Brillante Compliación
1.
Sentado en el confortable sillón negro de piel, pensaba mientras veía las llamas de la chimenea bailar sobre los leños secos. Era extraño que no se encontrara acompañado por sus ya conocidos camaradas de colegio, esa noche había llegado y no había saludado a nadie, sólo entró a la sala común y se dejó caer en el sillón. Algunos de los que aún podía considerar sus amigos, pasaban por ahí tratando de ser vistos y así, tal vez, lograr que les robara algún par de palabras o alguna típica conversación, más no era así. Él estaba absorto, pensando en que ya no aguantaba más; ya habían sido muchas las veces en las que esa persona lo había humillado, tantas las ocasiones en que esa persona se había burlado de él y aparte de eso, lograba salir siempre bien librado y con las felicitaciones y todas las alabanzas de la escuela. Simplemente no era justo para él. Porqué era posible que ese "poca cosa" siempre lograba superarlo en todo?, porque siempre tenía que ser él quien terminara siendo el "héroe" del día?, qué acaso él no seguía todas las patéticas reglas de la escuela al pie de la letra?, porqué era que "esa persona" que siempre se la pasaba rompiendo las reglas, desobedeciendo a sus maestros y metiéndose en problemas era quien cada ocasión terminara salvando el día y recibiendo los aplausos y los elogios del director?, desde cuando el ser indisciplinado era visto con buenos ojos en ese colegio?... No, simplemente ya estaba harto de todo eso, y fue entonces cuando una idea comenzó a desbordarse por la mente celosa del joven Malfoy, causando un brillante destello en sus ojos y elevando las comisuras de sus labios en una sonrisa amplia y satisfecha.
Ensanchó su pecho en un suspiro y vio pasar de nuevo y por tercera ocasión a Crabbe y Goyle quienes lo veían sin decir palabra, solo sus miradas se infiltraban por sus ojos plata, esperanzados en arrancarle aunque fuera un par de palabras, algo que les dijera que era lo que sucedía con su importante amigo. Por su parte, sabía que no iban a dejarlo en paz, así que con sólo una sonrisa los invitó a tomar asiento y a que le hicieran compañía al fin.
-Has estado actuando muy extraño Draco, te pasa algo? –preguntó Goyle acompañado por el movimiento afirmativo y compulsivo de la rechoncha cabeza de Crabbe.
-Actuando extraño? –sonrió- debí suponer que para ustedes, el ver a una persona pensando es "actuar extraño", en fin, cómo ustedes se habrán dado cuenta, me la pase mal en el Gran Comedor cuando el "chiflado" del Director suspendió la cena un momento para anunciar que "gracias" al cara-rajada de Potter y su "grandiosa atrapada" según palabras de él, logró darle la victoria por cuarta ocasión a la "noble" casa de Gryffindor... patrañas!!, ese Potter sólo tiene la victoria porque los demás lo han dejado hacerlo... todos son unos lambe-botas, cuidando al "héroe" y haciéndolo sentir cómo si fuera la gran cosa...
-P-pues nosotros vimos que no fue tan fácil cómo dices... y el buscador de Hufflepuff no se dejó vencer tan fácilmente tampoco... –guardó silencio al ver la fría y penetrante mirada de los orbes plata de su compañero mirándolo con enojo.
-Quizás deberías estar junto a los hipócritas de los demás y adulando a Potter, Crabbe...
-L-lo siento, Draco...
-Olvídalo –lo barrió con la mirada, desviándola después nuevamente hacia la chimenea- sé que eres alguien torpe y por eso quizás es más fácil que te dejes "infectar" con todas esas tonterías del "héroe" de Potter... sin embargo, Crabbe, los que aún tenemos nuestro cerebro intacto y saludable, sabemos que ese "espectáculo" pronto se le va a acabar al cicatrizado; pero como no pienso esperar hasta que suceda, yo he pensado en algo realmente brillante... algo de lo cual, Potter terminará llorando y tan avergonzado que no querrá ver la luz del día jamás en toda su vida.
-Qué piensas hacer, Draco? –preguntó Goyle esta vez.
-Mañana lo verán, esta noche trabajaré en ello –se puso de pie elegantemente y volvió a dirigir la mirada hacia sus compañeros- no importa cuánto tiempo me tome, lo terminaré esta misma noche y mañana podrán ver los resultados.
No dijeron palabra alguna, sabían que cuando Malfoy hablaba, nadie podría contradecirlo, así que sin saber a que plan se refería su amigo o a que idea brillante era de la que les había hablado, se pusieron de pie y partieron hacia el dormitorio, ya que no había más que hacer. No muy lejos de ahí, caminando por los pasillos oscuros y con sólo la luz de la luna iluminándolos, Harry caminaba al lado de Ginny, hacia la torre de Gryffindor para descansar después de un agitado día. Ginny sonreía satisfecha y orgullosa pues sabía que el corazón de Harry le pertenecía, así como también sabía que el ojiverde era muy tímido, y para no meterse en problemas complicados, la pelirroja simplemente se limitaba a coquetearle y tocarlo en algún brazo o en el rostro cuando la ocasión se presentara; y esto le encantaba ya que lograba arrancarle un por demás "lindo" sonrojo a Harry.
-El partido de hoy estuvo genial, Harry, te luciste en la cancha... –le dijo en extremo coqueta, lo cual ocasionó el tartamudeo en el ojiverde.
-P-pues a-así es, Ginny –paso saliva- sí fue muy difícil, pero lo bueno fue que todos nos divertimos, no es así?
-Vamos, no seas modesto, tu lograste nuestra victoria.
-Sí... –le sonrió con un brillo poco común en los ojos- pero fue gracias a todos ustedes, Ginny, que estuvieron animándome siempre...
-Pues dirás lo que quieras, pero fuiste tu y no nosotros quien atrapó la snitch... –le sonrió y después de dejarle caer una mirada por demás sugerente, se despidió para partir hacia su dormitorio- buenas noches, Harry, descansa bien...
-Igualmente Ginny... –le respondió y ya que hubo acompañado con la mirada a la chica subir hasta su dormitorio, Harry entró al suyo y suspirando, se dejó caer en la cama; sin saber que minutos antes, alguien los había observado mientras caminaban por el pasillo, alguien que se escondió entre las sombras. Draco observó a Harry sonreír a la pelirroja y su sonrisa se torció aún más confiada –"ya veremos sí sigues igual de feliz mañana, Potter"- se dijo y partió hacia el salón de pociones.
Eran exactamente las cuatro y media de la mañana cuando Draco llegó hasta su dormitorio, portando un vaso transparente de líquido cristalino, su "plan maestro", el cual dejó en la mesita junto a su cama y se quedó profundamente dormido. Aunque habían pasado sólo un par de horas, Draco dormía feliz soñando con su plan funcionando perfectamente, sólo que debido al sueño y a la risa que le causaba su deseado plan, comenzó a ahogarse; se levantó tosiendo haciendo que Crabbe y Goyle corrieran en su auxilio. Le pasaron un vaso con agua para que se le pasara pronto la tos; Draco bebió todo el líquido y miró extrañado a sus compañeros.
-Qué hacen ya vestidos con el uniforme?
-Ya es hora de ir a clases, Draco...
-Tan pronto? –preguntó sorprendido y mirando su reloj, se dio cuenta que se había quedado dormido- bien, vayan ustedes a clase, yo en un momento los alcanzo.
-Claro... mientras nosotros te disculparemos con el profesor Snape por sí es que te retrasas más.
Ambos chicos salieron de la habitación dejando a su joven líder aún sentado en la cama y tratando de despejarse la cabeza. Esa noche había llegado muy tarde al dormitorio, y aun no había dormido lo suficiente como para ir a estudiar tan pronto, pero al recordar su brillante plan, sonrió dispuesto a dejar a un lado la flojera y disfrutar del resultado que conllevaría su espléndida idea. Se imaginaba las reacciones de los demás y sobre todo la de Potter, seguro que ese día dejaría la escuela para siempre, y si esto no era así, era muy probable que se la pasara escondido en algún cuarto secreto de Hogwarts; Draco sonrió para sí; pero su sonrisa de felicidad se fue desdibujando, dejando un gesto de profunda mortificación y espanto al ver el vaso que tenía entre sus manos. Miró lentamente hacia la mesita junto a su cama y no, ya no estaba más la poción que tan celosamente había fabricado para su archi-enemigo, no, ya no estaba ahí porque seguramente el "imbécil" de Crabbe se la había dado a beber pensando que era agua... y él, estúpidamente, se la había tomado. Draco se paró instantáneamente de la cama dejando caer el vaso de vidrio al piso haciéndolo añicos; se llevó la mano a la boca sintiendo que la tierra se abría bajo sus pies, corriendo y casi cayéndose, se dirigió al baño y metiéndose el dedo a la boca, trató de vomitar aquella poción que había bebido inocentemente, pero para su desgracia, no lograba echar de su boca aquello que había ingerido. Sintió un calor que le subía desde los pies y como su cuerpo iba temblando a medida que esa sensación subía y se apoderaba de él. Casi a rastras se situó frente al espejo y contempló, angustiado, cómo su físico iba cambiando. Su cabello y otras partes de su cuerpo iban creciendo mientras otras se iban desapareciendo, observó aterrado como sus facciones y su cuerpo ya no eran más los del chico rompe-corazones de Slytherin, ahora, su reflejo mostraba a una rubia y asustada chica.
