el comandante mientras se dirigía a su despacho.
Estaba inquieto.
Inquieto de lo que el destino podría depararles.
¿Podrían ganar la batalla?
O...
¿Acaso su derrota estaba escrita?
En esos momentos cualquiera de las dos podría cambiar el destino de todos.
Al igual que el futuro.
El cual hasta ahora…
No estaba definido.
Lugar de la batalla – Kansas.
.
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– ¡No! - retrocedí unos cuantos pasos, tratando de alejarme de Vilgax, que ahora me tenía acorralado.
Esto no era bueno en ningún sentido.
Apreté los dientes con fuerza.
Si esto seguía así, Vilgax lograría apropiarse del Omnitrix sin ninguna dificultad, lo cual tenía que evitar de alguna manera. Aunque sabía perfectamente que no tenía ninguna ventaja contra él. Justo en esos momentos estaba totalmente vulnerable; sin armas, sin algún alienígena que pudiera utilizar del Omnitrix. Sin ninguna de las dos cosas, no podría hacer nada contra Vilgax y sus robots si este se decidía a atacar. Con un solo ataque estaría acabado.
Sabía que tenía que hacer algo para evitar a toda costa que se quedara con el Omnitrix, pero sin nada con que defenderme, no podría hacer gran cosa para evitarlo.
Tenía que haber algo que pudiera evitar que Vilgax lograra lo que quería. Pero hora no tenía clara ninguna solución que lograra evitarlo.
–Vaya. Esta vez al parecer la suerte no está de tu lado –Vilgax sin desaprovechar la gran oportunidad que el Omnitrix le había brindado, sin perder tiempo se acercó rápidamente hacía mí, sin darme siquiera tiempo para poder hacer algún movimiento. Ese ataque había sido demasiado rápido, ni siquiera había tenido tiempo para lograr evadirlo. Ya que me agarró intencionalmente del cuello, evitando de mi parte, que tratara de hacer algo para poder escapar.
–Ngg –puse de inmediato mis manos sobre las de Vilgax, tratando lo antes posible de quitarlas de mi cuello, las cuales, a cada intento de zafarme, iban apretando, cada vez con más y más fuerza, amenazando con asfixiarme en cualquier momento.
–Ahora no tienes a nadie que pueda ayudarte. –Vilgax aplicó más fuerza en mi cuello, provocando que de inmediato abriera la boca, tratando de respirar lo más que me fuese posible, ya que lentamente empezaba a sentirme sin aire–. No tienes a tu querido abuelo para que te ayude. Así que... –Vilgax sin decir nada más, me aventó hacia los escombros. Provocando que inevitablemente golpeara contra una de las muchas rocas que se habían visto esparcidas durante la batalla.
– ¡Ahh! –me encogí de inmediato, tratando de apaciguar el dolor por el reciente golpe recibido.
–Creo que ya no habrá inconvenientes al quitarte el Omnitrix. –Vilgax me levantó del suelo, agarrándome firmemente del brazo. Preparando sus garras por si era necesario arrancarlo de mi muñeca.
– ¡Suéltame! –grité, mientras forcejeaba nerviosamente, tratando de zafarme de sus garras y así evitar que tomara el Omnitrix.
–Aunque trates de escapar, no tienes a nadie que te ayude. –Vilgax levantó su mano, preparado para arrancarme el Omnitrix de una sola tajada. Al parecer no quería perder más tiempo. Se había visto obligado a utilizar otra manera de quitarme el reloj a causa de una posible intervención del abuelo, como había sucedido la vez anterior, en la que él y Kevin se habían visto atrapados dentro del proyector. Vilgax parecía saber que eso podía suceder, y por esa razón debía darse prisa y utilizar otro método, ya que el proceso que antes habían utilizado, podía demorar demasiado. Y Vilgax no se veía dispuesto a dejar algún cabo suelto.
–No lo hagas… –dije mientras seguía forcejeando. Tenía que alejarme de algún modo de él. O el me cortaría con sus filosas garras, tratando de arrancar el reloj.
–Eres demasiado persistente, Benjamín. –Vilgax levantó aún más su enorme brazo, dejándome frente a frente a él. Dejándome ver claramente sus ojos carmesí, los cuales reflejaban el gran despecho que me tenía.
–Aunque trates y trates, esta vez no voy a dejarte escapar. Si no hubiera sido por ti, desde hace mucho tiempo tendría el Omnitrix en mis manos –Vilgax acercó su mano al Omnitrix, mientras con una de sus garras tocaba levemente el símbolo–. Si tú y tu abuelo no hubieran interferido, hoy el Universo estaría a mis pies –Vilgax apartó su brazo bruscamente, levantándolo rápidamente para quitar el reloj de un solo movimiento.
Cerré los ojos inmediatamente. Aunque tratara de hacer algo, de ninguna manera lograría hacer algo para evitar tal golpe
Estaba acabado...
–No tan rápido –se escuchó claramente una voz, la cual nos había tomado por sorpresa.
Vilgax suspendió el ataque, volteando de inmediato a sus espaldas. Tratando de ver quién había sido el que había interrumpido.
– ¿Qué suced...? –Vilgax no logró decir nada más, antes de ser cegado por una intensa luz que se posó justamente sobre nosotros.
Cerré mis ojos por el intenso resplandor de ese extraño ser, el cual, había hecho que Vilgax me soltara, dejándome caer justo sobre los escombros.
– ¿Pero...? –fue lo último que alcancé a escuchar de Vilgax. Lo siguiente que podía percibirse era un gran silencio, que permanecía acompañado por esa luz, que al parecer por cada segundo que pasaba, aumentaba cada vez más de intensidad.
– ¿Qué es esto? –Me puse de pie lentamente, mientras trataba de cubrir mis ojos con el antebrazo.
Ahora que Vilgax ya no me apresaba, me dispuse a caminar a ciegas por ese resplandor. Debía aprovechar ese instante para irme.
Tenía que salir de allí como fuera.
–Espera... –se volvió a escuchar esa voz, que a diferencia de la vez anterior, esta vez se alcanzaba a escuchar que era la de una mujer. Y se escuchaba demasiado cerca, como si estuviera a unos cuantos pasos de mí. Aunque lo más probable era que fuese así.
El sonido de pasos acercarse lentamente, no hacía más que indicarme que eso iba tras de mí.
Fuera lo que fuese, no tenía intenciones de quedarme para averiguarlo.
–Tengo que salir...
Di unos cuantos pasos, tratando de salir lo más pronto de ese lugar, a pesar de que estaba desorientado por toda esa luz, que no permitía ver ni siquiera donde pisaba.
–Tranquilo –sentí una mano posarse sobre mi hombro.
– ¿Qué...? –mi pregunta se vio frustrada porque la luz empezó a volverse aún más intensa. Tanto que tuve que cubrirme la mayor parte del rostro, tratando de evitar que lastimara mis ojos.
–Tranquilízate, no te haré daño. –se escuchó de nuevo, mientras sentía como unos brazos me abrazaron por la espalda, mientras lentamente sentía que me jalaba hacía algún lugar. Al cual, ni siquiera estaba seguro que pudiera escapar.
– ¡SUÉLTAME! –forcejeé hasta lograr zafarme de esos brazos que me mantenían cautivo. No estaba dispuesto a dejarme arrastras por algo a lo que ni siquiera tenía idea de lo que era.
Y lo siguiente en que pensé fue solo en...correr.
Correr era lo único que podía hacer.
No contaba con el Omnitrix, ni con alguna otra cosa que me sirviera para defenderme en esos momentos. Si no me iba de ahí rápido, no podía asegurar que tuviera alguna otra oportunidad.
– ¡YA BASTA, BENJAMÍN! –se escuchó el grito de la mujer, quien sonaba molesta.
Esa reacción me llegó por sorpresa, al igual que lo que había dicho, lo cual me había dejado desconcertado.
¿Cómo era que ella sabía mi nombre?
Dejé de correr al instante, mientras trataba de localizar a aquella mujer entre toda esa luz.
– ¿Vas a dejar de correr si te digo lo que quieres saber? –preguntó la mujer. Que se escuchaba todavía molesta.
Volteé a ver detrás de mí.
La luz había disminuido drásticamente después de aquella pregunta, haciendo posible ver con claridad que era lo que me rodeaba. Junto con una silueta resplandeciente, que permanecía a mi lado, dándome a entender que esperaba una pronta respuesta. Lo cual, me provocó un ligero escalofrío.
Podía sentir claramente lo cerca que estábamos, al igual que la extraña sensación de calidez que el cuerpo de aquella mujer emanaba.
Una calidez que no había sentido desde hace ya mucho tiempo.
Eso era extraño. Al igual que la inesperada aparición de ella, justo en el momento preciso en que me encontraba en peligro.
Quizá ella solo había venido para ayudarme.
Esa era una conclusión que no pensaba que fuera del todo cierta. Aunque…tenía el ligero presentimiento de que podría ser así.
Tal vez debí de confiar en ella desde el momento en que me ayudó a liberarme. Aunque, no pueden culparme por haber reaccionado de esa manera. Yo estaba desconcertado con lo que sucedía y al igual que cualquiera, me sentía nervioso al encontrarme en una situación tan extraña como esa.
Y con lo que había pasado en la batalla, no era para menos.
La aparición de ella que había tomado por sorpresa.
–D-De acuerdo. –asentí como respuesta. Mientras me le quedaba mirando fijamente.
Tendría que disculparme por mi comportamiento. Más ahora que ella me había ayudado cuando más lo necesitaba.
–Muy bien –la mujer levantó su mano derecha y chasqueó los dedos. Acción que hizo que toda la luz que nos rodeaba, desapareciera de inmediato. Como si nunca hubiera estado ahí.
– ¿Pero cómo...? –miré sorprendido lo que acababa de suceder. Con un solo chasquido de sus dedos, había hecho que todo volviera a ser como lo era antes de la batalla.
–No deberías sorprenderte con lo que hice. Es solo una de las habilidades con la que contamos los anoditas, una habilidad que llega a ser bastante útil. –lo dicho por ella me confundió más de lo que ya estaba.
– ¿Qué es un anodita? –pregunté. Ya que no sabía nada sobre aquella especie. A excepción de la demostración que acababa de ver.
–Ugh, cierto. Se me olvidó que no estabas al tanto de nosotros. –Ella empezó a levitar, mientras su cuerpo empezaba a iluminarse en una luz rosa–. Déjame mostrarte –dijo mientras de repente la luz que la cubría desaparecía, dejando ver su cuerpo, que no estaba lejos de parecerse al de un humano. El único detalle, era el profundo color púrpura de su piel, al igual que su cabello, que brillaba con esa resplandeciente luz rosa. Iluminando todo lo que tuviera a su alrededor.
–Esto es un anodita, Ben. –ella recargó uno de sus pies en el suelo, mientras que su cabello parecía separarse, formando lo que parecían ser unos tentáculos, con los cuales, uno de ellos me agarró de la muñeca.
–Vaya. –miré atónito cada una de los detalles que ella tenía. Más bien sus habilidades–. Esto es increíble...este...mmm –me rasqué la cabeza.
– ¿Qué sucede? –preguntó ella extrañada por mi respuesta.
–Nada. Bueno… –hice una pausa–, lo que pasa es que no sé cómo llamarte. Es un poco raro que tú conozcas mi nombre y yo ni siquiera conozca el tuyo –dije mientras mostraba una sonrisa nerviosa.
–Eh… –la mujer parecía nerviosa con lo que dije. Ni siquiera me respondió.
– ¿Qué pasa? ¿Te sucede algo? –la miré confundido. Jamás espere una reacción así.
–Bueno... –ella solo dijo eso, antes de que se quedara en silencio durante unos instantes.
– ¿Bueno? –pregunté empezando a preocuparme.
–Ben... –ella rompió el silencio.
– ¿Qué ocurre? –me acerqué un poco hacia ella, mirándola fijamente, tratando de encontrar qué era lo que le estaba molestando.
–Lo que sucede es... –hizo una pequeña pausa–, lo que sucede, es que necesito que vengas conmigo. Necesito que me acompañes a mi planeta, Anodyne –ella me respondió con firmeza. Parecía que a lo que se refería era bastante serio.
– ¿A tu planeta? ¿Por qué me lo dices tan repentinamente? –pregunté confundido por su propuesta.
–Porque... –la mujer se vio acallada por el llamado insistente de mi abuelo.
Al parecer ellos ya habían acabado con los robots de Vilgax. Y seguramente por la luz que hace unos minutos rodeaba la región, se vieron atraídos hacia aquí para ver qué era lo que sucedía.
Ella volteó rápidamente hacia donde provenía la voz. Parecía realmente asustada, como si algo malo sucediera si alguien más la veía.
– ¿Qué es lo que…..? –no pude terminar la pregunta porque la mujer puso su dedo sobre mis labios, indicándome que guardara silencio.
–Ya no tengo tiempo –dijo nerviosa– Ben... –dijo mientras me agarraba de los hombros–, Iré a esta noche a buscarte de nuevo. Por favor, no le digas a tu abuelo sobre mi regreso. Te lo suplico –dijo mientras se alejaba de mí rápidamente. Al sentir ya la gran cercanía a la que estaba el abuelo.
–Por favor, no le digas que soy yo, Verdona –diciendo esto, ella desapareció en el aire. Dejándome en un estado total de confusión.
– ¿Pero...? –no pude terminar la pregunta porque el abuelo ya había llegado hasta mí.
–Ben, ¿te encuentras bien? –me preguntó preocupado el abuelo, que se acercó junto con Gwen para escuchar mi respuesta.
–S-si –respondí con dificultad.
Estaba confundido por lo que me había dicho la mujer antes de desaparecer:
"Por favor, no le digas que soy yo, Verdona"
Esas palabras resonaban en mi mente.
¿Cómo era que conocía al abuelo?
¿Por qué no quería que le dijera algo sobre ella?
Verdona, ¿ese es su nombre?
Miles de preguntas iban y venían por mi mente. Debatiéndose para encontrar una respuesta.
–Ben... –escuché mi nombre débilmente.
– ¿Qué? –preguntaba mientras volteaba a ver a Gwen, quien era la que había hecho la pregunta.
– ¿Te sucede algo? Estás más distraído que de costumbre –Gwen me miró fijamente. Convencida de que algo me pasaba.
–No –negué con la cabeza–. No pasa nada. Solo pensaba en la batalla. –la miré a los ojos. Tratando de lograr que no hiciera más preguntas, o de lo contrario podría sospechar sobre lo que había sucedido. Y si lo descubría, no estaría en condiciones para responderle. Ya que yo también tenía bastantes dudas. Las cuales se vieron ampliadas por lo último dicho por Verdona.
–Así que es eso –dijo el abuelo mientras ponía su mano sobre mi hombro.
–Sí –respondí lo más natural posible. Tratando de ser fiel a mi palabra con Verdona.
–Muy bien, entonces regresemos al camper. –el abuelo empezó a caminar en dirección de donde lo había estacionado.
Me le quedé mirando extrañado.
¿Cómo fue que no me dijeron nada de la luz que había en la región?
¿Acaso no la habían visto?
¿Eso era obra de Verdona?
Todavía no podía encontrar respuesta a esas preguntas.
Todo lo que había pasado ese día había resultado bastante desconcertante.
¿Por qué me estaba buscando solo a mí? Me pregunté mientras caminaba con pasos lentos hacía la puerta del camper.
No tenía idea de por qué me buscaba, solo sabía que Verdona había logrado encontrarme. Y como fue así, seguramente iba a cumplir con lo dicho e iba a buscarme esta noche para comentarme de eso "tan importante" que quería decirme.
Di un largo suspiro.
Lo único que podía hacer ahora era esperar.
Esperar a que anocheciera, para poder así, resolver las miles de preguntas que me agobiaban ahora.
Y… hacer desaparecer esa incertidumbre, que no hacía más que molestarme.
¿Quién era realmente Verdona?
¿Qué estaba sucediendo?
Con esas preguntas, estaba dispuesto a seguir el viaje, mientras esperaba su venida. No sabía qué era lo que podía pasar después de hablar con ella y no tenía idea qué era lo que me iba a decir Verdona, pero estaba seguro de que tenía mucho que ver conmigo, o jamás me hubiera buscado.
Subí al camper y me dirigí a los asientos del mismo, mientras fijaba mi vista a través de la ventana.
Debía esperar.
Esperar a que lo inevitable…
Sucediera.
