Disclaimer— Los personajes de Inazuma Eleven no me pertenecen, son propiedad de Level-5®. El diseño y adaptación de los personajes me pertenece.


AdvertenciasAU, OOC.


Caos


Prólogo


Deliver me into my Fate.

If I'm alone I cannot hate

~Snuff (Slipknot)


Ella lo golpeó.

Lo golpeó con todas esas pocas fuerzas que aún quedaban en su interior, a la vez que gruesas lágrimas corrían libremente por sus mejillas y leves sollozos, susurros inentendibles y algunos pocos gritos ahogados huían de sus labios y garganta; deseando a cada golpe que daba que la escena que había presenciado anteriormente fuera una sucia y vil mentira creada por el líder del bando enemigo para hacerla perder el control. Una mentira diseñada para herir a través de ella misma a Ulvida, líder suprema de Aliea y las cinco provincias que la conforman: Gemini Storm, Epsilon, Prominence, Diamond Dust y Gaia.

Era algo lógico considerando el hecho de que era la segunda al mando y consejera principal de aquella frívola dictadora.

Pero para su desgracia no era así, la mirada fiera y desafiante de los ojos ámbar del joven frente a ella daban a su habitual sonrisa un matiz diferente, un matiz completamente aterrador y escalofriante. No había cambiado mucho desde la última vez que se vieron, la vez en que cada uno eligió el lado en que estaría y descubrieron que serían enemigos.

Ambos lo sabían, pero ella no imaginó que él podría llegar a tanto; lo había visto asesinar a más de la mitad de lo que se supone sería su escuadrón de defensa, las manchas de sangre aún estaban frescas en su rostro recordándoselo a cada segundo y a cada golpe que daba. Era incapaz de comprender como era que luego de realizar semejantes actos pudiese estar tan tranquilo, posiblemente a la espera de que ella quedara sin energías para poner fin a su vida también.

— ¿Por qué no me matas de una vez?

Un golpe con más fuerza de la que debería, un paso en el momento y lugar equivocado, solo eso basto para que él estuviera a punto de caer por el borde de aquel edificio abandonado en el que se encontraban, dejando solamente a la vista las manos llenas de cortes y sangre tanto propia como ajena en las manos del joven de ojos ámbar.

Podría haberlo dejado caer, podría haber acelerado su caída, a fin de cuentas sería en defensa propia. Podría haber hecho miles de cosas, pero los recuerdos en aquel instante fueron más fuertes y la obligaron a actuar.

En memoria de aquella mirada ámbar que tanto había amado en el pasado.