Son las 4am y yo aquí, casual, escribiendo soft yuri con la app de FF, explotando el 10% de mi restante batería. Necesito más madrugadas así.

Por favor, sin mayor demora, disfrutad.

Advertencias: Soft Yuri —girl x girl—, SakuIno, Mención de SNS.

DISCLAIMER: Naruto es propiedad de Masashi Kishimoto, lo sabes, lo sé, lo sabe. Tsk. :'[

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Sé mía ya

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Era un sábado.

No, no recordaba la fecha exacta, y tampoco recordaba la hora o el momento en el que se decidió a hacer aquella locura; solo conseguía evocar con claridad el recuerdo del momento en el que tiró sus propias inseguridades y miedos por la borda, se puso en pie, cogió sus llaves y salió tal cual, prácticamente en pijama, de su casa.

Hacía calor afuera, era verano. Pero era muy temprano, las 6am, así que no debía preocuparse por ser vista en pantalones cortos y una camisa muy grande para ella que aunque ocultaba medianamente bien su figura, no ocultaba el tamaño de su llamativo busto. Como calzado solo llevaba puestas unas chanclas negras y simples.

Mientras caminaba, iba repasando de forma superficial su situación:

Se llamaba Yamanaka Ino.

Era la estrella en belleza e inteligencia de su instituto, el Instituto de Educación Secundaria de la Hoja.

Tenía 17 años, e iba para los 18.

Podía tener a sus pies a quien quisiera, como quisiera, desde siempre.

Había una excepción: Haruno Sakura.

Su mejor amiga.

Trasladada al instituto hacía aproximadamente unos tres años, a mitad del secundario.

¿Problema?

Sakura no caía.

No podía seducirla.

No podía manipularla.

No podía atraerla.

No podía enamorarla...

Había probado muchas formas sutiles de hacer aquello y nada le había resultado, y comenzaba a estresarla el asunto.

¡Que había perdido pelo en la ducha y todo ya...! Era serio, joder.

Por lo cual, aquí se hallaba, recurriendo a sus impulsos más idiotas y primitivos.

Siguiendo un consejo de uno de sus mejores amigos, ligues y confidentes: Uzumaki Naruto.

"¡Dejate llevar, de veras!"

"Más fácil dicho que hecho, mandril", le había respondido frustrada esa vez.

¿Cómo había terminado haciéndole caso, entonces?

Ah, ya, claro.

Hyūga Hinata, su adorable amiga y perfecta espía en secreto, le había pasado un chisme de última hora 100% real e inesperado.

Uchiha Sasuke regresaría de Estados Unidos al mes siguiente.

Uchiha Sasuke era el amor platónico de Haruno Sakura desde que ella pusiera pie en el instituto y lo viera por primera vez.

Nara Shikamaru, un confiable amigo de su más tierna infancia, opinaba que todo aquello era muy problemático.

Y ella no podía estar más de acuerdo.

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Se detuvo al alcanzar una tienda, tras media hora de caminar. Estaba cerrada aún, claro, normal, bien, vale.

Moviendo su larga melena hacia atrás y usando la goma de pelo que llevaba a la muñeca para atársela en su habitual peinado, dejando el largo flequillo de sedosa cabellera rubia y lacia caer sobre un ojo, Ino se apoyó en la pared y esperó.

Ya había comenzado con aquello.

Llegaría al final.

Rock Lee solía decir que su llama de la juventud era peculiar pero fuerte.

Ino tuvo que suprimir una sonrisa al pensar en su amigo friki de los deportes. Era un buen chico pero, dale un poco de alcohol o un desafío físico, y lo verás perder los estribos en formas tan cómicas y explosivas como llamativas y bochornosas.

Inuzuka Kiba opinaba que Haruno Sakura solo amaba hacerse la difícil, por otra parte.

Ino tuvo que pensar en eso un buen tiempo, pues oye, la pelirosa era su mejor amiga —y luego crush, y más tarde enamorada—... Debía conocerla, ¿no?

Pues lo cierto es que no creía que fuera eso.

Solo pensaba que Sakura era totalmente de otro mundo.

En mil maneras y aspectos distintos.

Que era tan bella como la flor a la que hacía referencia.

Que tenía una personalidad tan viva y fresca que era imposible hacerle el visto gordo.

Que su inteligencia era tan asombrosa como atrayente.

Y su peculiar sentido del humor en ocasiones...

Y su cuerpo, su piel, su suave pelo rosado, sus electrizantes ojos jade...

Casi derritiéndose en su lugar, Ino solo reaccionó al oír las persianas de la tienda alzarse.

—¿Ino? ¿Qué haces tan temprano por... aquí? —Cuestionó una voz conocida de sobra.

—¿Tengo que tener un motivo para estar aquí? Vaya, me ofendes, Chōji... —Pronunció con falsa actitud inocente y lastimera.

Akimichi Chōji, segundo amigo de la infancia, mejor amigo de Nara Shikamaru.

Solían ser un interesante trío dispar en la guardería, ya lo creía que sí.

—Sabes que se te ve a la legua que quieres algo, ¿verdad?

Soltando una carcajada honesta y ligera por la franqueza del comentario de su amigo, la Yamanaka se apartó de la pared y se plantó en la entrada del oscuro local, su sombra reflejándose en la cerámica del suelo con sus brazos en jarra y la cabeza alzada bien alto.

—Ahora que lo dices..., realmente sí quiero que me eches una mano en algo.

—¿Que lo haga yo o que te ayude? —indagó desconfiadamente el de cabellera larga con tonalidad rojiza bajo la luz del sol.

La rubia dibujó una sonrisa confiada y entusiasta en sus labios.

—¡Que me ayudes!

Haruno Sakura esta vez sí caería.

Más valía que lo hiciera.

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Horas más tarde...

Hecha un fiasco de manchas en la camisola de tirantes blanca que llevaba puesta, y con las manos adoloridas de tanto trabajar y su cabello totalmente recogido en la coleta de pelo que portaba, Ino detuvo su decidido andar ante la puerta de la casa de los Haruno.

No tenía tiempo ese día para pensar las cosas dos veces, iba a contratiempo y tenía que ganarse a Sakura antes de que Sasuke regresara de su maldito viaje. ¿No podía el bombonazo azabache permanecer lejos hasta que ella conquistara a la frentona que amaba? ¿No? Pues no, claro. ¿Y qué? Sí, Sasuke también había sido su platónico por un tiempo. Pero Ino sabía cuándo era deseada y cuándo no... Eso y una sexta intuición que le decía algo más.

Algo más que cuando la puerta ante ella se abrió, olvidó por completo.

—¿Ino...? ¡¿Qué te ha pasado?! ¡Vienes hecha un desastre!

La rubia sonrío con confianza y cierto brillo descaradamente seductor en su clara mirada, apoyándose en el marco de la puerta abierta e inclinándose un poco hacia Sakura. Mantenía su sorpresa oculta tras su espalda.

—¿No me dejarás pasar, frentona?

—Debería de echarte solo por llamar así a tu anfitriona, cerda.

Un momento de silencio pasó entre ellas, y Sakura acabó cediendo, notando algo extraño en la Yamanaka.

Algo más extraño de lo habitual, más bien.

Porque la actitud cercana y seductora de la rubia era algo a lo que Sakura ya se había acostumbrado.

Y para qué negarlo, la compañía de Ino siempre sería la más agradable... Cuando no pelearan, claro.

—Venga, pasa antes de que me arrepienta.

—Ya estabas tardando, preciosa.

Una fina ceja rosada se alzó, y dos pares de pasos se oyeron por la casa cruzando el comedor, luego pasando por el pasillo y yendo escaleras arriba hasta oír el rechinar leve de una puerta al abrirse y el golpe suave de la misma al cerrarse.

Aburame Shino solía opinar que ellas dos, solas, podían ser un peligro en potencia para todos ellos si quisieran.

Y para ellas mismas, si se lo proponían.

Ino en ese momento se había propuesto ser peligrosa para Sakura.

Invadir su mente.

Su corazón.

Invadirlo todo.

Y para ello...

¿Cómo la conquistas?

Mostró por fin lo que escondía tras su espalda a la Haruno, que solo abrió sus ojos ampliamente cuando Ino acabó de desvelarlo todo.

De ese sábado, Ino no recordaba ni la fecha, ni la hora.

Solo que era verano.

Hacía calor.

Ella estaba hecha un completo desastre.

Y Haruno Sakura por fin salió de su estado autoimpuesto de negación cuando Yamanaka Ino colocó ante ella sus platos gordos más amados, hechos por su propia mano, algunos dulces y otros salados, todos ellos formando un mensaje claro y obvio en un recipiente de dos pisos de bentō lleno de múltiples olores y colores:

Sé mía ya.

Porque Ino podía ser todo lo romántica que quisiera en su mente, pero su personalidad externa no funcionaba así si iba al 100% a por la pelirosa.

¿La reacción de Sakura aquel día?

Espera a que termine de comer esto y despeje la cama, Ino cerda. Veremos quién es de quién... Oh, hm... ¡Esto está tan rico! ¡¿Por qué has tardado tanto, ah?! Ya creía que tendría que darte celos con Sasuke, tsk."

Ah, dato extra.

Al regreso de Uchiha Sasuke al Instituto de Educación Secundaria de la Hoja...

No fue Haruno Sakura quien se quedó con él.

No fue Hyūga Hinata, amiga de aquel.

Ni mucho menos la misma Yamanaka Ino, antigua enamorada y también acosadora.

Tampoco fueron Temari, Tenten, Karin o cualquiera de las demás chicas...

No fue una chica, de hecho.

Fue Uzumaki Naruto.

Y mierda que Uchiha Sasuke y Uzumaki Naruto eran una pareja hot.

Claro que.

Nunca tanto como Haruno Sakura y Yamanaka Ino.

Ellas sí eran el epítome de hot.

Beautiful and hot.

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Un día, mientras el numeroso grupo de amigos se hallaba en hora libre, Ino preguntó a Naruto cómo había conquistado a Sasuke.

Cuál había sido su truco de magia negra.

"Una guerra de tomates en el patio trasero de su casa y un tropezón fueron todo cuanto necesité, de veras. ¡Ni siquiera tuve que esforzarme, jajaja!"

Ino había reído tanto.

"¿Y tú, Ino? ¿Cómo has conquistado a Sakura finalmente?"

Eso hizo a Ino llevarse un dedo a los labios y guiñar un ojo coquetamente, notando la mirada de su —en ese momento, por fin— novia sobre ella.

"Cómo conquistarla es algo que solo yo puedo saber."

¿Pero el secreto en realidad, cuál había sido?

¿La comida?

¿Hablar sin miedo?

¿Actuar impulsivamente?

Ella, en toda su sabiduría de adolescente por culminar sus estudios secundarios, apostaría por una fuerte mezcla temeraria de las tres.

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2% DE BATERÍA.

SKDNDKSKS, ¡JA! CHÚPATE ESA, TIEMPO.

I FEEL THE POWEEER. Gracias por leer, ¡saludos desde Júpiter! /Falls asleep/