Bueno, cómo les explico que me he puesto a divagar, desvelándome en la oscuridad de la noche y salió ésto.

Será un fic cortito, cuatro capítulos, no más. Subiré uno diario... Espero que lo disfruten.

ADVERTENCIAS: Éste fic es rated M por lemon, uso de sustancias ilegales y uso de juguetes sexuales. Elsanna. Si no te gusta, no leas.

DISCLAIMER: Ninguno de los personajes aquí mencionado me pertenecen. Disfruten la lectura.


- ¡Hey, chicos! – Y ambos voltearon, Kristoff les gritaba desde el otro lado de la reja.

Elsa y Hans estaban agarrando sus maletas en el lado de donde su equipo tenía sus bancas. Habían terminado de jugar la final de fútbol mixto de su preparatoria, habían ganado después de un partido particularmente difícil. Ambos saludaron con la mano y una sonrisa al rubio que ahora caminaba hacia ellos.

- ¡Excelente partido! ¡Muy bien jugado!

- Gracias. – Hans se levantó con su mochila al hombro mientras se acercaba para darle un abrazo al rubio. – Fue un partido muy parejo.

Elsa tomó su maleta y se levantó mientras sonreía a sus amigos. – ¡Pero al final lo conseguimos! Yo opino que esto merece un festejo, y Bjorgman es el hombre perfecto para decirnos dónde habrá una.

Kristoff sonrió ante el comentario de Elsa y asintió con la cabeza. – De hecho, sé de una que armará el novio de Rapunzel en su casa por la graduación. Vine por ustedes.

- Necesito ir a casa a cambiarme y a asegurarme que Anna coma para poder ir; mis padres me encargaron que cuidara de ella. – Hans frunció el ceño.

"Anna…"

¿Qué podía decir Elsa de la hermosa Anna?

Anna era la hermana menor de Hans, Elsa sabía de la adoración que Hans sentía por su pequeña hermana. Pero aunque Hans la celara todo el tiempo, y de todos, Elsa no podía evitar observar las hermosas piernas largas de Anna, de su trasero bien afirmado, de su esbelta cintura de y sus pequeños pechos; Elsa no había podido evitar notar todos sus atributos cuando en casa de los Islas ella se paseaba en pequeños shorts y en playeras tan pequeñas que apenas parecía un top; o cuando la abrazaba efusivamente para saludarla.

Pero, obviamente, nunca había hecho algún tipo de comentario o un movimiento que pudiese malentenderse bajo la mirada inquisitiva de uno de sus mejores amigos y delante de la mirada divertida de la del otro de tus mejores amigos.

Y es que, simplemente no podía traicionar la confianza de Hans de esa manera. Las hermanas están prohibidas dentro del código de honor de los chicos.

Y aunque no fuese un varón, cuando Elsa les contó a Hans y a Kristoff sobre sus preferencias sexuales, ellos la habían hecho miembro distinguido en la sociedad de hombres, honorífico porque ellos la seguían protegiendo igual que a una chica pero con la ventaja de que no evitaban decir las cosas como eran delante de Elsa, sin cuidado de las vulgaridades que decían y llevándole con ellos cuando salían a cazar a algún pub.

- ¡Vamos, Islas! Estoy bastante seguro de que Anna puede pedir pizza sin ningún problema, sólo déjale una nota. – Kristoff rodó los ojos con fastidio, Elsa sabía que lo que ya quería su amigo era irse a esa fiesta porque ahí estaría la niña con la que está quedando.

- ¡Oh, vamos Kris! Tranquilo. Sabes que Hans se preocupa por Anna. – Elsa empezó a caminar hacia el estacionamiento, su auto estaba en el taller y ahora dependía de Hans para poder regresar a su casa.

- Bueno, tengo una idea. – El rubio sonrió hacia su amigo pelirrojo y miró a Elsa de reojo. – Ya que Storm no tiene auto, puedo seguirlos hasta la casa de Hans. Hans te cambias rápido y tú te vienes conmigo mientras dejamos que Elsa cuide de Annita, y ya cuando haya comido; Elsa se viene en tu coche y se convierte en la conductora resignada de la noche.

- No sé, Kris… - Hans había dicho dudoso mirando al piso.

-¡Por supuesto que no, Bjorgman! – Hans frunció el ceño y volteo a ver a la platinada. – Qu-quiero decir, de-debo ir a cambiarme a casa y a darme una ducha, no puedo hacer eso. – Elsa empezaba a sentir un sonrojo en las mejillas mientras controlaba sus impulsos para matar en ese mismo instante al rubio que la miraba socarronamente.

- ¡Oh, vamos Elsa! Acabas de decir que Hans se preocupa por Annita, ¿quién mejor que su mejor amiga para cuidar de su hermanita? – Kristoff sabía que Elsa estaba loca por la hermana menor de Hans, la había visto seguirla disimuladamente con su mirada y también había visto los gestos que Elsa hacía cada vez que la pequeña pelirroja corría a abrazarla. – Además, tienes un vestido en la casa de Hans junto con unos tacones, al igual que en mi casa, precisamente para estos casos lo hicimos; y puedes bañarte en la casa de Hans, no es como si fuese la primera vez que lo haces. No tienes ninguna excusa. – El rubio cruzó los brazos, alzó la ceja y sonrió ante la expresión de odio de su platinada mejor amiga. – Además, ahí estará Jessie. – Eso fue suficiente para que Hans cambiase la cara y Elsa supiera que estaba perdida.

- ¿En serio podrías hacer eso, Els? ¿No es abusar? – Hans miró lleno de emoción a la platinada. Jessie era la niña con la que Hans estaba saliendo y Elsa sabía que lo que más quería Hans era pedirle que fuese su novia.

- Seguro, ¿por qué no? – Elsa se encogió de hombros y asintió con pesar, estaba comprometida, Hans siempre le había ayudado en todo momento, no tenía ni una sola razón para no ayudarle con la chica que quería.

- ¡Eres la mejor, Els!

Ya en el carro, mientras Hans iba a revisar los vestidores porque le faltaba una protección, Kristoff se acercó a Elsa quien de inmediato le golpeo el estómago, provocando que el rubio riera y llevara sus manos al estómago.

- ¿Qué diablos intentas, Kristoff? – Elsa habló en susurros entre los dientes.

- Que todos vayamos a la fiesta, Els. ¿Qué más? – Antes de que Elsa le soltará otro golpe subió las manos en señal de rendición y metió su mano en la bolsa trasera de su pantalón. – Mira, voy a regalarte algo que he estado para una ocasión especial, tómalo como una especie de pipa de la paz. – Tomó la mano de la platinada y ahí depositó una especie de cigarro.

Elsa abrió mucho los ojos cuando comprendió que lo que le había dado era un porro. – Pero qué dem…

- Shhhhhhhh… Baja la voz. Te lo regaló, puedes usarlo en la fiesta o mientras esperas a la hermana de Hans, eso es a tu elección. – Kristoff le guiñó un ojo a su amiga y se alejó de ella antes de que pudiese regresarle su pequeño obsequio.


Hans ya se había ido hace ya algunos momentos, Elsa lo había visto muy emocionado por la idea de encontrarse con Jessie. Antes de irse le había dejado dinero e indicaciones que debería decirle a Anna; le había dicho que Anna no llegaría hasta dentro de dos horas así que si quería, podía sentirse en plena libertad de usar la tina y darse un baño de burbujas como pago por el favor que le estaba haciendo.

Y ahora Elsa se encontraba fumando un cigarro en la sala y observaba fijamente el porro que le había dado Kristoff.

"No, debería esperarme hasta la fiesta…"

Miró su reloj y suspiró, faltaban una hora y cuarenta minutos para que Anna llegara.

"Tal vez si fumo sólo un poco se me baje para antes que llegue, Anna. Podría fumar y después meterme a bañar y arreglarme. Anna jamás lo notaría y podría comer con ella para llegar despejada a la fiesta."

Así que tomó el regalo de su amigo rubio y le dio 5 fumadas al "cigarro". Después prendió otro cigarro y cuando lo hubo terminado subió para poder ducharse.

Cuando estaba arriba, notó que el cuarto de la pelirroja estaba abierto; no pudiendo calmar su curiosidad, y con el corazón acelerado, se adentró en los aposentos de aquella que le quitaba el sueño. La habitación era de color rosa con franjas verdes y toda la estancia olía a la pequeña pelirroja, la cama estaba tendida y todo en un perfecto orden, excepto por un pequeño montón de ropa que estaba descuidadamente en el piso.

Elsa se acercó y empezó a recogerla y la doblaba cuidadosamente, era ropa deportiva. Elsa tomó la playera y, no sin antes haber observado a los alrededores, se llevó la prenda a la nariz; tenía un dulce aroma a sudor y a perfume. Elsa alejó la playera con manos temblorosas y empezó a sentir el efecto de la mota.

"Rayos, ahora sé por qué Bjorgman la estaba guardando para una ocasión especial."

Elsa se mordió el labio y empezó a doblar la playera con delicadeza, pero cuando volvió la cabeza observó el pequeño sostén blanco con fresas dibujadas y las bragas a juego. Su rostro se tornó rojo y dejó escapar un jadeo. Siempre había pensado que la hermana pequeña de Hans tenía una especie de inocencia encantadora, sus ojos acuamarina puros y una sonrisa que la hacía ver angelical; pero nunca imaginó que llegara al grado de tener conjuntos tan estúpida y sensualmente tiernos.

Cuando levantó el sostén y las bragas sintió un espasmo en su entrepierna; estaba imaginando a Anna usar ése conjunto y por todo el inframundo que no podía parar. Dobló el sostén y las bragas y las dejó cuidadosamente encima de todo lo demás. Salió del cuarto apretando las piernas y bajó las escaleras hasta la sala donde había dejado su maleta.

De adentro sacó una polsa negra que tenía pegada una etiqueta con su dirección y su nombre; en la mañana le había llegado aquella compra que había hecho hacia tres semanas. Había estado navegando por una tienda online de juguetes para adultos y había pedido un dildo strapless. Y justo ése día había tenido que llegar, cuando encontró el paquete a la entrada de la casa no pudo regresarse porque sus padres la hubiesen vito y habrían preguntado sobre su contenido, así que para evitar una explicación incómoda y demasiado embarasosa, metió el paquete a su maleta y se fue hacia su partido.

Rompió la bolsa y sacó el juguete de su caja. Lo estuvo midiendo por unos instantes mientras sentía el corazón en la garganta, una parte era delgada y simulaba un pene de color púrpura, mientras que la otra parte era pequeña y ancha. Miró su reloj, faltaba una hora y 20 minutos para que la pelirroja llegara.

"Tengo tiempo."

Sacó su toalla limpia y la colocó en el sillón de tres plazas, se sentó y metió la mano dentro de su uniforme, inmediatamente pudo sentir la humedad que empezaba a hacerse presente en sus pantaletas; pasó un dedo y un impulso eléctrico recorrió su espina dorsal.

Sacó la mano y se mordió un labio para ahogar un gemido cuando metió la mano dentro de sus propias bragas pasaba por el recién cortado vello púbico, hundió un dedo en su entrepierna y empezó a acariciar la zona de arriba abajo mientras ahogaba gemidos en la garganta. La marihuana estaba haciendo su trabajo, sentía cada caricia tan intensa que pensó que explotaría, ya había leído en algún lado que el THC funcionaba como un afrodisiaco activando e intensificando cada terminación nerviosa. Siguió estimulándose hasta que se sintió lo suficientemente mojada como para bajarse un poco más el uniforme e introducir con cuidado la parte más ancha y pequeña de su juguete.

Arqueo su espalda y dejó salir un gemido cuando por fin hubo quedado dentro. Se mordió el labio y empezó a moverlo usando la parte del pene como palanca; poco a poco el dolor comenzó a ser reemplazado por la sensación de placer y presión de ser penetrada.

No es como si Elsa no hubiese hecho eso antes, ella tenía tres juguetes diferentes que usaba a menudo, pero siempre había sido en su cuarto a puerta cerrada; el estar en plena sala y de la casa de su mejor amigo, le daba un placer culposo y muy excitante. El pensar que Anna se acostaba justamente en ese sillón para dormir la siesta empezó a excitarla más, dejó de mover el dildo en círculos y empezó a hacer el movimiento necesario para masturbar a un chico.

Elsa siempre había estado a gusto con su género, aún cuando descubrió que le gustaban las chicas nunca se imaginó como varón. Amaba su cuerpo y le encantaba la parte de orgasmos múltiples. Pero debía admitir que esa visión era verdaderamente caliente; imaginar que así sería tuviese pene hizo que se excitara más. Sus movimientos comenzaron a acelerar al tiempo que sus gemidos se hacían más altos y su respiración más rápida. Se sentía al final del borde, echó la cabeza para atrás y entonces pasó lo peor.

- ¿¡ELSAAAA!? – Una voz resonó en toda la habitación, Elsa detuvo en seco sus movimientos y regresó la cabeza. En cuanto vio a Anna con la cara completamente roja, con su maleta a un lado, en su uniforme de porrista; tomó un cojín que estaba a un lado suyo y lo puso encima del juguete para cubrirlo.

- ¿¡MIERDA! ¡ANNA, QUÉ DIABLOS HACES AQUÍ!? – Elsa miró su reloj, aún faltaba una hora para que llegara Anna, no entendía lo que hacía ahí. – Pu-puedo explicarlo, Anna… Y-yo…

- ¿Qu-qué es e-eso, Els? – Anna estaba completamente sonrojada y apuntaba con un dedo tembloroso al cojín que ella sostenía tan firmemente contra su entrepierna.

- Es.. Es un… - Se mordió el labio y desvió la mirada con la cara completamente roja. – Yo pensé que tú llegarías más tarde, tu hermano no está y yo... Ammmmm…

- ¿Te estuviste drogando, Elsa? – La platinada volvió la mirada hacia la cobriza y notó con horror que la miraba con diversión mientras señalaba hacia el cenicero donde había dejado el porro, había olvidado guardarlo.

- Y-yo… - "¡MIEEERDAAAA!" Elsa no podía estar más furiosa consigo misma, estaba en una situación humillante, había sido atrapada fumando y, por si fuese poco, seguía sintiéndose demasiado puesta como para pensar en una salida digna.

Anna se mordió el labio para ocultar una sonrisa lasciva y pavonéandose, caminó lentamente hacia donde estaba Elsa y se sentó a un lado de ella; Elsa se encogió en su lugar cuando sintió a Anna tan cerca de ella.

¡Por todos los santos! ¡Que estaba desnuda, ¿es que acaso la cobriza no lo notaba?!

- Elsa, quita ese cojín de en medio… - La cobriza ronroneo en su oreja, lo que ocasionó que Elsa apretará más el cojín y que un gemido escapara de sus labios.

- ¡Estás loca, Anna! ¡Apártate, por favor! Deja cambiarme y hablaremos de esto, yo realmente lamento que…

- Dije que lo quites, Elsa. – Susurró Anna de manera firme, la platinada la vio incrédula.

- ¡Ni loca! ¡Te he pedido que te quites, Anna! – La cobriza tomó sus muñecas cuando hizo ademan de moverse.

- Si no lo haces, le contaré a mi hermano que intentaste tocarme. – Le dijo con una sonrisa en los labios.

- No te atreverías…

- ¿Estás segura de eso? – Dijo levantando una ceja, retándola.

Por la mente de Elsa cruzaron un sinfín de imágenes siendo golpeada por Hans, y lo peor de todo es que tendría justa razón. Pero lo que realmente le preocupaba era que eso arruinara una amistad de años, desde que tenían 10 años habían sido los mejores amigos, y desde hace 6 que habían conocido a Kristoff.

Después de debatirse por lo que a ella le parecieron siglos, con la cara hirviendo y con su orgullo hecho trizas aflojó los brazos y dejó que Anna las quitara de donde las tenía.

Observó con el ceño fruncido y los labios entreabiertos cómo Anna quitaba lentamente el cojín y después casi suelta un gemido ante la reacción de la cobriza. Primero había abierto mucho los ojos, después abrió la boca para dejar salir un suspiro y se llevó una mano a un mechón inexistente de cabello para ponerlo tras la oreja.

- No sabía que te gustaban estas cosas, Els… - Dijo Anna después de un rato en que permaneció en sus propias cavilaciones. – Siempre pensé que eras asexual o una cosa así…

- No es como que me guste éste tipo de cosas… - Elsa jadeo cuando Anna movió el jueguete al tomarlo.

-Anna, no… Eres menor de edad y… - Se mordió el labio. – La hermanita de mi mejor amigo.

- Cumpliré 18 en unos meses… - Anna empezó a mover la mano de arriba hacia abajo en la parte expuesta del juguete de Elsa; Elsa abrió más las piernas. – Y Hans no tiene que enterarse… - Se acercó a su oreja y la recorrió con la lengua, lo que hizo que un estremecimiento recorriera a Elsa.

- No, Anna… Detente, por favor… - Elsa se sentía a punto de perder el control; jamás imaginó que la pequeña e inocente Anna pudiese estar masturbándola usando un pene morado.

Anna paró en seco, se levantó de su asiento y tomando la cara de Elsa entre sus manos, llevó sus labios hasta los de ella y la besó, fue un beso sencillo, incluso hasta casto podría decirse. – Deja de hablar y no te opongas, o le diré a mi hermano. – Elsa la miró atónita y de un momento a otro Anna volvió a sus labios, la tranquilidad y dulzura desaparecieron para convertirse en hambre y pasión, Anna le estaba devorando la boca y Elsa estaba en la gloria.


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¡Noches!