Los personajes pertenecen a J.K, yo juego con ellos.

Disfruten


Eran pasadas las seis de la madrugada cuando cierta pelirroja abrió sus ojos, asustada. Había tenido, nuevamente, una pesadilla con del diario de Tom Riddle.

La noche anterior se había terminado de leer el primer año de Harry y hoy, después de desayunar, se leería el siguiente. El año en que ella ingresó al colegio y cosas monstruosas pasaron, temblaba de cabeza a pies al pensar en lo que dirían sus compañeros y los demás alumnos en cuanto supieran que ella había sido la causante de todo. Meneo la cabeza para quitarse esos pensamientos justo cuando Harry Potter comenzaba a abrir sus ojos.

El muchacho del cabello azabache y ojos verdes miró en todas las direcciones antes de fijarse en Ginny Weasley.

—Hola, Harry — le saludó la pelirroja algo sonrosada, pero con miedo, miedo que se reflejaba en su rostro.

—¡Ginny! — exclamó algo aturdido. Aún se le podía notar con bastante sueño —…em…Hola…mmm… ¿Qué hora es? — le preguntó a falta de una pregunta mejor.

—Mmm…son las 6:30 —le contestó agachando la mirada con timidez.

—Qué temprano es…yo pensé que era más tarde — le dijo dando un bostezo y frotándose los ojos —. Por cierto, ¿Qué haces despierta tan temprano?

Ginny le miró varios segundos, como si estuviese pensando qué contestar, antes de suspirar larga y pesadamente.

—Es que verás, no podía seguir durmiendo. Hay una cosa que no me he podido quitar de la cabeza y bueno…yo — Ginny se tapó el rostro con sus dos manos, aterrada.

Harry se sorprendió por la reacción de la hermana de su amigo.

—Ginny, ¿Qué te sucede?, ¿cuál es la cosa que no te has podido sacar de tu mente? — le preguntó preocupado. La pelirroja negó con la cabeza, aterrada aún. Al parecer no podía decir palabra alguna — Ginny, por favor, dime qué es eso.

—No puedo decirte, no debo, no quiero…es espantoso, es horroroso…recuerdos y más recuerdos…pesadillas, una tras la otra — la pelirroja temblaba de cabeza a pies. Todavía sus manos tapaban su cara mientras, en su mente, recordaba una vieja pesadilla.

—Ginny, cálmate… — le dijo Harry mientras se acercaba a ella con temor. Nunca la había visto tan descontrolada — .Sea lo que fuese lo que te sucede, no puede ser tan grave.

—Sí lo es, es grave, es malo…se trata de…es sobre…—Ginny tragó saliva mientras, poco a poco, comenzaba a quitar sus manos del rostro —eso…

— ¿Eso? — Harry alzo la ceja confundido y atemorizado —…Ginny, ¿Qué te sucede?

—El…el…eso…mi primer año…el diario…Tom Riddle… — Ginny le miró angustiada.

Harry cambio su expresión al instante, de estar preocupado por ella, ahora miraba con aspecto sombrío. Nunca imagino que Ginny no se hubiese recuperado del accidente de la cámara, lo que, sin dudas, lo sorprendió, ya que siempre la vio fuerte y segura de sí misma. Sin pensarlo, se acercó aún más a ella y la abrazo.

—Tranquila, Ginny…ya pasó…pasó hace mucho tiempo…él no volverá…tranquila — Harry le acariciaba la espalda con movimientos suaves y lentos, intentando calmarla.

—Sí vuelve, Harry….vuelve en mis pesadillas — Ginny tenía la cabeza hundida en el pecho del muchacho, mientras una lágrima traicionera le caía por su mejilla derecha. Se la secó rápidamente para que Harry no lo notase —…va a volver ahora, cuando se empiece a leer el libro…

—No volverá, Ginny…quita esos pensamientos de tu mente… — Harry, con una mano, seguía acariciando su espalda, mientras con la otra acariciaba su cabello — el diario ya no existe y Tom Riddle es un amargo recuerdo…

—Podrá ser un amargo recuerdo para ti, Harry; pero para mí es mi peor pesadilla, la cual vive en mí ser día a día, como un gran peso — Ginny suspiró largamente —, un peso que no me he podido sacar y ahora, con la lectura del segundo libro, saldrá a la luz que él me poseyó y que yo ataque a todos esos estudiantes…y que…

—Ginny…Para, es suficiente…contrólate por favor — le suplicó Harry, estrechándola con más fuerza aún —.Nadie te dirá nada…Riddle ha engañado a muchos otros antes… Y tú, con sólo once años, luchaste contra él….intentaste deshacerte de su recuerdo…y eso habla de alguien valiente y tenaz…estoy más que seguro que todos se darán cuenta que luchaste con valentía…que eres una mujer fuerte…

— ¿Lo será, Harry?, ¿dirán eso? ¿O me condenarán? — le preguntó nerviosa y temerosa a la vez.

—Nadie te condenará y hay de aquel que te juzgue por lo que pasó porque no lo toleraré. No creo que ellos, a esa edad, hayan podido resistirse a él…así que quién diga algo en contra de ti, se las tendrá que ver conmigo…es una promesa, Ginny Weasley.

La pelirroja le miró como nunca antes, impactada por la promesa que le acababa de hacer Harry. ¿Podría ser cierto? Se pregunto a lo menos dos veces, antes de sonreír abiertamente. El chico le sonrió de vuelta.

—No hay nada de qué preocuparse…todo estará bien…solo cálmate…intenta de sacar esos pensamientos y ya verás cómo el libro pasará muy rápido… — le aseguró Harry. Ginny solo pudo asentir —, disfruta la lectura. Estoy seguro que habrá varios pasajes que te harán olvidar todo.

—Lo intentaré — le prometió la pelirroja.

Ambos se miraron largamente a los ojos, como si se quisiesen decir que todo pasaría de un momento a otro.

—No sabía que estaban despiertos — dijo la voz de Hermione, asustando a los dos.

—¡Hermy! …¡Por Merlín! Nos asustaste — dijeron los dos separándose y prestando atención a su amiga.

—Eso fue porque estaban muy sumidos en la conversación… — dijo ella sonriendo abiertamente y con aire de inocencia.

— ¿Hace cuánto estás despierta? — le preguntó Harry nervioso.

—Desde hace unos cinco minutos, lo suficiente para darme cuenta que estaban en una conversación especial. No quise interrumpirlos — le respondió sonriendo con picardía y encogiéndose de hombros.

Ambos se pusieron rojos de la vergüenza. Al siguiente momento, algo les sacó de sus sonrojos y sus sonrisas, asustándolos. Ron había mandado un grito.

—Ron, ¿Qué te sucede? — preguntó Hermione moviéndolo. Al parecer el pelirrojo seguía durmiendo después del grito — Ron, despierta….Ron…

—McGonagall… — susurró aún en sueños. Los tres se quedaron viéndolo con asombro — No…deme una S, por favor.

—Ron…Ron — volvió a insistir Hermione, asustada.

Mientras tanto, Harry y Ginny miraban a todos los rincones del comedor para cerciorarse de que nadie se haya despertado con el grito de Ron.

—Es un sueño….despierta…nada es verdad.

—Minnie…le juro que intente de hacer todo lo que estuvo a mi alcance…

—Ron, despierta ya — gritó la castaña preocupada.

—Intente ganarle, pero…

—Reacciona ya, Ron.

—Falle…soy un idiota….

—Qué despiertes ya….es un sueño.

—Ahora todos verán que soy ineficaz…

—Ron, me estoy hartando….despiértate ya.

—Que no se me dan las cosas…

Hermione no aguantando más, zamarreó a Ron con mucha fuerza para que despertase. Funciono, porque el pelirrojo despertó sobresaltado.

—¿Qué sucede? — preguntó frotándose los ojos asustado. Luego miró a su alrededor y se sorprendió por las expresiones de sus dos amigos y su hermana: Harry, le miraba atónito; Ginny, se partía de la risa, olvidando por un momento la cámara y el diario de Riddle; y Hermione, gruñía con fuerza— ¿Por qué me miran así?

—Eres un completo idiota, Ronald Weasley… — Hermione se lanzó contra él y comenzó a golpearle el pecho —Imbécil, tarado, estúpido…

Ron la miraba boquiabierto —¿Qué hice ahora? — preguntó abriendo y cerrando sus ojos en el asombro.

—Y lo preguntas estúpido…

— ¡Ey!...¿Qué pasa aquí? — preguntaron los gemelos bostezando y cruzándose de brazos en busca de una explicación. No hizo falta que ni Harry ni Ginny se los explicase, porque la escena hablaba por ella misma. Los dos sonrieron con malicia al tiempo que los demás Weasley, Sirius, Remus y Tonks despertaban sobresaltados por el ruido.

—Ronnie…¿Qué hiciste? — preguntó Fred sonriendo maliciosamente mientras veía a Hermione golpeando a Ron.

—Nada….juro que nada…no sé que le dio a Hermione…yo solo…

—Qué no me dio nada….Eres un imbécil, Ron….estabas soñando con algo estúpido….diciendo que eras un ineficiente y no sé cuantas chorradas más… — gritó Hermione No pienso decirle que soñaba con el juego de ajedrez…eso le haría perder la confianza en sí mismo y tiene que ganar —.Y eso es una farsa….No eres ineficiente…tú puedes más que lo que te imaginas…ten confianza en ti mismo.

Ron volvió a mirar a Hermione, boquiabierto ¿Qué mierda dije en el sueño? Pensó exasperado.

Todo el comedor ya estaba despierto. Todos miraban la escena boquiabiertos. Todos pensaban lo mismo Vaya manera de despertar.

—Hermy…ya déjalo…solo fue un sueño — dijo Harry, intentando alivianar la tensión.

—Eso, eso…fue un sueño. — se defendió Ron, aún consternado. No podía entender el origen del enfado de su amiga. Era inaudito.

Hermione los miró con cara de pocos amigos, se dio la media vuelta— todavía gruñendo— y se sentó en la mesa de Gryffindor. Ginny se apresuró en ir en su apoyo.

—¡Esta loca, completamente loca!— se dijo a sí mismo Ron, mientras Harry, los bromistas, Lee y Neville reían a carcajadas.

Les tomó un poco más de cinco minutos dejar de reír, cuando lo hicieron se dieron cuenta que la mesa de Gryffindor estaba llena de diferentes comidas; por lo que, se apresuraron a tomar el desayuno.

—Yo creo que algo hay entre esos dos — dijo Lavander a Parvati alejadas ocho puestos de ellos.

—Lo mismo digo…sus peleas lo indican… ¿Qué piensan ustedes? — le preguntó Parvati a Seamus y Dean.

—Lo mismo, pero que son demasiados testarudos y ciegos para darse cuenta — ambos sonreían abiertamente mientras miraban hacía el trío de oro y sus familiares.

La familia Weasley, Remus, Sirius y Tonks, alternaban sus miradas entre el uno y el otro, aún asombrados por la pequeña discusión y la manera en que todos despertaron.

—Chicos…mmm….podrían dejar de mirarse a sí — dijo Charlie tímidamente luego de unos minutos de miradas furiosas entre los dos.

Ambos le fulminaron con la mirada, enojados y siguieron desayunando. Los Weasley y cía se encogieron de hombros preocupados por ellos, pero decidieron terminar de desayunar.

Mientras tanto y ajena a lo que pasaba, Umbrigde abría sus ojos. Se sentía mareada. No podía recordar que había pasado. Miró a su alrededor y vio a la gran mayoría comiendo. Otros ya sin comida y conversando entre ellos ¿Qué raro? Pensó antes de decir.

—¡Ejem!

Todos la miraron entre asombrados y divertidos, mientras se preguntaban ¿Qué le sucedió con el hechizo?

—¿Por qué comen? …¿Deberíamos leer el libro?... ¿En cuál quedamos?... ¿Quién ustedes saben regreso o qué?... Estoy confundida.

Todos, sin excepciones, rieron a carcajadas mientras veían a Umbrigde mirar con más confusión a todos. ¿Qué le habrá hecho el hechizo al sapo? Se preguntaron todos con diversión.

Al fin, luego de cerca de veinte minutos, la risa ceso. Cuando lo hizo…

—Muy bien…sigamos con la lectura… — Dijo Albus, mientras los demás asentían y Umbrigde miraba de un lado a otro sin comprender aún lo que sucedía — Leerá…La profesora Mcgonagall.

Minerva asintió, al momento en que el segundo libro volaba a sus manos. Pero justo cuando el libro llego a sus manos, el aullador volvió a aparecer.

Querido Hogwart:

Otro libro comienza, pero antes de iniciar la lectura, les informamos que la profesora Umbrigde sufrió una grave confusión en su cerebro con uno de los hechizos; de hecho no recuerda nada de lo que le sucedió ayer.

Varios sonrieron con malicia al enterarse de eso. Umbrigde, en cambio, miraba más que confundida al colegio.

Ella estará así por unos cuantos capítulos, unos seis aproximadamente. Nos hemos encargado que su confusión sea muy grave, al punto de no entender lo que escucha ni lo que habla.

—Uhhhhh — exclamó el comedor, pasmado.

Descansarán de Umbrigde por ese periodo de tiempo, luego volverá hacer ella misma y no sabemos con exactitud cómo lo hará…Estén preparados ante cualquier eventualidad.

Todos, sin excepción, asintieron con la cabeza.

Ahora bien, en este libro los Dursley aparecerán de nuevo; por tanto, lees regresamos el globo.

Todos gimieron y resoplaron ante la mención de los Dursley. Nadie más fuerte que Sirius, Remus, Tonks y los señores Weasley.

Esperamos que las cosas se estén aclarando. Y recuerden, no saquen conclusiones apresuradas ni critiquen a nadie antes de terminar los siete libros.

Saludos: FPW, FWG y RFW.

El aullador se desintegro mientras el nuevo globo de los Dursley bajaba por el cielo del comedor. Todos sujetaron con fuerza su varita, preparándose ante cualquier maltrato hacia Harry.

McGonagall se aclaró, luego de todo eso, la garganta y comenzó a leer.

Harry Potter y la Cámara Secreta — Leyó la profesora con temor.

Los murmullos se extendieron por el comedor como fuegos artificiales, todos conversando sobre el título del libro. Había algunas personas que seguían creyendo que Harry había sido el culpable. Los demás se preguntaban qué había en la cámara y qué había pasado allí. Debía haber sido algo horrible Pensaron todos sin excepción. Pero, en el fondo, todos, aunque lo creyesen culpable y le causara miedo lo que había dentro de ella, querían saber la verdad del asunto.

Ginny, temblando de cabeza a pies, bajo la mirada con temor y vergüenza. Harry le tomo la mano en señal de apoyo mientras le susurraba muy bajito, para que sólo ella escuchase ¡Recuerda nuestra conversación…ten calma! La pelirroja asintió lentamente. De repente, sintió la mano de Ron, quién le palmeaba la espalda, apoyándola, sin fijarse en las manos tomadas de los dos. Ginny le sonrió tímidamente, viendo a su alrededor; su familia la miraba con aprensión.

Hermione, por otro lado, estaba ansiosa y curiosa a la vez por saber qué había pasado mientras estuvo petrificada y cómo se las arreglaron sus dos amigos para entrar en la cámara. De momento, sabía que no tenía respuesta.

Antes que nadie pudiese decir una palabra, McGonagall comenzó a leer el primer capítulo.

El peor cumpleaños.

Sirius reacciono de inmediato mientras los alumnos agarraban con más fuerza su varita, intentando no maldecir al globo de los Dursley.

— ¡Peor cumpleaños! …¡Peor cumpleaños! … — repitió el animago enojado, sacando un pergamino y anotando en él nuevas bromas — Ni se les ocurra hacer algo malo con el cumpleaños de mi ahijado…o si no se las verán conmigo.—Sirius gruñía entre dientes.

—Sirius, ya basta…eso es pasado…cálmate. — Harry le miró largamente mientras veía de reojo que Ron y Hermione asentían con la cabeza, comprendiendo a su amigo y recordando las miles de lechuzas que le enviaron y que no le llegaron.

Sirius asintió de malagana y le hizo un gesto a McGonagall para que siguiese leyendo.

No era la primera vez que en el número 4 de Privet Drive estallaba una discusión durante el desayuno.

Harry rodeo los ojos mientras pensaba ¡Cuándo no!

A primera hora de la mañana, había despertado al señor Vernon Dursley un sonoro ulular procedente del dormitorio de su sobrino Harry.

¡Es la tercera vez esta semana! —se quejó, sentado a la mesa—. ¡Si no puedes dominar a esa lechuza, tendrá que irse a otra parte!

—Es prácticamente imposible dominar a una lechuza, Dursley. — gritaron todos al unísono, más que indignados.

Harry intentó explicarse una vez más.

—Y es un caso perdido— Ron movía la cabeza de un lado para el otro con aire de resignación.

Es que se aburre. Está acostumbrada a dar una vuelta por ahí. Si pudiera dejarla salir aunque sólo fuera de noche...

¿Acaso tengo cara de idiota? —gruñó tío Vernon

—Sí. — gritaron a todo pulmón los alumnos, mientras McGonagall entrecerraba los ojos, suspiraba largamente y volvía a la lectura.

, con restos de huevo frito en el poblado bigote

—Qué asco — exclamaron Angelina, Kate, Cho, Marietta, Lavander, Parvati y Padma con asco.

Las demás mujeres, asintieron con la cabeza.

. Ya sé lo que ocurriría si saliera la lechuza.

Cambió una mirada sombría con su esposa, Petunia.

Todos los alumnos levantaron las cejas pensativos, hasta que…

— ¿Se estará refiriendo a las cartas? — preguntó Terry desde la mesa de Ravenclaw.

—Es obvio. — le respondió Michael algo enojado.

—Apuesto lo que sea a que ese estúpido muggle no quiere que Harry tenga comunicación con el mundo mágico mientras este en su casa. — soltó Hannah, desde la mesa de Hufflepuff, indignada.

Tras ese dialogo, el comedor se convirtió en un estadillo de quejas. Harry se sorprendió cuando vio a los Slytherin bufar de indignación. ¡Vaya!, no dejo de sorprenderme Pensó el muchacho del cabello azabache, al momento que varios maleficios le llegaban al globo.

—No le pueden negar la comunicación con la gente mágica, malditos bastardos. — gritaron Charlie y Bill, enfadados. Molly, de inmediato, comenzó a retar a sus hijos; ellos simplemente se encogieron de hombros.

Remus, Tonks, Arthur y Sirius, asintieron con la cabeza, pensando lo mismo, mientras el último tomaba su pergamino de bromas y volvía a escribir sobre él.

Harry rodeo los ojos exasperado. Si hacen escándalo por esto, ni me imagino con el castigo que viene Pensó el niño que vivió, tragando saliva.

Harry quería seguir discutiendo, pero un eructo estruendoso y prolongado de Dudley, el hijo de los Dursley, ahogó sus palabras.

Las mujeres arrugaron la nariz con asco, mientras los hombres reían a carcajadas.

¡Quiero más beicon!

—Beicon a tu abuela. — dijeron los gemelos, haciendo reír al resto.

Queda más en la sartén, ricura —dijo tía Petunia, volviendo los ojos a su robusto hijo—. Tenemos que alimentarte bien mientras podamos... No me gusta la pinta que tiene la comida del colegio...

No digas tonterías, Petunia, yo nunca pasé hambre en Smeltings —dijo con

énfasis tío Vernon—. Dudley come lo suficiente, ¿verdad que sí, hijo?

Los que conocían a Dudley se miraron, y estallaron en sonoras y fuertes carcajadas.

—Yo creo que suficiente es poco para él. — dijeron los gemelos entre risas y, nuevamente, haciendo reír al resto.

Dudley, que estaba tan gordo que el trasero le colgaba por los lados de la silla,

Todos comenzaron a reír escandalosamente, inclusive los Slytherin. Los adultos presentes y los profesores tuvieron serias dificultades para no reír, pero terminaron riendo por lo bajo. Luego de quince minutos, y ante la amenaza de McGonagall que quitaría puntos si no dejaban de reír, la lectura continúo.

Hizo una mueca y se volvió hacia Harry.

Pásame la sartén.

Se te han olvidado las palabras mágicas —repuso Harry de mal talante.

Antes que cualquiera pudiese decir o acotar algo, la profesora siguió leyendo.

El efecto que esta simple frase produjo en la familia fue increíble:

Todos levantaron las cejas y se cruzaron de brazos, esperando la dichosa reacción.

Dudley ahogó un grito y se cayó de la silla con un batacazo que sacudió la cocina entera;

Aunque el enfado se podía ver en los rostros de la gente, muchos fueron los que rieron por lo bajo.

la señora Dursley profirió un débil alarido y se tapó la boca con las manos,

—Dramática. — dijeron los bromistas, haciendo una mueca. Varios asintieron de acuerdo con ellos.

y el señor Dursley se puso de pie de un salto, con las venas de las sienes palpitándole.

Todos, sin excepciones, agarraron fuertemente la varita para evitar volver a maldecir el globo.

¡Me refería a «por favor»! —dijo Harry inmediatamente—. No me refería a...

Muchos bufaron mientras los demás miraban con el ceño fruncido el libro.

¿QUÉ TE TENGO DICHO —bramó el tío, rociando saliva por toda la mesa—

ACERCA DE PRONUNCIAR LA PALABRA CON «M» EN ESTA CASA?

—¡LA PALABRA CON "M" ¡ — gritó el alumnado, especialmente los sangre pura, al unísono, antes de comenzar a maldecir entre dientes.

Los de sangre limpia estaban indignados, es más, les era intolerable que se expresaran así de los magos que se sintieron ofendidos.

Harry pudo ver que al menos quince a veinte maleficios le llegaban al globo. Sirius, por otro lado, se limitaba a gruñir entre dientes y seguir anotando en su pergamino. Remus, intentaba controlarlo, pero no podía.

McGonagall, luego de quince minutos de insultos y quejas, silencio al comedor con un grito para poder seguir leyendo.

Pero yo...

¡CÓMO TE ATREVES A ASUSTAR A DUDLEY! —dijo furioso tío Vernon,

golpeando la mesa con el puño.

—Y tú… ¡CÓMO TE ATREVES A GRITARLE A MI AHIJADO! — gritó Sirius, como si Vernon Dursley estuviese allí.

Varios retrocedieron temerosos por la reacción de Black, pero debían reconocer que estaba en lo cierto.

Harry pensó que si su tío estuviese allí, ya estaría en San Mungo intentando recuperarse de los maleficios que le hubiesen llegado. No pudo evitar sonreír con ese pensamiento.

Yo sólo...

¡TE LO ADVERTÍ! ¡BAJO ESTE TECHO NO TOLERARÉ NINGUNA

MENCIÓN A TU ANORMALIDAD!

El silencio reino en el comedor por varios segundos. Todos se encontraban atónitos por lo dicho por Vernon Dursley, que no pensaban con mucha claridad, hasta que…

—¡ANORMALES! …¡ANORMALES! …— repitió, para sorpresa de todos, Malfoy. — USTEDES SON LOS ANORMALES…¡MALDITOS INFELICES MUGGLES!

Y eso basto para que el comedor estallara en nuevas quejas e insultos, y que desde el lugar que se encontraban sentados, lanzaran más y más maleficios al globo.

Los profesores, indignados como estaban…

—¡MALDITOS BASTARDOS! — gritaban Sprouth, Flitwich, Minerva, Sinistra y hasta el mismísimo Snape.

Nadie se atrevía a decir algo, ni siquiera Molly, quién intentaba calmar a sus hijos que proferían una salva de blasfemias de todo tipo, mas en su mente ¡MALNACIDOS, DURSLEY!, USTEDES SON LOS ANORMALES.

Sirius, era un caso aparte, gruñía, maldecía, lanzaba maleficios, se sentaba, escribía en el pergamino y gritaba y volvía a hacer la misma rutina.

Hermione y Ron tomaban las manos de Harry, quien parecía muy avergonzado.

Y pasaron veinte minutos más, y aún se escuchaban voces que blasfemaban y lanzaban maleficios al globo, que había sido reemplazado como tres veces ya. Harry, exasperado como estaba…

—YA BASTA. — gritó tan fuerte que todos se callaron al instante. — FUE MÁS QUE SUFICIENTE…HAN ESTADO CERCA DE TREINTA MINUTOS BLASFEMANDO Y LANZANDO MALEFICIOS…CALMENSE YA, QUE LOS DURSLEY NO LOS ESCUCHARAN DE AQUÍ NI NADA POR EL ESTILO…YA CANALIZARON SU RABIA…AHORA A VOLVER A LA LECTURA.

Todos lo miraron boquiabiertos y con sorpresa. Lentamente, asintieron, respiraron profundamente y volvieron a la lectura, aunque la rabia no se les había pasado.

Harry miró el rostro encarnado de su tío y la cara pálida de su tía, que trataba de

Levantar a Dudley del suelo.

—Dramáticos. — sisearon todos.

De acuerdo —dijo Harry—, de acuerdo…

Tío Vernon volvió a sentarse, resoplando como un rinoceronte al que le faltara el

aire y vigilando estrechamente a Harry por el rabillo de sus ojos pequeños y penetrantes.

Y en el comedor vigilaban al globo estrechamente, imaginando que esas personas estuviesen ahí en ese momento.

Desde que Harry había vuelto a casa para pasar las vacaciones de verano, tío

Vernon lo había tratado como si fuera una bomba que pudiera estallar en cualquier momento;

Gruñidos de indignación se escucharon a lo largo del comedor.

porque Harry no era un muchacho normal.

Todos volvieron sus cabezas en dirección a Harry, quien hizo un gesto desesperado y gritó que volviesen a leer.

De hecho, no podía ser menos normal de lo que era.

Harry Potter era un mago...,

—Qué novedad…no lo sabíamos. — ironizaron los alumnos y bromistas al unísono. Aún estaban enfadados.

un mago que acababa de terminar el primer curso en el Colegio Hogwarts de Magia. Y si a los Dursley no les gustaba que Harry pasara con ellos las vacaciones, su desagrado no era nada comparado con el de su sobrino.

—Nada que ver. — ironizo, estaba vez, Harry.

Añoraba tanto Hogwarts que estar lejos de allí era como tener un dolor de estómago permanente.

El enfado fue reemplazado al instante por la simpatía.

Añoraba el castillo, con sus pasadizos secretos y sus fantasmas;

Los merodeadores y los gemelos, asintieron con una gran sonrisa en el rostro. En el caso de Remus y Sirius, añoraban sus años de colegiales junto a su amigo Cornamenta y sus travesuras.

las clases

Hermione, Remus y los profesores miraron con aire de sentirse sorprendidos a Harry, mientras…

—Te pasaste al lado oscuro. — gemían Ron, los gemelos, Lee y Sirius a la vez.

(aunque quizá no a Snape, el profesor de Pociones)

Snape frunció el ceño mientras los alumnos, reían por lo bajo.

; las lechuzas que llevaban el correo; los banquetes en el Gran Comedor; dormir en su cama con dosel en el dormitorio de la torre; visitar a Hagrid, el guardabosques, que vivía en una cabaña en las inmediaciones del bosque prohibido;

Hagrid le regalo una gran sonrisa al muchacho de los ojos verdes.

y, sobre todo, añoraba el quidditch, el deporte más popular en el mundo mágico, que se jugaba con seis altos postes que hacían de porterías, cuatro balones voladores y catorce jugadores montados en escobas.

Los fanáticos al quidditch aplaudieron ante la mención del deporte mientras Sirius y Remus pensaban Igual a James.

En cuanto Harry llegó a la casa, tío Vernon le guardó en un baúl bajo llave,

Todos pusieron mucha atención y agarraron con fuerza la varita.

en la alacena que había bajo la escalera, todos sus libros de hechizos, la varita mágica, las túnicas, el caldero y la escoba de primerísima calidad, la Nimbus 2.000.

—¡¿QUÉ? — exclamaron indignados tanto el profesorado como el alumnado.

Harry se encogió de hombros al tiempo que nuevos maleficios le llegaban al globo.

¿Qué les importaba a los Dursley si Harry perdía su puesto en el equipo de quidditch de Gryffindor por no haber practicado en todo el verano?

—Cómo si fuese a suceder alguna vez. — dijo el equipo de quidditch de Gryffindor, haciendo ruborizar a Harry.

¿Qué más les daba a los Dursley si Harry volvía al colegio sin haber hecho los deberes?

Los profesores siseaban enojados. Para sorpresa de todos, en ese momento, le llego un maleficio al globo. Había sido la profesora McGonagall, quien respiraba con dificultad y escribía en un pergamino.

Todos se sorprendieron al ver a la profesora escribiendo mientras pensaban qué estaría poniendo en el pergamino.

Los Dursley eran lo que los magos llamaban muggles, es decir, que no tenían ni una gota de sangre mágica en las venas

—Menos mal — suspiraron todos aliviados.

, y para ellos tener un mago en la familia era algo completamente vergonzoso.

—¿Alguien me puede explicar qué demonios pasa por la cabeza de esa gente? — preguntó Sirius, que cada vez estaba más enfadado.

La gran mayoría poso sus ojos en Harry, quien se encogió de hombros.

Tío Vernon había incluso cerrado con candado la jaula de Hedwig, la lechuza de Harry, para que no pudiera llevar mensajes a nadie del mundo mágico.

—¿Cómo puede hacerle eso a Hedwig? Es su mascota, son sus cosas, de él. No tienen derecho —Molly prácticamente gritó esa frase. Ginny asintió con el ceño muy fruncido.

Harry no se parecía en nada al resto de la familia.

—Menos mal. — exclamaron aliviados los alumnos y profesores.

Tío Vernon era corpulento, carecía de cuello y llevaba un gran bigote negro; tía Petunia tenía cara de caballo y era huesuda; Dudley era rubio, sonrosado y gordo.

—Excelentes descripciones. — dijeron los bromistas, haciendo una mueca de desagrado.

Varios imitaron el gesto de los bromistas.

Harry, en cambio, era pequeño y flacucho, con ojos de un verde brillante y un pelo negro azabache siempre alborotado.

—Un mini James Potter. — dijeron Sirius y Remus, riendo a carcajadas.

Harry frunció el ceño.

Llevaba gafas redondas y en la frente tenía una delgada cicatriz en forma de rayo.

Las miradas de todos se dirigieron a Harry cuando esté se tocó, involuntariamente, la cicatriz.

Era esta cicatriz lo que convertía a Harry en alguien muy especial, incluso entre los magos.

En el fondo, eres igual a tu Padre, Potter Snape gruñía en su mente.

La cicatriz era el único vestigio del misterioso pasado de Harry y del motivo por el que lo habían dejado, hacia once años, en la puerta de los Dursley.

Varios gruñeron sin proponérselo.

A la edad de un año,

—No, por favor. — se quejó todo el comedor mientras Harry se encogía de hombros.

Harry había sobrevivido milagrosamente a la maldición del hechicero tenebroso más importante de todos los tiempos, lord Voldemort,

Varios se estremecieron.

cuyo nombre muchos magos y brujas aún temían pronunciar.

—Exacto. — dijeron los alumnos, asintiendo con la cabeza.

Los padres de Harry habían muerto en el ataque de Voldemort,

Los merodeadores bajaron la cabeza apenados.

pero Harry se había librado, quedándole la cicatriz en forma de rayo. Por alguna razón desconocida, Voldemort había perdido sus poderes en el mismo instante en que había fracasado en su intento de matar a Harry.

Albus miró a Harry con aire de culpabilidad. No era sensato decirle en ese momento.

De forma que Harry se había criado con sus tíos maternos.

Se debió haber criado conmigo Pensaron los merodeadores con tristeza.

Había pasado diez años con ellos sin comprender por qué motivo sucedían cosas raras a su alrededor, sin que él hiciera nada, y creyendo la versión de los Dursley, que le habían dicho que la cicatriz era consecuencia del accidente de automóvil que se había llevado la vida de sus padres.

Remus, Sirus, Hagrid y la gran mayoría gruñeron ante la mención de esa mentira. No les había gustado para nada.

Pero más adelante, hacía exactamente un año, Harry había recibido una carta de

Hogwarts y así se había enterado de toda la verdad.

Así siempre debió ser Pensaron todos mientras gruñían.

Ocupó su plaza en el colegio de magia, donde tanto él como su cicatriz se hicieron famosos...

Sanpe gruñó por lo bajo.

; pero el curso escolar había acabado y él se encontraba otra vez pasando el verano con los Dursley, quienes lo trataban como a un perro que se hubiera revolcado en estiércol.

Todos, sin excepciones, gruñeron, blasfemaron y lanzaron nuevos maleficios al globo.

Los Dursley ni siquiera se habían acordado de que aquel día Harry cumplía doce años. No es que él tuviera muchas esperanzas, porque nunca le habían hecho un regalo como Dios manda, y no digamos una tarta... Pero de ahí a olvidarse completamente...

Todos quienes estaban al lado de él, le palmearon la espalda con cierta tristeza, mientras Ron y Hermione tomaban sus manos y se culpaban por no haber hecho algo cuando se dieron cuenta que Harry no les contestaba a sus cartas.

En aquel instante, tío Vernon se aclaró la garganta con afectación y dijo:

Bueno, como todos sabemos, hoy es un día muy importante.

—No me lo creo — dijeron los alumnos incrédulos, cayendo en la trampa.

Harry se debatía entre reír o no.

Harry levantó la mirada, incrédulo.

Puede que hoy sea el día en que cierre el trato más importante de toda mi vida profesional —dijo tío Vernon.

—¡Estúpido, muggle! — exclamaron todos, indignados.

Harry volvió a concentrar su atención en la tostada. Por supuesto, pensó con amargura, tío Vernon se refería a su estúpida cena. No había hablado de otra cosa en los últimos quince días. Un rico constructor y su esposa irían a cenar, y tío Vernon esperaba obtener un pedido descomunal. La empresa de tío Vernon fabricaba taladros.

Uno de los muchachos del séptimo año de la casa de Slytherin, se paró y gritó.

—¿ QUIERE ALGUIEN EXPLICARNOS QUÉ ES UN MALDITO TALADRO? —Los hijos de muggles, los media sangre y los que tomaban la materia de Estudios Muggles, rodearon los ojos.

El chico de Slytherin posó su mirada en Hermione, quién suspiró de la exasperación.

—Un taladro es un objeto que se usa para romper mármol o cemento, se usa generalmente para romper suelos.

Los sangre pura miraron con confusión mientras los hijos de muggles, rodearon, nuevamente, los ojos.

—Sigo sin entender. — le dijo el chico de Slytherin a una de sus compañeras, antes que Minerva siguiera leyendo.

Creo que deberíamos repasarlo todo otra vez —dijo tío Vernon

— ¿Repasarlo otra vez? — repitió el comedor, atónito.

Harry se aguanto las ganas de reír.

. Tendremos que estar en nuestros puestos a las ocho en punto.

—No me lo creo. — dijeron los alumnos debatidos entre la risa y la incredulidad.

—Están dementes. — dijeron los bromistas, exasperados por la actitud de los muggles.

—Nadie hace eso. — dijeron Molly, Arthur y los profesores, anonadados.

Harry, sin poder aguantarlo más, se largo a reír. Muchos le siguieron.

Petunia, ¿tú estarás...?

En el salón —respondió enseguida tía Petunia—, esperando para darles la bienvenida a nuestra casa.

Bien, bien. ¿Y Dudley?

—Mal, mal, mal…les da a parecer mal…mal, mal…los Dursley son idiotas…mal, mal… están dementes…mal, mal…ellos nos exasperan…mal, mal…que va a salir mal. — cantaron los alumnos, riendo a carcajadas.

Estaré esperando para abrir la puerta. —Dudley esbozó una sonrisa idiota—.

¿Me permiten sus abrigos, señor y señora Mason?

¡Les va a parecer adorable! —exclamó embelesada tía Petunia.

—¡Les va a parecer horrible! — exclamaron los bromistas, seguidos por un nuevo coro de risas.

Excelente, Dudley —dijo tío Vernon. A continuación, se volvió hacia Harry—.

¿Y tú?

Me quedaré en mi dormitorio, sin hacer ruido para que no se note que estoy

dijo Harry, con voz inexpresiva.

—¡¿QUÉ? — gritó el comedor al unísono; pero nada más fuerte que los Weasley, Remus, Tonks y Sirius.

—¡Malditos bastardos! ¡Malnacidos! ¡Estúpidos! ¡Idiotas! — maldecía Sirius enfadado. —me la pagarás.

Mientras tanto, los maleficios le seguían llegando al globo.

Exacto —corroboró con crueldad tío Vernon

—Y cruel seré yo contigo, Vernon Dursley. — Sirius anotaba en el pergamino, que ya había sido cambiado por otro.

. Yo los haré pasar al salón, te los presentaré, Petunia, y les serviré algo de beber. A las ocho quince...

—Esto me está exasperando. — dijo Molly rodeando sus ojos, las profesoras y Tonks asintieron de acuerdo con ella.

Anunciaré que está lista la cena —dijo tía Petunia—. Y tú, Dudley, dirás...

¿Me permite acompañarla al comedor, señora Mason? —dijo Dudley, ofreciendo su grueso brazo a una mujer invisible.

—Hay que llevarlos a un psiquiatra. — soltó Collin mientras los hijos de muggles y los media sangre, asentían de acuerdo con él.

Los sangre puras miraron con confusión. Minerva, antes que preguntaran qué es un psiquiatra, volvió a leer.

¡Mi caballerito ideal! —suspiró tía Petunia.

—¡Mi ballena ideal! — dijeron los bromistas, haciendo reír al resto.

¿Y tú? —preguntó tío Vernon a Harry con brutalidad.

Más maleficios le llegaron al globo.

Me quedaré en mi dormitorio, sin hacer ruido para que no se note que estoy

recitó Harry.

Y gruñeron ante eso.

Exacto. Bien, tendríamos que tener preparados algunos cumplidos para la cena.

Petunia, ¿sugieres alguno?

—Es definitivo…estás personas están demente. — Minerva estaba enloquecida.

Todos asintieron de acuerdo con ella.

Vernon me ha asegurado que es usted un jugador de golf excelente, señor

Mason... Dígame dónde ha comprado ese vestido, señora Mason...

—Patético. — dijeron los alumnos, haciendo una mueca de desagrado.

Perfecto... ¿Dudley?

¿Qué tal: «En el colegio nos han mandado escribir una redacción sobre nuestro héroe preferido, señor Mason, y yo la he hecho sobre usted»?

—Qué aburrido. — exclamaron los alumnos bostezando.

Esto fue más de lo que tía Petunia y Harry podían soportar. Tía Petunia rompió a llorar de la emoción y abrazó a su hijo, mientras Harry escondía la cabeza debajo de la mesa para que no lo vieran reírse.

Y lo mismo ocurría en el comedor, todos reían, más aún Harry, quién recordaba la expresión de su primo.

¿Y tú, niño?

Al enderezarse, Harry hizo un esfuerzo por mantener serio el semblante.

Y los del comedor, haciendo un esfuerzo por no volver a maldecir al globo, que ya había sido nuevamente reemplazado.

Me quedaré en mi dormitorio, sin hacer ruido para que no se note que estoy

repitió.

Eso espero —dijo el tío duramente—. Los Mason no saben nada de tu existencia

y seguirán sin saber nada.

Y el esfuerzo se fue por un inodoro, porque nuevos maleficios le llegaron al globo.

Al terminar la cena, tú, Petunia, volverás al salón con la señora Mason para tomar el café y yo abordaré el tema de los taladros. Con un poco de suerte, cerraremos el trato, y el contrato estará firmado antes del telediario de las diez. Y mañana mismo nos iremos a comprar un apartamento en Mallorca.

—No sé porqué hay algo que me dice que todo lo que planearon saldrá mal—comentó Sirius al tiempo que varios asentían con la cabeza

Harry miró a Ron y Hermione, antes de sonreír y soltar una carcajada.

—Ya lo verás. — Harry pensaba, eso sí, en Dobby y la carta que le llego.

A Harry aquello no le emocionaba mucho. No creía que los Dursley fueran a quererlo más en Mallorca que en Privet Drive.

Sirius gruñó enrabiado, mientras más y más maleficios le llegaban al globo.

Bien..., voy a ir a la ciudad a recoger los esmóquines para Dudley y para mí. Y tú —gruñó a Harry—, mantente fuera de la vista de tu tía mientras limpia.

—Y tú — gruñó Sirius —, deja de maltratar a mi ahijado.

Todos, sin excepciones, asintieron con la cabeza.

Harry salió por la puerta de atrás. Era un día radiante, soleado. Cruzó el césped, se dejó caer en el banco del jardín y canturreó entre dientes: «Cumpleaños feliz..., cumpleaños feliz..., me deseo yo mismo...»

La tristeza inundo el comedor.

No había recibido postales ni regalos, y tendría que pasarse la noche fingiendo que no existía.

Sirius y Remus miraron a Ron y Hermione, como si le reprochasen que se hayan pasado del cumpleaños de su amigo. Los dos, bajaron la cabeza con tristeza.

Abatido, fijó la vista en el seto. Nunca se había sentido tan solo.

Sin pensarlo, Ginny abrazo a Harry mientras le decía Tienes a tu padrino,Remus , Hermione y a todos nosotros, los Weasley, ganándose varias miradas de sorpresa tanto de su familia como el resto del comedor.

Cho miraba la escena muy celosa.

Antes que ninguna otra cosa de Hogwarts, antes incluso que jugar al quidditch, lo que de verdad echaba de menos era a sus mejores amigos, Ron Weasley y Hermione Granger.

Todas las miradas se dirigieron a los mencionados. Todos reprochándoles con la mirada que se habían olvidado de Harry.

Pero ellos no parecían acordarse de él. Ninguno de los dos le había escrito en todo el verano, a pesar de que Ron le había dicho que lo invitaría a pasar unos días en su casa.

—Harry… — comenzaron Ron y Hermione. Todas las miradas se dirigieron a ellos.

—Ya lo sé, ustedes saben lo que pasó. Déjenlo ahí. — les aseguró Harry. Ambos le dirigieron una sonrisa de oreja a oreja.

Muchos no entendieron el cruce de diálogos de los amigos.

Un montón de veces había estado a punto de emplear la magia para abrir la jaula de Hedwig

—Te pueden castigar. — dijeron las niñas, comiéndose las uñas mientras Harry rodeaba los ojos.

y enviarla a Ron y a Hermione con una carta, pero no valía la pena correr el riesgo. A los magos menores de edad no les estaba permitido emplear la magia fuera del colegio.

—Exacto — dijeron los profesores, asintiendo con la cabeza de acuerdo a Harry.

Harry no se lo había dicho a los Dursley; sabía que la única razón por la que no lo encerraban en la alacena debajo de la escalera junto con su varita mágica y su escoba voladora era porque temían que él pudiera convertirlos en escarabajos.

La gente se debatía entre la rabia e impotencia y la risa que le produjo el ver convertidos en escarabajos a los Dursley. Igualmente alguien lanzo un maleficio al globo.

Durante las dos primeras semanas, Harry se había divertido murmurando entre dientes palabras sin sentido y viendo cómo Dudley escapaba de la habitación todo lo deprisa que le permitían sus gordas piernas.

La gente comenzó a reír a carcajadas, imaginando a Dudley intentando de correr lo más rápido que podía.

Pero el prolongado silencio de Ron y Hermione le había hecho sentirse tan apartado del mundo mágico, que incluso el burlarse de Dudley había perdido la gracia..., y ahora Ron y Hermione se habían olvidado de su cumpleaños.

—No fue así. —gritaron los dos, antes que nadie pudiese decirles algo.

Todos le miraron con desconfianza, menos los Weasley, Remus, Sirius y Tonks.

¡Lo que habría dado en aquel momento por recibir un mensaje de Hogwarts, de un mago o una bruja! Casi le habría alegrado ver a su mortal enemigo, Draco Malfoy,

Draco se puso a reír a carcajadas mientras el trío le miraba feo, sin embargo, en su mente, se sentía muy importante ¡Deja de pensar en estupideces! Se regañó mentalmente.

para convencerse de que aquello no había sido solamente un sueño...

Todos miraron a Harry con simpatía.

Aunque no todo el curso en Hogwarts resultó divertido. Al final del último trimestre, Harry se había enfrentado cara a cara nada menos que con el mismísimo lord Voldemort.

—Y fue brillante. — dijeron los bromistas con un deje de orgullo.

Nadie les rebatió, porque pensaban lo mismo.

Aun cuando no fuera más que una sombra de lo que había sido en otro tiempo,

Voldemort seguía resultando terrorífico, era astuto y estaba decidido a recuperar el poder perdido.

El estremecimiento se pudo notar en muchos de los alumnos.

Por segunda vez, Harry había logrado escapar de las garras de Voldemort, pero por los pelos, y aún ahora, semanas más tarde, continuaba despertándose en mitad de la noche, empapado en un sudor frío, preguntándose dónde estaría Voldemort, recordando su rostro lívido, sus ojos muy abiertos, furiosos...

Otra ronda de estremecimiento sintieron los alumnos y algunos profesores.

De pronto, Harry se irguió en el banco del jardín. Se había quedado ensimismado mirando el seto... y el seto le devolvía la mirada. Entre las hojas habían aparecido dos grandes ojos verdes.

—¿Quién es? — preguntaron todos a la vez, alarmados.

El trío y los gemelos sonrieron abiertamente y se encogieron de hombros ante las miradas que le enviaban los demás.

Una voz burlona resonó detrás de él en el jardín y Harry se puso de pie de un salto.

Sé qué día es hoy —canturreó Dudley, acercándosele con andares de pato.

La gente comenzó a reír.

—Excelente descripción. — los gemelos aullaban de la risa, imaginando a Dudley así.

Los ojos grandes se cerraron y desaparecieron.

¿Qué? —preguntó Harry, sin apartar la vista del lugar por donde habían desaparecido.

Sé qué día es hoy —repitió Dudley a su lado.

Enhorabuena —respondió Harry—. ¡Por fin has aprendido los días de la semana!

—No somos dignos, no somos dignos…lindo sarcasmo, Harry. — los gemelos se limpiaban una lágrima falsa con orgullo.

Hoy es tu cumpleaños —dijo con sorna—. ¿Cómo es que no has recibido postales de felicitación? ¿Ni siquiera en aquel monstruoso lugar has hecho amigos?

—SI HA HECHO AMIGOS, ESTUPIDO DUDLEY. — gritaron Ron y Hermione a la vez, lanzándole varios maleficios al globo.

Harry les agradeció a los dos, cuando dejaron de lanzarle maleficios. Ellos le sonrieron de vuelta.

Procura que tu mamá no te oiga hablar sobre mi colegio —contestó Harry con

frialdad.

Dudley se subió los pantalones, que no se le sostenían en la ancha cintura.

Y la gente rió una vez más, sólo que esta vez, Ron y Hermione lo hacían como si se mofaran de él.

¿Por qué miras el seto? —preguntó con recelo.

Estoy pensando cuál sería el mejor conjuro para prenderle fuego —dijo Harry.

—Bien hecho, Harry. — la gente aplaudía complacida.

Al oírlo, Dudley trastabilló hacia atrás y el pánico se reflejó en su cara gordita.

No..., no puedes... Papá dijo que no harías ma-magia...

Por un momento, el silencio reino en el comedor, hasta que…

—No me lo creo…dijo magia. — tanto los alumnos como profesores tenían la boca abierta y miraban atónito al libro.

—La primera vez, para el deleite de todos. — Harry reía por lo bajo.

Nadie dijo nada, se limitaron a asentir y la profesora a seguir leyendo.

Ha dicho que te echará de casa..., y no tienes otro sitio donde ir..., no tienes amigos con los que quedarte...

—Puede ir a la madriguera, con gusto viviremos con él. — dijo Molly, apretando los dientes.

—O a Grimmauld Place. Para eso tiene un padrino. — Sirius siseaba enojado por lo dicho por Dudley.

—Y estoy segura que a mis padres no les importaría tenerte en la casa viviendo. — Hermione entrecerraba los ojos, enfadada.

—Antes con algunos de nosotros que con los malditos Dursley. — dijeron Remus y Tonks, gruñendo.

Harry se sonrojo y dijo un débil antes que todos asintieran de acuerdo con los nombrados y se volviese a leer.

¡Abracadabra! —dijo Harry con voz enérgica—. ¡Pata de cabra! ¡Patatum,

patatam!

Los hijos de muggle y los media sangre, rieron por lo bajo mientras los sangre pura miraban confundidos.

¡Mamaaaaaaá! —vociferó Dudley, dando traspiés al salir a toda pastilla hacia la

casa—, ¡mamaaaaaaá! ¡Harry está haciendo lo que tú sabes!

Y el comedor estalló en carcajadas y risas. Costó un poco de tiempo que todos se callasen y la lectura prosiguiera.

Harry pagó caro aquel instante de diversión. Como Dudley y el seto estaban intactos, tía Petunia sabía que Harry no había hecho magia en realidad, pero aun así intentó pegarle en la cabeza con la sartén que tenía a medio enjabonar y Harry tuvo que esquivar el golpe.

—¡IDIOTA, TUNEY! — exclamó Snape, dejando boquiabierto al comedor entero.

Sirius abría y cerraba los ojos con incredulidad, no muy diferente a como estaba Harry, Ron y Hermione, los cuales balbuceaban incoherencias, sin saber qué decir.

Snape se avergonzó, pero no lo demostró, hizo un gesto a su colega para que prosiguiera.

Luego le dio tareas que hacer, asegurándole que no comería hasta que hubiera acabado.

— ¡MALVADA MUJER! , ¿CÓMO VAS A NEGARLE COMER A UN NIÑO? — gritó Molly indignada y lanzándole un maleficio al globo. Seguida de un asentimiento de McGonagall y todas las mujeres allí presentes.

Mientras Dudley no hacía otra cosa que mirarlo y comer helados, Harry limpió las ventanas, lavó el coche, cortó el césped, recortó los arriates, podó y regó los rosales y dio una capa de pintura al banco del jardín.

Silencio y más silencio se podía sentir a lo largo del comedor antes que Sirius gritase ¡Se las verán conmigo, eso es abuso infantil! y le enviase maleficios al globo. Molly asintió de acuerdo con él, y lanzó más maleficios al globo que, otra vez, había sido reemplazado por uno nuevo.

Mientras eso sucedía, los Gryffindor estaban tan anonadados que tuvieron que preguntarle ¿Sabes hacer todo eso? al tiempo que Harry miraba con vergüenza y se encogía de hombros.

Minerva, que estaba enojadísima, hizo su mayor esfuerzo por seguir leyendo.

El sol ardiente le abrasaba la nuca. Harry sabía que no tenía que haber picado el anzuelo de Dudley, pero éste le había dicho exactamente lo mismo que él estaba pensando..., que quizá tampoco en Hogwarts tuviera amigos.

Ron y Hermione negaron con la cabeza algo exasperados. Harry se volvió a encoger de hombros.

«Tendrían que ver ahora al famoso Harry Potter», pensaba sin compasión

La gente se volvió a Harry con una mezcla de compasión y tristeza. Esa no era la vida de un niño de 12 años, no lo era.

, echando abono a los arriates, con la espalda dolorida y el sudor goteándole por la cara.

Snape arrugó la frente, pensando en su propia infancia y contrastándola con la Potter. Eran muy parecidas, de eso no había duda. Se rió, ironizando sus pensamientos, ya que siempre pensó que había tenido una infancia mimada y con todas clases de privilegios; pero pensando de igual manera que si el padre estuviese vivo, no hubiese sido así, como lo decía el libro.

Eran las siete de la tarde cuando finalmente, exhausto, oyó que lo llamaba tía

Petunia.

¡Entra! ¡Y pisa sobre los periódicos!

Fue un alivio para Harry entrar en la sombra de la reluciente cocina. Encima del frigorífico estaba el pudín de la cena: un montículo de nata montada con violetas de azúcar. Una pieza de cerdo asado chisporroteaba en el horno.

—Mmm, tengo hambre — dijeron Ron y Sirius a la vez, luego se miraron y rieron.

—Ya comieron, aguántense. — Hermione y Remus movían la cabeza negando con ella.

¡Come deprisa! ¡Los Mason no tardarán! —le dijo con brusquedad tía Petunia, señalando dos rebanadas de pan y un pedazo de queso que había en la mesa. Ella ya llevaba puesto el vestido de noche de color salmón.

—¿Solo eso te daba de comer? — preguntaron Sirius y Molly a la vez, enfadados y gruñendo, frente a la mirada incrédula de los alumnos que aún no podían asimilar que Harry viviese así.

—En ocasiones. — contestó Harry avergonzado.

Los dos le lanzaron maleficios al globo mientras Minerva se aprestaba a leer.

Harry se lavó las manos y engulló su miserable cena. No bien hubo terminado, tía

Petunia le quitó el plato.

¡Arriba! ¡Deprisa!

Y más maleficios le llegaron al globo.

Al cruzar la puerta de la sala de estar, Harry vio a su tío Vernon y a Dudley con esmoquin y pajarita.

Muchos rieron ante la imagen mental que se le vino a la cabeza.

Acababa de llegar al rellano superior cuando sonó el timbre de la puerta y al pie de la escalera apareció la cara furiosa de tío Vernon.

Recuerda, muchacho: un solo ruido y...

Harry entró de puntillas en su dormitorio, cerró la puerta y se echó en la cama.

El problema era que ya había alguien sentado en ella.

—¿Quién? — preguntaron todos asustados mientras Harry se encogía de hombros.

—No lo sé, tendrán que esperar hasta el próximo capítulo para saber, porque se ha terminado el primero. —anunció Minerva.

Todos gimieron, ya que querían saber quién era.

En ese instante, para el asombro de todos, un pequeño elfo domestico entraba por las puertas del comedor algo asustado…


Hola chicas y chicos. He aquí la segunda parte de la cámara secreta. ¿Están dispuestos a leer mis locuras?...Espero que sí.

Bien, espero que lo hayan disfrutado y muchas gracias a todos en el libro pasado.

Besos.