GIVEN IN EVIDENCE
Historia original de verityburns, sólo me limito a traducirla.
Seis meses después de The Reichenbach Fall
—¡Se va a matar!
El profundo desapruebo en la voz de Sally era tan estridente como siempre y Lestrade suspiró mientras se giraba para encararse a ella.
—¿No se supone que deberías estar trabajando en los robos?
—¿Y tú?
Su boca se tensó y miró atrás hacia la calle, ya oscura en una tarde a finales de Diciembre, donde John Watson sufría los cuidados de una guapa paramédico, su magullada cara regularmente iluminada por las parpadeantes luces a su alrededor.
—No puedes dejar que siga así —insistió Sally de nuevo. —Es pura suerte que no esté muerto aún; uno de esos tenía un cuchillo, sabes.—Movió su brazo hacia un coche de policía cercano, en el que el segundo aspirante a ladrón estaba siendo metido, junto a sus deseos de una vida como rey del crimen.
—John puede arreglárselas por sí solo.
Sally agitó su cabeza. —Pensarías que se habría asentado un poco, ahora que...—Se calló, por una vez analizando la frase antes de soltarla.
—El nombre de Sherlock fue limpiado —le recordó Lestrade tersamente. —¿Por qué no te haces útil y haces algunas entrevistas? Se ve que la víctima tiene amigos en altos puestos.
—Ya está hecho. — Sally alzó una libreta en su mano. —Señor —añadió. Pasó una página. —El viejo está bien, sólo un poco agitado; estaba tomando un atajo por el callejón cuando fue asaltado por Beavis y Butt-Head*. — Lanzó una mordaz mirada hacia los delincuentes mientras el coche que les retenía pasaba por su lado, y volvió a hojear sus notas. —Tengo su declaración, más el testigo de dos dependientes y un tío que vendía The Big Issue en la esquina. Son todos iguales: John es un 'buen samaritano' que simplemente pasaba por ahí, justamente en el lugar apropiado en la hora adecuada, bla bla bla. — Miró arriba. —Señor, está pasando demasiado a menudo.
Lestrade intentó quitársela de encima pero Sally seguía igual de tenaz que siempre. Haber sido demostrada equivocada en el pasado no había reprimido su naturaleza sospechosa de ningún modo… que era lo que la hacía una jodidamente buena agente. La mayoría del tiempo.
Lestrade suspiró de nuevo. —No se ha vuelto un vigilante. Simplemente parece tener un olfato para situaciones peligrosas, y ninguna indecisión para involucrarse en ellas. — Encontró su mirada, poniendo algo de autoridad en la suya. —No está rompiendo ninguna ley y en realidad está haciendo algo de bien. Déjale en paz.
—Pero, señor…
—Es una orden, Sargento. Tu interferencia fue lejos de ser útil la última vez y no le está ayudando ahora. Déjalo estar.
La boca de Sally se torció rebeldemente pero se remitió un poco. —Te culparás a ti mismo si acaba acuchillado un día de estos —murmuró. —Es sólo cuestión de tiempo, viendo en qué medida va.
Lestrade le echó una mirada feroz y ella se fue resoplando, girando sobre su talón y dando fuertes pisadas. La observó marchar y después volvió a mirar a su amigo, que ahora sostenía su mandíbula hacia arriba beligerantemente, y se negaba rotundamente a aceptar una manta.
—No digo que estés equivocada —murmuró, una vez que Sally estaba lejos del alcance del oído — Pero ahora mismo, estoy bastante seguro que vivir peligrosamente es la única cosa que le mantiene vivo.
oOo
—¿Todo bien, Billy? —inquirió John a uno de los jóvenes sin techo encogido en una sudadera inadecuada para la temperatura actual, que estaba claramente esperándole mientras se acercaba a 221B unas horas más tarde. —¿Tu muñeca te está haciendo jugarretas otra vez? ¿Quieres que le eche un vistazo?
—No, está bien, Doctor Watson. Mucho mejor, gracias. —Billy estiró su brazo y lo liberó del bolsillo delantero de su sudadera, y torció su mano, demostrando un buen rango de movilidad, aunque sus dedos estaban azules por el frío.
—¿Qué le han pasado a tus guantes esta vez? —preguntó John resignadamente.
Billy se encogió de hombros, arañando el suelo con la punta de una muy malgastada zapatilla de deporte. —¿Siempre hay alguien con más frío, sabe? — Miró hacia arriba, su mirada medio de disculpa, medio cabezota.
John intentó fruncir el ceño, pero no duró mucho. Suspiró, observando la delgada cara y los brillantes ojos frente a él. —Lo sé. — Sacó sus llaves, y movió su cabeza hacia la entrada. —Ven arriba, creo que tengo un par de repuesto en algún lado. Puedes envolver tus dedos en una taza de té mientras los busco.
—Er… — Billy le estaba contemplando cuidadosamente, sin duda tomando nota del arañazo recién vendado en su mejilla y de la herida oscureciéndose en la esquina de su mandíbula. —Lo siento, Doctor Watson… Puedo ver que está cansado, pero hay algo…
John estuvo instantáneamente en alerta. —¿Noticias? —exigió. —¿Alguna palabra sobre Moriarty?
Billy sacudió su cabeza. —No. No, lo siento, nada de eso. Aún no hay ningún susurro sobre él. Es algo… raro, no sé… — Dejó su frase a medias. —¿Podría venir y verlo?
John vaciló. Estaba cansado… muy, muy cansado, y adolorido- los dolores yendo hasta sus huesos esta vez. En su mente imaginó un baño caliente, un vaso de whisky, una butaca al lado del fuego…
Agitó un brazo. —Guíame.
—Fue Myra quién se dio cuenta —Billy dijo, mientras caminaban hacia el final de la calle y alrededor de la esquina.
—¿Myra? ¿'Me he torcido el tobillo pateando a un acosador en los huevos' Myra?
La sonrisa de Billy relució en las lámparas. —La única Myra —afirmó. —Aún te está agradecida por haberle vendado después de eso, por cierto.
—Le habría dado un premio por servicio público, si hubiera podido —respondió John. —Una venda elástica no fue nada.
Billy le lanzó una mirada. —Para nosotros lo es, Doctor Watson.
—Así que ¿dónde vamos? —preguntó John rápidamente, ignorando el sentimiento antes de que pudiera alcanzarle.
—No está lejos —prometió Billy, encaminándose hacia una calle lateral. —Esta casa está aparentemente abandonada, lleva vacía durante varios años. Myra se apalanca aquí a veces.
John asintió, siguiendo a Billy mientras éste continuaba, y finalmente se agachó y pasó bajo una pieza suelta de madera, entrando en el patio trasero de un edificio en ruinas. John tuvo que retorcerse por el agujero- era un poco más fornido que la esbelta figura de Billy, a pesar del peso que había perdido estos últimos meses.
Una ventana abierta dio paso a un sótano con unas desvencijadas escaleras que llevaban arriba. —Segundo piso —anunció Billy, liderando el camino. —Alguien ha estado viniendo aquí, pero Myra no les ha visto. Aunque le ha puesto nerviosa- se ha ido ya.
Empujó una puerta y John la atravesó, su mirada clavándose en las señales de vida delante de la ventana- una caja abierta, colillas, un periódico… Miró a Billy, que le afirmó con la cabeza a que procediera. Por un momento, tuvo un flashback de las varias veces en las que se le había señalado la dirección de pruebas aleatorias, y había sido esperado a que se le ocurriera algo útil… o, por lo menos, algo que no fuera aburrido. John cerró sus ojos, el espectro de Sherlock tan vívido en su mente que casi podía oír el siseo de su abrigo arremolinándose frente suyo, oler esa distintiva mezcla de químicos y ardiente impaciencia…
Exhaló lentamente y con deliberación. —Está bien. — Apretó su mandíbula, recogiendo los hilos dispersos de sí mismo y volviéndolos a unir en su interior de nuevo. —¿Qué estoy mirando? —Salió un poco más abrupto de lo que pretendía pero Billy se lo tomó con calma, indicando la ventana.
—La vista.
John dio un paso adelante enérgicamente y miró hacia el horizonte de Londres.
—Más abajo.
John movió sus ojos hacia abajo a nivel de tejado, notando inmediatamente el familiar toldo rojo del café Speedy's. Automáticamente, su mirada se deslizó hacia arriba y pudo ver las ventanas del 221B, que estaban débilmente iluminadas- La Sra. Hudson debía haberse dejado la puerta que daba a la entrada abierta de nuevo.
—¿Ve lo que digo? —Billy dijo. —Es sólo una casa que está más o menos al lado de tu casa. Podría no significar nada- ¿pero por qué alguien ha estado sentándose en esta ventana? No hay nada más aquí y Myra dice que las habitaciones traseras son más cálidas. — Se encogió de hombros. —Lo siento si he malgastado su tiempo, Doctor Watson, pero me ha estado preocupando.
—No, has hecho lo correcto, Billy. — John frunció el ceño mientras se giraba sobre su talón, inspeccionando el resto de la sala. Sacó una linterna para suplementar la luz que venía de las lámparas de la calle, y se volvió y concentró en el área alrededor de él, agachándose en sus muslos para examinar el suelo y el alféizar de la ventana, la frase 'el polvo es elocuente' haciendo eco en la parte trasera de su mente hasta que la bloqueó.
Había un par de marcas en el alféizar, notó, mirándolas con más detenimiento. Simétricas y con una forma bastante distintiva…
En algún lugar en su cabeza una alarma estaba sonando, pero la asociación era tan inesperada que le costó un rato hacerla.
—Creo que alguien está viniendo. —Billy sonaba algo nervioso. —¿Quiere que vaya y mire…?
—Espera. — La voz de John era callada pero extremadamente autoritaria mientras se movía hacia delante, cogiendo a Billy por un delgado brazo y empujándole detrás de la puerta. Estuvieron de pie en silencio, escuchando… ruido del tráfico, una sirena lejana, y luego un crujido definitivo de las escaleras de debajo.
John habló cerca de la oreja de Billy. —Si alguien viene aquí, quiero que te mantengas al margen hasta que esté en la habitación, y te escapes por detrás de él. Sal de la casa, ¿me has entendido?
—Pero…
—Billy. —La mano de John se apretó en advertencia. —Va en serio. Sal de la casa y no vuelvas. Si no vengo a casa en una hora, envía un mensaje a Lestrade, ¿de acuerdo?
La cara de Billy hizo una mueca de preocupación. —¿Sabe quién es?
John sacudió su cabeza. —No sé quién es, pero tengo una idea bastante clara de… — Interrumpió su frase al escuchar otro crujido, mucho más cerca esta vez. —Necesito que hagas esto por mí, Billy, ¿vale? No me defraudes.
Los ojos de Billy estaban muy abiertos y alarmados, pero respondió a la urgencia de la petición de John. Sus hombres se enderezaron y asintió con la cabeza.
—Buen hombre. — Con un último apretujón en su hombro, John le soltó y se retiró en las sombras, haciendo un listado mental de cualquier cosa que llevara que pudiera utilizarse como arma. Tristemente, la lista no era larga. Se centró en su respiración, una calma familiar apoderándose de él mientras la puerta se abría, aunque su inquietud por Billy malbarataba su atención.
La figura que entró era alta, de hombros anchos, y se movía con una seguridad atlética que delataba un entreno avanzado. 'No habría ninguna deshonra en…' John empujó el pensamiento sin compasión. Vio con alivio como Billy se deslizaba silenciosamente fuera de la puerta y se despidió del chico en su mente, concentrándose en el intruso que llevaba una bolsa de viaje y parecía ignorar su presencia.
Encaminándose directamente al otro lado de la habitación, el hombre dejó su bolsa encima de la caja y la abrió, sus movimientos practicados, y automáticamente miró a través de la ventana. John esperó, queriendo estar absolutamente seguro, pero no podía esperar mucho tiempo… Tan pronto como la primera parte de un rifle desarmado apareció, hizo su jugada, explotando desde su esquina y chocando contra el hombre con la máxima velocidad que pudo acumular en tan poca distancia, utilizando su brazo para golpear con la linterna que sujetaba, haciendo una parábola en un arco despiadado.
Tenía la ventaja de la sorpresa, y el hombre estaba claramente sorprendido mientras se tambaleaba hacia atrás, pero sus reacciones eran fenomenalmente rápidas… ya se estaba alejando, volteándose, y el golpe de John silbó a través del aire vacío. Fue forzado a virar para evitar la mano que buscaba su muñeca, consiguiendo sólo un punzante golpe antes de retirarse, buscando una apertura.
El hombre gruñó y se movió hacia delante. —No luchas como un okupa. —Su voz era monótona y sin acento. Fría. La luz de la ventana cayó sobre la cara de John y su oponente paró abruptamente. —Bueno, esto es conveniente. — Sonaba divertido. —Muy servicial de tu parte, estoy seguro. — Se inclinó, dejando las partes del rifle que sujetaba en la caja antes de enderezarse y hacer petar sus nudillos.
John mantuvo su posición, seguro de que estaba fuera de alcance por el momento. —Así que, ¿quién te ha mandado? —exigió. —¿A qué viene esto?
El hombre se encogió de hombros. —Cumpliendo un contrato —dijo. —Honor de ladrones, y todo eso. Ya me entiendes.
—Ni remotamente.
—No es mi problema. — Se lanzó hacia delante y John estaba en problemas.
Hizo lo mejor que pudo. Sabiendo la tentación contra la que luchaba constantemente, hizo absolutamente lo mejor que pudo, sacando cada truco que había aprendido, valiéndose de toda su experiencia y pericia, luchando con todo lo que tenía… pero el otro hombre tenía unos buenos dieciocho quilos de más y todo era músculo, complementado con un nivel de entreno con el que John rara vez se había encontrado antes.
El fin era inevitable, el único método en la duda, hasta que John finalmente tropezó, su pie aterrizando en la linterna que había soltado en algún punto y torciéndose debajo de él mientras caía pesadamente en su espalda. Su oponente estuvo encima de él inmediatamente.
John arropó su barbilla contra los dedos que forzaban su camino alrededor de su cuello, pero sabía que no había esperanza. 'Ninguna deshonra en esto…' El pensamiento volvió de nuevo, el pensamiento que tenía cada vez, pero el cual el soldado en su interior nunca podría aceptar. Esta vez era diferente. Sus manos arañaron el suelo, buscando cualquier cosa que pudiera utilizar como arma, pero no había nada.
Su visión se estaba oscureciendo, brillantes motas de luz pasando a través de sus ojos hasta que el hombre tomando su vida no era más que un borrón… un conductor… una puerta abierta hacia el camino que había querido caminar desde los últimos seis meses. ¿Caminar? Joder… correr. Fuertes pulgares alcanzaron el pico del cartílago de su laringe y John se relajó, ya siendo capaz de oír la voz de Sherlock llamando su nombre.
Sonrió, la paz apoderándose de él por primera vez desde hace demasiado, demasiado tiempo. Estaba tan cansado, tan deprimido, tan vacío y solo. Dejó que su cabeza cayera sin protesta mientras su consciencia por fin se deslizaba felizmente lejos.
'Nos vemos pronto…'
NT: (*) La autora hace referencia a la famosa serie estadounidense Beavis and Butthead.
