Esta historia se me ocurrió después de tanto escuchar las canciones de Imitation Black, Loveless XXX, Fate Rebirth, Arrest Rose y Haitoku no Kioku (the lost memory). No sigo su historia sino que solo las tomo como base. Todavía tengo que terminar de escribir la parte final, tengo todo el resto en las notas del teléfono... No terminé de pasarlo a compu y corregirlo pero trataré de no tardar mucho en actualizar.

Adoro a Len más adolescente y rebelde (?) pero para esta vez tuve que darle una actitud algo más sumisa, me encanta la pareja KaitoxGakupo pero no la voy a desarrollar tanto porque no es lo principal. Más adelante también aparecerá Rin.

Hay dos introducciones, la de Kaito y la de Gakupo, les cambié ligeramente los nombres para darles un toque más vampírico (?) y diferente, creo que al final sólo me terminó gustando como sonaba "Kyte" y no "Gack" pero bueno...

Espero que la disfruten n.n

Introducción 1

Era la madrugada de un lunes… ¿Con qué motivo se molestaba en contar los días y las horas? Miró el reloj cubierto de polvo de la pared. ¿Desde hacía cuántos años sufría ese insomnio? Se levantó de la antigua cama cubierta de sábanas que en algún momento fueron blancas y suntuosas. Salió de la habitación y caminó pesadamente hasta la biblioteca, cada lugar donde se posaba su mirada era nostálgico y doloroso. Tomó un libro al azar en la tarea imposible de distraer su mente. Al abrirlo se dio cuenta de su error: ese libro de tapa bordó había sido un regalo que le había hecho a él. En la tapa bordada en dorado se leía "Obra completa de los hermanos Grimm". Recordó su rostro al recibirlo, aquella sonrisa que podía destruirlo y volverlo loco, su felicidad al pedirle que le leyera un cuento… Desempolvó la tapa y suspiró volviéndolo a colocar en el estante de madera. Esa casa era un recipiente densamente cargado de recuerdos, cosas de las cuales su mente no se podía librar y que lo atormentaban día y noche sin parar, no le dejaban dormir ni pasar un solo minuto sin sentir un vacío en su interior. Pero no podía irse. No podía alejarse de aquello, peor sería la agonía de olvidarse de todo, de aquel sentimiento.

Entró en su habitación, la que evitaba la mayor parte del tiempo por ser la más dolorosa… Sabía que siempre había sido algo masoquista.

Su cama, sus cosas, todo intacto, todo tal y como había quedado el último día en que respiraba. Abrió el amplio armario de estilo francés y sacó la primera percha, conocía el orden de esa ropa de memoria. Tenía en sus manos un largo vestido negro rebajado en el frente, lleno de encajes, tiras de seda negras y una rosa roja en medio. Abrazó aquella prenda como si significase algo más. Aún después del tiempo seguía conservando su aroma tan fresco y vivaz, el aroma que podía enloquecerlo. Las lágrimas querían escapar pero se contuvo dejándose caer en el suelo aferrándose aún más al vestido deseando que de pronto se llenara de su esencia.

Bendito era él que había podido escapar de allí y librarse del encierro del recuerdo, que había logrado librarse del remordimiento y la culpa. Bendito era él que había podido olvidar lo sucedido y seguir adelante fuera de esos muros… Sin su risa, sin sus tiernos abrazos, sin sus dulces palabras. Bendito era él que podía seguir viviendo y sabía que tenía suerte… Suerte de que a él no le quedaran fuerzas para vengarse, para salir de esa casa... Que no pudiera vengar su muerte.