Naliot Scherllet

(Memorias de un ángel)

Al empezar una historia, el escritor trata de esclarecer lo más posible la situación en que se encuentran los personajes de su relato... aunque cada uno de distintas maneras, por supuesto.

No soy, para nada, una escritora ya letrada en éste ámbito pero el intentar no cuesta nada...

Nabila Retamales Meza… NbYCHAN...

Y otra cosita… Harry Potter no es de mi propiedad.

Capitulo I- Acerca de ella

"La luna brilla aunque esté lloviendo…" Dejó que su mente divagara al momento de mirar otra vez por el gran ventanal abierto. Una helada brisa entraba por ella, pero no era algo que la molestase. Suspiró distraídamente. Si seguía allí se resfriaría... en realidad, ni siquiera sabía por que había ido. Su cabello ondulado se meció dulcemente; lo acarició con la mano. "Ahora mismo debería encontrarme en mi tibia cama" Hizo una mueca de aburrimiento. Cuando llegué Snape, si es que llega, ¡le pegaré!...". Se levantó del sillón en que se encontraba. Paseó por la inmensa habitación tocando las paredes con las yemas de sus dedos, casi arrastrando los pies.

Sonrió. Le encantaban las noches en las cuales llovía.

Nal... – escuchó atrás de su oreja el llamado y sonrió ampliamente. Sin embargo, volteó con el ceño fruncido, ocultando su alegría. Al frente de ella se encontraba un alto hombre vestido completamente de negro -.

¡Llegas tarde! – reprendió -.

.Nunca te dije una hora...

El enojo pronto la llenó. ¿¡Qué no le había dicho una hora!? ¿¡¡Qué no le había dicho una hora!!?

¡Perdóname! – se excusó rápidamente Severus Snape, su profesor de Pociones, anticipando la explosión que sucedería con la chica. Después de tanto tiempo había aprendido a reconocer sus reacciones y conocía muy bien esa cara.

Mmmmm... Más te valía disculparte...

Se miraron por unos segundos. El silenció se extendió. Ella garraspeó insegura.

Y ¿de qué querías hablarme? – se sentía un poco incómoda. El estar así con Severus le traía recuerdos que en realidad no quería revivir -.

Nunca dije que quería hablarte...

¿Qué?

Por segundos Severus se le acercó peligrosamente a la cara, su respiración se cortó y un rubor se ubicó en sus mejillas, pero él se alejó luego sonriendo sinceramente...

Sólo bromeaba...

Apretó sus puños, para luego relajarse completamente... Severus sólo era así con ella, nunca, nadie imaginaria que Severus Snape era un hombre tan simpático, o ni siquiera agradable. No era el hombre con la mejor presencia, ni con el mejor humor. Pero estaba bien para ella. Era, simplemente Snape… nada más.

Caminó sin apuro de vuelta a su habitación, con las manos en sus bolsillos y pensando sobre la conversación con Severus: le había dicho que se cuidara de Draco Malfoy, sin embargo, no le había querido decir la razón.

Arrugó el ceño casi imperceptiblemente… ¿Draco Malfoy?... ¿de ese chico engreído? ¿por qué de él?. Suspiró. No importaba, si Severus le decía que tuviera cuidado, lo tendría.

Al entrar a la pieza unos brazos la rodearon por la espalda. Puso los ojos en blanco y se sacó de encimas esos brazos que conocía tan bien, pero se quedó en el mismo lugar.

Hola... – escuchó en su oído -.

Harry, no hagas eso, que me da cosquillas -.

Al voltear, el chico parecía deprimido, con sus cabellos tan desordenados como siempre, y su mirada verde esmeralda atacándola.

¿Solo eso? Ni un: "Hola. Te he extrañado"

No...- contestó de mala gana -.

Se dirigió cansada al dormitorio...

¿Cómo estuvo la conversación con Snape? – antes de llegar a la puerta se detuvo en seco -.

¿Cómo sabes que estuve con Severus? – preguntó sorprendida, sin mirarlo -.

¡Por dios Naliot! ¡me conoces!... sabes que averiguaría hacia donde te ibas en la noche...

Arrugó el ceño con enfado. Volteándose amenazante, habló.

Si sé que otra vez me estás siguiendo, espiando o cualquier cosa rara, te juro Harry James Potter Evans que no saldrás sano y salvo cuando te encuentre – y sin esperar respuesta o siquiera ver la reacción del muchacho desapareció por la puerta -.

"¿Quién se creía?". Quería mucho a Harry y sabía que él se preocupaba por ella, pero otra cosa muy distinta era andar viendo lo que hacía. Nadie se metía en su vida personal. Y Harry, siendo su confidente y mejor amigo, debería ya tenerlo asumido. Lo que más la hacía enfadar era el hecho que no era la primera vez que Harry lo hacía, sabiendo las consecuencias.

La relación con Snape era algo solamente entre él y ella, nadie tenía derecho de entrometerse.

Se tiró encima de la cama boca abajo, recordando su historia con Severus...

YYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYY

Hacía una semana había cumplido los 14 años, y sinceramente, aunque todavía una niña tenía un genio terrible.

Recordaba muy bien que ese día se había dirigido a dormir como de costumbre, pero justo en ese momento en que uno está entre dormido y despierto y no le funciona coherentemente la cabeza, había escuchado un suave sonido como un soplido y adormilada había abierto los ojos para encontrarse con una especie de portal del tiempo encima de su cabeza (¡Sí! aunque usted no lo crea), asustándola. Se había sentado rápidamente en la cama para salir corriendo, cuando algo había caído encima de ella… o mejor dicho alguien. Con la cabeza dándole vueltas todavía, reconoció el peso como un chico de unos 13 años que se quejaba por la caída. Aquel era Harry Potter. Héroe del Mundo Mágico.

Había conocido al chico, y después de unos extraños sucesos, que quizás en otro momento contaría, Albus Dumblendore, el Director del Colegio Hogwarts de Magia y hechicería, percatándose de su extraño don de hacer calmar al chico de oro, (como se le decía a Harry), la había instado para que entrara a Hogwarts con la sola misión de proteger a Harry, que hasta ahora se mostraba como un niño tímido y depresivo...

Allí, en Hogwarts, conoció al, muy temido por Harry, Profesor de Pociones, hombre frío y calculador que sería el responsable de su educación en el colegio, porque aparte de las clases normales, tendría junto a su protegido clases intensivas con el profesor, cosa que en realidad no le importaba mucho, si lo tenía que hacer, lo haría, así de fácil...

La primera vez que lo vio no le habló. Siempre había tenido la manía de ver, pensar y después actuar. Él se había sentado al frente de ella con un portafolio que situó encima de la mesa de su despacho, que estaba repleto de frascos con extrañas cosas adentro que a la mayoría de las personas les daría asco, pero a ella le aumentaban su curiosidad, estaba acostumbrada a las cosas asquerosas ( y no era algo para sentirse orgullosa)...

Empezaremos con Criaturas Mágicas; leerá éste libro y después le preguntaré acerca de él, ¿entendido? – Lo miró a los ojos y tomó el libro que él le ofrecía, era enorme pero de todas formas lo comenzó a leer sin rechistar. Se comportaría silenciosa y tranquila, porque pensaba que era lo que buscaba aquel hombre que, sabía, se llamaba Severus Snape.

"En el mundo mágico existen más de mil criaturas que son desconocidas para el muggle..." – comenzó a leer en su cabeza pero fue interrumpida por el hombre -.

...¿Por qué aceptó? – le preguntó con voz ronca. Levantó la vista para clavarla en sus ojos, encontrándose gratamente con unas pupilas negras como la noche -.

¿Aceptar qué? – respondió sonando retadora sin quererlo -.

El venir a un colegio en el cual no conoce a nadie sólo por una persona a la cual tampoco conoce. Es extraño que aceptara tal cosa, y sin embargo usted lo hizo, ¿qué razón tuvo?, una buena supongo... No parece una persona estúpida, aun más, demasiado inteligente para su edad, analítica y pensadora, astuta... muy astuta. Será mejor que hable, Señorita Scherllet – susurró, y Naliot tuvo la idea que lo hacía para asustarla. Dejó su libro en la mesa para enfrentar al hombre más cómodamente -.

Él inteligente es usted, Profesor Snape, creo que la vida le ha enseñado a ser desconfiado y yo también lo sería si tuviera al frente a una niña como yo, que se muestra sencillamente para nada peligrosa y que además aparece de la nada en medio de la más grande guerra de mi mundo... – en ese instante vio que los ojos de Snape centellaban con un brillo especial y también se acercaba a la mesa amenazadoramente, tal como ella había hecho – yo misma me presento como un virus que busca la adaptación, he viajado por todo el mundo, conozco más de 7 idiomas, he leído más libros de los que usted podría conocer, he estado en las guerras más devastadoras que hayan desvastado el mundo, tengo el poder más grande del universo, aún más grande que el de Harry Potter, su salvador, y sin embargo me tiene aquí, confiándole mi secreto. Señor Severus Snape, mi razón de estar aquí es conocer todo lo que tengo que conocer, el ver cosas que nadie más haya visto, el pensar y realizar cosas inimaginables – suspiró – pero si desea puede pensar que lo que le acabo de decir fue una mentira barata para salir del embrollo... yo prefiero dejarlo a su conveniencia... Entonces Profesor Severus Snape ¿podemos continuar con la clase? – siseó -.

Compruebo que Albus cometió un error mandándole a Griffindor, usted es completamente una Slytherin...

Albus tenía que hacerlo, mi única misión al estar aquí es Harry, por ende, tengo que permanecer a su lado, ¿Usted se imagina si hubiera entrado a Slytherin?, ¡Harry no me hablaría!... ni siquiera me miraría.

¡Pero se está perdiendo...!

Las personas no se pierden si ellas mismas no lo buscan. Y por lo que usted ha dicho, volvemos a mi razón de estar aquí, sé engrandecerme en cualquier lugar...

Pero, sin duda, Potter será para usted una mala compañía.

... No se deje llevar por el rencor que profesa hacía el padre del chico, ¿Acaso, no lo ha mirado a sus ojos? Harry es una buena persona. No sé aún cuanto tiempo me quedaré en este lugar pero será provechoso...

Scherllet...

Pareció que Snape quería agregar algo más pero ella rápidamente retomó la lectura impidiéndole hablar.

Después de esa primera conversación, cada vez que tenían las clases él buscaba sacarle información acerca de su vida, pero ella hábilmente rehuía la situación.

En ese tiempo ella había conocido mucho más a Harry, Hermione, Ron (amigos de Potter) y a la mayoría del colegio y, sin buscarlo, se había convertido en la chica más popular del recinto. Además, cuando paseaba por el colegio, era una tarea para ayudarla a memorizar los pasadizos; ahora no se perdía nunca y lo conocía mejor que la mayoría de los profesores. También había tenido el "agrado" de conocer a Draco Malfoy, el autoproclamado archienemigo de Harry, que por desgracia siempre se lo encontraba no importara donde estuviera. "... que chico más estúpido" recordaba haber pensado cuando el Slytherin, sin notar su presencia, había molestado al Trío de Oro (que ahora parecía un cuarteto), para después quedársele mirando como un ciego que de pronto tenía la fortuna de ver por primera vez un rayo de sol; ella, por supuesto, se había ido sin dirigirle la palabra.

Desde que había llegado a Hogwarts, su día se dividía en ir a clases normales, otras con solo Severus Snape, clases de baile, canto y pintura que fue obligada a asistir (porque Albus tenía la manía de obligarte a realizar cosas que no quieres hacer), además de las clases que sus compañeros le pedían para entender mejor las materia difíciles, sin contar su misión y las esporádicas visitas a su casa que nadie sabía que hacía, y nadie pensaba que podía aparecerse siendo tan pequeña y haciendo tonto al Departamento de Fiscalización de Apariciones, en fin, era fácil sentirse cansada. Pero Severus nunca había visto un bostezo por su parte, ni siquiera unas ojeras, nada de nada, siempre aparecía impecable.

¿Y me contará cómo hace para no cansarse? ningún humano con su horario podría aguantar y sin embargo ud. lo hace... cuénteme otro de sus secretos Srta. Scherllet... – le había increpado una vez Severus en una de sus clases -.

¿Secreto?... no tengo ninguno – le contestó hundiendo más su cabeza en el gran tomo de "Las pociones más poderosas del mundo mágico" -.

Cuénteme, Scherllet – insistió Snape, con voz "casi" dulce -.

No me moleste – había respondido toscamente, sin darse cuenta del repentino salto del profesor, completamente extrañado -.

¿Desde cuando es tan irrespetuosa? – le había escupido con rencor -.

Lo lamento – y lo miró a sus esferas negras – pero aún no sabe que no me gusta que se metan en mi vida. Comprendo que le he contado bastante acerca de mí, ¡pero no pregunte tanto!... Hay en mí, cosas que en realidad no quiere saber y que por ahora yo no quiero contar – y aunque no quería sus ojos dorados se oscurecieron... Había tantos secretos... tantas oscuridades... tanto dolor... tantas decisiones erradas...-.

Él sólo la había mirado confundido... pero de todas maneras, calló, encerrándolos en un triste silencio... algo nuevo para ellos. El silencio incómodo y absorbente que incitaba a mantenerlo...

... Scherllet... - ella lo había mirado -.

¿Pero algún día me contará todos sus secretos, verdad?...

¿... Verdad?

... Sí... – él le sonrió sinceramente – ¡sólo si me presta todos sus libros!

¡¿Qué?! – le causó risa la cara de Snape - ¡debe estar bromeando!

Jajajajajajajaja... es verdad. Le contaré... algún día le contaré... -.

Y eso lo había calmado; ella volvió a su lectura, era extraño que se atreviera a bromear con su vida, después de todo, sólo podía sonreír...

Un día la había atacado con preguntas acerca de sus padres. ¿Cuál era su familia? ¿Tenía hermanos? ¿Vivía con ellos? ¿En qué trabajaban?.

Mi familia murió – había escupido con desesperación. El hombre se había quedado seco y con un leva temblor en los labios. ¿Por qué tenía que preguntarle tantas cosas?.

¿Es verdad? ¿o me está mintiendo?

No miento respecto a mi familia, no es algo para jugar…

¿Cómo sucedió? – se atrevió a preguntar viéndola tranquila respecto a un tema tan acre -.

Un accidente automovilístico – respondió apoyando su cabeza en su mano derecha calmada -.

¿Y con quién vive ahora?

Vivo sola.

¡Pero si es menor de edad!.

Le diré que mi magia me ha ayudado bastante para ese objetivo. Pude borrar la memoria a todas las personas que supieron de la muerte de mis padres y hermana. Éramos muy conocidos: mi familia era una de las más ricas del mundo… "Los grandes y poderosos Scherllet…", éramos billonarios… por eso me costó mucho poder borrar la memoria a todos los que nos conocían con tan solo ocho años… fue la primera vez que usé mi magia en tal grado.

¿Y qué pasó después? – prosiguió Severus creyéndole todo lo que le decía por el repentino cambio de actitud de Naliot, que ahora estaba melancólica -.

Conocí a Elien Brascockt…

¿Quién es él?...

No le diré… ¡ese si qué es un secreto! – susurró sonriendo y ahí se había acabado la conversación.

Después de 1 mes Harry cambiaba su rostro abatido por uno de un joven de 14 años lleno de vida, porque sí, Harry tenía 14 años y no 13 como había creído al principio. Albus le decía que era por ella, pero ella lo atribuía a que ahora lo obligaba a comer cinco veces al día... Bueno, la cosa era que el chico se había transformado en su mejor amigo, pasaban todo el día juntos... Severus la amonestaba... y ella... ella... bueno, ella sólo vivía. Hacía las cosas con monotonía. Había conversado con Albus y ahora podía ausentarse cuando ella quisiera y por el tiempo que quisiera, pero debía seguir protegiendo a Harry. También había comprobado que Albus no confiaba absolutamente de su fuerza... si él supiera... así que un día la había convocado para que peleara (solo un entrenamiento con sus varitas en mano e invocando magia) contra Harry Potter. En resumen, el pobre chico había terminado listo para ir a una de las camas de la enfermería. Por fin, obtenía la confianza de Albus Dumblendore, la persona que buscaba, la cual le daría todo lo que quisiera...

Durante ese lapso y sin darse cuenta, Severus Snape se había convertido en su sombra: conocía todo lo que hacía durante el día, con quien hablaba, que comía, si sufría insomnio (lo que era a menudo). Sabía como reaccionar en cada situación con ella, y por supuesto ella no se quedaba atrás. Ahora no era necesario hablar, miradas cómplices, todo se comprendían, eran como almas gemelas... o personas preparadas para ser espías importantes... (cosa que ambos eran, pero por supuesto eso no lo sabía el hombre).

Recordaba perfectamente su primer beso. Ese día Albus la llamó a su despacho para entregarle un sobre que tenía que llegar a las manos de Severus Snape, así que obviamente se dirigió a su recámara. Entró sin tocar, porque a esa altura ya sabía que a Snape no le importaba si ella entraba, pero se sorprendió al encontrar el lugar desocupado. Caminó hasta la puerta que daba al dormitorio y entró, pero tampoco estaba ahí, así que puso el documento encima de la cama. Buscó en el baño pero nada... de pronto había mirado al techo del baño donde vio a una enorme araña. Se paró en el borde de la tina para alcanzarla... alargó su mano pero justo cuando estaba totalmente concentrada escuchó en su hombro una voz varonil que la asustó.

... Vaya, Srta. Scherllet, ¿qué está haciendo aquí?

Del susto había perdido el equilibrio y Severus para que no cayera la había tomado de la cintura, pero con la mala suerte de él, que lo hizo también perder el equilibrio, cayendo los dos adentro de la pequeña tina, uno encima del otro...

Con su respiración agitada lo miró a los ojos...

¡Lo lamento!... había una araña y la quise matar... – pero él no parecía interesado en su excusa, si no que la miraba absorto y ella ya comenzaba a sentir el peso del adulto encima, se movió incómoda - ... Eh... profesor ¿se podría parar...?

... Srta. Scherllet, lamento lo que haré – le había susurrado, causándole un escalofrío por toda la espalda, para luego besarla…

De la impresión se había quedado congelada, pero luego había cerrado los ojos disfrutando el momento, ¡Sin ni siquiera pensar! sin ni siquiera proyectar de las consecuencias...

Después de aquello se habían parado sin dirigirse la palabra, cada uno ocupado de arreglarse la ropa, se miraron otra vez sin vergüenza alguna... Los dos sabíamos que era algo que de todas formas iba a ocurrir...

Desde entonces se besaban cada vez que podían. Nadie lo sabía... por fin tenían un secreto mutuo que compartir... Su relación había avanzado durante dos años, teniendo ella ahora 16 años.

Eran padre e hija, eran alumna y profesor, hombre y mujer, amantes, amigos... lo eran todo... Pero de pronto, un día, Severus la había citado para decirle que lo de ellos se acababa, ella, calmada como siempre, había aceptado sin objetar. Desde ese entonces sólo eran profesor y alumna, aparte de seguir compartiendo una provechosa amistad. Aunque, en realidad ella no supiera la razón de Severus para el repentino término de su relación. Pero, maduramente, nunca le había preguntado, guardándose la incertidumbre.

ÃÃÃÃÃÃÃÃÃÃÃÃÃÃÃÃÃÃÃÃÃÃÃÃÃÃÃÃÃÃÃÃÃÃÃÃÃÃÃÃÃÃÃÃÃÃÃ

Ya eran cuatro meses de eso y aún no comprendía. Continuaba acostada boca abajo en su cama... Ahora Harry la observaba desde el umbral de la puerta.

Nal, no lo volveré hacer... – comenzó él nervioso – En verdad es un mal hábito el querer saber siempre lo que mis amigos están haciendo.

... Harry, no importa ya... pero no lo vuelvas hacer...

Nal – prosiguió el chico, caminando hacia ella con más confianza – lo que necesitamos es un viaje... Dumblendore, no me dejará a mí si yo se lo pido, pero a ti sí, ¿vamos, Nal?... podríamos ir a Egipto, tú me has dicho que es hermoso – terminó diciendo ya sentado en la cama a su lado y mirándola con aire soñador-... deberíamos ir solos, ¡lo pasaríamos estupendamente!.

Ella lo miró cansada.

¿Tengo cara de querer viajar? – contestó aburrida, irónica, pero de inmediato se arrepintió por la cara de desilusión de Harry - ¡pero podríamos ir, Harry, algún día! – siguió sentándose en la cama y abrazándolo – mejor vayamos a Japón, es mucho más interesante -.

¿En serio, Nal?

¡Por supuesto!

Mejor vayamos a las dos partes... – respondió él contento -.

Sí, será mejor viajar a los dos lugares...

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Clases de Pociones... miró otra vez a Malfoy y como las veces anteriores, lo encontró observándola... ¡¡Maldito Malfoy!! ¿Por qué la miraba tanto?, dirigió su mirada a Snape y éste le devolvió la mirada, consiguiendo saber de inmediato que ese intercambio se refería al "asunto" del cual conversaron la noche anterior.

Él también miró a Malfoy y lo encontró mirando a la chica (que ya había roto 4 plumas, tratando de sobrepasar el nervio, la rabia y la curiosidad por saber porqué Malfoy la miraba tanto), ella no sabía pero no era el primer día en el cual el Slytherin hacía lo mismo, lo hacía cada vez que se encontraban cerca. Suspiró cansadamente; quería contarle a Naliot lo que sucedía pero su orgullo Slytherin se lo impedía, lo había prometido; de pronto, Neville hizo explotar su caldero, por lo que tuvo que ir a auxiliar al mocoso - que ya tenía ampollas en los brazos y gritaba como un berraco - saliendo de la sala para ir a la enfermería... Gryffidors y Slytherins se habían quedado solos, nada bueno...

Él es un estúpido – escucharon decir a Malfoy a viva voz – no tiene futuro con las Pociones, será mejor que vuelva junto con su abuelita... – que siguió a un tonto coro de risas por parte de los Slytherin. En ese instante otra pluma se deshizo en su mano, y se paró de su asiento lentamente -.

¿Por qué no mejor te vas de vuelta a lamer las botas de tu padre, Malfoy? – siseó con odio, y enseguida todas las risas se silenciaron con temor. Nunca antes Naliot Scherllet se había comportado de manera tan agresiva, sin embargo todo el colegio conocía su poder, siendo que sabían que la chica había socorrido numerosas veces al Chico de Oro peleando contra el mismo Señor Oscuro, Lord Voldemort, el mago más poderoso de los últimos tiempos. Malfoy tenía una expresión de completa incredulidad. También vio como Harry la miraba extrañado pero aún así se colocaba a su lado, junto a Hermione y Ron, dándole apoyo -.

Escucha, Scherllet, no es contigo el problema, así que no te inmiscuyas – contestó Malfoy, aún con su cara estúpida de sorpresa -.

No Malfoy, escúchame tú: Si te metes con Neville o con cualquiera de mis amigos, te metes conmigo, y te digo desde ahora que no te gustará... – y sin esperar un contraataque caminó hasta Malfoy que retrocedió unos pasos chocándose con una mesa, cuando lo tuvo cerca, susurró - ¿Entendiste?

Pero por lástima, justo en ese momento escuchó los pasos apresurados de Severus que se dirigía al salón, rápidamente se alejó de Malfoy sentándose y continuó escribiendo, dejando a todos confundidos.

Harry, será mejor que se sienten, Snape ya volverá – susurró muy bajito para que nadie más escuchase y Harry sin esperar, jaló a Hermione y Ron a sus asientos respectivos. En ese instante entró Severus Snape por la puerta, de manera apresurada. Miró a la clase y encontró a todos los Slytherin parados -.

¿Qué hacen de pie? ¡siéntense! – todos lo hicieron atropelladamente – y será mejor que continúen con la tarea...

Naliot buscó la mirada de él, pero era irrefutable que la esquivaba... ¿Qué ocurría?... otra pluma se rompió entremedio de sus dedos, convirtiéndose en polvo... por lo que no se dio cuenta que Malfoy la seguía mirando, ahora con preocupación en sus ojos...

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Habían pasado tres días de lo ocurrido, y las cosas no iban bien: no hablaba con Severus y esquivaba notoriamente a Malfoy, siempre que lo escuchaba aproximarse por el corredor se disipaba para no poder verlo… Su humor estaba de perros y la mayor parte del tiempo la pasaba en su casa. Por supuesto, sus calificaciones no bajaban, pero era lo último que le preocupaba (todos los años sacaba el primer lugar, incluso le ganaba a Hermione Granger…pero siempre hablaba con Albus para que la dejara en segundo lugar). Después de unos días ya se había calmado bastante y ahora no le interesaba si se encontraba con Malfoy, simplemente lo ignoraba y vivía su vida. Por suerte un amigo de su casa, le había regalado un precioso Discman (si se preguntan por qué ella puede tener y usar un artefacto electrónico en Hogwarts, más adelante vendrá la explicación) y siempre lo usaba, lo que la ayudaba a no aburrirse…

Ahora estaba en su habitación leyendo un enorme volumen de Historia de la Magia porque al otro día tenía examen de eso y como no prestaba atención en la clase tenía que leer todo el libro. De pronto la puerta se abrió de golpe dejando pasar a un hombre con túnica negra.

Albus, quiere hablar contigo, dice que vayas a su despacho – gruñó Severus. "¿Y ahora qué había hecho?" -.

Gracias – susurró ella cuando pasó por su lado, ya habiendo desaparecido el libro con magia-.

Asombrándola Severus fue tras suyo, y sentía su mirada quemarle la nuca. Una venita palpitante apareció en su frente. Si Severus seguía mirándola le pegaría un buen golpe para que madurara.

Deja de mirarme… - siseó -.

Antes no te molestaba…- siguió él poniéndose a su lado y enfrentándole - ¿has hablado con Malfoy? - prosiguió sorprendiéndola -.

No. Me dijiste que me alejara y eso he hecho – contestó irritada -.

¿Estás segura? – continuó molestándola -.

¡Sí!

Y como ya habían llegado al despacho, entró rápidamente sin esperar nada más…

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¡¡¿Qué?!! – gritó pasmada -.

Lo que oíste… - habló Albus, sereno -.

¡Eres un …! – y vio que la cara de Snape palidecía por su falta de respeto -. ¿Cómo eres capaz de algo tan ruin? YO NO ESTOY DE ACUERDO.

Nal, no tienes opción…- prosiguió Albus -.

¡Qué no tengo opción! – escupió levantándose y botando la silla en donde estaba sentada – pues claro que tengo opción, me iré y ustedes verán como se las arreglan con Harry, porque definitivamente yo no estaré con ustedes cuando él pierda el control y los mate… - trató de calmar su respiración que la ahogaba -.

No hay alternativas…- susurró Albus afligido -.

Tenía que calmarse. No. NECESITABA CALMARSE. Caminó hasta la pared y la pateó, de inmediato se quebró volviéndose polvo.

¡Naliot! – escuchó la voz alarmada de Severus, A veces su fuerza podía ser aterradora -.

¡Cállate! – gritó girando su cabeza para enfrentarlo - ¡no te quiero escuchar!. TU LO SABÍAS Y NO ME LO DIJISTE – y no sintió compasión cuando el hombre la miró herido y con el corazón roto -.

Naliot – la llamó tratando que su voz no sonara tan quebrada – tienes que comprender, nosotros no buscamos su muerte, es algo que no está en nuestras manos, ¡y lo sabes!… - terminó con la garganta rasposa -.

Pero sin duda es muy fácil mandarlo a la muerte escondiéndole la verdad – se dio vuelta mirando esta vez al anciano con una furia que trataba contener – ÉL CONFÍA EN TI, y tú que haces. ¡¡Le matas!!

Naliot, no estás comprendiendo. Hay que velar por el mundo mágico -.

¿¡Y Harry!?, ¿Qué pasa con él?. Escucha Albus, si le pasa algo a Harry te juro que yo te mato a ti – y pareció que los dos hombres le creyeron de inmediato porque palidecieron, nerviosos -.

Naliot, eres tú la que esta perdiendo el control y no Harry – susurró Severus con temor -.

Suspiró varias veces para tranquilizarse.

Si Harry muere por lo que ustedes me dicen, o simplemente muere… yo me iré con él – y salió rápidamente del despacho. Dejando adentro a un Albus ensombrecido por la tristeza y a un Severus impactado… ninguno de los dos había pensado que los chicos eran tan unidos… Incluso para morir uno por el otro.

Caminó atormentada por los pasillos de Hogwarts. Esto no estaba sucediendo… ¿Qué se suponía que tendría que hacer ahora?, ¿Acaso su misión no era proteger a Harry Potter?. Si Albus sabía que moriría para qué la había "contratado", para qué le había echo perder dos años de su vida? ¿para qué le hacía sufrir haciéndola encariñar con el chico'

Enojada entró en un baño en desuso. Iba a patear el lavabo cuando percibió un olor que por desgracia conocía muy bien. "… Sangre…". Con miedo (el cual no se notaba para nada) se volteó buscando la procedencia. Manteniendo el aire miró el cuerpo inerte que se encontraba encorvado en el piso de uno de los baños con la cabeza caída encima del pecho, el brazo izquierdo estaba totalmente ensangrentado y con una profunda cortada en la muñeca caía con pesadez en el suelo, en el otro brazo la mano sujetaba con la fuerza del rigor mortis un pedazo de espejo manchado con sangre…"¡Dios Mío!...". ¿Y ahora?. Se dirigió con rapidez hacía el exterior para llegar, otra vez, al despacho de Albus. Abrió la puerta estruendosamente y subió corriendo las escaleras.

¡Albus! – gritó. Los dos hombres que minutos antes había dejado furiosa, la miraron asustados -.

¿Qué ocurre Nal? – le preguntó de inmediato Severus un poco desestabilizado. Y sin más rodeos contestó con la garganta seca -.

Encontré un cuerpo en el baño en desuso que está en el tercer piso…

¿Qué? – exclamó parándose Albus y llegando a su lado -.

No me hagas repetírtelo y vamos… - y sin esperar una respuesta lo tomó de la mano arrastrándolo al lugar dicho -.

Como era de esperarse ambos hombres estaban horrorizados por la escena. Ella, sin embargo, estaba calmada y miraba con atención el cuerpo. Lo reconocía como Sandra Smith, una Ravenclaw a la cual de daba clases de Aritmancia de sexto año. Miró el cuerpo buscando algo que no sabía muy bien que era, pero tenía un presentimiento perturbador. Sus ojos pasaron por su brazo izquierdo y fue entonces que se percató.

¡Oh Por Dios! – exclamó asombrada. ¿Cómo no se había dado cuenta? - …Albus… - El anciano la miró trastornado - … ella fue asesinada…

Severus la observó pálido. Albus, en cambió, ahora estaba completamente serio y miraba a Naliot buscando más explicaciones.

¿Por qué lo dices? – inquirió con un extraño tono de mandato que a la chica molestó, por lo que le devolvió una miraba fría y calculadora que hizo sosegar al tipo -.

Porque… – contestó entre irritada y altiva - … la herida está en la muñeca izquierda y el espejo en el derecho… - prosiguió señalando los lugares a medida que hablaba -.

¿Y? – preguntó impaciente, Severus -.

Pensé Severus que eras observador, pero parece que no tomas en cuenta los detalles de tus alumnos – contestó ya completamente de la mala forma y enojada causando un sonrojo en el profesor – Smith era zurda, por lo tanto el espejo debería estar en la mano izquierda, pero…

… está en el derecho – terminó Albus concentrado -.

Por supuesto el asesino quiso hacer creer que fue ella la que se quizo matar. Su plan hubiera funcionado si la víctima no fuera zurda… Asombroso…

¿Asombroso? – preguntó asustado Severus - ¿Qué clase de persona e…? – pero ella lo interrumpió -.

¡Miren! – dijo sonriendo y señalando el cuello de la chica – le maquillaron el cuello… apuesto que es para ocultar la marca que le dejó al asfixiarla.

¿Maquillaje? – preguntó tontamente Albus -.

¡Un muggle! – exclamó Severus triunfante, contento de haber descubierto algo, a sabiendas que los muggles eran los únicos que lo ocupaban… los magos tenían otros métodos -.

No necesariamente tiene que ser un muggle. Si el atacante trató de encubrir el asesinato, también pudo haber tratado que pensemos que sea un muggle – razonó la chica -.

Un silencio incómodo los cubrió.

Pero indudablemente hay que avisar a los padres – continuó ella – Es lamentable… - y por primera vez la vieron con tristeza -.

Si… - susurró Severus taciturno -.

Es increíble que en ningún curso nos salvemos de algo… - habló Albus -.

Eso no es importante – contestó Naliot dirigiéndose hacia la puerta – Ahora hay que encontrar el asesino y acabar con esto pronto. La noticia correrá por todo el colegio y habrá miedo, el asesino se ocultará… si es que no continúa matando.

¿A dónde vas? – le preguntó Severus -.

Voy a pasar unos días a mi casa.

¡¿Qué?! – gritó Albus - ¿Te irás aunque haya un asesino suelto?

Si – contestó tomando la manilla de la puerta para irse -.

¿No nos ayudarás? – siguió Severus sorprendido -.

Ustedes pueden solos ¿NO?.

Madura Naliot – le siseó Albus – Tienes muy alto tu ego, crees que eres mejor que los demás, y no es así… - y ella mirándolo sonriendo altiva le contestó, siempre controlando la situación que Albus quería arrebatarle -.

Debe ser horrible, Albus, que siendo tú más viejo y, supuestamente, más sabio te supere en todo una chica de sólo dieciséis años; a tu edad es peligroso que te suba el ritmo cardíaco, debes calmarte. No los ayudaré, ni estaré aquí, porque me da asco permanecer cerca de hipócritas… - susurró - … Ustedes comprenderán… eso de querer matar a alguien traicionándolo siendo su amigo y sin que se dé cuenta no va conmigo… ¡Adiós! – y desapareció por la puerta -.

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Pero para comprender a Naliot necesariamente nos tendríamos que adentrar en su vida desde pequeña:

" …Los Scherllet eran la familia más adinerada de Londres por sus negocios en todo el mundo en la bolsa, fábricas de automóviles, agencia de viajes, bancos, casinos y un sin fin de cosas.

La familia la componía: el padre, la madre y una pequeña hija de cuatro años llamada Beatriz. Sin duda eran felices y no les faltaba nada. Pero aquella vez, la señora de la mansión en la cual vivían, se embarazó, otra vez, sin desearlo. El embarazo, dicen, fue con múltiples problemas y pronto llegó el nacimiento trayendo al mundo una preciosa niña a la que bautizaron como NALIOT SCHERLLET. Después de eso, los Scherllet se convirtieron en una familia de cuatro integrantes, pero con problemas de convivencia. La recién nacida necesitaba asistencia provocando la envidia y el rencor de su hermana Beatriz, y, por ende, los berrinches de la pequeña caprichosa.

A medida que crecía Naliot se mostraba como una niña asombrosamente inteligente, callada, astuta, madura y concentrada… todo lo contrario a su hermana Beatriz. La pequeña Naliot pasaba días enteros en la biblioteca de su padre, leyendo y enterándose de cosas que a una niña de cuatro años no tendría por qué importar. Tomaba clases de piano y violín mostrando sus capacidades en lo artístico; dibujaba estupendamente y cantaba mejor, también practicaba distintos deportes como tenis, voleibol, básquetbol. Siempre mantenía una tierna sonrisa en su rostro encariñando a las nanas y profesores de la mansión. Sus padres sorprendidos por la niña, se sentían felices con su llegada. Pero pronto llegó la catástrofe…

Después de algunos años, la envidia de Beatriz aumentó, tratando incluso de dañar a su hermana. Cuando Naliot cumplió ocho años sus padres tuvieron una fiesta de celebración por sus frutos en lo financiero, pero Naliot se negó ir porque tenía un presentimiento amargo en la garganta que le decía que no fuera a la fiesta y siguiendo a sus sentimientos hizo, por primera vez, un berrinche. Lo único que consiguió fue que sus padres se enojaran con ella y se fueran a la fiesta solamente con Beatriz. Sentida por no ser comprendida se había escapado de la casa, pero al volver en la madrugada se encontró con los sirvientes llorando con gran tristeza.

¿Qué pasa? ¿por qué lloran? – había preguntado ingenuamente a la mujer más cercana -.

¡Mi niña! – lloriqueó ésta - ¡Ha pasado algo terrible! – siguió estrujándola en un doloroso abrazo - … ¡Sus padres y su hermana!...

¿Qué pasó con ellos?, ¿están bien? – susurró temiendo lo peor y con el corazón apretado -.

¡Mi pequeña! ¡mi señorita!... ¡ELLOS MURIERON!

Entonces su respiración se cortó tan repente que la hizo toser y empujó con una inesperada fuerza a la pobre mujer, botándola.

¡Mentirosa!, ¡Ellos están bien!... – pero fue interrumpida por el mayordomo de más confianza de su padre -.

Es la verdad señorita… - le habló con voz ronca y los ojos enrojecidos – El Señor, la Señora y la damita murieron en un accidente automovilístico cuando se dirigían a la fiesta… Nos llamó la policía… querían saber de usted… - y en un último gemido, exclamó - ¡Señorita parece que la quieren enviar a un Orfanato!... como usted no tiene más familia y es tan pequeña…

Miró con odio a aquel hombre que amaba como si fuera su abuelo. ¿Creía que le importaba que sucediera con ella, siendo que lo importante de la situación era que su familia había muerto?... NO… No… ¡NO!, no lo admitía. No era verdad. Todo tenía que ser una horrible pesadilla…

¡NO! – gritó cerrando los ojos con todas sus fuerzas -.

Y de pronto la envolvió una oleada de luces amarillas y doradas.

¡Señorita! – escuchó la voz lejana de Edward, el mayordomo -.

… No iría a un orfanato, nadie sabría de la muerte de su familia… nadie tenía el derecho de compartir su dolor… viviría sola y saldría adelante… para esperar su muerte y encarar a Dios por quitarle lo más preciado que tenía…

No estaba conciente de lo ocurría a su alrededor y de que las luces que giraban en su entorno se disipaban hasta salir de la casa y perderse en las lejanías. Cuando abrió los ojos su mirada era dura y calculadora.

… Sabía que tenía el poder suficiente para hacer lo que quería… solo tenía que desearlo. Alzando su brazo derecho susurró su deseo y de pronto todo se cubrió de una cegadora luz…

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Se sentía idiota y desahuciada. Sus sentimientos otra vez afloraban más rápido que su razonamiento. Ahora en su habitación, sola, pensaba en Albus, en Severus, en Harry, y absurdamente en su hermana Beatriz. ¿Qué debía hacer?... era solo una niña de dieciséis años… ¿Qué esperaban de ella?. ¿Qué los salvara del mundo?. ¿Esperaban, acaso, que tuviera todas las respuestas?. Estirándose en la cama se acurrucó para seguir pensando… Ella podía dar más, mucho más. Tendría que dejar el rencor contra los dos hombres y pensar, más bien, en la solución al problema. Sonrió tristemente… ¿Cuándo había dejado de ser esa persona tan segura de si misma? ¿La que afrontaba sus problemas sin rechistar y calculaba todo para salir airada de las situaciones de riesgo? ¿Cuándo había vuelto hacer la niñita de cuatro años que esperaba que sus padres vivieran hasta cuando fueran viejitos?... ¿La que soñaba por las noches con mundos fantásticos y que no se preocupaba por nada y vivía feliz?. ¡Oh Dios!, ¿en qué se había convertido?... Seguramente en una sabelotodo, porque ya no era la sabia… en una arrogante igual a Malfoy… en una rebelde sin causa, en la niña apartada de la sociedad por que ella misma quiere… Se volteó para mirar al techo. O quizás solo tenía depresión y todo seguía igual que antes…

Sonrió largamente como tonta. De qué se preocupaba. Tenía el poder suficiente para hacer todo lo que quisiera… Y se acomodó otra vez para dormir… No se iría de Hogwarts estúpidamente. Primero tenía que ayudar a unos amigos…

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Sin tener que pensar mucho, uno se daba cuenta que Abus estaba feliz. La noticia de que Naliot no los dejaba y se quedaba sin esperar nada a cambio lo tranquilizaba sobremanera. Por que todos sabían del gran poder destructivo de Harry cuando se enojaba o simplemente cuando Naliot no estaba cerca, y sin la persona que lo calmara en los momentos culmines, la situación se volvería escandalosa, o mejor dicho, peligrosa.

Naliot después de unas horas en quién-sabe-donde, había regresado a su despacho para informarle de su nueva decisión. Aunque al principio lo había dejado anonadado (porque la niña se caracterizaba de su carácter fuerte y sin vueltas), aceptó gustoso la nueva opción que se le presentaba. Contando también con que el asesino estaba suelto que en el colegio. A esta altura todo el profesorado estaba al tanto de los últimos acontecimientos, y la mayoría se encontraba con colapso nervioso, menos los esperados: Mcgonagall, Profesora de Transformación, y Snape.

Ahora la tarea de Naliot era, disimuladamente, encontrar al asesino para impedir una ola de horror entre el alumnado, que por cierto ya estaba nervioso por Lord Voldemort.

La chica paseaba por los pasillos del recinto con la calma característica de ella pendiente de los rumores, charlas, miradas, sonidos, sombras, por si encontraba alguna pista del asesino, pero solamente había encontrado que Hogwarts era sin duda un… ¡Colegio sumamente chismoso!. Las chicas, chicos, ¡Todos!, hablaban de la vida de los demás como si fuera la propia… y, sorprendida, se percató por primera vez de su popularidad en el lugar (Porque nunca antes se había dado cuenta de una cosa tan vergonzosa). Porque ser una chica popular era, para ella, algo vergonzoso y que gustosa se lo hubiera dado a otra persona. Nerviosa y sonrojada había escapado de todas las miradas sobre ella, yendo a un lugar que pensaba era su salvación: la biblioteca. Ahí encontró a Hermione y Ron sentados en una mesa que estaba en medio.

¡Hola! – saludó contenta -.

Hola Nal – Le respondió Ron dándole a notar su aburrimiento -.

¡Hola Nal! – siguió el efusivo saludo de Hermione – ¡Mira! – dijo mostrándole un volumen especialmente enorme de "Caldos, pociones y hierbas" de Alan Mascquir – Nal, ¿ya leíste este libro? – y sólo alcanzó a asentir con la cabeza para que la chica siguiera hablando extremadamente rápido – Ven, siéntate a mi lado y ayúdame con la tarea de Pociones que Snape nos dejó, de seguro tu ya la hiciste, además es divertido hacer los trabajos contigo – terminó en un susurro entretenido -.

¿Eh?... ¿Severus nos dejó trabajo? – preguntó incrédula -.

Ron casi se cayó de la silla por la repentina tos que trataba de ocultar una risa que le había comenzado.

¡No te rías, Ron!. Mira que en verdad no sabía de la tarea – respondió divertida y sentándose junto a Hermione -.

¡Qué bueno que llegaste, Nal!, estaba tan aburrido antes que vinieras – continuó dramatizando, limpiándose unas imaginarias lágrimas en sus ojos. Pero Hermione pareció ofendida por el comentario y bufó -.

¡Oh! Yo que tú le pego, Hermione – bromeó ella -.

¡Nal, no le des ideas! – rió Ron -.

Nal, para de molestar y ayúdame a hacer la tarea – sentenció Hermione con un tono de voz que les hizo recordar a la mismísima Mcgonagall, pero sonrió -.

Esta bien, Hermione… sólo bromeaba. ¡No te enojes! – finalizó abrazando a su amiga, produciendo un extraño bochorno en la chica -.

No importa – susurró ella -.

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"… Después de la muerte de sus padres y de su hermana, Naliot Scherllet cayó en una depresión. El perder a su familia no estaba dentro de sus expectativas de vida inmediata y ahora se encontraba completamente sola (sus abuelos estaban muertos y no tenía tíos u otro familiar que la pudiera ayudar). Sin embargo por su magia pudo vivir en la mansión durante un mes completo. Podía invocar comida, ropa y todo lo necesario para subsistir, pero necesitaba el calor maternal… necesitaba alguien que la quisiera, que la cuidara y mimara (aunque su madre, cuando estaba viva, nunca la mimó como a Beatriz). Por suerte había aprendido a cocinar cuando pasaba horas en la cocina junto a las sirvientas, lo cual ayudaba mucho. Se había convertido completamente en una persona independiente… La mayoría de las veces salía de la mansión para dejar atrás los dolorosos recuerdos que la azotaban a toda hora: iba a tiendas a ver, pegada a las vitrinas, las últimas tendencias de la moda; iba a cafeterías a comer todo lo que le gustaba; iba a escuelas para mirar por detrás de la reja a los demás niños jugar en los recreos; iba a parques de diversiones a subirse a las últimas atracciones; iba a museos; iba a bibliotecas a leer; iba al cine… pero aún así… después de todo… aún dolía… "

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Severus miraba concentrado el gran estante que tenía en frente, corrió sus ojos por todas las carátulas y diferentes nombres de los libros, todos minuciosamente ordenados y limpios. Se notaba que Nal era una obsesionada por el orden. Nunca lo había dejado tocar sus libros, pero ahora la chica estaba donde no se sabía y tenía la suficiente privacidad para tratar de tomar uno de los libros sin que nadie se diese cuenta. Desde la estantería que estaba cerca de la cama en su habitación. De pronto su vista se topó con un libro de especial tamaño que estaba al final la última corrida; se veía muy antiguo y parecía que estaba ahí para tratar de ocultarlo. Curioso alargó su mano para tomarlo, pero justo cuando faltaba solo unos centímetros para alcanzarlo una luz apareció en su mano para después sentir un choque de electricidad que lo asustó y lo hizo caer… "Un campo de protección"… Maldijo en voz baja a la chica y a su inteligencia. Revisó si podía tomar otro libro, pero pasó lo mismo.

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Sin duda, le había ayudado el estar con Hermione y Ron, pero aún tenía la misión de encontrar al asesino sobre sus hombros. Entonces se percató que hacía tiempo no veía a Harry… Se dirigió calmada hacía su habitación, se sentía un poco cansada y quería dormir.

Ya había llegado al corredor de su habitación. Miró alrededor para cerciorarse si alguien estaba cerca. Lentamente subió su mano hacía la pared, lográndola traspasar, para luego cruzar con todo el cuerpo el pasadizo secreto que daba a su habitación. Entró silenciosamente al lugar, para encontrarse, sorprendiéndola, a un Severus que se veía malhumorado y golpeaba una y otra vez su estante de libros, chocándose con la protección que ella había puesto por si pasaba esto.

Eh… ¿Severus? ¿deseas algo? – preguntó mientras caminaba hacía una silla y dejaba la bufanda azul marino que ella misma había tejido -.

El hombre solo volteó la cara asustado y sorprendido. Se alejó de un salto del estante y miró a la chica para ver si decía algo más… sin embargo ella no lo hizo. Solo se sentó en la silla y le devolvió una mirada algo cansada sin dejar de ser intensa.

… Nos dejaste tarea de pociones, Severus – susurró de pronto, sobresaltando al hombre – Sabes que no me gusta que nos dejes tareas… sobretodo esas en las que hay que hacer informes extensos – terminó moviendo la mano derecha mirándose las uñas con el ceño fruncido. Severus se sintió como un pequeño niño al cual regañan por hacer algo mal, y eso le molestó -.

Eres una estudiante, Naliot. Tu obligación es hacer los trabajos que te mandan los profesores… - siseó - … cabe decir que yo soy tu profesor y te mandé una tarea. No trates de apartar tus obligaciones sólo por ser una consentida – entonces ella sonrió, volviendo su vista hacía él -.

Mí querido, Severus. ¡Basta de tanta hostilidad! – y extendió una mano hacía el hombre – Ven… yo no lo dije para que te enojaras.

Severus miró con el ceño fruncido la mano que se le ofrecía. La mano de Naliot… No de alguien cualquiera… Era la mano de quien quería más. Pero… aún así, no podía tomarla tan fácilmente. La había rechazado solo meses antes… se sentía culpable, se sentía desahuciado y vacío sin ella. Pero recordó lo que lo había movido para hacerlo, aunque eso le rompiera el corazón.

Severus… ¿no vendrás? – le preguntó con voz dulce – bueno, no importa de todos modos – y movió otra vez su mano como limpiando algo. Una luz lo hizo voltear hacía el estante. "El hechizo desapareció…" – Viniste para tomar uno de los libros, así que hazlo – Severus algo descolocado caminó hasta el estante y se agachó hasta el libro que antes le había llamado la atención, pero otra vez una corriente de electricidad surgió, lastimándole - ¡ESE NO! – escuchó el gritó de Naliot al lado de su oreja, y lo asustó… había olvidado la rapidez de la muchacha. Miró sorprendido como ella con un movimiento veloz agarraba el libro y lo posicionaba en su pecho firmemente – Puedes elegir cualquier otro, pero éste NO – Sintió la mirada del adulto sobre ella, poniéndola nerviosa -.

¿Por qué ese no?... ¿qué tiene de importante? – preguntó completamente curioso. El rostro de la chica se envolvió de una furia que le hizo temblar -.

No te importa – le escupió – toma cualquier otro -.

Pero dime al… - pero fue interrumpido… no con palabras, sino con la mirada que le mandó Naliot - ¡Deja de esconder cosas Naliot!, ¡Me preocupas!. Quiero saber todo acerca de ti y tú… ¡Y tú simplemente me alejas como si fuera un perro! – su respiración se agitó. Era extraño, nunca perdía el control con Naliot, pero esto era el colmo -.

La miró por unos segundos con las facciones tensas. Ella bajó el rostro ocultándolo con el cabello… de inmediato todo el coraje se esfumó y Severus escuchó un gemido que le apretó el corazón.

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"… Ese día había salido con la idea de visitar uno de sus lugares favoritos: "El Museo Nacional de Londres". Con su boina roja, mongomery rojo oscuro, falda escocesa, pantys negras y zapatos de fiesta negros brillantes, sin olvidar la pequeña bufanda roja, llevaba su cabello negro suelto.

Sin demorarse llegó al recinto, entró sonriéndole infantilmente al guardia de turno que se encontraba en la entrada y logró sacarle un sonrojo. Recorrió los pasillos extasiada de tanta belleza, miró atentamente todos los cuadros, sin darse cuenta de que unos ojos azules eléctricos la miraban curiosos. Habían pasado 3 horas desde que había llegado y ya pensaba que era hora de irse. Caminó lentamente hacía la puerta sin mucho ánimo de partir. Cuando llegó, se dio cuenta sorprendida que llovía… y ella ingenuamente no había llevado paraguas. Se había olvidado… frunció el ceño. ¡¿Qué esperaban de ella?! ¡Tenía solo 8 años!. Gritó en su mente no sabiendo muy bien con quien hablaba. Sentía que el guardia la miraba embelesado, no le importó, ¿qué haría ahora?, ¿cómo llegaba a su casa?; no era que le molestase mojarse, pero ¿qué hacía si después se enfermaba?. Hizo un pequeño puchero enternecedor. Observó a los autos pasar distraídamente; podía tomar un taxi; sin embargo, era un poco tacaña con el dinero y no estaba cien por ciento segura de querer tomar uno… Miró el cielo… Era indudable que no pararía de llover en horas. Ladeó la cabeza y resopló un poquito. Volvió a mirar arriba, y se extrañó al ver un paraguas negro sobre su cabeza; movió la cabeza a ambos lados para ver de quien era y se encontró con un par de pantalones gris a su lado derecho. Entonces se acomodó para ver hacia arriba, más allá del paraguas y vio a un joven de terno completo gis con un abrigo negro, tenía el cabello negro, su estatura debía de ser de un metro con noventa, tez blanca y la miraba fijamente con unos ojos azul eléctrico que nunca antes había tenido el agrado de ver…

¿Tienes con quien irte, pequeña? – le susurró con voz ronca, y un extraño escalofrío le recorrió toda la espalda -.

¿Quién es usted? – preguntó sin ninguna pizca de vergüenza. Él sonrió -.

Soy Elien Brascockt…

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Había escapado. Literalmente, había salido corriendo de la situación como una niña asustada… y no comprendía por qué…

Le había borrado la memoria a Severus. Ahora mismo debería estar durmiendo plácidamente en su despacho. Le había borrado la memoria para no decirle nada sobre el libro… y seguía sin entender. ¿Por qué tenía miedo de que supieran acerca de él?...

Miró el tomo que estaba sobre la cama, junto a ella. Se trataba de ángeles. No es que fuera creyente, por que ella no tenía religión específica, pero ese libro… Desde pequeña, le habían llamado la atención los ángeles. Por las noches, en uno de esas noches en las que su madre se encontraba de buen humor le susurraba al oído historias sobre esos hermosos entes que ayudaban a los humanos para que vivieran mejor… Vivir para los demás sin esperan nada a cambioMorir para los humanos… Su corazón se detuvo cuando pensó en eso, y sin querer tuvo ganas de llorar, pero no lo hizo. Siempre había querido ver a un ángel y no entendía la razón de su afán.

Cuando tenía tres años, fue la primera vez que sintió que en realidad no era igual que su madre, ni de su padre, ni siquiera de su hermana Beatriz, ella… ella… había visto a un ser espeluznante. Y aún, trece años después, sentía escalofríos al recordarlo. Recordaba como su corazón se había parado, había dejado de respirar y la garganta le había dolido. Nunca pudo definir lo que había presenciado… ¿Un monstruo, un demonio?. Desde entonces, veía toda clases de cosas anormales: fantasmas, demonios, algunas veces unas luces que no sabía definir qué eran…

Y no entendía porque le pasaban esas cosas a ella. Sin embargo, su corazón creía en el destino de una forma casi de añoranza infantil, por eso deseaba en el subconsciente no revelar esa etapa en su vida… Ni siquiera con Severus o Harry, incluso ni con el mismísimo Elien…

FIN DEL CAPÍTULO

Notas de la escritora: ¬¬ No me he tomado nada por si acaso mientras escribía… jejejejeje… Dejen rewiers (o como se escriba). Gracias!!