Capítulo 1: El remedio para el dolor.

- Ding Dong – gritaba Ava Parker desde la puerta de su casa. Su condición de ebriedad era cada vez más fuerte los fines de semana y sin dejar los viernes atrás. Para Ava no había fin de semana que no disfrutara, al contrario, se dedicaba a salir todos los fines de semanas posibles, y si su día era de suerte, lograba salir un viernes en la noche y volver un domingo sin dejar recado alguno. Los hermanos gemelos de Ava estaban emputecidos sobre la malcriada actitud de su hermana pequeña, pero aun así la ayudaban y la comprendían, ya que sabían que para Ava, el saber que sus padres, dueños de negocios importantes, nunca tomaran a sus hijos en cuenta, y el defecto de ser mujer , la sensibilidad acerca de la poca importancia que tenían sus padre hacia ella, le dolía y la llevaban a lo único que podía ahogar sus sentimientos con unos cuantos sorbos , el "remedio para el dolor" como lo llamaba Ava, el alcohol.

- Enana, ¿quieres callarte de una vez? – Gritó James, uno de los hermanos de Ava, desde la ventana de su dormitorio, su cuerpo estaba la mitad afuera y la brisa de la noche hacía que sus cabellos bailaran al compás del viento – ¡Despertarás a los vecinos!

- Sabes algo... ME IMPORTA UN RABANO LOS VECINOS – Ava gritaba, y luego se reía al ver como su hermano se enojaba por la ventana. Ava se tambaleaba de un lado a otro hasta que decidió apoyarse en una de las paredes de la casa. Las náuseas venían y se iban. El amargo gusto del vomito subía hasta su garganta y luego bajaba nuevamente hasta su estómago, Ava cerraba los ojos y murmuraba "Aquí viene otra Ava… Aguanta unos segundos más hasta que el idiota de James te habrá esta maldita puerta"

- ¡Quieres bajar la voz! , eres patética… ¡SOLO MIRATE!- James odiaba ver a su pequeña y consentida hermana en aquel estado, le daba lastima y la hacía ver miserable pero aun así seguía siendo su hermana menor y debía cuidarla. James al ver la expresión facial de Ava se preocupó, como lo hacía cada noche. Ava tenía sus manos alrededor de su estómago y su cara estaba pálida como la cal, lentamente las náuseas volvieron y decidió deslizarse por la pared y caer en una posición en donde las rodillas quedaron a la altura de su pecho. Envolvió sus brazos alrededor de sus rodillas y contó "1, 2, 3, 4… ¡Diablos! Esto nunca funciona…Maldigo a la persona que dice que uno se relaja al contar hasta diez… es una mierda" bufaba en sus adentros y apretaba con fuerzas sus rodillas para controlar las náuseas, y sin dudar varias lágrimas brotaron de sus ojos y cayeron lentamente por sus mejillas, se sentía miserable, de la misma manera que se sentía cada vez que salía de fiesta y volvía en este estado.

James buscó a su hermano para que lo ayudara con el pequeño problema que sus padres les habían dejado y que además ellos, eran los culpables de que su pequeña hermana fuera de tal manera. James al entrar a la alcoba de su hermano, respiró. Lo sacudió unas cuantas veces para que despertará, pero era imposible pero insistió, hasta que luego de unos cuantos intentos más dio resultado. Él miró a James con los ojos entrecerrados, no entendía porque su hermano estaba parado en su habitación, zamarreándolo, a la mitad de la madrugada, fijó sus ojos en James y vio una cara de preocupación que solía ver casi todos los fines de semana y sin dudar pensó en la única persona que podía lograr que su hermano gemelo tuviera tal expresión. "Ava"

- ¿Es ella verdad? – preguntó Sam adormecido.

- eh… sí – le contestó - ¿Me ayudarías a llevarla a su alcoba?

- ¡Vete al diablo James! – Gruñó – Ya estoy cansado de esto.

- ¿Y tú crees que yo no? - gritó – Yo soy siempre el que… ¿sabes qué?, olvídalo… - James dio la media vuelta y paró en seco en el plomo de la puerta de la alcoba de su hermano gemelo – Ni siquiera sé porque vine aquí, eres igual que ellos… - lo miró con decepción- Yo me haré cargo de Ava, como siempre lo he hecho.

- Sam abrió los ojos, estaban rojos, sentía como la sangre circulaba rápidamente a través de sus venas y recorrían todo su cuerpo, odiaba que James lo compara con sus padres, él no era como ellos y jamás lo seria. Sam saltó de su cama y se acercó a su hermano- ¡NUNCA ME COMPARES CON ELLOS! ¡TU SABES PERFECTAMENTE QUE YO NO SOY NI UN PELO COMO ELLOS!

- ¡Claro que lo eres! Mírate… ¡solo pensando en ti! Siempre has hecho eso.

- NO TE ATREVAS JAMES… TU SABES QUE MI PACIENCIA TIENE UN LIMITE Y ESTAS LOGRANDO A QUE LA TRASPASE.

- NO ME INTERESA TU PACIENCA SAM… REALMENTE NO ME INTERESA EN ABSOLUTO- James estaba enojado, no entendía porque su hermano, siendo que eran bastante unidos, se ponía en contra en una de las cosas que se prometieron cuando eran pequeños, cuidar de Ava – AHORA SI ME DISCULPAS, YO IRÉ A AYUDAR A AVA… - dejó a su hermano solo, con las palabras en la boca y con los puños tensos – PORQUE YO SÍ CUMPLO MIS PROMESAS.

- Sam, al escuchar las últimas palabras que había dicho James lo descolocaron y se calmó, era verdad. Ellos tenían una promesa y no pensaba en romperla, y menos si se trataba de su pequeño angelito – Yo… Lo siento James – agachó su cabeza pero al cabo de uno segundo la volvió a levantar- Jamás dejaré a Ava sola… eso nunca lo haré… ahora vamos a buscarla ¿sí?

- Hasta que al fin reaccionaste hermanito… apresúrate que hace unos instantes, estaba con una cara que ni te cuento.

Ava ya no aguantaba sus retorcijones que se producían en su estómago debido a sus náuseas. Aferraba fuertemente sus rodillas con sus brazos cada vez que las náuseas subían por su garganta mientras que ella tragaba en seco el ácido sabor del vomito para aguantarse unos segundos más "Tranquila Ava… tus hermanos ya están en camino… ¿Por qué se demoraran tanto?... ¡Diablos! Solo unos segundos, solo unos segundos" se decía Ava aguantándose las enormes ganas de que el ácido sabor que tenía en su garganta, saliera de una vez. Quería que todo acabara, era lo único que odiaba sobre embriagarse, pero para ella, era su única solución. Sus lágrimas caían de sus mejillas. Ya no aguantaba su estilo de vida, pero ella había optado por seguir esta opción a pesar de que sus hermanos le dieran el apoyo necesario en todo, ella no quería ser cuidada por nadie, quería que en algún momento de su vida, sus padres vieran el daño que les había causado.

- Ava…- escuchaba la voz de James que abría rápidamente la puerta principal y se agachaba para aferrarla en sus brazos.

- James…- susurro y levanto su cabeza para observar el hermoso rostro de su hermano. Se lanzó a sus brazos para responder el abrazo que le había ofrecido al sentarse a su lado. – No me digas nada ¿sí?... – lloró. Se aferró a él y posó sus brazos alrededor de su cuello. Se sentía miserable y cada vez que sus lágrimas salían con fuerza, las náuseas volvían amontonándose en su garganta. Se daba asco, cada vez que su hermano la consolaba y sobretodo, ella daba lastima, haciéndose sentir más asquerosa de lo que se sentía. Pero su asco no duraba más de dos días, sino que solo duraba en el lapso al llegar a casa y ver las angelicales caras de sus hermanos gemelos ya que al dormir, su asco, se iba con el sueño.

-Ava… - dijo James sollozando, algo que le hacía romperle el corazón en mil pedazos, era ver a su pequeña Ava llorando desconsolada – No llores, todo está bien. Ya estamos aquí – y algunas lágrimas se posaron en los ojos color musgo del joven - ¿Prométeme que jamás te veré en este estado nuevamente?- pero no hubo respuesta alguna de la joven, estaba acostumbrado a hacerle esa pregunta y se había acostumbrado a que al finalizar la pregunta, el silencio fuera su única respuesta.

- Enana, ¿Por qué sigues haciéndote esto? - Sam apareció por la puerta, había estado detrás de la puerta observando la hermanable escena que James y Ava llevaban. – Sabes que no lograrás nada bebiendo, esto no solucionara tus problemas… - sus ojos estaban aguados, las lágrimas comenzaron a brotar al reflejar uno de los recuerdos del pasado, sus padres nunca estuvieran presenta para ella, y menos para los gemelos – Y lo único que lograrás será traer más problemas.

- Yo…- sus lágrimas salían silenciosamente de sus rostro y sentía que ambos tenían sus hermosos ojos posados en ella. Se daba lastima – Lo siento… Lo siento tanto Sam. Pero es algo que no puedo evitar… no sabes cuánto he tratado de no ser así… ¡Pero ellos me convirtieron en esto!

-Shh… no llores Ava – dijo James aferrándola a su pecho. Colocó sus manos por debajo de sus piernas y se levantó llevándola en brazos hasta su alcoba. Era grande, ella misma la había diseñado. Una cama de mármol, con un cobertor de color crudo y unos cuantos cojines de color champagne que estaban ordenadamente sobre su cama. Unas cortinas largas color blanco invierno que cubrían el gran balcón en donde Ava pasaba toda su mañana observando su hermoso jardín. Unos cuantos sillones negros estaban ubicados al final de la habitación con una gran pantalla de televisión en donde ella y sus hermanos se dedican a ver películas en sus tiempos libres. Los muebles marrón ubicados al otro extremo de la pieza en donde guardaba parte de su ropa. Un walking closet con una variedad de zapatos, abrigos, camisetas, pantalones y vestidos que lo llenaban haciendo parecer repleto. Cerca de su cama se encontraba su baño, su propio baño ya que no pensaba compartir un baño con los animales que solían ser sus hermanos. James dejó a Ava en su cama mientras que Sam, se dedicaba hacer tres chocolates calientes para cada uno. Ava y James llevaban abrazados un buen rato y no entendía la demora de su hermano gemelo "Este imbécil fue hacer los chocolates calientes a China" rió y suspiró al ver que su pequeña Ava corría hasta su baño con unas cuantas arcadas. "Cuando reaccionaras Ava… cuando te darás cuentas que esto no te hace bien" se dijo a sus adentros y corrió detrás de su pequeña hermana. Estaba encima del inodoro, sus codos estaban en él y sujetaba su cabeza con delicadeza. Las arcadas venían y se iban haciéndola sentir cansada, exhausta y solo quería que todo esto acabara de una vez. Sintió las cálidas manos de James acariciaban su espalda. James colocó su mano en su cintura para mantenerla firme y con la otra sujetaba sus salvajes cabellos de color marrón. Sam subió rápidamente las escaleras, sabía que James se debía preguntar porque tardaba tanto, pero no podía encontrar en donde había dejado su madre el envase de chocolate y le costó bastante poder hallarlo. Al subir y no encontrar a ninguno de sus hermanos suspiró. Depositó la bandeja en los pies de la cama de Ava y se aproximó al baño. Al entrar podía ver el pequeño y frágil cuerpo de su adorada hermana encima del inodoro, James aferraba su cintura con su mano mientras con la otra sujetaba su largo cabello para que no se ensuciara, ya que si Ava se enteraba que sus cabellos se habían ensuciado, el fin del mundo comenzaría. Rió. Se arrodilló cerca de su hermana y le acarició su espalda. Cuando Ava ya no tenía nada más que lanzar por su boca, se la enjuago en el lavabo, sus piernas tambaleaban, no podía mantenerse en pie, se sentía frágil y no dudaba que en cualquier momento su rostro se estamparía en el suelo. Sam la tomó entre sus brazos y la acostó en su cómoda cama que ella tanto añoraba. Los gemelos se acostaron en cada extremo de la cama, quedando ella, en el medio de ellos. Los tres con sus chocolates en mano, disfrutaban el momento. Para los gemelos no había nada mejor que pasar una noche, con su pequeña hermana, tomándose su bebida favorita a mitad de la madrugada y para Ava, el tener a sus hermanos protegiéndola, la hacían sentir segura.

- Yo… de verdad lo siento – dijo Ava perdiéndose en su chocolate caliente.

- Enana… - dijo Sam tomando su último sorbo de su chocolate caliente – No lo lamentes, sabes que siempre estaremos para ti.

- No quiero arruinar sus vidas – sus ojos se aguaron – No quiero que arruinen su vida por protegerme… No deben depender de mí…

- ¡Ya calla Ava! – Bufó James – Jamás arruinarás nuestras vidas – le levantó el mentón para que lo mirara a los ojos – Escúchame bien Ava… Tú nunca podrás arruinar nuestras vidas.

- No llores más enana – le dijo Sam lanzándose a su hermana buscando por un abrazo – verás que mañana será un gran día… - Bostezó. Sam miró su reloj de mano y vio que eran pasado de las cuatro de la madruga. El tiempo volaba estando con sus hermanos para él – Es tiempo de que descanses – la besó con un sonoro ruido en su mejilla causándole cosquillas y al despegar sus labios de su suave mejilla se la acarició con dulzura- Buenas noches Ava, que duermas bien.

- Buenas noches Sam – Sam se levantó de la cama de su hermana y se quedó unos momentos observándola desde el cuadro de su puerta – Te quiero y gracias por todo Sam.

- No hay de qué – Sam observó a su hermano gemelo que estaba al lado izquierdo de su hermana con su mano entrelazada a la de ella - ¿Vienes? – El asintió – Ava debe descansar.

- Buenas Noches Ardilla – Soltó la dulce mano de su hermana haciendo soltar un sollozo, sabía que ella lo necesitaba pero debía de descansar – Nos vemos mañana al desayuno ¿sí? – Le besó la frente fuertemente, dejando la sensación de sus labios fruncidos en su frente por un buen rato. Al llegar al marco de la puerta, su hermano gemelo ya había abandonado la habitación sabiendo que, su hermano mayor por solo unos minutos de diferencia, ya debía estar roncando en su alcoba. James se giró y vio a su frágil hermana derramar unas cuantas lágrimas mientras se perdía en una de las paredes de su alcoba.

- James… - dijo Ava sollozando con unas cuantas lágrimas que corrían por sus húmedas mejillas -¿Puedes quedarte?... No quiero estar sola.

El asintió sin dudarlo, se aproximó hacia donde estaba Ava y la aferró fuerte a su pecho en un cálido abrazo. Quitó su tazón de chocolate de sus manos y lo depositó en uno de sus veladores que se encontraban a cada extremo de su cama. James se acostó adentro de las sabanas de la espaciosa cama dejando el espacio necesario para que su hermana se acomodara de la mejor manera en su pecho. Ava, con las lágrimas deslizándose sobre sus mejillas, lo abrazó con fuerza, suplicándole en su abrazo que nunca se alejara de ella. Abrazó a su hermano por la cintura con ambas manos y dejando caer su cabeza encima de su pecho, formando unas cuantas posas en el pijama de su hermano debido a sus doloras lagrimas que brotaban cada vez de sus hinchados ojos. James, acariciaba sus cabellos peinándolos con sus anchos dedos y haciéndole unos cuantos mimos que la hacían sentir como una pequeña de cinco años, pero que para ella, era algo que necesitaba. "Lo siento James" susurró, fue lo único que pudo decir antes de que todo el peso de sus ojos se cerraran haciendo que sus pensamientos fluyeran a través de sus sueños. James, con dificultad escuchó el doloroso susurro de Ava. Su respiración era más calmada y pausada, ya no era entrecortada, sino que su respiración era tranquila y profunda, haciéndole entender que su hermana, estaba completamente dormida. El joven besó suavemente su cabellera, para no despertarla, ya que su hermana debía descansar. "Todo estará bien Ava, ya lo verás" fue lo último que alcanzó a susurrar James antes de que todo se volviera oscuro.

Por la única razón por la que Ava se había decidido a levantarse temprano, fue por el insoportable martilleo que sentía adentro de su cabeza debido al exceso de alcohol que había bebido la noche pasada. Pero a pesar, de apretar su cabeza con su almohada para ahuyentar la terrible jaqueca, sonrió, el día estaba hermoso. Un soleado sol penetraba por su ventanal iluminando cada rincón de su alcoba resaltando los cálidos colores de cobertor y los crudos colores de sus paredes, los pintorescos cuadros que tenía colgado en sus paredes resaltaban con los rayos solares que entraban por la ventana de su alcoba, haciendo que unos cuantos rayos se asomaran en sus rostro, haciendo que su blanca piel y unas cuantas pecas heredadas de su madre, resaltaran con la iluminadora luz solar. Se levantó de un salto y se dirigió al ventanal. Deslizó con delicadeza la ventana de su adorado balcón y se sentó en uno de los blancos sillones de cuero, y contempló el hermoso día. Su vista era hermosa, variedad de árboles que habían en su jardín hacia que la vista fuera perfecta. Los anaranjados, rojos y amarillos colores que tomaron las hojas de los arboles debido al otoño, recalcaban su patio, y con unas cuantas montañas de hojas de diferentes colores, estaban esparcidas por todo el terreno. La brisa estaba un poco helada, pero el sol hacia que esta fuera un poco más cálida acompañada de millones de semillas que volaban a través del viento. El rocío de la noche estaba presente en cada una de las hojas de los árboles y en las barandas de su balcón. Las ardillas corrían por su patio, buscando comida y olfateando cada una de las flores que Ava había plantado cuando era pequeña. Los pájaros volaban de un lado a otro, unos buscaban materiales para sus nidos, otros buscaban comida, y los demás, solo se dedicaban a disfrutar el hermoso día que hoy había tocado. Ava respiró hondo, inhalando millones de olores que venían de las diferentes especies de plantas que tenía plantada en su jardín. Orquídeas, rosas y jazmines repletaban el jardín con unos fuertes colores rosados, rojos y unos cuantos pétalos azules se asomaban que provenían de las delicadas rosas y orquídeas. Ava se dedicaba a contemplar el hermoso lugar que ella misma había creado, convencida de lo que había logrado, era lo suficientemente perfecto para ella. Ava colocó sus piernas arriba del sillón y la aferró en sus brazos, hundiendo su mentón en el hueco que había entremedio de sus rodillas. Su cabeza aún retumbaba, los martillazos estaban presentes y todo se debía a la malcriada actitud que tenía. No recordaba del todo de lo que había sucedido la noche anterior, solo recordaba que estaba con Grace, su amiga de hace años, que con unas fabulosas identificaciones falsas que su amiga había conseguido, habían entrado a la discoteca que siempre habían soñado asistir.

"Ava, al salir de la sofisticada ducha que se había tomadopara prepararse para la noche que había esperado hace años, se dirigió a su armario. Varias prendas estaban colgadas esperando a ser elegidas, Ava solo desparramaba todos sus delicados vestidos de fiesta y al mirarlos los lanzaba al suelo diciendo distintas excusas del porque no las convencía, "Muy antiguo" o "Es muy rojo" o "Demasiado elegante" decía antes de tirar las prendas al suelo y al darse cuenta que ya había derramado todas sus prendas se sentó en ellas. Estaba frustrada, teniendo un enorme armario con distintas prendas de fiestas, ninguna podía llamarle la atención. Hasta que al fin, al abrir uno de los cajones que jamás utilizaba, había encontrado la tenida perfecta. Un delicado vestido de color ocre, de una tela fina, se deslizaba por la piel de Ava llegando hasta sus muslos. Su espalda estaba descubierta por un gran escote que llegaba hasta la mitad de su espina dorsal. Un escote en V en donde sus delicados y pequeños senos sobresalían del vestido. Sus delicadas y blancas piernas se veían alargadas y sensuales al combinar el vestido con unas hermosas sandalias negras que se amarraban con una delicada tira de cuero en los tobillos. El vestido era simple, pero sus curvas estaban más que marcadas, ya que el vestido era ajustado con una cinta de color crudo debajo del busto, haciendo que sus caderas y su plano estomago se marcaran formando sus perfectas curvas. Su maquillaje era simple, una base del tono de su piel, escondían un par de sus características pecas y unas cuantas imperfecciones que tenía en sus rostro. Sus ojos tenían una delicada sombra de color dorado, además de ser delineados con un delineador de color bronce. Sus labios solos los pintó con un brillo labial, haciéndolos ver carnosos y deliciosos. Se paró al frente el espejo y cepillo sus cabellos con su peine de cobre, su delicado y preciado cabello marrón estaba atado en una simple coleta, en donde su larga cabellera atada, rozaba el principio de su espalda. Tomó su bolso de mano y se dirigió a la puerta principal, en donde su querida amiga Grace, la esperaba en su auto afuera de su casa. Pero antes que todo, tenía que lidiar con sus hermanos, que seguramente estaban sentados en unos de los sillones del living, esperando a que su pequeña hermana bajara las escaleras para poder impedirle que fuera a aquella fiesta. Ava bajó con seguridad la escalera, no iba a permitir que sus protectores hermanos le arruinaran lo que estaba esperando hace años y menos arruinarían todo lo que le llevó poder estar magnifica.

- ¿A dónde crees que vas vestida de esa forma Ava? – preguntó James.

- Iré a una fiesta con Grace – respondió bajando los últimos escalones que le faltaban - ¿Algún problema?

- ¿De cuándo que te pones esos vestidos cuando sales con Grace? – Sam se levantó del sillón para enfrentarse con su pequeña hermana -¿A dónde vas?

- ¡Eso no es algo que les importe!, además ya tengo la suficiente edad para tomar mis propias decisiones.

- Ava – grito James – No irás a ningún lado si no nos dices a donde te diriges.

- No les tengo que dar ninguna explicación a ninguna de los dos sobre a donde iré. Solo pasaré mi noche con Grace Y PUNTO – Ava se aproximó a la puerta girando la manilla, para estar preparada para poder salir.

- No te atrevas Ava – dijo Sam – Tu sales de esa puerta y nuestros padres se enteraran de todo.

- ¿Me estas amenazando? - preguntó Ava con los puños cerrados.

- No – saltó James del sillón y se acercó a Ava de la misma manera en que se había acercado Sam hace unos instantes – Te lo estamos advirtiendo.

- ¿Y ustedes creen que con el hecho de que les digan a mis padres me impedirán salir? – gritó – No me interesa en absoluto que le digan la verdad a nuestros padres … vamos James, corre a decirle a nuestros padres lo que Ava se dedica hacer los fines de semanas – sus ojos se aguaron , sabiendo que el tema de sus padres le dolía, era un tema que a Ava la dejaba mal, haciendo que sus lágrimas brotaran al escuchar la palabra "padres" ya que para ella, nunca cumplieron bien su rol - A ELLOS LES IMPORTARA UNA MIERDA LO QUE ESTA HACIENDO SU PEQUEÑA HIJA, CON TAL DE QUE SUS ESTUPIDOS NEGOCIOS NO TENGAN PROBLEMA ¿ O ME EQUIVOCO?

- Cuidado con tu vocabulario Ava, no somos tus amigos para que nos hables de ese modo.

- Ava por favor – le tomó su delicada mano que estaba caliente por la furia que tenía adentro – no te sigas haciendo daño.

- Ava bruscamente soltó su mano de la mano de James y continúo con la discusión que habían empezado - ¡Ellos fueron los que me hicieron daño! – chilló – yo solo estoy tratando de que mi vida, tenga un puto sentido… el problema que es ustedes no entienden– sus lágrimas comenzaron a salir de sus castaños ojos haciendo perder el característico brillo que siempre llevaban – Ustedes no saben lo que se siente que a tus padre les importe una mierda que su hija se emborrache cada fin de semana… - Ava iba a continuar pero Sam la interrumpió-

- TU NO ERES LA UNICA AFECTADA EN ESTO AVA – se acercó a ella quedando cara a cara con su pequeño angelito – SENTIMOS EL MISMO DOLOR QUE SENTIMOS TU , PERO NOSOTROS NO NOS EMBORRACHAMOS PARA AHOGARNOS EN EL DOLOR , NOSOTROS NO NOS HACEMOS LOS PATETICOS COMO TU LO HACES CADA FIN DE SEMANA – Ava al escuchar las palabras de su hermano se le partió el alma, haciendo que su pecho sintiera una punzada , el dolor era insoportable , pero tragó las frías palabras de su hermano dejando que su orgullo surgiera- NOSOTROS SABEMOS SALIR ADELANTE.

- ¡SAM!- gritó James, dándole un palmada en la cabeza, se había extralimitado con su hermana -¡No vuelvas a tratar de esa manera a Ava! – miró unos segundos a Ava, en donde sus ojos estaban blancos, se veía dolor y decepción en sus ojos y unas cuantas lagrimas corrieron de sus ojos, bajando lentamente por su mandíbula – Ava… - alcanzó a articular , pero su hermana había dado la vuelta para encontrarse con la manilla de la puerta – No lo hagas…

- ¡VALLANSE AL DIABLO! – y sin decir más giró por completo la manilla de la puerta y cerrándola de un portazo, dejando a sus hermanos con la rabia rondando en sus mentes. Se limpió las lágrimas que derramó antes de salir por las duras palabras de Sam y se aproximó al auto de su amiga que la esperaba, en la esquina de su casa. Al entrar, la saludó, prendió la radio y dejó que la música le calmara sus enojos.

- ¡Diablos Ava! No has dicho nada durante todo el trayecto – dijo Grace, mirando a Ava tratando de entenderla - ¿Es culpa de Sam y James?

- Si… pero no quiero hablar del tema – la miro indiferente - ¿Tienes las identificaciones?- Grace asintió – Perfecto, nada podrá detenerme esta noche.

Y sin decir nada más, dejaron que la música de la radio fluyera hasta el final de su transcurso. Al llegar Grace estacionó su auto en uno de los estacionamientos del lugar. Se intercambiaron unas miradas de alegría y se bajaron del auto con la mayor seguridad posible para no causar sospecha de su minoría de edad. Se acercaron donde el guardia dejaba pasar a las personas indicadas y las demás, le pedía que se retiraran de la fila. Ellas al ver como descubrían a los demás, se asustaron, Ava se mordía el labio descontrolada y Grace jugaba con un mechón de su pelo. Al llegar su turno, el guardia, amablemente, les pidió sus identificaciones, las miró mientras de reojo miraba la identificación, con el susto de ambas mujeres, el guardia las dejo pasar haciendo que ellas, se calmaran. Al entrar se dirigieron al bar, en donde Ava, pidió un fuerte Whisky para poder pasar la discusión que tuvo con sus hermanos antes de subirse al auto de Grace. Uno, dos, tres, cuatro y cinco vasos se había mandado en menos de una hora y podía sentir como el efecto del alcohol comenzaba a correr por sus venas. Pensó en sus padres y con rabia en sus ojos, pidió otro. Siete, ocho y nueve vasos manos se había tomado al cabo de unos minutos haciendo que el alcohol comenzará a hacer efecto. "Estúpidos Padres… espero que algún día se den cuenta del daño que me hicieron" Grace miraba a Ava con lastima, aunque Grace, no se quedaba atrás con la cuenta de copas que llevaba en su sangre. Al cabo de unos segundos Ava, no sentía ninguna parte de su cuerpo, ni una sola fibra de su ser podía mover, pero el alcohol hacia que se desplazara por la pista de baile, moviendo sus caderas a todo ritmo, varios hombres se acercaron para bailar con la hermosa mujer que movía sus caderas al ritmo de la música. Ava pasaba sus manos a través de sus cabellos y movía su cuerpo sin dificultad. Un hombre de unos veintidós años se le acercó preguntándole si quería bailar y sin poder articular ninguna respuesta, asintió. Más de dos horas estuvieron bailando, apegados, podía sentir la respiración del joven, sus labios rozaban los suyos y las manos del joven estaban atrapadas en su cadera. Y en cosa de segundos, el joven se lanzó a sus labios, los movía de un lado al otro para poder encajar con los suyos a la perfección, su lengua se entrometía en su garganta y ella, sin noción del momento, se dejó besar, introduciendo su lengua en los labios del joven. El joven la atraía hacia su cuerpo, y la aferraba con pasión, sus manos tocaban con desesperación su espalda y en cosa de segundos, Ava perdió la razón del conocimiento.

- ¡Ava! – Bufó James – he estado hablándote por horas, pero parece que nadie puede sacarte de ese trance.

- Yo… Lo siento – dijo perdiéndose en sus hermosas flores que se encontraban en su jardín.

- Yo solo te he traído tu desayuno – depositó una bandeja con un café, unas tostadas y unos deliciosos manjares que a Ava le encantaban – Sin olvidarme de la pastilla para tu jaqueca.

- Gracias James…. Yo no sé qué decir.

- No digas nadas, sabes que siempre te preparo el desayuno los fines de semana.

- Lo sé y no sabes cuánto te lo agradezco – se acercó a la mesa de centro, en donde su hermano había dejado la bandeja con su desayuno. Tomó unos cuantos sorbos de café y con él, se tomó la píldora para su jaqueca y luego comenzó a comer una de las tostadas - ¿Y Sam?

- Debe estar en su alcoba… hablando con Lily.

- ¿Ella esta acá? – preguntó casi escupiendo lo que tenía de tostada en su boca

- Ha llegado hace unos minutos atrás, ¿raro no?

- Muy raro, de seguro me odia –río

- ¿Por qué lo dices? – preguntó indiferente, Lily era realmente un amor.

- Soy la persona que la aleja de Sam – mordió lo que le quedaba de la tostada, tomos unos cuantos sorbos de café y continúo- Cada vez que estamos solas, sus comentarios no son nada agradables.

-¿Qué comentarios Ava?

- Nada importante, de verdad – tomó otro sorbo para no responderle a su hermano.

- Ava… - la miró - ¿Me puedes decir que comentarios te dice Lily?

- Es solo que… ¡Me refriega en el rostro que soy una borracha sin remedio! – Chilló – Es una verdadera estúpida si cree que la dejaré pasar cuando me insulte de nuevo - lo miró – Pero no te preocupes… No le he dicho nada que la ofenda, por el cariño que le tengo a Sam.

-¡Es una verdadera estúpida si cree que tiene derecho a tratarte de ese modo! – sus puños se tensaron y a través de sus ojos se podía notar la rabia que tenía - ¿Por qué me habías dicho?

- Ya te lo dije – tomó su ultimo sorbo de café y depositó la taza vacía encima de la bandeja – No quiero que por mi culpa, la relación entre Lily y Sam se arruine.

- ¡No digas estupideces Ava! Esto no se quedara así… ahora mismo hablare con… - Pero Ava no lo dejó continuar, poniendo su dedo índice en sus labios.

-¡Tu no dirás nada al respecto James! – Se levantó – esto es entre Lily y yo , y no quiero que te entrometas en esto.

-Ava… No voy a permitir que esa arpía pase por encima de ti nuevamente.

- No te preocupes hermanito – le besó la mejilla – No permitiré que suceda de nuevo – deslizó suavemente la ventana de su balcón pero al escuchar las palabras de su hermano, se volteó para escucharlo.

- ¿A dónde vas Ava? – pregunto curioso.

- A ducharme y luego… saldré con Grace.

-Ava…

- No te preocupes James, no haré nada malo – entró a su pieza y susurró – Por ahora – y se entrometió al baño.

- Por dios Ava, cuando aprenderás a controlarte- Se paró de su sillón y con la bandeja en sus manos, bajo hasta la cocina.