Colocacion de las piezas

Las calles de Konoha eran iluminadas por el ligero brillo de las farolas provocando que se viesen siniestras. Pero para Naruto Uzumaki era el pan de cada día y se tenia que enfrentar a ellas cada noche para poder comer su delicioso Ramen. Esa noche no seria diferente y un Naruto de cinco años se desplazaba lentamente hacía su apartamento, por los cinco platos de Ramen que cenó junto al tercer Hokage. Los parpados del niño se cerraban pesadamente mientras caminaban haciendo que este pensara en tirarse a la cama nada mas llegar. Los ecos de los pasos del pequeño niño fueron acallados por el de los pasos de cinco hombres que iban dando tumbos y riéndose los unos con los otros. Naruto paso a su lado sin hacerse denotar demasiado, sin embargo tropezó con una piedra provocando su caída en el suelo. Al caer algunos de los borrachos se giró y se quedaron mirando al pequeño caído. Los borrachos se rieron y algunos incluso fueron tambaleándose hacia el para ayudarle pero sus expresiones cambiaron drásticamente cuando Naruto levantó el rostro. Sus caras mostraron al principio confusión, por la familiaridad que les daba ese rostro, y después tras recordad, el porque conocían esa cara, sus rostros se crisparon por el odio ciego que le tenían al zorro que estaba sellado en ese niño.

¡Por tu culpa mi hija esta muerta maldito zorro¡ -dijo mientras le pateaba el costado lanzándolo un par de metros de distancia.

Naruto se agarró el costada mientras una sensación dolorosos le recogió por todo el cuerpo obligándolo a encogerse en posición fetal. Pero tras el primer comentario, sobre la identidad del zorro, los demás comenzaron a rodearlo. Una lluvia de golpes cayó sobre Naruto provocando que este se encogiese sobre si mismo. Naruto no entendía que quería decir con lo de zorro ni el porque le estaban golpeando de repente, hoy no había hecho nada malo. La golpiza fue debilitándose hasta que los golpes se detuvieron por completo. Naruto levantó la cabeza, cuyo rostro estaba marcado por profundos cortes y contusiones y se levanto. Los borrachos se habían marchado hace rato y Naruto pudo levantarse tambaleante apoyándose, con su hombro, en la pared. Continuó caminando hacia su casa mientras se erguía apoyándose en la pared con sus dos manos. Dejó la pared y dio un paso pero cayó de inmediatamente al suelo. Naruto se sentó en el suelo y tirito un poco. ¿Por qué a el? ¿Que había hecho para merecer tal castigo? Quizás debería desaparecer y así dejar a la aldea en paz. Además, su desaparición traería felicidad a más personas que dolor a los que le recordarían. Se intento levantar pero volvió a caer, sus rodillas no le respondían. Un trueno se escucho a la distancia y Naruto se encogió en si mismo al escucharlo. No, truenos no se repetía Naruto en su fuero interno. Odiaba los truenos ,siempre aparecían en plena noche recordándolo cuan solo estaba. Pequeñas gotas de lluvia empezaron a caer sobre el niño aliviando un poco las heridas, como si de amorosas caricias se tratasen. Otro trueno resonó en la noche y Naruto se tapó las orejas intentando no escuchar esos horribles sonidos que desgarraban la noche. Deseaba morir. Lo deseaba con todas sus fuerzas.

¿No eres todavía muy pequeño para tener esos pensamientos?- dijo una voz delante de el.

Naruto levantó la mirada encontrándose a dos orbes verdes observándole duramente. Era un chico de unos 17 años, tenía unos rasgos finos y una cabellera de color marrón rojizo. Vestía una chaqueta sin manga y con capucha, debajo una camiseta blanca de mangas largas y unos pantalones ajustados con una cadena colgando de ella. Una sombrilla negra le cubría de la lluvia.

¿Y, tu que sabrás?- dijo mirando hacia otro lado. Esos ojos lo penetraban intentando alcanzar sus mas profundos pensamientos, y eso no le gustaba nada.

Ciertamente, no es de mi incumbencia pero aun así me interesa- respondió rápidamente el chico- Es interesante saber que le puede haber ocurrido a un niño para pensar así.

Naruto se quedó de piedra. Esa persona lo veía interesante. ¡ Veía el dolor ajeno interesante¡.

No es que vea el dolor interesante, pero que tengas un deseo tan fuerte por morir sI que lo es - le explico, como excusándose de lo que había dicho antes- Además he estado en el otro lado y no hay nada interesante…

Pero…¿Cómo…?-Naruto fue interrumpido por el chico.

¿Cómo puedo leerte los pensamientos? Es algo que se consigue con practica y estudio.

¿Cómo los justsu?- dijo Naruto con un nuevo brillo en sus ojos.

Se podría decir que es algo bastante parecido.-dijo colocando la mano en su barbilla y mirando a la nada.

¿Podría aprenderlo?- dijo Naruto levantándose lentamente.

¿Estarías dispuesto a dejar este lugar?- dijo volviendo hacia Naruto una fría mirada.

Naruto se calló inmediatamente. Abandonar Konoha seria una decisión muy importante y aunque al principio tenia buena pinta, decir adiós a las palizas, insultos y frías miradas seria maravilloso, pero… si hiciese eso entonces tendría que dejar al viejo Hokage y a los del Ichiraku. Naruto se volvió hacia el chico y le lanzó una mirada aún mas fría que la suya.

Jamás abandonare a Konoha- el chico retrocedió un poco cuando sus orbes azules cambiaron a unas de color rojo.

Interesante… - una enorme y maliciosa sonrisa apareció en su rostro. Cuanto poder sin explotar, sin duda con un buen entrenamiento se convertiría en uno de los mejores y mas poderoso.

Entonces no les abandones- Los ojos de Naruto volvieron a la normalidad y lo miraban sorprendido.

Entonces esto era…- dijo Naruto callándose antes de decir el final.

Era una prueba- respondió sonriendo y sacándole la lengua.

Naruto saltó hacia el preparándose para darle un puñetazo por haberle engañado. La sombrilla del chico voló hacia un lugar desconocido y Naruto se encontró entre los brazos del desconocido.

Ya no estarás solo… nunca más- susurró el chico a Naruto en su oreja.

Los ojos de Naruto se expandieron y no pudo evitar llorar en los brazos de su salvador. Las nubes se despejaron y la luna expuso con su luz a dos figuras caminantes. Un adolescente que cargaba a su espalda a un niño de cinco años que aun tenia las mejillas húmedas por las lagrimas