Autor Original: Elle Werner
ID: 3084031
Capitulo 1: El Príncipe
Érase una vez, un príncipe vivía con sus hermanos y madre en una mansión llena de sirvientes. Su hermano mayor se llamaba Gwendal von Voltaire, que era severo y por lo general tenía en ceño fruncido. Su segundo hermano mayor se llamaba Conrad Weller. Tenía el pelo y los ojos marrones y le gustaba sonreír. Ambos eran muy protectores con su medio hermano pequeño, en ambos casos. Su madre se llamaba Cecile von Spitzberg. Era una hermosa mujer de ojos verdes y pelo rubio. Era coqueta y amaba pasar el tiempo buscando el amor. El príncipe se llamaba Wolfram von Bielefeld. Era alemán, pero se había quedado en Japón hace un año por los negocios de su madre. Wolfram era increíblemente guapo, con el pelo dorado, piel como la nieve y tan suave como la seda, hermosos ojos verde esmeralda que atraía a cualquiera que los mirase y un cuerpo perfectamente musculado. Obtenía notas perfectas y hacía deporte, además de ser hábil en el manejo de la espada.
Como ídolo del instituto Shin Makoku, era llamado Príncipe. Las chicas se reunían a su alrededor como mariposas en una flor y los chicos le respetaban y estaba celosos de él. Pero nunca le gustó la atención recibida y los ignoraba.
Era otro aburrido día para Wolfram von Bielefeld, quien en ese momento se encontraba montado en la limusina con el conductor de su familia. Habría querido un coche más normal (como un Mercedes, o quizás un Ferrari) porque toda esa atención estaba irritándole. Cómo deseaba desaparecer, pero a Wolfram no le gustaba la cobardía. Era su naturaleza ser siempre valiente e iba directo al grano.
"Joven maestro" el conductor interrumpió sus pensamientos.
"¿Si?" respondió Wolfram.
"Hemos llegado a la escuela" contestó el conductor.
"Oh" Wolfram se dio cuenta de esto al ver el familiar edificio.
"¿Quiere que le abra la puerta?" su conductor sonrió, sabiendo que a su joven maestro no le gustaba que le abriese la puerta, pero era el deber de un chofer.
"No es necesario y, ¿cuántas veces te he dicho que no toleraré que nadie me abra la puerta? ¡No soy una princesa!" Wolfram se enfadó y le advirtió a su conductor de no volver a repetir la pregunta.
"Si, joven maestro, porque eres un príncipe" respondió su conductor, sonriendo.
Wolfram solo rodó los ojos ante el comentario y salió de la limusina.
"¡Mira! ¡Mira! ¡Es Wolfram-sama!" gritó una chica.
"¡El príncipe!"
"¡Woah! ¡Es tan genial!"
"¡Kyaaa! ¡El príncipe!" corearon todas.
Cerca de la puerta, dos chicos con sus bicicletas vieron la conmoción.
"Ugh… ¿Por qué tenemos que escuchar esto todas las mañanas?" comento uno de los chicos a su amigo.
"Bueno… es porque es perfecto y sabes que a las chicas siempre les gustan los de ese tipo- tipo príncipe" contestó su amigo.
Los chicos que habían comentado sobre Wolfram tenían ambos el pelo y ojos negros, el típico muchacho japonés y su amigo con gafas era conocido como el genio número uno en la escuela – el único en segundo lugar después de Wolfram.
Wolfram, ya aburrido con el ruido, sintió que alguien a su derecha le miraba y vio al chico con el pelo negro brillante y los grandes ojos negros.
Sus ojos se encontraron por un segundo y se sintió como una eternidad. Que extraño…
