Enjolras se colocó las botas de cuero frente al espejo medio roto y pintado que había en la habitación, estaban en el piso de Courf, que no se caracterizaba por ser de lo más limpio, sobre todo cuando le daba por invitar a cualquier persona que conociera por la calle. Anoche dio una fiesta, Enjolras no estaba del todo entusiasmado con la idea, pero acudió igualmente, de todas formas no tenía nada mejor que hacer, y Courf había insistido mucho en que fuese, así que finalmente accedió, por lo menos tendría la oportunidad de apartarse en una esquina con Combeferre, que tampoco era un entusiasta, en realidad ambos lo hacían para complacer al chico, y quizá para hacer promoción a su grupo.

Aun se podían comprobar restos de que la fiesta fue todo un éxito, no sólo había gente tirada por todas partes, el piso en sí era una prueba innegable, pues había quedado para el arrastre, 'Ferre aun no estaba despierto, pero Enjolras sabía de sobra que no le haría gracia ver cómo el piso en el que se supone que vive había quedado destrozado, al menos la mayoría de los destrozos tenían arreglo, aun así Courfeyrac se había metido en un buen lío, a no ser que consiguiera limpiarlo todo antes de que su amigo se despertara, claro. No es que Combeferre no se imaginara desde el principio que aquello iba a pasar, pero siempre ponía un voto de confianza cuando Courfeyrac se arrodillaba ante él, suplicante, alegando que "ésta vez juro que no pasará", y que, por supuesto, jamás era cierto.

En cuanto terminó de abrocharse las botas, cogió su chaqueta de cuero roja y salió, tratando de no pisar a nadie por el camino hacia la puerta, casi resultó un logro no haberse caído, aquello era peor que un campo de minas, y a saber qué podía pasar si pisabas a alguno de esos "perros rabiosos" más conocidos como punkies. Enjolras compartía muchas cosas con ellos, pero desde luego, la agresividad no era una de esas cosas; se hacía llamar punkie porque realmente es lo que es, pero, simplemente, no era un descerebrado violento que sólo quiere ir a pegarse con los demás por diversión, y en realidad ése era el espíritu punk que se respiraba por las calles de Francia, y era algo que hacía hervir la sangre del joven, que luchaba día sí día también por reivindicar su ideología, sobre todo a través de sus canciones.

Como ya se había mencionado, Enjolras, Combeferre y Courfeyrac no eran simples amigos que hacían fiestas y vestían de cuero porque así lo dictaba la moda. No. Enjolras era el líder, cantante y guitarrista de una de las pocas bandas punk que existían en Francia; Combeferre tocaba el bajo y Courfeyrac la batería; habían estado buscando otro guitarrista, pero aunque no habían tenido mucha suerte con ello, de momento se las apañaban bien sin él. De vez en cuando daban conciertos en locales de los barrios bajos, donde no pagaban mal, aunque realmente no era algo que le interesase a Enjolras, él sólo quería transmitir sus ideas.

Por la cabeza del joven pasaban mil cosas que tenía que hacer antes de la hora de comer, y en realidad tenía tiempo, pero lo primero de todo en su lista mental era ir a por un café. Por suerte, no muy lejos del apartamento de Courf había una pequeña cafetería que no parecía ser el centro de muchos disturbios ni nada parecido. Se dirigió directamente hacia allí y entró bien decidido, sabiendo que tendría que soportar burlas por su forma de vestir, sin embargo, nada más entrar por la puerta, un chico de pelo negro y desgarbado con una guitarra al hombro le hizo olvidarse de absolutamente todo lo que tenía en la cabeza. Era perfecto para ser el guitarrista rítmico de su grupo, y no pensaba dejarle escapar de ninguna manera, estaba seguro de que aceptaría, o al menos lo estaba hasta que el chico se plantó frente a él con un gesto entre indiferente y de desaprobación.

El joven, que esperaba impaciente a que se apartara, optó por apartarle con un ligero empujón, murmurando algo parecido a "punk de mierda" mientras se disponía a salir, fue entonces cuando Enjolras sintió una rabia dentro de él que tenía que salir, y le siguió hasta la calle, con el ceño fruncido.

-¿A qué viene eso? –Le contestó, enfadado, el rubio.- ¿Es que tienes algún problema con el punk? –Continuó, mirándole, mientras el joven se limitaba a esperar a que cerrara la boca para poder contestar.

-Tengo un problema con la gente que no me deja salir cuando llevo prisa, sobre todo si es un niñato que se viste de cuero y habla de estupideces políticas que probablemente no entiende –Rebatió, observándole con las cejas alzadas.- Algunos nos ganamos la vida y dejamos las revoluciones para los libros de historia –Finalizó, tratando de retomar su camino, pero el rubio, insatisfecho, siguió impidiéndole el paso.

-¿Y yo cómo podía saber que llevabas prisa? Podrías haber sido más amable. –Gruñó, notando cómo sus mejillas se tornaban rojas de furia.- ¡Por gente como tú es por la que el país no avanza! –Espeta, poniéndose frente a él para que le mirara directamente a los ojos. El joven moreno se dedicó a mirar, rodando los ojos, aburrido.

-Veo que te gusta ponerte en medio y no dejar pasar –Le mira directamente a los ojos, con un gesto de total indiferencia- Pues nada, al menos invítame a una copa, ¿no? –Se cruza de brazos, ladeando la cabeza- Demuéstrame lo mucho que entiendes.- Enjolras alzó las cejas, sorprendido por la actitud del chico, pero no pudo rechazar aquel reto, era incapaz de pasar de largo cuando alguien le retaba en su propio terreno.

Tras aquella pelea, volvieron al café y discutieron mientras tomaban café, Enjolras jamás había conocido a nadie tan coherente y exasperante a la vez. Podrían haber estado hasta la hora de la cena allí, no habrían llegado a ningún acuerdo, ninguno estaba dispuesto a dar su brazo a torcer, y eso resultaba incluso entretenido, nunca había discutido durante tanto tiempo con alguien sin salir victorioso, y desde luego no pensaba perder aquella pelea, ni ninguna otra. Enjolras estaba tan concentrado en rebatir al joven, que ni se dio cuenta de que alguien entró al café, y pegó un salto, asustado, cuando todo se volvió oscuro, Courfeyrac estaba tapándole los ojos, sin duda.

-¿Quién soy? –Musitó el chico, sonriendo divertido-

-¡Courf! ¡Suéltame! ¡Estoy ocupado! –Gruñó, intentando deshacerse de las manos del chico, avergonzado por lo que pudiera estar pensando su rival de él en aquel momento.

-¡Incorrecto! ¡Para ti soy el Señor Courfeyrac! –Se burla, riendo, y le tapa los ojos, reparando por primera vez en la presencia del joven moreno que estaba sentado en frente, mirándolos a ambos con un aire divertido. Courf tragó saliva.- ¿En qué estabas ocupado…? Dime que no es un promotor de conciertos, por favor –Murmura en el oído del rubio, temiendo haber podido fastidiar algo. Por suerte para él, Enjolras negó con la cabeza.

-No, no, nada de eso. Éste es…-Se silenció de golpe, al darse cuenta de que no tenía ni idea de su nombre, así como el moreno no sabía el suyo.-Disculpa, ¿cómo te llamabas? –Preguntó, algo avergonzado. El joven se limitó a sonreír.

-Me llaman R. –Contesta, posando los brazos en el respaldo.-Creo que debería irme ya, me están esperando en otro sitio, y veo que tú también tienes cosas que hacer –Comenta, divertido, observando al chico de los rizos que había aparecido de la nada.-Pero ésta conversación aun no ha acabado, Apolo, volveremos a vernos. –Sonríe divertido, ladeando la cabeza, mientras se levantaba y pagaba, después desapareció por la puerta sin dejar oportunidad al rubio de presentarse.

Courf observó a Enjolras, entre extrañado y divertido. -¿Apolo? ¿Quién demonios era ese hippie, Enj? –Pregunta, apoyado en el respaldo de la silla, esperando a que su amigo se levantara, tenían propaganda que repartir para su próximo concierto, que no estaba demasiado lejos.

-Es un tío que se ha metido con el punk, hemos estado discutiendo sobre ideologías, y por suerte no hemos llegado a los puños- Refunfuña, pasándose una mano por los rizos antes de levantarse e ir con su amigo, no tardó en darse cuenta de que Combeferre también estaba allí, apoyado junto a la puerta.

El estilo de 'Ferre siempre había sido de lo más contradictorio en cuanto a estilo punk se refería, vestía como un punk, pero de una forma realmente elegante, como si hubiese encontrado el balance entre ambos estilos. En cuanto a su personalidad, era alguien tan tranquilo y que inspiraba respeto, era difícil saber por qué estaba metido en aquel grupo cuando se veía de lejos que no encajaba, pero nadie se atrevía a decirle nada, no por miedo, sino porque se le veía sensato y que sabe lo que hace.

Una vez fuera del café, los tres amigos salieron de la cafetería, paseando por la calle con tranquilidad, mientras Enjolras contaba cosas sobre ese tal R con cierta emoción, ni se dio cuenta de la mirada que 'Ferre y Courf cruzaron, como si así se comunicaran de alguna manera. En cuanto Enjolras terminó de hablar, Courfeyrac recordó algo al instante y los miró, sonriendo ampliamente.

-Acabo de recordar que un chico llamó por el puesto de guitarrista, ¡hemos quedado con él en mi casa para comer! –Anuncia, entusiasmado. Enjolras no estaba tan entusiasmado, aun tenía una ligera esperanza de que R pudiera ser su guitarrista, sin embargo, no quitaba que por fin podrían pagar entre todos un local para ensayar, y eso sí que le entusiasmaba. Combeferre también parecía contento, y Courf aseguraba que parecía un chico majo y muy entregado a la causa, así ninguno puso objeciones y aceptaron conocerle gustosos.

Tras repartir los carteles, tuvieron tiempo de sobra para ir al apartamento y limpiar un poco antes de que el misterioso chico apareciera por allí. Como Enjolras pudo observar al llegar, Courf ya se había llevado una bronca, y si no fuera porque en ese mismo instante sonó el timbre, 'Ferre probablemente habría vuelto a echarle otra bronca.

Como líder del grupo, Enjolras fue quien abrió la puerta para descubrir a un chico alto, con pecas, sonriente y con una guitarra a su hombro, que se presentó como Marius Pontmercy. Parecía muy entusiasmado, así que antes de empezar la entrevista, Enjolras le pidió que tocara alguna canción que conociera. Tras pasar esa prueba, Courfeyrac y él se sentaron frente al chico y comenzaron a hacerle preguntas hasta determinar que era perfecto para ellos, mientras, Combeferre preparó algo rápido de comer y pasaron la tarde hablando con Marius, resultaba muy agradable y no tardaron en tratarle como a uno más del grupo.

Al día siguiente, Courfeyrac se encargó de contactar con Marius para ir a ver locales, aunque ya le tenían echado el ojo a uno desde hace tiempo, y fue al primero que se dirigieron para enseñárselo al nuevo integrante, pues tenían el precio y los horarios perfectamente cuadrados para no coincidir con otros grupos, además de eso, pillaba cerca de la casa de Courfeyrac, y puesto que pasaban la mayor parte del tiempo ahí, no parecía ningún problema para ninguno de ellos.

Todos parecían entusiasmados, iban hablando sobre lo genial que iba a ser tocar en un local con buena acústica y todo preparado, y no en un garaje destartalado en el que se oía todo fatal. Enjolras estaba distraído comentando algo con Marius mientras abría la puerta del lugar, sin embargo, algo le devolvió directamente al mundo real. Una voz. Alguien estaba ensayando en ese mismo momento, alguien a quien ya había visto antes y al que reconocería en cualquier parte. Ese tal R.

Durante más de cinco minutos Enjolras se quedó callado junto al propietario del local, escuchando hasta que la canción terminó, mientras, los demás murmuraban sobre él y le explicaban a Marius que ya le conocían de antes. No es que fuera un gran músico, ni siquiera tocaba canciones del estilo que le gustaba, pero ver de nuevo al joven desgarbado produjo algo inexplicable dentro de él, haciendo incluso que se sonrojara cuando el chico alzó la cabeza para mirarle y le sonrió.