CAPITULO UNO
Hinata se alejaba lentamente de la multitud mientras todos la miraban.
Se sentía tan mal, tan sola, aun aunque estaba rodeada de todos sus conocidos.
Muchos ojos la miraban con lastima, otros con enojo, y hasta había dos pares de ojos mirándola con algo que la chica pudo reconocer como desprecio.
—Hina–chan —La peliazul pudo oír la voz del rubio llamándola pero ella siguió su camino. Lo que estaba frente a sus ojos no era algo fácil de llevar, y parecía que nadie lo entendía.
Con la última pala repleta de tierra Hinata Hyuga lo entendió.
De ahora en más estaba sola, no tenía en quien confiar, no tenía quien la quisiera, ni quien la protegiese.
No tenía a nadie, y supo lo que era realmente la soledad.
–Hinata –Una voz dura la hizo frenar, se dio vuelta y encontró los duros ojos de su padre mirándola, a la vez que todos los presentes hacían lo mismo– Neji murió por ti, para salvarte, te pido por favor que dejes de ser tan débil y le muestres el respeto que se merece por ser el genio de nuestro clan… No lo hagas, no hagas lo mismo…No hagas que su muerte haya sido en vano.
La chica retomo su camino ante la mirada de todos.
Solo quería llegar a su casa y olvidarse de lo que estaba viviendo. Al menos por unos momentos.
Al llegar a la mansión la encontró vacía, tanto la rama principal como la secundaria se hallaban en los entierros programados para este día pertenecientes al clan Hyuga.
Hinata suspiro sonoramente.
Ese día había sido agotador. Recién un mes después de la guerra había podido rendirle los honores correspondientes a Neji ya que desde el primer día después de última batalla, toda la aldea se había pasado cada día enterrando a sus amigos y familiares. El ambiente era horrible y pesado para todos.
Hinata sintió la tranquilidad de la mansión en solitario, oyó cada sonido de las aves, sintió el viento golpear contra la ventada. Una oleada de paz la recorrió por completo. Así era él.
La soledad le hacía sentir a Neji con ella.
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–Hola Hinata, ¿vienes por los girasoles? –Le dijo su rubia amiga– Te los prepararé ahora, es que estoy un poco atrasada –La ojiperla solo asintió y se sentó en uno de los bancos que estaban dentro de la floristería mientras veía como Ino terminaba de hacer un arreglo floral de rosas. La campanilla de la puerta sonó y por la puerta entro un chico con la cabeza gacha –Hola Sasuke, tengo demora ¿Quieres esperar? –El chico asintió y se sentó en el banco al lado de la chica.
–Hyuga –Dijo en forma de saludo sin mirarla.
– Uchiha–san.
La campana sonó otra vez.
– Hina–chan, ¿Teme? ¿Qué hacen aquí?
– Bueno Naruto, esto es una floristería, asi que supongo que tanto Hina como Sasuke vienen por unas lindas flores… ¿No te parece?
– ¡Eh! –Exclamo el rubio- ¿Para quienes?
– Para Neji.
– ¿Le llevas girasoles? –Dijo al ver un ramo semi armado sobre el mostrador. La chica asintió– ¿Y tu teme?
El chico suspiro y no contesto.
– Ino–chan, Sakura–chan quiere saber si falta algo para su ramo…
– Le dije que se lo llevaría en cuanto lo terminara, esa frentona no entiende que ahora hay mucho trabajo –Gruño la rubia mientras aceleraba el paso con el ramo de girasoles mientras a la vez juntaba con un lazo unos jazmines– Bueno chicos, aquí están los suyos, prometo que la próxima semana voy a tenerlos a tiempo, lo lamento, pero estuve muy ocupada estos días.
– No se preocupe Ino–san –Dijo la peliazul– Nos vemos mañana.
– Adios Hina–chan, Sasuke…
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–Nos vemos, Neji–niisan –Dijo la chica arreglando los girasoles en el florero de la tumba de su primo. Se puso de pie y se dirigió hacia la puerta del cementerio, antes de cruzarla se encontró caminando a la par de un pelinegro que tenía el ceño fruncido.
– Hyuga– La llamo.
– Uchiha–san.
– ¿Vas con alguien a la boda?
La chica lo miró por primera vez.
–N–no. ¿Por qué?
– Iremos juntos. Te paso a buscar a las nueve.
– ¿Por qué debería aceptar ir con usted? –Dijo frenando el paso-
– Porque sé que Sakura e Ino te molestan para que vayas con una cita a la boda, y Naruto quiere que haga lo mismo.
– Lamento decir que no, de todas formas iré solo un rato. –Susurro– Sería una lástima ir con alguien que se retirara temprano, al final quedara solo.
La chica acelero el paso para dirigirse hacia la torre del Hokage.
Soltó la respiración al notar que el morocho ya no estaba cerca.
Al entrar, Shizune la saludo con un abrazo. Le tenía aprecio a la mujer, pero en este momento claramente no quería el abrazo, por no decir la lastima, de nadie.
– ¿Cómo has estado? –Pregunto la mujer mientras caminaban a la oficina del hokage-
– He estado mejor, pero gracias por preguntar –Dijo la peliazul– Con su permiso, necesito hablar con Kakashi–sama.
La chica entro y dentro se encontraba Kakashi recostado en la silla con los pies sobre el escritorio, obviamente leyendo su Icha Icha.
– Hola Hina–chan –Saludo él.
– Kakashi–sama.
– ¿Qué te trae por aquí? –Le dijo soltando su libro– ¿Quieres una misión? –Ella asintió– Bueno, por pedido de Naruto, los de tu generación no podrán salir de misión salvo si es estrictamente necesario, y como vemos, tu caso no entra en ese rango… Aunque después de la boda podras irte si aún lo quieres.
– Sí.
– ¿A dónde quieres ir?
– No me importa el lugar, donde sea necesaria mi ayuda.
– Bueno… –comenzó–luego de la guerra quedaron muchas aldeas para reconstruir, seguro encontraremos una donde quepas… ¿Por cuánto tiempo quieres ir? –Dijo buscando una carpeta entre el montón, para así llenar el formulario para la misión.
– Misión de tiempo indefinido.
– ¿Qué? –Dijo el soltando la lapicera que había tomado- Hinata… ¿Por qué?
– Entrenamiento.
– ¿Pero para qué? –Cuestiono- La guerra finalizo, estamos en paz, no necesitamos entrenamiento, al menos no hasta reconstruir todo.- La chica no contesto- Hinata, te conozco desde pequeña… eres la alumna de una gran amiga… puedes contarm-
– Necesito entrenar para poder ser la cabeza de mi clan.
Kakashi bufo recordando la última sesión del consejo que tuvo que presenciar.
Los Hyugas debían decidir quién sería la cabeza de la familia principal y para eso habían elegido de forma unánime, que se consuma un enfrentamiento entre las dos herederas cuando la menor cumpliera los dieciocho. Kakashi había odiado esa junta desde el momento en el que un viejo Hyuga al que no pudo reconocer, dijo que si Neji no hubiese malgastado su vida salvando a la heredera, el futuro del clan estaría asegurado con un genio al mando.
– ¿Te lo puedo confirmar en la semana? –Pregunto el peliplata– En estos días estoy muy ocupado, pero trataré de mover los hilos para conseguirte espacio en alguna de las aldeas de la unión…
La chica asintió y luego de hacer una reverencia, se dirigió a la salida.
– Hinata –La aludida se voltio para encontrarse con un pelinegro– Odio que me dejen hablando solo.
– Uchiha–san, ¿Qué sucede?
– ¿Y aún lo preguntas?
Hinata suspiro.
– Le dije que no.
– ¿Por qué me rechazas? –La increpo el hombre- Solo te estoy diciendo que vayamos juntos a la boda así nadie nos molestara con que vamos solos… Tengo entendido que eres una de las madrinas ¿Verdad?
Hinata asintió mientras comenzaba a caminar hacia su casa. El Uchiha la siguió.
– Bueno, ya que ambos somos padrinos, no sería raro que lleguemos juntos.
– Aquí vivo –Susurro al detenerse frente a una gran mansión- Hasta luego, Uchiha-san.
Dijo y entro a su hogar sin esperar una contestación.
