Llevo un par de días con esta historia en mi cabeza y tenía que escribirla. Steve y Peggy son una de mis parejas favoritas y la que más me duele, de todas formas espero que os guste la historia.

Disclaimer: Ovbiamente ni ellos ni ningun personaje de Marvel son propiedad mía, por desgracia aunque yo desearía que fuera al contrario.

Besos -B

Steve despertó sudando y sin respiración de ese maldito sueño, esa maldita pesadilla que le atormentaba de nuevo.

Siempre era lo mismo, no había accidente. No había hielo. La Guerra terminaba y los aliados resultaban vencedores, Bucky seguía con vida y volvían a casa.

Entonces aparecía ella, Peggy, con esa sonrisa que le paraba el corazón, derrochando confianza y elegancia de esa forma que sólo ella conseguía. Vestía un hermoso traje de fiesta y le estaba esperando a él. Tenían una cita, le iba a enseñar a bailar.

La felicidad del ambiente era contagiosa. Todo era perfecto.

Pero entonces sonaban disparos, los enemigos irrumpían en la escena destrozando todo a su paso y desatando el caos. Steve perdía a Peggy de vista, sabía que ella era más que capaz de defenderse, pero se preocupaba igual. No era capaz de identificar a sus atacantes ni de encontrarla. La ansiedad empezaba a apoderarse de él. Se suponía que la guerra había terminado, que estaban a salvo.

De repente la encontró, estaba tendida en el suelo con una enorme mancha carmesí tintando aquel precioso vestido mientras gritaba su nombre. Steve corrió hacia ella, corrió más de lo que había corrido nunca, más de lo que había corrido para salvar a nadie, más de lo que había corrido para salvar su vida... Porque si le pasaba algo a ella, si se separaban, el mundo dejaría de tener sentido.

-!Un médico! ¡Que venga un médico! ¡Que alguien haga algo!- Gritó sabiendo que nadie podía escucharle entre los gritos y disparos.

Sabía que no debía moverla, había visto ese tipo de heridas en la guerra, pero no quería asumir que ella acabara así. Ella no.

Aun así veía como la vida iba escapando de su cuerpo, como el amor de su vida exhalaba su último aliento entre sus brazos. Peggy alargó su mano y le acarició la cara, le borró las pocas lágrimas traicioneras que habían escapado de su control. Él no podía moverse, estaba paralizado.

-Steve... -dijo ella sin fuerzas para continuar aquella frase.

-No puedes morite Peg. Aun no. No me dejes Peggy, te necesito. Aun no sé bailar.-dijo Steve con la sonrisa más triste que Peggy había visto nunca y los ojos plagados de lágrimas, implorando a alguna fuerza del universo que evitara lo que estaba a punto de pasar.

Peggy sonrió como pudo.

-Algún día te enseñaré Steve... Algun día...

Y entonces el mundo se detenía. Steve sentía el mayor dolor imaginable. Un dolor más fuerte que todo lo que había sufrido durante la guerra. Un dolor tan fuerte que sabía que no se podría recomponer nunca de aquello.

Ahí era cuando se despertaba. Noche tras noche la misma pesadilla. Y ¿para qué? Si al abrir los ojos no cambiaba nada. Daría cualquier cosa por despertar de una pesadilla y tenerla al lado, poder abrazarla, poder consolarse con su calor. Pero no, estaba condenado a vivir sin ella el resto de su vida.

Steve ya no sabía si era peor la pesadilla o la realidad.