No había con quien almorzar. No había nadie con quien hablar. Nadie quien le regalará una sonrisa.
Se recargo en la reja de la azotea. Sus cabellos danzaban junto con la tranquila brisa.
Silencio... Solo se encontraba ella en aquel lugar.
Suspiro pesadamente, ni siquiera tenia hambre. Ya ni siquiera sentía.
Cerró los ojos tratando de contener las lágrimas. No quería volver a clases. No quería ver su felicidad.
Pero, no le quedaba de otra.
Solo dame una razón.
Para que mi corazón siga latiendo.
No te preocupes estarás a salvo en mis brazos.
Conforme el mundo cae a nuestro alrededor.
Lo único que podemos hacer es, esperar, esperar.
Con pasos tranquilos se dirijo a su sala. Pudo distinguir a Kagari hablando con su grupo de amigas. Ella no volteo a verla. Pensó que meses atrás decía que no podría vivir sin ella.
Silenciosamente se acomodó en su asiento, fijando su vista en algún punto de su mesa. Parecía un fantasma, no había persona que notara su existencia.
Al finalizar la clase comenzó a ordenar sus cosas tranquilamente. Observo como Mato y Yuu iban riendo juntas hacia sus casas. Se quedo completamente sola. Otra vez.
Trato de sonreír para darse ánimos.
Quería ir aquel lugar que le enseño Mato alguna vez, dónde prometieron una amistad duradera.
Observo la hermosa puesta de sol. Una cristalina lágrima rodó por su mejilla. Ya no quería esto. No quería estar sola. Si hubiera forma de acabar con ese sentimiento que exprimía su pecho. Si solo hubiera una forma. Cayó de rodillas sosteniendo su pecho. Más lágrimas seguían cayendo de sus ojos verdes.
Recordó. Recordó ese maldito día.
-Flash Back-
- ¡Mato espera! – Trato de alcanzarla lo más rápido que podían sus piernas. Cuando lo logro sostuvo su brazo temblorosamente.
- Suéltame. – Dijo con una voz apenas audible. Mirando el suelo.
- Pero Mato… -
- No Yomi. Se acabó. Ya no quiero seguir siendo tú amiga. – Arrebatando violentamente su brazo y mirándola fijamente.
- Mato… ¡Te quiero!... No quiero que esto acabe así. – Sus ojos comenzaron a aguarse. No quería perderla. No a ella.
- Ya no te necesito. – Dándose media vuelta y comenzando a andar sin ningún momento voltear atrás.
-Fin flash back-
Acarició su pulsera de color rojo. ¿Qué había echo mal? ¿En que se había equivocado?
- ¿Por qué? – Susurro con voz rota.
Ya no tenía a nadie. Nadie quien la necesitara. Nadie quien la buscara.
Fijo su vista en el cielo. Todo estaba oscuro. Las estrellas brillaban hermosamente. Se levanto posando una de sus piernas a través de la baranda. ¿Qué más daba? Acabaría con esto. No podía con ese dolor. No era lo suficiente fuerte.
Cerró sus ojos por última vez. Las lágrimas no se detenían. Se lanzo al vació.
Total no había nadie a quien le importará…
Mato se restregó los ojos, ese día había amanecido con más sueño de lo normal. Decidió pasar un rato antes de las clases a su lugar favorito.
Vio una ambulancia con mucha gente alrededor. Se acercó cautelosamente. La gente no la dejaba ver.
Si, parece que esta niña se quiso suicidar. – Escucho decir de uno de los paramédicos que se encontraba ahí.
Cuando pudo distinguir no podía creer lo que veían sus ojos. Yomi se encontraba toda ensangrentada sosteniendo con firmeza aquel adornado que ella misma le había obsequiado para su celular.
- Yomi… ¡Yomi! – No… No podía ser cierto.
No digas ni una palabra, te escucho.
El silencio entre los dos,
solo reflejando que no hay nada.
Tomare esta oportunidad para hacer la mía.
Las cosas que no se ocultan, fingían estar decoradas
