La desdicha, es una mala suerte que abarca a una inmensidad de la población, pero aun así hay un montón de gente ajena a este mal. Justamente ese infortunio golpeó de críos a estos dos gemelos que recién celebraban su cumpleaños decimocuarto, abandonados desde pequeños tras un confuso incidente en el cual sus padres y su hermana fallecieron y su otro par de hermanos gemelos mayores, habían desaparecido. Shiroi y Kuroi, dos huérfanos del clan Uchiha que eran mantenidos gracias al Hokage, el cual mantenía fuertes lazos con los gemelos ya que se había encargado de su bienestar durante, hasta entonces, casi toda su vida.

—¡Mira lo que he hecho con la comida! Le llamo; "La gran torre ninja". —Exclamó el gemelo menor, Kuroi, presumiendo una supuesta torre hecha con puré de papas y como base, un pedazo de carne.

Kuroi era un chico energético, creativo, expresivo y sentimental. Fácilmente le afectaban los comentarios, pero de un minuto a otro se recuperaba de estos y reforzaba su personalidad en base a lo aprendido, el, la mayoría de las cosas, se las tomaba constructivamente. Es temerario y le encanta pelear, lo que lo ha llevado a practicar junto con su hermano cada día con el motivo de volverse más y más fuerte. Alcanzaba el metro con sesenta y ocho centímetros, pesando cincuenta y dos kilogramos. Su cabello era azabache, desordenado y bastante largo, las patillas le llegaban hasta la mitad del cuello y su flequillo lo traía peinado hacia la izquierda. El cabello en las zonas laterales era color carmesí, aunque lo traía peinado bajo su oreja, lo que daba una impresión de menos volumen. Su cabello atrás se extendía hasta los hombros. Vestía con una camiseta azul marina cien por ciento hecha de algodón, la cual le llegaba hasta los muslos. Debajo de esta se podía apreciar parte de sus pantalones cortos grises que se extendían hasta poco antes de las rodillas. Calzaba las sandalias típicas y llevaba dos aros grises en las orejas.

—No seas tonto hermano, no juegues con la comida. —Añadió apacible su hermano gemelo, Shiroi, destruyendo su torre con unos palillos.

Shiroi a diferencia de su hermano, era calculador, serio y bastante orgulloso, esto último con el pesar de no demostrarlo muy a menudo. No solía ser muy afectivo con alguien que no fuese su hermano Kuroi. Era un ninja bastante táctico, si bien tenía dotes naturales para la batalla cuerpo a cuerpo, lo que más resaltaba a la hora de combatir o simplemente en el día a día, era su elevado intelecto que, combinado con sus técnicas ilusorias de gran nivel (también llamadas genjutsu) podía acabar rápidamente con su enemigo sin ensuciarse las manos. Su cabello era más largo que el de Kuroi, aunque en el flequillo estaban igual, este Uchiha tenía dos mechones de un color distinto al azabache mayoritario. Uno de estos mechones era carmesí, al igual que las zonas laterales de su hermano, y otro era blanco. Midiendo y pesando lo mismo que su hermano, vestía un kimono tradicional color negro con mangas que excedían la longitud de su brazo. Los detalles de costura al final de las mangas y la bota del pantalón, así como en la división de la camisa en el medio, son rojos. Siempre llevaba en su cuello una cadena de plata cuyo dije era la imagen de un Sharingan de tercer nivel, el cual le había regalado su hermana mayor recién el chico cumplir los 6 años.

—Eres un aguafiestas. —Suspiró y se levantó de la mesa— Será mejor irnos, hermano. ¡Tú sabes cómo se pone Daichi-sensei! —Estiró su cara imitando las facciones de su maestro— "¡¿Qué les dije acerca de llegar tarde?! ¡Diez vueltas a la aldea, ahora!"

—No trates así a tu piel, estirándola, si no quedarás malcarado como él. —rió levemente— Bueno, pero sí tienes razón. ¿Dejamos todo tal cual? —Preguntó Shiroi, admirando con una especie de majestuosidad el magnífico y glorioso desarreglo presente en su comarca.

—¿Y a mí que me preguntas? Se supone que tú utilizas el cerebro. —Se encogió de hombros y cogió su mochila.

—Bah, dejémoslo así, de seguro Yuutoni manda a alguien a ordenar. —Cogió su mochila y se adelantó a su hermano.

Su casa se encontraba alejada de la villa y había que caminar más o menos unos ocho minutos para llegar a la academia. Durante su trayecto, eran saludados por mucha gente, tanto dentro de su clan como gente de afuera, puesto que eran bastante conocidos al ser uno de los pocos gemelos que ha tenido Konohagakure, además por su melancólica historia aunque no tan lejana a algunos hechos que envolvieron a leyendas del mundo Shinobi siglos atrás. Luego de llegar a la academia y entrar a su salón de clases, se encontraron con que no había ningún ninja ahí. Rápidamente hallaron que se encontraban en los campos de entrenamiento.

—Ahí esta Daichi-Sensei. —Señaló Shiroi a un sujeto entre la maleza, de espaldas.

— ¿Qué hace allí? ¿No debería estar con los chicos junto a los otros senseis? —Preguntó— ¿Y Natsuki?

—Tu pregunta se responde sola, hermanito. —Le desordena el cabello y se va.

— ¡Oye! ¿Dónde vas?

— ¿No es obvio? —Se dio media vuelta— ¡Voy a hablar con el hokage! —le respondió, para finalmente saltar sobre un tejado.

Kuroi contempló a sus compañeros entrenando, esperando que alguno se molestara en dirigirle la palabra, o simplemente de divisar alguna mirada en su dirección. A fin de cuentas, no era muy bueno socializando. Caminó entre los Shinobis, muchos de su edad, aunque otros habían repetido el curso muchas veces. Había dos personas que resaltaban sobre el resto, ambos estaban entrenando solos apartados de la multitud.

—Kaori… —Pensó, mirando a una pelirroja sentada en el pasto que revisaba unas compras recientes.

Kaori Yuki, hermana de Daichi Yuki –el sensei que se encarga del grupo en el que se encuentran los gemelos- era una pelirroja de quince años de edad. Su piel, emblanquecida como los polos, estaba adornada cuidadosamente con pequeñas pecas de color rosa y finalmente sus ojos azules como el agua de mar, le dejaban un aspecto adorable a su cara, a pesar de ser una muchacha fría como la nieve. Vestía con una camisa blanca y una corbata del mismo color que su cabello. La camisa la traía dentro de unos pantalones ajustados de color negro que le llegaba hasta las canillas. Finalmente, su cabello: tenía el flequillo recto a la altura de sus cejas y unas largas patillas. Llevaba el cabello de la zona de atrás tomado, el cual parecía una bolita.

Como una especie de conexión, la muchacha miró a su dirección pero sus ojos estaban vacíos, su repaso estaba rígido y al parecer, sus emociones eran un eslabón perdido. Se conocían desde pequeños, Kaori desde pequeña fue una muchacha misteriosa, lo cual llamó la atención de un solitario y dedicado Kuroi. Poco a poco robustecieron sus lazos, era una amistad un poco enmarañada porque la pelirroja no solía ser muy explícita, muy por el contrario del Uchiha, pero el susodicho no lo consideró como un obstáculo entre ellos. La chica no es de tener muchos amigos, de hecho, el mismo Kuroi ignora a cuantas personas desconoce ya que, a su propio juicio, debe ser un número ínfimo. Lo que va de la mano con su callada personalidad es su independencia ya que la Kunoichi está catalogada como la mejor en su género y la segunda mejor de toda la generación, inspira temor en los afortunados que tienen la tragedia de pugnar contra ella en los entrenamientos y es elogiada por muchos profesores.

—Kaori. —Finalmente replicó su nombre en voz alta, mirándola, como si fuera capaz de esperar una eternidad para que ella le respondiera.

—Kuroi. —Respondió, pinchándose a su vez con una de sus agujas.

Kuroi rió levemente y se acercó a ella, como si disfrutara cada paso que diera con tal de que el objetivo de estos, fuera acercarse a aquella muchacha.

—Eres igual de descuidada que Daichi. —Se sentó junto a ella.

— ¿No deberías estar entrenando? Mi hermano pronto se desocupará. —Preguntó la chica, aunque sin interés.

— ¡A veces es bueno descansar! —Exclamó, poniendo sus brazos detrás de su cabeza y dejándose caer en el pasto, hasta que sintió que algo le pinchó la mano— ¡Au! —Se quejó y tomó una aguja suspendida en piso— Está muy filosa… y es muy delgada, casi invisible, ¿Cómo puedes utilizarlas?

—Experiencia, así como mismo tu manejas el Sharingan. —Le quitó la aguja.

—Pero mi Sharingan es de linaje, un don y toda esa mierda. —Suspiró— Aunque, en ese caso, tu don sería el arte, ¿no?

—Sí lo sabes, ¿para qué preguntas? —le miró la pelirroja, alzando una ceja.

—Era solo para confirmar mi teoría —frunció el ceño— Mejor me voy. —Se puso de pie y se quitó el pasto de su camiseta.

—Ser tan sensible es una debilidad, Kuroi.. —Suspiró— Ya te lo he dicho.

El muchacho se marchó sin más, a pesar de todo, odiaba la actitud de la chica.

Dentro de la oficina del Hokage, lejos de la academia, se encontraba Shiroi hablando con el susodicho, Yuutoni Senju, un sujeto joven, de alta estatura, piel morena y cabello castaño largo sujetado por una coleta.

—Te pido esto porque sé que será un avance para tu grupo, después de todo. No es un trabajo que les corresponda como Genin, de hecho si el consejo se enterase de esto, me mataría. —Afirmó el altísimo y medio robusto Yuutoni, mirando por un gran ventanal tras su escritorio que daba a la vista toda la aldea— Pero es una forma de ayudarlos, ya que de tener conexión con vuestros hermanos, quizá podamos saber realmente qué clase de peligro se puede ocasionar.

—No te preocupes Yuutoni, puedes dejarlo en nuestras manos. —Afirmó Shiroi, delante del escritorio del Hokage.

—Me alegra oír eso. —Sonrió levemente.

—Obviamente lo volverías a oír si estuviera loco. —Dijo, un poco más acelerado—Para Daichi-sensei está bien, él es un Jounin y sabe muy bien la peligrosa naturaleza de estas misiones, pero él es adulto y fuerte y quizá haya completado muchísimas de éstas, en cambio, nosotros solo hemos terminado un centenar de misiones rango D y C, pero una Rango A, ¿y excusándose con que QUIZÁ tenga una conexión con nuestros hermanos? No me jodas Yuutoni, ¿Por qué no se lo pides a los ANBU?.

—Sé muy bien que tú no eres un cobarde, Shiroi. Hay algo que te preocupa.

—Pues, mi hermano y yo, lógico. —Respondió un tanto confundido— ¿A qué quieres llegar?, ¿Insinúas que me da miedo?

—Insinúo que tus hermanos te dan miedo. —Sostuvo, generando un silencio incómodo.

—¡No! —Golpeó el escritorio— los odio.. ¡Porque mataron a nee-chan! —Shiroi iba a volver a golpear el escritorio pero fue detenido por dos grandes anillos de madera que alcanzaron a sujetar sus muñecas, dejando sus brazos inmovilizados.

—Tú hermana… Una excelente Kunoichi, probablemente una de las mejores que hayan existido. —Al fin Yuutoni se dio vuelta para mirarle— ¿Quién pudo haber eternizado su sonrisa? ¿La sonrisa de una de la Uchiha más hábil? —El rostro del Hokage era austero, mirándole con total rigidez y poniendo a prueba su odio— Dejó una vara muy alta, solo ninjas muy poderosos podrían superar esa vara… y asesinarla, ¿Quizá por eso les temes?

—¡Ya te lo he dicho, solo los odio, los odio como Sasuke-sama llegó a odiar a Itachi-sama! —Exclamaba moviendo sus brazos sin parar tratando de romper sus ataduras, sin respirar, sin pensar un poco en lo que decía. Él estaba enfadado, Yuutoni trataba de herirle su orgullo y eso no se lo iba a permitir.

—Ya, suficiente Shiroi. —Se quitó su sombrero— El equipo Daichi no hará esta misión solo. También estará el equipo Shiki, donde se encuentra Kaori Yuki y mi hijo Motaru sustituirá a un shinobi miembro de ese equipo que cayó enfermo la semana pasada, nunca recuerdo su nombre. Irán con los mejores ninjas de su generación y dos Jounin de altísimo nivel. Es lo mismo que mandar a los ANBU. Además… —guardó silencio.

—¿Además qué?

—Lo que te diré es confidencial, pero… los ANBU ya no son de mi confianza, hay demasiado doble agente ahí y no me gustaría que información tan reveladora como lo de tus hermanos se escapara a otras aldeas. Por ahora y hasta que termine mi mandato, encontrarlos es prioridad máxima.

—¿Por qué no mete a Motaru a los ANBU y lo deleita matando a alguno que otro traidor? —Propuso, refiriéndose a la condición del hijo del Hokage.

—¡No hables de mi sangre como si fuera un psicópata! —Gritó, molesto.

—¡Pues yo también soy tu sangre y me tienes arrestado! —Respondió, aún cabreado por la actitud de Yuutoni de hace un rato.

—Vale Shiroi, quiero que pongas al tanto a Daichi. Shiki ya sabe todo, así que su equipo también. Y no te preocupes, cualquier inconveniente estaré ahí en un santiamén. —sonrió levemente e hizo desaparecer las esposas de Shiroi.

—Muy bien, adiós Yuutoni-sama. —Hizo una reverencia y salió de la oficina. Una vez fuera de esta, golpeó el concreto de la pared del pasillo de un puñetazo.

De vuelta a los campos de entrenamiento, se encontraba un molesto Kuroi conversando con su sensei y su compañera de equipo, Natsuki. Daichi Yuki era su profesor, hermano de Kaori y bastante joven, por lo que se podía intuir que era su primera vez como profesor de un equipo de Genin. Midiendo cerca de un metro con ochenta y uno, compartía la palidez de su hermana pequeña, pero su cabello el cual estaba bastante corto, se diferenciaba del carmesí de la Kunoichi, puesto que este era color zafiro. Compartiendo eso sí con su hermana la calidez del azul-aguamarina en los ojos, reflejaba una inocencia y una gran apacibilidad en su mirada, dando una tremenda confianza a alguien que recién acaba de conocer. Él era un Jounin, y como tal, llevaba su chaleco táctico.

Natsuki era una chica de mediana estatura, alcanzando el metro con sesenta y uno. Sus ojos y su cabello eran castaños, y su tez era un rosa suave. Su cabello alcanzaba la altura de sus hombros y mantenía oculta su frente con la banda de Konoha, la cual ni los gemelos, ni Kaori, ni Daichi utilizaban a menos que fuera en alguna misión.

— ¡No sabes cuánto me alegro de verte! —Le confesó el Jounin al Uchiha, dándole unas pequeñas palmaditas en su espalda— ¿Por qué no me vienes a visitar más seguido? … jeje.. —rió levemente y de manera extraña— ¡Es broma, es broma! Creo que he bebido mucho en lo que va de la mañana.. —Suspiró y con pésame posó su mano derecha en su frente.

—Qué irresponsable… —Murmuró el pelinegro.

—No le hables así a Daichi-senpai, él tiene muchas responsabilidades, es natural que tome un poquitín para alivianarse… ¿No es así, Daichi-sama? —Le sonrió la Kunoichi castaña.

—No es correcto buscar excusas para una actitud irresponsable Natsuki, no me defiendas ante Kuroi y menos si él tiene la razón. —Respondió Daichi, con una sonrisa llena de cinismo.

—Mira a quien me topo aquí… —Un hombre ya cercano a sus treinta le tocó el hombro a Daichi.

Se trata de Shiki Uzumaki, el descendiente más directo del legendario Naruto. Le ganaba en altura al peliazul por tres centímetros, llegando a medir un metro con ochenta y cuatro. Era rubio de ojos azules y de apariencia jovial, con el cabello largo y se parecía bastante al cuarto Hokage, siendo un Shinobi bien parecido. Ocupaba su banda ninja que ocultaban parcialmente sus cejas amarillas. Como cualquier Jounin, usaba su chaleco táctico.

—Oh, hola Shiki. —Le sonrió el peliazul— ¿Vienes a presumirme la grandeza de tu equipo o qué?

—Ya sabes que no soy así, eso es todo un invento tuyo. —rió— Pero ahora que lo mencionas, el hokage me ha dicho que haremos una misión juntos, tu equipo y el mío y como Kuto estaba enfermo, lo remplazamos por Motaru. —Le guiñó un ojo de forma soberbia— ¡De todos modos, tu equipo es fascinante!, si aprovecharas mejor a este pequeñín y su hermano… —dijo, refiriéndose al Uchiha, mientras le revolvía el cabello— Estarías al mismo nivel que mi equipo en este momento. Apropósito de eso —Miró a Kuroi— ¿Cómo has estado pequeño?, me han contado grandes proezas tuyas y de tu hermano. —Le sonrió afablemente.

—Que lamebotas este Uchiha… —Pensaba, furiosa y envidiosa la pequeña Natsuki.

—Los rumores son ciertos, Shiki-sama. —Llevó su puño a su pecho y se preparó para deleitarlo con todas sus hazañas, pero justo en ese momento apareció Shiroi.

— ¡Apareció la otra mitad! —rió Daichi.

—Ya era hora, ¿no? —Shiki saludó a Shiroi con una reverencia, mientras este se la devolvía, aunque la inclinación del Uchiha era mayor.

—Buenas, Shiki-sama. —Se volvió a enderezar— Ya he hablado con Yuutoni y… —tosió un poco— con el Hokage y nos ha asignado una misión rango A, debemos realizar un espionaje a unos posibles renegados de la aldea de la lluvia.

— ¿Rango A? ¡Al parecer el Hokage está loco, pero no tengo miedo! —Declaró Natsuki con mucha energía.

—Guarda la energía para otras ocasiones, Natsu-chan. —Daichi le revolvió el cabello mientras él par se ganaba miradas escépticas— Natsuki tiene razón en cierto grado, una misión rango A no corresponde a un grupo de Genin. Me niego a arriesgar a mi equipo de esa manera —Se cruzó de brazos.

— ¡Daichi-sama es tan genial! —Exclamó Natsuki.

Kuroi miraba fijamente a su hermano, esperando una explicación de la misión, Shiroi, al notar esto, comenzó a relatar el objetivo.

— ¿No será una especie de Neo-Akatsuki?, Por lo que tengo entendido, Yahiko, Nagato y Konan eran procedentes de esa aldea. —Declaró Shiki, algo confundido por la misión, aunque ya se le había notificado con anterioridad los detalles de esta.

—No, solo son ninjas renegados como Zabuza, al parecer no tienen intenciones de perturbar la paz entre los países, además según Yuutoni solo son dos y no tienen la fuerza necesaria para ser un problema para alguna aldea como lo fueron los de Akatsuki. —Respondió el Uchiha.

— ¿Y entonces? —Preguntó la joven Kunoichi.

—Los ninjas renegados siempre han sido catalogados como peligrosos, pero solo por un motivo de filtración de información. Ahora, no creo que nos corresponda perseguirlos, porque al ser provenientes de Amegakure (O la aldea de la lluvia, son lo mismo) son problema de dicha aldea. —Confirmó Daichi.

—Entonces algo trama Yuutoni… —Murmuró Kuroi.

—Desconozco los motivos de por qué nos haremos cargo nosotros. —Aclaró Shiroi, sin antes detenerse a pensar un poco— Lo que sí está claro es que, como Daichi-sensei lo ha dicho, los renegados son problema de Amegakure así que para lograr nuestro objetivo debemos ser más rápidos que los ANBU de aquella aldea. Un topo del hokage me ha dado un mapa donde está señalada su ubicación, pero esto puede ser bastante incierto ya que los renegados por su naturaleza y por sentido común, son nómades, pero si tenemos algo de suerte podremos llegar allá antes de que se muevan de lugar. —Dicho esto, sacó el mapa de su mochila y señaló las coordenadas— Podemos movernos en línea recta, pero sugiero cambiar un poco nuestra trayectoria por aquí. —Señaló la mitad del camino— Así podríamos llegar en un ángulo ventajoso y no dar de frente con ellos. Hay que evitar el combate cercano, porque según tengo entendido estos dos sujetos son muy fuertes en el arte del Taijutsu, pero no es preocupante, haciendo los movimientos correctos puedo encerrarlos en un Genjutsu lo suficientemente potente para traerlos de vuelta con vida a Konoha.

— ¿Por qué se ocultan tan cerca de su aldea? —Volvió a preguntar Natsuki

—Es el lugar más seguro para ellos de momento, o eso creo yo. Ya que, al ser Amegakure una aldea que aún sigue sumida en su crisis política provocada por Hanzo la Salamandra, no disponen de tantos guardias y departamentos de espionaje o defensa, ya que la mayoría de sus ninjas de alto rango son ANBUs, por eso, tenemos un setenta por ciento del tiempo a nuestro favor, ya que nos adelantamos al descubrir su ubicación, pero esto es una teoría solamente, puesto que desconozco si Amegakure o… otra aldea ha descubierto su paradero. —Esto último que declaró le generó varias preguntas a sí mismo, las cuales trató de responder dándose un tiempo para pensar. Kuroi y Shiki notaron este detalle, pero prefirieron guardar silencio, porque sabían que preguntas se estaba formulando Shiroi y sería un verdadero problema compartirlas.

— ¿Cuánto tiempo llevaran de renegados? —preguntó Daichi.

—Eso también lo desconozco. El porqué de su accionar, qué información manejan y todo eso está fuera de mi alcance, simplemente Yuutoni no me lo dijo. —Se le había escapado el nombre del Hokage, algo un poco irrespetuoso en presencia de sus profesores, pero estos le pasaron el detalle por alto dada la situación.

—Con todos estos detalles, los ninjas no deben exceder el rango B, así que lo peligroso de la misión no son ellos, si no Amegakure y lo complejo es actuar más rápido que ellos. Pero manejamos más información, además cuentan con mi equipo, no será algo complejo. —El rubio les volvió a guiñar el ojo de forma soberbia— Bueno, iré a reunir a mis alumnos, ¡nos vemos! —desapareció en una nube de humo.

El equipo 9 "Daichi Yuki" permaneció en silencio un rato, cada uno sumido en sus propios pensamientos y conclusiones.

—Creo que me excedí un poco respondiendo preguntas… Pero no es algo que preferiría mantener en silencio, algo trama Yuutoni y me puedo imaginar perfectamente qué. —Pensó Shiroi, mientras guardaba el mapa en su mochila.

Luego de un rato, se habían reunido en la entrada de la aldea y estaban listos los preparativos para la misión. Ambos equipos reunidos y cada ninja llevaba una capa que cubría desde el cuello hasta las rodillas y también llevaban un pequeño dispositivo de comunicación puesto en una oreja a preferencia. También habían llegado los miembros del equipo Shinji; Motaru Senju, Kaori Yuki y Misaki Takahashi.

Motaru Senju era el hijo Yuutoni Senju, el actual décimo Hokage. Un Shinobi de trece años que alcanzaba el metro con sesenta y cuatro centímetros. Su cabello era castaño igual que el de su padre y lo llevaba bastante largo, más aún que los gemelos, pero este no era tan lacio y se ondulaba en los extremos. Llevaba un pinche que sostenía su flequillo peinado hacia la derecha, ya que si lo llevase suelto, le taparía los ojos. Su piel era bastante pálida y llena de moretones, sus pupilas eran pequeñas y tenía unas grandes ojeras adornando su rostro. Siempre traía una sonrisa maniática en el rostro y llevaba grandes cicatrices que se extendían a lo largo de su cuerpo. Vestía con una camisa blanca (que al parecer formaba parte del "uniforme" del equipo Shiki aunque el muchacho se venía recién integrando) la cual la llevaba fuera de sus pantalones cortos, traía puestas unas zapatillas deportivas muy desgastadas y no llevaba calcetas.

—Un gusto verlos de nuevo. —El muchacho parecía cohibido, pero esto formaba parte de sus tantas facetas.

Misaki Takahashi era una chica cuya belleza es bastante destacable; su larga y brillante cabellera castaña se partía hacia los lados desde el centro de la cabeza, parte del cabello quedaba por delante de cada hombro llegando casi hasta la parte más alta del abdomen, y el resto lo llevaba sobre la espalda hasta un poco más arriba de la mitad de la cadera; sus ojos eran apenas grandes y brillantes, su color oscilaba entre el miel y el verde y contrastaban con sus largas y gruesas pestañas, las cuales eran negras a pesar del color de su cabello; sus labios un poco carnudos y su tez algo más clara que el color canela. Tenía un muy buen cuerpo, con una altura de un metro y setenta y un centímetros, sumada a un peso de 59 kilogramos, de busto y cadera anchos sin llegar a un punto tan voluptuoso, y de unas caderas muy finas. Vestía una camisa blanca de manga corta algo ajustada, la cual llevaba por dentro de un pantalón ajustado negro, y encima de este unas botas negras muy delgadas en sus pequeños y finos pies. Llevaba un cinturón negro de tela con una hebilla de plata, que resaltaba con el collar del mismo material cuyo dije era una especie de pentágono alargado con una punta hacia abajo, con una esfera de una piedra brillante del mismo color de sus ojos incrustada, y resaltaba también con los dos aros de plata, uno en el lóbulo de cada oreja, y otros dos aros iguales en el cartílago de su oreja izquierda, casi en el extremo superior

— ¡Hola Shiroi, Kuroi y Natsuki! —Saludó con dulzura la bella Misaki.

—Grr… —Natsuki parecía recelosa ante la presencia de Misaki, así que solo la ignoró.

Kuroi solo permaneció en silencio, mirando con el ceño fruncido a Motaru.

—Hola. —Saludó Shiroi a la jovencita y al castaño solo lo vio de reojo— ¿Y tú no piensas saludar? —Le preguntó a la pelirroja.

—No lo considero pertinente, solo son mis compañeros de equipo, no tengo órdenes de socializar. —Respondió, como una máquina seria.

— ¡No seas así! —Le exclamó el rubio a su alumna— Somos amigos todos, ¿no es así Motaru?

— ¿Eh…? Ahm —Permaneció en silencio— Esto… Y-yo.. —El chico comenzaba a tartamudear de la nada, realmente estaba avergonzado a pesar de conocer a todos los presentes desde muy pequeño y haber sido amigo íntimo de los Uchiha.

—Oye Shiki, no presiones tanto a Motaru, ya tiene suficiente con la presión de la academia. —Daichi lo regañó y se sintió triste por el pequeño hijo del hokage.

— ¿Vamos a quedarnos aquí conversando? —Preguntó Kuroi, un poco molesto por la presencia de Kaori— Bien, iré yo primero. —El muchacho dio un gran salto hacia la arboleda y desapareció dando saltos entre los árboles.

Shiroi solo lo siguió, en silencio.

— ¡Tienes un poco traumado a tu equipo! —Rió— Bien, equipo, vamos tras ellos. Tenemos trabajo que hacer

— ¡Sí! —Dijeron Misaki y Motaru al unísono y siguieron a los Uchiha.

— ¿Daichi-sama? —Preguntó Natsuki, esperando una orden.

—Ve. —Ordenó el peliazul serio y la muchacha inmediatamente obedeció su indicación.

— ¿Qué crees que quiera el Hokage? —Le preguntó Shiki al veinteañero.

—Nada bueno, Shiki-san. —Le miró despavorido— Y Yuutoni no es el único kage involucrado en algo misterioso…

Continuará.